El Universal - - En busca de un hogar en paz [PDF]

Jul 12, 2010 - En las escuelas de Texas admiten a todos los estudiantes menores de 18 años, no importa en qué situaciÃ

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En busca de un hogar en paz Hace cien aos la Revolucin expuls del pas a muchos mexicanos: ahora miles huyen del crimen organizado Twittear

Lunes 12 de julio de 2010 Thelma Gmez Durn / Enviada | El Universal El Porvenir, Chih.— Una casa sin techo y con paredes azules llenas de holln da la bienvenida a quienes llegan a El Porvenir. Hasta hace poco la casa estaba habitada; esa es la impresin que da la herrera que an cubre puertas y ventanas. No es la nica construccin que luce as. En estas tierras del Valle de Jurez, las casas quemadas forman parte del paisaje. Sus moradores huyeron. Dejaron muebles, ropa e historia. Se fueron por miedo. Los que se quedaron casi no salen de sus casas. Para ellos su pueblo se convirti en un lugar triste y desolado. El porvenir, el otro, lo miran con temor. Las casas quemadas son la imagen ms cruda de un fenmeno que, en forma silenciosa, est cambiando el rostro de varias regiones de Mxico: los desplazados por la violencia que genera el narcotrfico. Personas, familias enteras que huyen de los secuestros, de las extorsiones, de los enfrentamientos entre crteles, del “fuego cruzado”, de las zonas controladas por el crimen organizado, de la falta de proteccin.

Video Violencia deja pueblos fantasma en el norte del pas . El crimen organizado ha dejado pueblos sin habitantes, El Porvenir y Guadalupe son algunos de los municipios que han quedado vacíos por las diversas amenazas

Tan slo en Chihuahua, sobre todo en la zona de Ciudad Jurez y el Valle de Jurez, “se habla de ms o menos cien mil desplazados”, asegura Gustavo de la Rosa Hickerson, defensor de derechos humanos. Estadsticas de la polica de El Paso, Texas, sealan que cerca de 30 mil mexicanos han cruzado la frontera hacia Estados Unidos por la violencia, en los dos ltimos aos.

El Valle de Jurez —rea rural localizada al oriente de Ciudad Jurez— es una de las zonas en donde el desplazamiento por la violencia es ms evidente. En 2007 se calculaba que haba cerca de 22 mil habitantes. Rodolfo Rubio Salas, investigador del Colegio de la Frontera Norte y especialista en estudios de poblacin, cuenta que hace unos meses se realiz una encuesta sobre salud en la zona. “Fue muy difcil hacerla. Nos encontramos con muchas casas abandonadas. En algunos pueblos hasta 40 50% de la poblacin se haba ido”, asegura el investigador. Flix Vlez Fernndez, del Consejo Nacional de Poblacin (Conapo), dice que no existe un “desplazamiento masivo” provocado por el narcotrfico: “No creo que el nmero de desplazados sea significativo”. No es la primera ocasin en que los mexicanos son desplazados por una guerra. Una imagen similar a la que ahora se observa en el Valle de Jurez es, quiz, lo que se mir en varias comunidades del pas hace cien aos, cuando la Revolucin dej pueblos solitarios, con casas quemadas y campos abandonados. Ahora no es la Revolucin la que los expulsa, es el crimen organizado el que provoca el xodo. “Prxedis era un pueblo bonito. La vida era tranquila, por donde quiera andaba uno. Las plazas estaban llenas de gente y ahora... muertos, secuestros. Ya hasta me acostumbr a ver muertos. Primero se miraba uno, pero despus segua uno viendo. Uno se va acostumbrando...” Pedro, 73 aos, desplazado de Prxedis Guerrero La carretera Jurez-Porvenir lleva a los cerca de diez poblados del Valle de Jurez. sta es una va que corre junto al ro Bravo y que comunica a los municipios de Ciudad Jurez, Guadalupe y Prxedis Guerrero. Sara Salazar lleg a vivir al Valle de Jurez en 1967. Entonces, dice, “haba trabajo en la pizca de algodn. Llegaba