La Batalla de Consuegra: Antecedentes y Consecuencias. Muerte de [PDF]

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Idea Transcript


LA BATALLA DE CONSUEGRA: ANTECEDENTES Y CONSECUENCIAS. MUERTE DE DIEGO RODRÍGUEZ, HIJO DEL CID

URBANO JIMÉNEZ SOTO ACTOR

Y GUIONISTA DEL EVENTO

“…y si en mi Valencia amada, no me halláreis a la vuelta peleando me hallaredes con los moros de Consuegra…”

“CONSUEGRA MEDIEVAL”

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Es un quince de agosto del año 1997. La ciudad de Consuegra ha amanecido distinta pues, desde hace meses, muchos de sus habitantes se han esforzado en ensayar y en confeccionar vestuario y atrezzo, hilados con ilusión y nervios, en espera del gran día. Por fin hoy, gracias al empeño de don Francisco Domínguez Tendero, se va a conmemorar el novecientos aniversario de la batalla de Consuegra, en la que pereció don Diego Rodríguez, único hijo varón del Cid y, por lo tanto, heredero y continuador de su linaje. No resulta sencillo imaginar ahora lo que hace más de novecientos años significaba una desgracia de este tipo para un noble, y más en aquella convulsa España

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ESCOBAR, J.: Romancero e Historia del muy valeroso caballero el Cid Ruy Diaz de Bivar, en lenguaje antiguo. Recopilado por Juan de Escobar. Alcalá, 1614.

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Urbano JIMÉNEZ SOTO

del siglo XI, centuria que podemos calificar como punto de inflexión en el proceso de la Reconquista. Tras la derrota de don Rodrigo el año 711 en la batalla del Guadalete, los musulmanes se adueñan en apenas dos años de casi toda la Península. Tan sólo unos pequeños núcleos de hispanos y godos resisten refugiados en las montañas de la cornisa cantábrica, si bien, poco a poco y ante la pasividad de los musulmanes que, centrados en sus disputas tribales, se limitan a hacer alguna esporádica incursión de castigo, van ganado tierras en las que pueda pastar su ganado y cultivar algunos productos que les permitan sobrevivir. El final del siglo X vuelve a ser crítico para los recién nacidos reinos cristianos, pues Almanzor a punto está de hacerles regresar a las montañas. Sin embargo, tras su muerte el 11 de agosto de 1002, el poderoso califato de Córdoba inicia un declive progresivo que desemboca en su desintegración en pequeños reinos al mando de reyezuelos que, habiendo obtenido el poder en muchos casos con intrigas palaciegas, tratan de imitar en sus respectivas cortes el antiguo esplendor de Córdoba. Estos reinos, llamados de Taifas, no dudan en dedicar grandes sumas de dinero a pagar tropas mercenarias, muchas veces cristianas, con la única finalidad de apoderarse de las tierras vecinas, de modo que, en pocos años, las de Zaragoza, Toledo, Sevilla y Badajoz, además de Denia y Baleares, se convierten en las más fuertes, si bien han de pagar parias, cada vez más gravosas, a los reinos cristianos, que se van haciendo más ricos y poderosos. En su favor hay que decir que, en contraste con los incultos y violentos señores de la guerra que son sus 2

Consuegra en la historia

La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

vecinos cristianos del norte, saben rodearse de poetas, músicos, matemáticos, astrónomos..., en definitiva, que sus cortes no son únicamente centros de lujo y corrupción, sino que a su sombra florecen el refinamiento, las artes y la cultura, si bien el pueblo llano ha de soportar las enormes cargas que todo esto supone. Esta es la situación en la España musulmana hasta el año 1085, en que Alfonso VI conquista Toledo, la antigua capital de los visigodos y todo un símbolo para ambas partes. Las luchas fratricidas en esta centuria no son exclusivas de los musulmanes Los pequeños núcleos de resistencia cristiana, que han ido creciendo hasta constituirse en reinos, han dedicado muchos de sus recursos a guerrear entre ellos. El primer núcleo que planta cara a los invasores es el reino de Asturias, bajo la dirección de don Pelayo, noble visigodo que aúna por primera vez a visigodos e hispanos en una causa común. Ya en el siglo IX, Alfonso II establece la capital en Oviedo y con Alfonso III se llega hasta el Duero. A comienzos del siglo X García I traslada la capital y nace así el Reino de León, del que en el año 932 se independiza el condado de Castilla, que en 1065 se convierte en reino. Paralelamente, en la zona de los Pirineos van creciendo el condado de Aragón y el Reino de Navarra y, más al este, la antigua Marca Hispánica de Carlomagno; a finales del siglo IX, se independiza de los francos bajo el mando del conde de Barcelona Wifrido el Velloso. Si bien todos estos pequeños estados, en muchas ocasiones del califato de Córdoba,

