Letralia, Tierra de Letras | La revista de los [PDF]

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Nothing in nature is unbeautiful. Alfred, Lord Tennyson

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Don't ruin a good today by thinking about a bad yesterday. Let it go. Anonymous

Idea Transcript


~~~~~~~~~~~~~~~ Año XII Cagua, Venezuela Nº 185 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 21 de abril de 2008 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a [email protected] ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

=== Sumario =============================================================== | Viloria emérito. / Las ninfas de Raquel. / Escritores | Breves ocultos. / Conspiranoicos. / Buscando colaboradores. | | Percy Galindo Rojas gana I Bienal de Novela Copé. / | Noticias Novela de Almudena Grandes recibe premios Lara y Libro | del Año. / Legado de Gabriela Mistral expuesto en | Biblioteca Nacional de Chile. / Chile declara monumento | nacional a la casa de Gabriela Mistral. / Biblioteca de | Asturias podría servir de asiento para legado de Clarín. | / Muestran en España creaciones de los hermanos Machado. | / Premio Juan Ramón Jiménez para el español José Agudo. | / Miguel de Cervantes homenajeado por Alcalá de Henares. | / Publican cartas inéditas de Octavio Paz a Tomás | Segovia. / Abre la primera biblioteca alemana en | español. / Falleció el poeta Aimé Césaire. / Orlando: la | literatura está por encima de gobiernos y de ideologías. | / Víctor Montoya invitado especial en Semana del Libro | en Aragua. / Realizan en Perú el I Encuentro de | Literatura Joven. / Sociedad civil latinoamericana | participará en jurado del Cervantes. / Jalisco celebrará | Día del Libro con doce horas de lectura. / Escritores | latinoamericanos homenajearán a Octavio Paz en | encuentro. / Umbral y Perú serán homenajeados en la 41ª | Feria de Valladolid. / Liberarán poesía en el Festival | de Granada. | | “El poema de la ciudad”, Rosana Hernández Pasquier. / | Artículos y “Distancias entre baldosas y muros”, Héctor Rosales. / | reportajes “El modernismo literario de Ricardo Jaimes Freyre”, | Víctor Montoya. / “Onetti o el arte de la simulación (A | propósito de Los adioses, una novela contemporánea)”, | Antonio Arenas Berrío. / “El tema del exilio en la obra | de Mireya Robles”, Anna Diegel. / “Emily Dickinson, | 1830-1886”, Leopoldo de Quevedo y Monroy. / “Cuando el | campanario de la iglesia era la torre más alta del | pueblo, de Reinaldo “Chino” Romero. Memoria y elegía”, | Manuel Cabesa. / “David Martínez y su pervivencia en la | poesía argentina de hoy”, Oscar Portela. / “Currículo | educativo: adoctrinamiento y lavado de cerebro”, Rafael | Rattia. / “El retablo de las maravillas”, Luisa Pastor | Martínez. / “El hombre en el castillo”, Eduardo | Balestena. / “¿Cómo se ven los latinos desde la | perspectiva de una novela políticamente incorrecta?”, | Laura García. | | Héctor Torres, de la reflexión a la frase: “El escritor | Entrevistas rinde cuentas a su conciencia”, entrevista por Rafael | Ortega. / Washington Cucurto, el creador del “realismo | atolondrado”, desde Nueva York: “La literatura debe ser | movilizadora”, entrevista por Eduardo Corrales. / Carlos | Orlando Pardo: “El escritor de provincia está aislado, | lejos de los grandes medios, los cocteles y las roscas”, | entrevista por Jorge Gómez Jiménez. | | “Sábanas y chocolate: cuerpo, placer y palabra”, José | Sala de ensayo Horacio Rosales Cueva. / “El lenguaje del Popol Vuh”, | Ana Godoy Cossío. / “Guaraní: lengua maravillosa, | valiente y viva”, David Galeano Olivera. / “La | literatura popular como campo de investigación | sociojurídica: imaginarios sociales sobre el control”, | Gabriela Rodríguez Fernández. | | “Acuerdo tácito”, Carolina Meneses Columbié. / “Desnudez | Letras de la noche” (extractos), Dory Rojas. / “En las | catacumbas no se baila tango”, Ulisses Paniagua. / | “Geometría corpórea”, Jesús Sánchez Jurado. / Tres | relatos de Marcelo