mucha gente a trabajar”. La zona tambin sobresala por sus rboles de nogal y sus campos verdes, cobijados por la sierra de Guadalupe. Este paraso comenz a cambiar cuando las aguas negras de Ciudad Jurez comenzaron a llegar al valle. Gracias a su ubicacin, el Valle de Jurez se convirti en lugar estratgico para el crimen organizado. Se trata de una amplia rea localizada justo en el centro de la frontera de Mxico con Estados Unidos. A la altura de los poblados de Guadalupe y El Porvenir hay dos garitas vigiladas por no ms de tres elementos de la patrulla fronteriza. Una de las tantas historias que se cuentan en estas tierras —pero que hasta ahora ninguna autoridad se atreve a confirmar— es que detrs de los cerros de la sierra de Guadalupe hay pistas de aterrizaje clandestinas. A finales de los 90, los pobladores comenzaron a mirar que sus pueblos cambiaban. Al lugar llegaban hombres que no eran de la regin. Comenzaban a verse casas nuevas. Tambin otras costumbres. Por ejemplo, el afn por comprar camionetas Lobo del ao, tener gallos de pelea, usar camisas llamativas y llevar cadenas de oro. Estos cambios no aliviaron la falta de empleo. En 2007, segn el Plan Municipal de Desarrollo de Prxedis Guerrero, 40% de la poblacin no tena trabajo. La delincuencia ya era vista como un problema: “La principal demanda de los habitantes es la falta de presencia de cuerpos policiacos... la falta de equipamiento en seguridad”, se alertaba entonces. Fue a finales de 2008 cuando la violencia provocada por el narcotrfico se increment en la zona, sobre todo en poblados como San Agustn, Guadalupe, Prxedis y El Porvenir. “Cuando bajaba el trabajo y no haba dinero, uno deca por qu? Porque no estn trabajando los narcos, decan”. Sara Salazar, de 75 aos, recuerda que la violencia se desat en el Valle hace tres aos. Comenzaron los secuestros, las extorsiones, los asesinatos. —Qu desat la violencia en el Valle de Jurez? —se le pregunta a Gustavo de la Rosa —Existe una guerra muy fuerte entre los crteles. Primero, su estrategia era perseguir y ejecutar a los miembros activos del crtel enemigo, pero como no podan terminar uno con el otro comenzaron a perseguir a sus familiares, amigos o simplemente a las personas que los conocan. Una respuesta similar tiene Ruth, como quiere que se le llame. Ella naci en Guadalupe y creci en Prxedis: “Dicen que es por un pleito de crteles, que se quieren quedar con la plaza”. Rodolfo Rubio Salas, del Colegio de la Frontera Norte, asegura que el Valle de Jurez es una zona de operacin del crimen organizado. “Por ello, los que viven ah han sufrido tanto el embate de las extorsiones como los secuestros y los asesinatos”, afirma. “La gente comenz a irse cuando empezaron a ocurrir los asesinatos. A veces mataban a fulano y nosotros decamos: ‘pues ste qu hizo?, si era buena persona, trabajadora. Se dedicaba a su familia’. Muchas preguntas nos hemos hecho: por qu a l?, por qu a ellos?, por qu a mi hija?...” Sara Salazar, 75 aos, huy de Guadalupe El 3 de enero del 2010, Josefina Reyes, hija de Sara Salazar, fue asesinada en el valle. Josefina era defensora de los derechos humanos en Chihuahua. Viva en Guadalupe y era conocida por denunciar los secuestros, violaciones y asesinatos en contra de mujeres. En algunos casos, seal como responsables a personas identificadas como narcotraficantes. Tambin denunci los abusos militares que ocurran en Chihuahua. Ella forma parte de las estadsticas negras del valle. En lo que va del ao, han asesinado a por lo menos cien personas en la regin. Uno de los ltimos que se sum a la lista de asesinados es el alcalde de Guadalupe, Jess Manuel Lara Rodrguez. El 20 de junio pasado lo mataron a las afueras de su casa en Ciudad Jurez, donde se haba refugiado. l tambin era un desplazado. El alcalde