vasallos 3

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tienen objetivos comunes, como la supervivencia ante los musulmanes y la colonización de las tierras fértiles, no faltan las luchas entre ellos. De esta forma, el reino de Navarra llega a convertirse a principios del siglo XI, bajo el reinado de Sancho III el Mayor, en el más poderoso de los cristianos e incorpora a sus dominios los condados de Aragón y Castilla y las tierras ocupadas por los vascos. Como podemos observar, la decadencia y fragmentación del califato de Córdoba da lugar al crecimiento y consolidación de los reinos cristianos. Uno de los artífices de este engrandecimiento es Fernando I de Castilla. Este monarca había heredado de su madre el condado de Castilla y, al morir su padre, la gobierna con el título de rey, si bien su territorio queda mermado en beneficio de los reinos de León y Navarra, por lo que no tarda en estallar la guerra, primero contra León, que anexiona a Castilla, y luego contra Navarra, de la que recupera las tierras perdidas anteriormente. Consolidada su autoridad en Castilla, León y Galicia y en paz con Navarra, dedica sus esfuerzos a hostigar a los musulmanes, a quienes arrebata varias ciudades, y logra que Zaragoza, Toledo, Sevilla y Badajoz le paguen parias como vasallos suyos. Al morir, en el año 1065, siguiendo la tradición navarra, reparte el reino entre sus hijos: Galicia a García, León a Alfonso y Castilla a Sancho; sus hijas Elvira y Urraca reciben las ciudades de Toro y Zamora respectivamente. Más al oeste, el hermano de Fernando I, Ramiro, había heredado de Sancho III el Mayor, tierras en Aragón. Se proclama rey y paulatinamente va ensanchando sus dominios hasta que, enfrentado a la Taifa de Zaragoza, que pagaba 4

Consuegra en la historia

La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

parias a Castilla, por la conquista de la ciudad de Graus, ha de lidiar contra las huestes enviadas por su hermano Fernando I, al mando de Sancho, futuro rey de Castilla. En este enfrentamiento destaca ya un joven caballero llamado Rodrigo Díaz de Vivar y Ramiro I muere asesinado en su tienda. Su hijo y sucesor, Sancho Ramírez, se hace vasallo del Papa para evitar ser atacado por otros reinos cristianos, consigue que sus súbditos puedan cultivar las tierras llanas que, palmo a palmo, logra arrebatar a los musulmanes y se anexiona el reino de Navarra. No obstante, la alianza de los Banu Hud de Zaragoza con Castilla le cierra el paso hacia el sur, lo que le impide la conquista de nuevos territorios. Finalmente, los distintos condados surgidos de la antigua Marca Hispánica, tras haber resistido los ataques del califato de Córdoba, comienzan a enfrentarse entre ellos, hasta que con Ramón Berenguer I el Viejo (1035-1076) se impone sobre los demás el de Barcelona y comienza a utilizarse el topónimo Cataluña para referirse al territorio formado por todos ellos. La situación en la Península era ya la ideal para acometer la empresa de su total reconquista, pero de nuevo las guerras internas dan tregua a las taifas andalusíes. El reparto de la herencia de Fernando I siembra la discordia entre sus hijos. La guerra contra García primero y entre Sancho y Alfonso después, enfrenta a castellanos y leoneses hasta que las huestes de Sancho, al mando de su alférez Rodrigo Díaz de Vivar, derrotan a las de Alfonso y le pasean de villa en villa encadenado a un carro, antes de desterrarle a Toledo.

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Página del Cantar del Mío Cid. Fuente: http://www.laits.utexas.edu/cid/mo/jpg/01r.jpg [consulta 11-04-2010]

Esta humillación cala muy hondo en el rey y los nobles leoneses y la animadversión hacia el artífice de su derrota, el alférez del ejército castellano, un simple infanzón formado en la escuela palatina de Fernando I y que se ha ganado la amistad y confianza de Sancho, marcará en lo sucesivo las relaciones entre Alfonso VI y el Cid. La muerte ante los muros de Zamora de Sancho convierte al derrocado y exiliado Alfonso en rey de León, Galicia y Castilla y a los nobles castellanos, que han luchado contra él, en sus vasallos. En ese momento, la actitud de Rodrigo es decisiva, pues la nobleza castellana está de su lado y hará lo que él haga. 6