Pezzotta. / Poemas de René Dayre | Abella. / “Los LatinoTauros y la esperanza perdida”, | Leonardo Jiménez Quintero y Johanna Angélica Giraldo | Correa. / “El libro de Epifanía” (extractos), Rocío | L’Amar. / “Gunter, el magnífico”, Sandra Becerril. / | Poemas de Rocío Soria R.. / “Hijo de los sueños”, Julio | Carreras (h). / “Llantos”, David Romero Raposo. / “Del | diario íntimo de sir Paul McGear” (fragmento), Miguel | Antonio Chávez. / “El alcohol de los estados | intermedios”, Gladys Mendía. / “La ciudad del tac... | tac... tac...”, Ana María Manceda. / Cinco poemas de | Goyette Dos Gallos. | | “El pescador de cangrejos”, Susana Negro. | El regreso | del caracol | Ricardo Piglia. | Post Scriptum | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: [email protected] Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: [email protected] También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm

||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| Viloria emérito. El escritor, docente y abogado venezolano Enrique Viloria Vera ha sido designado investigador emérito del Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca (Ceias), en virtud de que sus directivos, en reunión celebrada el pasado 7 de abril, consideraron que “su prolífica producción científica y literaria lo acreditan como merecedor de esta categoría”. El Ceias publicará, para celebrar tal distinción, un libro de ensayos de Viloria Vera. Autor y coautor de más de un centenar de títulos, Viloria Vera ha escrito sobre gerencia, administración pública, ciencias políticas, economía, historia, poesía, crítica literaria, artes visuales y humorismo. Su obra escrita ha sido distinguida con el Premio de la Academia Venezolana de Ciencias Políticas y Sociales, y con menciones de honor en el Premio Municipal de Literatura (Mención Poesía) de Caracas y en la Bienal Augusto Padrón del Estado Aragua, entre otros reconocimientos. http://www.eviloria.com Las ninfas de Raquel. Este miércoles 23 a las 8 de la noche será presentado, en la Librería Iberoamericana (Huertas, 40, 28014 Madrid), la antología Aquí, ninfas del sur, venid ligeras, de la escritora peruana Raquel Chang-Rodríguez. En la presentación participarán el doctor Humberto López Morales, de la Real Academia Española (RAE), un grupo de poetas jóvenes, quienes leerán algunos poemas incluidos en la antología, y la autora. La actividad se enmarca en el ciclo “La Noche de los Libros”, la gran fiesta de la lectura, las librerías y las bibliotecas, organizada por la Comunidad de Madrid. http://www.ibero-americana.net Escritores ocultos. Este miércoles 23 de abril a las 5:15 de la tarde será presentado, en el Aula Máxima de Derecho de la Universidad de Cartagena, el más reciente libro del escritor y periodista colombiano Winston Morales Chavarro (Neiva, Huila, 1969): Poéticas del ocultismo en las escrituras de José Antonio Ramos Sucre, Carlos Obregón, César Dávila Andrade y Jaime Sáenz, publicado bajo el sello de Trilce Editores. Según el escritor venezolano Jorge Gómez Jiménez, el libro “intenta delinear los contornos de la angustia en la mente profunda, y por lo mismo complicada, del poeta. Ramos Sucre está convencido del sustrato espiritual de la alquimia y lo advierte equivalente al de la vida, que sobreviene con la muerte; Obregón descubre, en el desprendimiento respecto a su entorno, el difuso territorio de la otredad; Dávila Andrade persigue la destrucción de lo físico para solazarse en la contemplación de la nada; Sáenz abordará a la muerte, en la vida y en la literatura, a partir del estoicismo con el que tendrá que absorber su cercanía con la desgracia. Cuatro ‘maestros de la destrucción’, como los define el autor, sumergidos en perspectivas no ortodoxas de la realidad, de la que cada uno emergerá sólo para entregar al tiempo su poesía de fuego”. http://wwwwinstonmorales.blogspot.com Conspiranoicos. El Grupo de Incursiones Culturales y Científicas Li Po inicia este 3 de mayo el ciclo de charlas “Primavera conspiracional”, en