de Prxedis Guerrero tambin lo es. Hace mucho que no vive en el poblado. Se fue cuando amenazaron a todos los empleados de la presidencia municipal, desde regidores hasta secretarias. En estos pueblos tampoco hay policas. Los profesores que viajaban a la zona “ya no quieren ir”, asegura el investigador Rodolfo Rubio Salas, del Colegio de la Frontera Norte. “Eso tiene consecuencias sociales. Podra desencadenar el cierre de escuelas y que las actividades cotidianas se vayan deteriorando, a tal grado que no existan las condiciones mnimas para que estos pueblos sigan funcionando”. “Uno no se va porque deba algo, sino que tenemos miedo de que nos pase algo por accidente, como ha sucedido. Que se equivoquen... En Prxedis mataron a un to. Iban sus hijos y su esposa con l. Sus hijos lloran mucho... Ellos tambin se fueron a vivir a Ciudad Jurez...” Ruth, 20 aos, se fue de la localidad El Porvenir En abril del 2010, la violencia en el Valle de Jurez lleg a niveles impensables. Fue entonces que un grupo de pobladores circularon en redes de internet una carta, dirigida al presidente Felipe Caldern Hinojosa, al secretario de gobernacin Fernando Gmez Mont, al gobernador de Chihuahua Jos Reyes Baeza y al embajador de Mxico en Estados Unidos, Arturo Sarukhn. “En los pueblos del Valle de Jurez se vive el terror cotidiano. Una serie de ejecuciones, masacres y quemas de domicilios y negocios se han generalizado por toda la regin... Las personas son asesinadas en las calles, en sus propias casas y ahora en los mismos funerales donde son velados los cuerpos, sin que nadie pueda detener la masacre. Existe un verdadero xodo de familias que ya han abandonado sus casas, pero an quedan muchas personas en el valle que no tienen otro lugar a donde ir. Exigimos que se auxilie de manera inmediata a la poblacin. Que se asigne vigilancia y se garantice la seguridad de los habitantes del valle”. Fue tambin a principios de abril pasado que el gobernador de Chihuahua asegur que se realizara “un censo para saber cuntos se han ido y ofrecerles garantas para su regreso”. El ofrecimiento slo qued en promesa. El Porvenir vivi uno de sus peores fines de semana entre el 22 y 25 de abril. El jueves 22 aparecieron mantas donde se amenazaba a los habitantes. Se les peda que salieran del pueblo, pues de no ser as, los mataran. Ese fin de semana muchos salieron. “Era impresionante la cantidad de pickups y vans con colchones en el toldo. Era una caravana que hua del valle”, recuerda Luis Ramos, representante del gobierno de Veracruz en Ciudad Jurez. No era la primera amenaza que reciba la gente de esos lugares. “Pasaban trocas y aventaban hojas en diferentes pueblos del Valle, en Guadalupe, en Prxedis, en Colonia, en todo el valle... las hojas tenan la lista de la gente que quieren matar. Escriban el nombre, el apodo. Decan que la familia entera, tambin”, cuenta Ruth. Buena parte de los desplazados del Valle de Jurez cruzaron el Ro Bravo y se establecieron en territorio texano. Los dems recursos se fueron a El Paso; la mayora vive en pequeos poblados como San Elizario, Fabens, Tornillo, Clint o Fort Hancock. “Qu dej all? A mi familia, a mis amigos, mis costumbres. Aqu es una vida diferente: es difcil encontrar amigos, casi nadie sale. Ahora siempre estoy en casa. No salgo porque tengo miedo de que la migra me agarre. Yo no tengo papeles”. Ruth, se refugia en Fort Hancock, Texas El sol del desierto de Texas cae sin recato. La temperatura de 39 grados centgrados tiene a los cerca de dos mil habitantes de Fort Hancock resguardados en sus casas. Silvia Chacn trabaja en su pequea oficina localizada atrs de la iglesia catlica. Es monja, aunque no lo parece porque viste tenis; en su auto lleva calcomanas con leyendas como “The war is not the answer”. Desde hace 