Consuegra en la historia

La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

El alto sentido del honor y la lealtad de que el Cid hará gala a lo largo de toda su vida le llevan a ponerse al servicio de su nuevo señor. El rey le acoge de buen grado y a partir de ese momento el fiel vasallo no regateará esfuerzos para servir a su rey; pero una y otra vez habrá de luchar contra los escollos que en su camino interpondrán los nobles leoneses, resentidos contra él y recelosos por su cada vez mayor prestigio, que ya les resulta ofensivo cuando contrae nupcias con Doña Jimena Díaz, hija de Don Diego, conde de Oviedo y Doña Cristina, prima carnal del rey Alfonso. Así lo atestigua la Historia Roderici: “Dominam Eximinam neptem

suam, Didaci comitis Ouetensis filiam, ei in uxorem dedit, ex qua genuit filios et filias”.2

Con este matrimonio, del que nacen hijos e hijas, el castellano Rodrigo Díaz, infanzón de la pequeña villa de Vivar, emparienta con la más alta nobleza y ya es miembro permanente de la corte que acompaña al rey en sus desplazamientos, hasta que las malas artes de García Ordóñez, con la complicidad de Pedro Ansúrez consiguen minar la confianza que en él había depositado Alfonso VI. El primer roce se produce cuando Rodrigo ha de ir a cobrar las parias a la Taifa de Sevilla. El pago del tributo daba derecho a recibir la protección del señor que lo cobraba por lo que, avisado por al-Mutamid de que el rey de Granada ha invadido su territorio y arrasado Cabra, Rodrigo se siente en la obligación de prestar, en nombre de su rey, el servicio que reclama en justo derecho vasallo agredido. Las tropas granadinas están reforzadas por las huestes cristianas que, a su vez, han venido a cobrar las parias; a FALQUE REY, E.: “Historia Roderici”. Boletín de la Institución Fernán González, año 62, núm. 201. 2

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su mando García Ordóñez. En vano intenta el de Vivar evitar la batalla. Tras tres horas de lucha, las tropas del Cid se alzan con la victoria y García Ordóñez, Lope Sánchez y Diego Pérez, con los supervivientes de sus huestes, hechos prisioneros y despojados de sus pertenencias, antes de permitirles regresar a sus tierras vencidos y deshonrados. Nuevamente Rodrigo Díaz ha derrotado a García Ordóñez y, en esta ocasión, la ofensa va a provocar su venganza. A partir de ese momento, como la gota de agua que golpea la piedra, las palabras del magnate resentido irán minando la confianza del rey en el infanzón, hasta que en el año 1081 se produce el primer destierro. Los hechos son los siguientes. Al Qadir, rey de Toledo, viendo peligrar su trono a manos del rey taifa de Badajoz, pide ayuda a los cristianos y Alfonso, al mando de su mesnada, acude en su auxilio, mas Rodrigo no se le une por encontrarse enfermo. Estando el rey por tierras propiedades del Cid sufren el ataque y sarracenos, lo que provoca la venganza del mando de su mesnada, arrasa y saquea pertenecer al reino de Toledo, se hallan bajo Alfonso VI.

toledanas, saqueo de infanzón que, tierras que, la protección

las los al al de

La Historia Roderici nos narra los hechos:

“…Después del regreso de Rodrigo a Castilla con la honra ganada por la victoria de Cabra, el rey Alfonso se dispuso a salir con su ejército hacia la tierra de los sarracenos, que se había rebelado, para someterla y amplificar y pacificar su reino. En esta ocasión Rodrigo permaneció enfermo en Castilla” y luego: “Habiendo 8

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La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

(Rodrigo) congregado su mesnada y bien armada toda ella, entró animosamente en el reino de Toledo saqueando y asolando las tierras musulmanas; cautivó hombres y mujeres en número de siete mil y les arrebató todas sus riquezas y bienes, y regresó con este botín a su casa”3. La reacción del rey, aconsejado por los nobles, entre ellos García Ordóñez, que ya ha recibido el título de conde Nájera, no se hace esperar.

“…Cuando el rey Alfonso y los primeros magnates de su curia tuvieron noticia de lo hecho por Rodrigo lo recibieron con dureza y desagrado, y los cortesanos contrarios y enemigos del Campeador se expresaron así unánimes ante el rey: Señor rey, vuestra excelencia sepa sin duda alguna, que Rodrigo hizo lo que hizo por esta razón: para que todos nosotros, que nos hallábamos en tierra musulmana saqueándola fuésemos asesinados y muriéramos allí. El rey, injustamente conmovido y airado por esta sugerencia malvada y envidiosa, lo desterró de su reino”.4 En el momento de producirse este primer destierro del Cid, su hijo Diego cuenta con unos cinco años de edad, lo que puede ser relevante para su posterior formación y actuación como caballero. El auxilio prestado por los castellano-leoneses al pusilánime al-Qadir es el primer paso para la reconquista de Toledo. Alfonso VI sabe manejar los hilos con tal habilidad que en el año 1085 el rey taifa entrega la ciudad a los

3 4

FALQUE REY, E.: Op. cit., pp. 50-51. FALQUE REY, E.: Op. cit., p. 51.