el que se abordará la teoría de las conspiraciones en general y algunos de sus casos más desdichados y emblemáticos. El sábado 3, José Carlos De Nóbrega dictará su charla “El trípode de la falsificación”, sobre el mito de la Conspiración Judía Mundial; se abordará el tema de la Cuestión Judía en la literatura marxista, partiendo del libro La cuestión judía revisitada, de Juan Nuño. El 10, Guillermo Cerceau abordará el tema de los Iluminati como un ejemplo del discurso y la praxis conspiracional de Occidente. El 17, y a manera de descanso de la escala conspiracional, el ensayista Julio Rafael Silva ofrecerá su exposición “Carlos Noguera: para una lectura personal”, sobre el autor de Juegos bajo la luna. El 24 regresa la conspiranoia, con Andrés Cerceau, quien hablará de la teoría de la conspiración en el filme JFK, de Oliver Stone, sobre el asesinato de John F. Kennedy. Finalmente, el 31 habrá un foro sobre el discurso y la praxis conspiracional a cargo de José Carlos De Nóbrega, Guillermo Cerceau, Julio Rafael Silva y Andrés Cerceau. Las charlas se dictan a partir de las 10:30 de la mañana en las Librerías del Sur, primer nivel del Centro Comercial Camoruco, avenida Bolívar norte, Valencia (Carabobo, Venezuela). http://grupolipo.blogspot.com Buscando colaboradores. La Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, una publicación trimestral que desde hace 13 años publican el Departamento de Lenguas y Lingüística de The University of Texas at El Paso (EUA) y Ediciones y Gráficos Eón (México), está buscando colaboradores para sus ediciones del segundo semestre de este año. La revista publica artículos críticos (formato MLA) acerca de libros que se juzguen con méritos relevantes como para ser conocidos en Estados Unidos, México y el resto del mundo; deberán tener una extensión de alrededor de veinte cuartillas e incluir un resumen en español, de 150 a 200 palabras, así como 5 a 7 palabras clave que no estén contenidas ya en el título. Se admitirá material hasta el 7 de julio a través de la dirección electrónica [email protected], con copia a [email protected] y [email protected]. http://www.utep.edu/rlmc ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a [email protected].

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|||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** Percy Galindo Rojas gana I Bienal de Novela Copé El jurado calificador de la I Bienal de Novela “Premio Copé Internacional 2007”, que se reunió en las instalaciones de Petróleos del Perú (http://www.petroperu.com.pe) la tarde del pasado lunes 14, escogió ocho obras de un total de ciento cinco, de las cuales resultó ganadora del Premio Copé de Oro la novela Como los verdaderos héroes, firmada con el seudónimo “Oso Naranja”, cuya plica correspondió al escritor Percy Galindo Rojas (Huancavelica, 1968), quien recibirá la suma de 33.000 nuevos soles y verá su obra impresa bajo el sello Ediciones Copé. El autor de la novela ganadora estudió literatura hispanoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, http://www.unmsm.edu.pe). En 1991 obtuvo una primera mención honrosa en el Concurso de las Mil Palabras de la revista Caretas (http://www.caretas.com.pe) y en 1992 el Trofeo de Bronce en la VII Bienal de Cuento “Premio Copé”. Trabaja actualmente en el proyecto de ayuda social Universidad Laboral de Pachacútec, en Ventanilla. De acuerdo con el jurado, Como los verdaderos héroes presenta una realidad pocas veces tocada en la narrativa peruana. La novela recrea la realidad andina con gran riqueza de puntos de vista, con una compleja técnica narrativa. El texto no se queda en una dimensión local, sino que se proyecta a lo universal: entreteje una problemática sociopolítica nada localista de manera muy original. Como los verdaderos héroes es una novela de final abierto que se construye a medida que se suceden los niveles narrativos. El título de la novela, explicó Galindo Rojas en entrevista con la bitácora Zona de Noticias (http://zonadenoticias.blogspot.com), se