7 aos vive en Fort Hancock y ha visto cmo han llegado nuevos habitantes a este pequeo pueblo, localizado a 57 kilmetros al sureste de El Paso. “Fort Hancock ha recibido a gente de all... A veces llegan con familia que tienen aqu. Otros llegan por un corto plazo y siguen ms adelante. Como la seora a la que le mataron a su esposo. Ella y su hija se fueron hacia Napa... Llegan con lo poco que pueden sacar”. A Silvia Chacn le preocupan, sobre todo, las mujeres y los nios. Ellos, dice, son los que estn sufriendo ms por los desplazamientos. “A las mujeres, si les matan a los hijos, tienen que cargar ese pesar. Si les matan a los esposos son las que tienen que ver cmo mantienen a los hijos y explicarles por qu no est su pap; por qu no pueden salir a la calle, por qu se tuvieron que cambiar, por qu no tienen qu comer”. Muchos de los que llegan, cuenta Silvia Chacn, consiguen trabajo con los mismos vecinos o con “los rancheros” que siembran alfalfa. “Antes muchos de nosotros cruzbamos y comprbamos las cosas all, porque era ms barato; pero ahora ya no vamos”. Como parte de las actividades comunitarias de la iglesia, Silvia Chacn organiza terapias de reiki. En una de las sesiones, dos de las nuevas residentes comenzaron a llorar sin control. Ellas son de El Porvenir. Fue entonces cuando Silvia solicit a la dicesis de El Paso que enviara a Fort Hancock “consejeros” para atender a los desplazados por la violencia en Mxico. Los psiclogos an no han llegado. Los que s han recibido “consejera” (ayuda psicolgica) son los nios. Desde agosto del 2009 hasta junio pasado, 55 alumnos nuevos, de todas las edades, llegaron a esta comunidad. “La mayora entr (a la escuela) en marzo y abril pasados”, cuenta Jos Franco, superintendente del distrito escolar de Fort Hancock, un hombre de aspecto rudo que gusta de mascar tabaco y que se conmueve cuando habla de los nios mexicanos que llegaron al poblado. “De los 55, 40 llegaron porque sus familias huan de lo que est pasando en Mxico. Mire, tan slo anoche quemaron otra casa en El Porvenir, desde aqu se vea el humo”. En las escuelas de Texas admiten a todos los estudiantes menores de 18 aos, no importa en qu situacin migratoria se encuentren. Casi todos los nios, dice Jos Franco, cuentan lo que han visto en las tierras mexicanas: “A sus padres los han amenazado o han matado a alguien conocido. Algunos viven con sus tos o abuelos”. Slo hay un estudiante que no quiere hablar. “Tenemos uno, como de 15 aos, que pidi estar solo. No quiere que los dems alumnos le pregunten qu pas con su familia”. “Hay nios que van al catecismo y estn con mucha energa, como muy alterados. A veces me dan ganas de abrazarlos y decirles: ‘qu traes? qu pasa?’... Hace poco me enter que esos nios haban cruzado de all y que les mataron al abuelo” Silvia Chacn, encargada de la iglesia de Santa Teresa en Fort Hancock, Texas Jos Franco tambin se encarga de una de las ambulancias del pueblo. Recuerda que hace unas semanas recibi un llamado de los policas encargados de la estacin fronteriza de Fabens. “Hasta ah llevaron a un hombre que vena de Guadalupe y tena como 20 balazos...”. Pasando la lnea fronteriza, en territorio estadounidense, cualquier persona herida tiene derecho a la atencin, tenga papeles o no. En las reuniones con funcionarios de diversos departamentos de justicia de Estados Unidos, el superintendente escolar y paramdico ha escuchado que, por lo menos, se necesitarn diez aos “para que se compongan las cosas” en la frontera con Mxico. “Diez aos es una eternidad. Te imaginas el nmero de nios que van a crecer viendo esto, que se harn adultos? Es mucho tiempo; algo se necesita hacer”. Carlos espera que sus padres puedan pronto salir de El Porvenir. l es ciudadano estadounidense. Hace 18 aos naci en Fort Hancock, aunque