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cristianos sin ofrecer resistencia, con la promesa de recibir a cambio el reino de Valencia. La noticia de la pérdida de la antigua capital hispana conmociona toda al-Andalus. Los reyezuelos andalusíes han vivido hasta ahora relativamente tranquilos. Se veían obligados a pagar parias a los cristianos a cambio de conservar las tierras y el poder sobre sus súbditos, lo que sobrellevaban bien. Pero la actuación de Alfonso VI, autoproclamado emperador de todos los reinos de España, exigiendo cada vez más tributos y organizando continúas algaras, unido a la caída de Toledo, siembra la incertidumbre en sus corazones y ya no se sienten seguros. El rey cristiano dispone de un ejército muy poderoso, formado por hombres de frontera ansiosos por obtener botines de guerra y, en gran parte, financiado con el oro que ellos mismos le han pagado, mientras ellos cuentan con pocas tropas y mal adiestradas. La única excepción la representa el reino de Zaragoza, que paga la protección del Cid, pero con el problema de que Rodrigo jamás alzará la espada contra su antiguo señor. El estado de ánimo de los andalusíes lo reflejan las palabras del alfaquí toledano al.Gassal, recogidas por Menéndez Pidal en “La España del Cid”: “Aparejad vuestros

caballos, oh andaluces, pues quedarse aquí es una locura.”5

Ya por aquellas fechas un movimiento integrista musulmán, surgido en las profundidades de África, se había extendido hacia el norte y, bajo la dirección del emir Yusuf ibn Texufin, domina todo Marruecos. Los almorávides viven para la yihad, la guerra santa, y sienten como un deber

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MENÉNDEZ PIDAL, R.: La España del Cid. Madrid, 1969, p. 309. Consuegra en la historia

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sagrado la expansión de su fe por todo el mundo. Auténticos monjes guerreros, forman un ejército temible. En el año 1075, al-Mutamid, rey de Sevilla, había solicitado sin éxito su auxilio y lo vuelve a hacer, con el mismo resultado, con ocasión de un ataque de Alfonso VI a Sevilla. Ahora, tras la caída de Toledo y en complicidad con al-Mutawakkil, rey de Badajoz, acude en persona a suplicar el auxilio de Yusuf y sus tropas para combatir a los cristianos, aún a sabiendas de que eso supone en la práctica la sumisión a nuevos señores, intransigentes en el cumplimiento de las normas del Corán y que no permitirán a los andalusíes continuar con su forma de vida, menos acorde a los preceptos de su religión. Es conocida su frase “Si he de

elegir, prefiero ser camellero en Marruecos que porquero en Castilla”.

En el año 1086 los almorávides cruzan por primera vez el Estrecho y el 23 de octubre del mismo año en Sagrajas, cerca de Badajoz, infringen una seria derrota a las tropas cristianas, mal dirigidas por Alfonso VI, quien, herido, consigue huir con apenas quinientos supervivientes. El mismo efecto que un año antes produjo en los musulmanes la caída de Toledo, produce ahora en los reinos cristianos la derrota ante los almorávides. Un hondo temor se extiende entre los hasta ahora confiados castellanos y leoneses, que han de abandonar las tierras conquistadas al sur del Tajo y solicitar el auxilio de la Cristiandad europea, ante el peligro de que la Península vuelva a ser musulmana. Afortunadamente Yusuf ibn Texufin regresa a África en lugar de proseguir su avance, al parecer debido al fallecimiento de su primogénito y sucesor. Se limita a dejar unas tropas de apoyo a los reyes taifas que les garanticen la defensa ante posibles ataques cristianos. 11

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Mientras, el Cid, que no había sido llamado a formar parte de las huestes castellano-leonesas, deja Zaragoza y es recibido por Alfonso VI en Toledo con todos los honores. Renueva su juramento de vasallaje y el rey le otorga propiedades que le convierten en uno de los grandes magnates del reino. Recibe además Rodrigo una concesión poco usual en Castilla, aunque ya la utilizara Carlomagno. La Historia Roderici nos lo relata así: “(El rey)…le otorgó

esta licencia y concesión en su reinado, escrita y confirmada con su sello, que toda la tierra y los castillos que pudiera conquistar de los sarracenos en tierra de moros, fueren totalmente suyos con carácter hereditario, esto es, no sólo suyos, sino también de sus hijos y de sus hijas y de toda su descendencia.” 6