refiere “a una cita de segunda mano (Vila-Matas) de Baudelaire: ‘Los verdaderos héroes se divierten solos’, y, para mí, es una historia sobre los juegos de la soledad, aunque por el ambiente, Huancavelica, un pueblito andino que todavía ostenta el título de mayor pobreza en el Perú, y el recuerdo de la guerra terrorista que vivió en los años 80, pueda sugerir otros temas de carácter sociocultural”. El escritor agregó que la novela tiene dos partes, la primera narrada en primera persona y en tiempo presente, y la segunda compuesta por una serie de monólogos. “El personaje principal”, explica Galindo Rojas, “es un sujeto anónimo (menudo lío el escribir más 300 páginas sobre alguien eludiendo sistemáticamente su nombre) que hace un viaje de limpieza o algo como eso a Huancavelica, un viaje sin sentido en realidad. Por tener una ocupación, monta un programa de jazz en la radio local, pero su principal obsesión consiste en averiguar lo que es el eje estructural de la novela en clave policial: el asesinato de una mujer apuñalada 17 veces por su hija de 12 años, retrasada mental, para más señas”. Los organizadores de la I Bienal de Novela “Premio Copé Internacional 2007” han decidido mantener la reserva de la identidad de los siete finalistas, salvo que éstos decidan hacerlo público. Las obras finalistas son No olvides nuestros nombres, seudónimo Clara Escobar; Purgatorio, seudónimo Patagón; Segunda persona, seudónimo Bartleby; Tanto penar para morirse uno, seudónimo Daniel Molina; La montaña roja, seudónimo Rodrigo de Moncada; La oscura noche de Beethoven, seudónimo Ache-Achi; y Una mujer en espera, seudónimo Mariano Mónaco. Los jueces fueron Alonso Cueto, en representación de Petroperú; Edgardo Rivera Martínez, de la Academia Peruana de la Lengua (http://academiaperuanadelalengua.org); Eduardo Hopkins, de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP, http://www.pucp.edu.pe); Antonio González Montes, de la UNMSM; y Ricardo González Vigil, del Instituto Nacional de Cultura del Perú (INC, http://www.inc.gob.pe). La ceremonia de premiación del ganador de Novela —así como de los de Poesía (Rocío Castro, Copé de Oro; Juan Carlos Lázaro, Copé de Plata; y Luzgardo Medina Egoavil, Copé de Bronce)—, se llevará a cabo en el Auditorio de Petroperú el jueves 24 de abril a las 7 de la noche. Durante la ceremonia se efectuará la convocatoria a la XV Bienal de Cuento y I Bienal de Ensayo “Premio Copé Internacional 2008”. Fuentes: PressPerú • Zona de Noticias

*** Novela de Almudena Grandes recibe premios Lara y Libro del Año El corazón helado, novela de la escritora española Almudena Grandes, obtuvo el pasado 8 de abril el VII Premio de Novela José Manuel Lara, convocado por la Fundación José Manuel Lara (http://www.fundacionjmlara.org) y una docena de editoriales, y este miércoles 16 el Premio al Libro del Año 2007, que otorga el Gremio de Libreros de Madrid (http://www.librerosmadrid.es). Grandes dedicó el Premio José Manuel Lara, dotado con 150.000 euros, a su compañero sentimental, el poeta Luis García Montero, presente en el acto, así como con sus “amigos y amigas” y los “editores de ahora y siempre”. De su novela dijo que le ha dado “muchas alegrías y también mucho trabajo”. A este galardón, cuyo fallo se dio a conocer en el transcurso de una cena en el Círculo de Bellas Artes (http://www.circulobellasartes.com), también aspiraban las novelas finalistas Mundo maravilloso (Mondadori, http://www.randomhousemondadori.es), de Javier Calvo; La loca de Chillán (Pre-Textos, http://www.pre-textos.com), de Aquilino Duque; El padre de Blancanieves (Anagrama, http://www.anagrama-ed.es), de Belén Gopegui; y Los príncipes valientes (Tusquets, http://www.tusquets-editores.es), de Javier Pérez Andújar. El 16 de abril, la presidenta de los libreros de la capital española, Pilar Gallego, anunció que la novela también había obtenido el Premio al Libro del Año 2007. Gallego destacó la “capacidad narrativa” de la novela de Grandes, que “alcanza densidades importantes” a