creci en el Valle de Jurez. “Ya he perdido a la mitad de mis amigos. Una parte ha muerto, los han matado. Los otros ya se fueron, huyeron”. Hace casi un ao que Carlos dej El Porvenir. Una de las cosas que ms extraa de su vida en el Valle es jugar bsquetbol con sus amigos. “Uno ya tena miedo de ir a jugar porque un da llegaron y mataron a los que estaban... Pasan cosas as y qu casualidad que los soldados no estn. Est muy raro eso... No hay polica en la calle, no hay soldados”. “El Valle de Jurez es como una zona de batalla. Se me hace que es peor que si se est en Irak. Mis amigos (estadounidenses) que se han ido a la guerra me han dicho que est peor ac. All siquiera estn protegidos por el gobierno de Estados Unidos, pero ac nadie nos protege” Carlos, 18 aos, naci en Fort Hancock y creci en el Valle de Jurez El nico retn del ejrcito que se encuentra en el Valle de Jurez est antes de llegar a San Isidro, uno de los pueblos ms cercanos a Ciudad Jurez. Despus de ese retn, no hay ms vigilancia ni operativos de la Polica Federal, a diferencia del patrullaje que se observa en la metrpoli. Slo en El Porvenir, a ms 80 kilmetros de Ciudad Jurez, hay un pequeo puesto del ejrcito. Escondidos detrs de una muralla construida con costales de arena, cuatro soldados miran pasar a los desconocidos. A tres minutos de ah, antes de llegar a la garita de Fort Hancock, diez soldados se encargan de revisar, con un detector de armas, los autos que entran a territorio mexicano. En el Valle de Jurez, explica el investigador Rodolfo Rubio Salas, la gente se siente ms desprotegida porque los programas de vigilancia no se han llevado de manera tan intensa como en Ciudad Jurez. Rubio Salas recuerda que cuando se dieron las reuniones con los funcionarios federales para poner en marcha el operativo Todos Somos Jurez, la sociedad civil solicit que las acciones no slo se concentraran en Ciudad Jurez; se pidi que se incluyera el valle. “Esa zona est abandonada en trminos de estrategias y de programas de vigilancia para contrarrestar la inseguridad”. Los pueblos del valle, advierte el investigador, tendrn sus horas contadas si no se toman acciones a corto y largo plazo que ayuden a terminar con la inseguridad que ah se vive. “Mi cuada se fue de aqu con la nia. Se fue a otra ciudad de Estados Unidos. Cuando hablamos me pregunta: ‘ya se compusieron las cosas?’ Ella quiere regresar. Cuando hablamos es puro llorar” Paloma, naci en El Porvenir y vive en Fort Hancock Un da antes de la entrevista, Paloma llev a su pap a un hospital de El Paso para que lo atendieran de urgencia. Tuvo una recada por la depresin que sufre desde hace tres meses. En marzo pasado, el seor llor la muerte de su hijo mayor, quien era representante ejidal. Lo mataron en El Porvenir, en su propia casa, frente a su esposa y su hija de ocho aos. Desde entonces, los campos de algodn que atenda la familia estn abandonados. Los asesinos robaron el celular del ejidatario y “se dedicaron a llamar a todos los amigos de mi hermano; los amenazaron, les decan que se fueran del pueblo”, cuenta Paloma. La mayora obedeci; a los pocos das quemaron la casa de algunos. En estas tierras todos se preguntan por qu queman las casas? Nadie tiene una respuesta; la mayora cree que es una forma de decir: “ya no regresen”. Paloma y su familia viven en uno de las tantas “casas rodantes” que se miran a las orillas de Fort Hancock. “Toda la gente que est aqu tiene historias muy tristes... A mi vecino le mataron a su pap... All estn otros que llegaron de Colonia Esperanza, a ellos tambin les quemaron la casa”. “Quisiera regresar a Mxico, se me hace injusto que las personas que no debemos nada, tengamos que irnos.” Ruth, 20 aos, escap de El Porvenir

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