El Cid parte hacia Levante camino de crear su propio señorío, mientras su familia permanece en Castilla. Diego, su primogénito, ha cumplido ya diez u once años y está en edad de iniciar su formación como caballero. Carecemos de información contrastada de dónde y cómo comienza la preparación en la carrera de las armas del hijo

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FALQUE REY, E.: Op. cit., p. 59. Consuegra en la historia

Estatua de Diego Rodríguez, hijo del Cid Campeador, situada en el puente de San Pablo de Burgos

La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

del Cid, pero era norma que los herederos de los nobles y magnates del reino se educaran en la Corte, bajo la supervisión real. No se puede decir que fueran rehenes, pero era una forma de que el rey se asegurara su lealtad y la de sus padres. Según alguna versión, Diego se habría formado bajo la tutela de su tío el Conde de Oviedo, pero esto supondría que era hijo de un matrimonio anterior al contraído con Jimena Díaz, pues sólo en caso de fallecimiento de la madre podía la familia materna asumir la formación del huérfano. Según las distintas fuentes consultadas no era éste el caso. El “Liber regum” nos dice: “Este Mío Çid, el Campiador,

ovo por mugier a doña Eximena, nieta del rey don Alfonso, filla del comte don Diego de Asturias, et ovo della un fillo et dos fillas, et el fillo ovo nombre Diago Royz, et matáronlo en Consuegra los moros; de las fillas, la una ovo nombre doña Chistina, la otra doña María” 7, por lo que nos inclinamos a pensar que, del mismo modo que Rodrigo se educó en la corte de Fernando I, junto al futuro rey Sancho y los hijos de otros nobles, Alfonso VI acoge al heredero del Cid junto a los hijos de otros nobles castellanos y leoneses.

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FLOREZ, E.: Memorias de las Reynas Católicas, Madrid, 1761.

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Árbol genealógico de Rodrigo Díaz de Vivar el “Cid Campeador” y de los reyes y condes de Castilla (s. d, s. l.). En la esquina inferior derecha detalle con el nombre del Cid y el de “Don Diego Rodríguez yjo [hijo] del Çid…” Fuente: Archivo Histórico Provincial de Álava, Colección Ocio-Salazar nº 22255

No dura mucho la buena relación entre Rodrigo y Alfonso, pues ante una nueva llamada de los reyes Taifas, los almorávides vuelven a cruzar el Estrecho y sitian el castillo de Aledo. Ordena el rey al Cid que acuda con su mesnada para unirse a la suya y auxiliar a los sitiados; mas algo extraño sucede pues, mientras el Campeador recibe mensajes contradictorios acerca del punto en que ha de esperar, el rey se dirige por otra ruta hacia Aledo, de manera que no llegan a encontrarse. El hecho de no acudir a la llamada, hábilmente manipulado por sus enemigos, dejan al Cid ante los ojos de Alfonso VI como un traidor y la cólera real es implacable. En esta ocasión el castigo no se limita al exilio, sino que la acusación del delito de traición acarrea la deshonra y la 14

Consuegra en la historia

La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

expropiación de todos sus bienes. La ira del rey traspasa los límites legales y encarcela a doña Jimena y sus hijos. De nada sirven las explicaciones ni juramentos que Rodrigo presenta al rey, firmemente convencido por sus hombres de confianza de la traición del Campeador, si bien libera a Jimena y sus hijos y la permite acudir junto a su marido.

“...puso en libertad a la mujer y a los hijos, uxorem et liberos, de Rodrigo y les permitió marchar a reunirse con él.” Gonzalo

Martínez

Díaz8,

nos

lo

narra

así:

En ambos casos la Historia Roderici utiliza el mismo vocablo latino: liberos, lo que parece indicar dos cosas: que los hijos del Cid en ese momento, año 1088, eran más de uno y que no se trataba sólo de hijas, pues en este segundo supuesto era más lógico el empleo del vocablo filias9. Además de la conclusión a que llega Martínez Díaz, hemos de añadir otra más y es que, en el supuesto de que Diego hubiese estado formándose como caballero en la corte de Toledo, al ser encarcelado primero y liberado después, marcha con su madre y hermanas al encuentro con su padre, lo que hace poner en duda algunas teorías acerca de cómo y con quién llega a Consuegra en el año 1097, lo que veremos más adelante. Este segundo destierro provoca un tremendo desengaño en el Cid, que a partir de este momento, liberado de las obligaciones hacia su señor natural, luchará por tener su tierra y ser su propio señor. Es el punto de partida hacia la conquista de Valencia, para él y para sus descendientes, sin 8 9

MARTÍNEZ DÍEZ, G.: El Cid Histórico. Barcelona, 2001, p. 416. MARTÍNEZ DÍEZ, G.: El Cid Histórico. Barcelona, 2001, pp. 416-417.

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sometimiento a la Corona de Castilla. Durante más de cinco años la mesnada del de Vivar somete a vasallaje a ciudades y castillos de Levante, hasta que el 17 de junio de 1094 la ciudad se le entrega, tras haberla defendido contra los almorávides, que por tercera vez habían vuelto a al-Andalus, se habían apoderado de las taifas y derrocado a sus reyezuelos. En el año 1097 tiene lugar la cuarta y definitiva acometida de Yusuf ibn Texufin. El fracaso del ejército musulmán en su intento de recuperar Valencia, que se salda con la derrota de Bairén, mueve al emir a volver a cruzar el Estrecho de Gibraltar con un poderoso ejército que se acantona en Córdoba para, desde allí, iniciar la guerra santa con el fin de recuperar los territorios perdidos.

Mapa ilustrativo de las batallas más importantes del periodo, incluida la de Consuegra en 1097. Imagen cedida por gentileza de Editorial Covarrubias, incluida en “Breve historia de Toledo” de Ventura Leblic García (Toledo, 2010)

La noticia de la nueva llegada de los almorávides moviliza a todos los reinos cristianos, que recuerdan el desastre de Sagrajas y son conscientes de la nueva amenaza. 16

Consuegra en la historia

La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

Alfonso VI convoca precipitadamente a sus vasallos y mesnadas, dispuesto a defender Toledo, mientras el Cid hace lo mismo en Valencia. La petición de ayuda lanzada por el rey a Rodrigo, con quien ya se había reconciliado, pone al Campeador en una situación comprometida. Las tropas de Yusuf se encuentran en Córdoba y pueden tomar dos caminos: hacia el norte, a Toledo, o al este, a Valencia. Si acude en auxilio del rey, deja desguarnecida Valencia y la población musulmana no tardará en avisar a los almorávides, que la tomarán sin apenas esfuerzo, con lo que el fruto de su lucha de tantos años, el Señorío de Valencia, que habría de heredar su hijo, se perdería irremisiblemente; pero si niega al rey el apoyo que le pide, además de ir contra su propio sentido de la lealtad, las frágiles relaciones que se han restablecido se romperán para siempre y, por la propia seguridad de su Señorío, no le conviene tener como enemigo al rey de León y Castilla. La decisión del Cid es salomónica. El se queda en Valencia con el grueso de sus tropas y envía a unirse a las mesnadas reales a su hijo, al mando de trescientos caballeros selectos. Algunos autores opinan que Diego Rodríguez, al haber estado formándose como caballero en la corte de Alfonso VI, se hallaba a su servicio y no con su padre; incluso hay quien dice que se encontraba enemistado con el Cid. Estas teorías quedan refutadas en la citada obra de Martínez Díez, que en su capítulo XXXIV nos dice: “”Una alusión a un hijo en singular y varón hallamos más adelante, el año 1094, al narrar las órdenes dadas por el Cid a los hombres de su mesnada que guarecen las puertas y las torres de la ciudad de Valencia, que acababa 17

Urbano JIMÉNEZ SOTO

de ganar. Estos debían saludar con toda deferencia a los musulmanes valencianos, cederles el paso y declararles:...nuestro sennor el Çid nos manda que uos

fagamos onrra, así commo a su cuerpo mesmo o commo a su fijo.”10

Es evidente que esta alusión nos indica que Diego, ya con dieciocho años, se encuentra en Valencia y goza de una posición similar a la de su padre que, lógicamente, sería su maestro y se preocuparía de que adquiriera la preparación suficiente para ser digno continuador de su obra y su linaje. Así pues, Diego Rodríguez y sus trescientos caballeros acuden a Consuegra al encuentro de las tropas almorávides, capitaneadas por el general Muhammad ibn al-Hayy, pues Yusuf ibn Texufin, según nos cuenta el historiador musulmán Ahmed Mohammed al.Maqqari, se queda en Córdoba:

”Habiendo sabido, entretanto, que el rey Alfonso venía contra él, el emir exclamó: Mientras yo viva no volveré a enfrentarme contra él, porque las derrotas son hechuras de Dios, y yo ya le di a él su parte en Zalaza. Sin embargo, envío a mis generales contra él con mis mejores tropas; si Dios hubiera decretado que ellos fueran vencidos, yo quedaré siempre detrás de ellos como un manto para cubrir su retirada.”11 Los testimonios escritos de no han llegado hasta nosotros. tropas castellano-leonesas que, a Cid, que adaptaba su estrategia la misma: un ataque frontal de centro de la formación enemiga,

cómo se desarrolló la batalla Conocemos la táctica de las diferencia de las huestes del a cada situación, era siempre la caballería pesada contra el con la finalidad de romper su

Ibid. KITAB AL-IKTIFA. The Mohammedan Dynasties in Spain, II, trad. Pascual Gayancos, Londres, 1840, pp. 40-41. 10 11

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Consuegra en la historia

La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

unidad y, con el apoyo de la infantería, desbaratar y aniquilar a sus adversarios. La táctica de los almorávides era distinta. Contaban con una caballería ligera que se movía como un solo hombre, que atacaba y se retiraba antes de que el enemigo pudiera reaccionar; unos arqueros a caballo, de las tribus shinhayas, que guiando con las piernas sus monturas disparaban sus flechas con una precisión mortal y, ante todo, con una disciplina y un desprecio a la muerte tal que los convertía en guerreros temibles. Con estos elementos, permitían que la caballería pesada, en su primer ataque, arrasara el centro de la formación, formado normalmente por tropas andalusíes, para rápidamente rodearles con caballería y arqueros, evitando que les quedara espacio para maniobrar y volver a cargar, con lo que los caballeros cristianos a duras penas podían defenderse. Si el curso de la batalla les era desfavorable, recurrían a la “tornafuga”, que consistía en simular una retirada, de forma que el enemigo, confiado ya en la victoria, les persiguiera desordenado hasta un punto concreto, en que se encontraba con el ataque frontal de la caballería ligera que había permanecido escondida a su espera. A todo esto se unía el estruendo de sus tambores, que además de marcar los distintos movimientos de las tropas, aterrorizaba a los cristianos hasta el punto de dejarles paralizados por el miedo. Es de suponer que el desarrollo de la batalla de Consuegra, aquel fatídico 15 de agosto del año 1097, fuera muy similar a lo anteriormente expuesto. La Primera Crónica General nos dice: “En este XIIIº anno lidió el rey Alffonso con

Abenalhage en Conssuegra et fue uencido el

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Urbano JIMÉNEZ SOTO

rey Alffonso et metióse en esse castiello de Conssuegra. En aquella batalla murió Díag Roiz, fijo de Roy Díaz mío Çid…” 12 El historiador musulmán Ibn Idari al-Marrakushi, en su Historia de los Reyes de al-Andalus y Marruecos nos dice:

“por órdenes de Yusuf se había reunido un gran ejército de almorávides, árabes y andalusíes tanto del Oriente como del Occidente de la Península. Los dos ejércitos se encontraron en Consuegra; allí maniobraron y cargaron hasta que Dios Todopoderoso confundió la vanguardia del enemigo , que huyó ante los musulmanes, los cuales les persiguieron muy de cerca, espada en mano, derramando su sangre. A continuación los musulmanes, cargados con el botín, regresaron a Córdoba seguros”.13 También los Anales Toledanos Primeros relatan el desastre: “Arrancada sobre el rey don Alfonsso en término de

Conssuegra día de sábado e día de Sancta María de Agosto; entró el rey don Alfonso en Consuegra e cercáronlo y los almorávides VIII días e fuéronse. Era MCXXXV 14.” Otra reseña de la muerte de Diego en esta batalla la encontramos en su lápida, en el monasterio de San Pedro de Cardeña, que reza así: “D. Diego Rodriguez, Hijo del Cid, al qual mataron los moros en la Hazienda de Consuegra”.

MENÉNDEZ PIDAL, R.: La Crónica General de España, 1916, p. 538. KITAB AL-IKTIFA. The Mohammedan Dynasties in Spain, II, trad. Pascual Gayancos, Londres 1840, pp. 41-42. 14 PORRES MARTÍN-CLETO, J.: Los Anales Toledanos I y II, Toledo, 1993, p. 69. 12 13

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Consuegra en la historia

La batalla de Consuegra: antecedentes y consecuencias. Muerte de Diego Rodríguez, hijo del Cid

Lápida de Diego Rodríguez, ubicada en la capillapanteón del convento de San Pedro de Cardeña (Burgos)

La conclusión que podemos sacar de todas estas reseñas es que la batalla finaliza con otra derrota de las huestes cristianas dirigidas por Alfonso VI, que se ve obligado a huir y refugiarse en el castillo. Durante los ocho días siguientes los vencedores ponen todo su empeño en apoderarse del castillo; en él se encuentra Alfonso VI y lo más selecto de la nobleza castellano-leonesa. Evidentemente, capturar a tan ilustres enemigos hubiera significado un golpe mortal para los reinos de León y Castilla, pero los sitiados resisten con bravura ataque tras ataque, hasta que Muhammad ibn al Hayy desiste y regresa a Córdoba con el botín obtenido.

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Entre los muertos que yacen en el campo de batalla se encuentra Diego Rodríguez, hijo y continuador del linaje de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador. Con él muere también moralmente su padre, que tras algunas acciones de armas concebidas más como venganza que como estrategia, se derrumba y fallece dos años después y en 1102 Jimena, incapaz de defenderla, abandona Valencia en manos de los almorávides, lo que pone punto final al sueño del Cid. Quedan aún dos preguntas en el aire. La primera es que si las tropas de Yusuf ibn Texufin habían derrotado a Alfonso VI y le tenían confinado en el castillo, ¿por qué regresan a Córdoba en lugar de avanzar hacia Toledo? La respuesta es que quizá, a pesar de haber obtenido una victoria, sus pérdidas habían sido muy graves, por lo que considera una temeridad adentrarse en tierras de Castilla con un ejército mermado y con dificultades de aprovisionamiento, además de que quizá tuviera noticias de que los refuerzos enviados por Pedro I de Aragón se dirigían a su encuentro.

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Capilla-panteón del Cid, en el monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos), donde se encuentra la lápida de Diego Rodríguez y sus hermanas y donde estuvo el cuerpo del Cid hasta que se trasladó a la catedral de Burgos en 1921

Otra incógnita que se nos plantea en muchas ocasiones es cómo murió Diego. Las crónicas nos aseguran que durante la batalla, lo que no resulta nada extraño, si bien llama la atención que es el único noble de nombre conocido que cae en la lucha. Personajes como García Ordóñez, Pedro Ansúrez o Alvar Fáñez, que vinieron hasta Consuegra desde Zaragoza con el séquito real, salen indemnes de la lucha. Pudo ser la fatalidad, o tal vez las ansias del joven e impetuoso vástago del Cid por entrar en combate y mostrar su valía ante el rey y los viejos enemigos de su padre, le impulsaron a luchar donde mayor era el peligro... Jamás lo sabremos, pero de lo que sí podemos estar seguros es de que no todos los magnates cristianos presentes ese día en Consuegra veían con buenos ojos al Cid ni a su heredero. Personajes como Pedro Ansúrez y García Ordóñez, conde de Nájera, cuyas propiedades en la Rioja había arrasado el Cid en venganza por las muchas injurias recibidas, no eran 23

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compañeros de filas en los que confiar. Durante casi novecientos años su recuerdo ha permanecido encerrado en los pergaminos, hasta que Menéndez Pidal lo desempolva y autores como Gonzalo Martínez Díaz y José Luis Corral Lafuente, entre otros, cuentan lo poco que sabemos de él y personas apasionadas por la historia de la ciudad de Consuegra, como Don Francisco Domínguez Tendero, consiguen arrastrar con su entusiasmo a toda una población que, hasta hace quince años, apenas había oído hablar de Diego Rodríguez, pues su muerte se contaba de padres a hijos como si de una tradición o leyenda se tratase. Han transcurrido catorce ediciones desde aquella celebración del novecientos aniversario de la batalla de Consuegra y lo que se inició como un sueño irrealizable de aquel quijote consaburense, se hizo realidad gracias al apoyo del entonces alcalde don Gumersindo Quijorna del Álamo. El esfuerzo del Ayuntamiento de Consuegra y del personal municipal se unió al de los centenares de voluntarios consaburenses y madridejenses, muchos de ellos pertenecientes a grupos de teatro de ambas localidades, que dirigidos todos por Don Fernando Rojas Trigueros y su compañía “Teatro del Arte” consiguieron forjar un evento entre lo histórico y lo teatral, que ha arraigado de tal manera que ya consideramos aquellos acontecimientos como algo propio y no nos imaginamos un verano en Consuegra sin los actos que conmemoran la batalla de aquel 15 de agosto de 1097 y su funesto resultado.

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Representación en la plaza de España de las “vísperas de guerra”, dentro de los actos de Consuegra Medieval

Momento de las “vísperas de gurera” en el cual el rey Alfonso VI y Diego Rodríguez, asisten a la arenga de tropas y a la misa matinal antes de comenzar la batalla. Foto Jesús Zamorano

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Representación de la escena del “refectorio” en el interior del castillo de Consuegra. El rey Alfonso VI y sus caballeros tranquilizan a las damas antes de partir hacia la lucha. Foto Jesús Zamorano

Inicio de la escena del “baño del escudero”, primer paso en el proceso formativo del caballero

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Escena del “baño del escudero”

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