lo largo de sus páginas. Más de cincuenta librerías de Madrid participaron en la elección de la obra premiada por este galardón que en años anteriores ha sido merecido por La fiesta del chivo, del peruano Mario Vargas Llosa; La aventura del tocador de señoras, del español Eduardo Mendoza, y Los libros arden mal, del también español Manuel Rivas. La novela narra el encuentro de dos jóvenes cuyas familias han vivido dos historias muy distintas durante la Guerra Civil española (1936-1939) y la dictadura del general Francisco Franco. Esta considerada la más ambiciosa de las novelas de Grandes, tanto por la articulación de numerosas historias, sentimientos, pasiones y emociones en su argumento, como por el artístico maridaje de tradición y modernidad. Fuentes: EFE • Telecinco

*** Legado de Gabriela Mistral expuesto en Biblioteca Nacional de Chile Un centenar de fotografías, cartas, cintas de audio, películas, objetos y material inédito de poesía y prosa de la Premio Nobel de Literatura en 1945, Gabriela Mistral, se exhiben desde el pasado 8 de abril y hasta el próximo 6 junio en la Biblioteca Nacional de Chile (http://www.dibam.cl/biblioteca_nacional), en la muestra “Chile, o una voluntad de ser”. El material corresponde a la serie de objetos personales de la poeta que el 6 de diciembre de 2007 llegó a Chile procedente de Estados Unidos, y que forma parte del legado cedido por Doris Atkinson, heredera de Doris Dana, la albacea de Mistral. En el marco del natalicio de Gabriela Mistral, del que se cumplieron 119 años el pasado 7 de abril, la muestra da cuenta de rasgos, hasta ahora desconocidos, de la vida, pensamiento y obra de la escritora chilena. “Su cotidianeidad y particular modo de trabajar, su relación con Yin Yin (su hijo), su sentido del humor, su amor por la naturaleza y Chile, sus viajes y la permanente comunicación con importantes intelectuales de su época” serán algunos de los temas que se podrán conocer, por primera vez, a través de los objetos personales de la Premio Nobel, destacó la Biblioteca Nacional en un comunicado. Según explicó el organismo, por motivos de conservación, muchas de las piezas serán reemplazadas por otras cada diez días, “lo que permitirá al público tener una amplia visión de este valioso patrimonio”. Junto con la exposición, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam, http://www.dibam.cl) y el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional habilitaron también un sitio en Internet (http://www.legadodegabrielamistral.cl) que permitirá acceder a material digitalizado de la autora. Además, durante este mes se realizará una serie de actividades gratuitas, entre las que se cuentan presentaciones teatrales y mesas redondas con estudiosos chilenos y extranjeros. Otros objetos del legado inédito de Mistral, que permaneció en Estados Unidos los últimos 50 años, fueron cedidos al museo de su tierra natal, Vicuña, que lleva su nombre. Mistral, cuyo verdadero nombre era Lucía Godoy Alcayaga, ganó su primer premio literario en 1914 por los Sonetos de la muerte, y posteriormente se dedicó a enseñar, escribir y viajar como diplomática por América y Europa. Tras ser galardonada con el premio Nobel de Literatura de 1945, terminó su vida en Nueva York, donde murió de cáncer a los 67 años, y Doris Dana, su asistente y amiga, pasó a ser la heredera de su legado. Fuente: EFE

*** Chile declara monumento nacional a la casa de Gabriela Mistral La vivienda donde la ganadora del Premio Nobel de Literatura 1945, la poeta Gabriela Mistral, comenzó su carrera en la poesía, ubicada en el sector de Las Compañías, en la comuna de La Serena, fue declarada monumento histórico de forma unánime por los integrantes del Consejo de Monumentos Nacionales de Chile (http://www.monumentos.cl) el pasado 9 de abril. El consejo, conformado por 15 integrantes, tomó esta resolución fundamentándose en el valor histórico de la casona donde Mistral creó y publicó sus primeras obras literarias, según informó Oscar Acuña Pobrete, secretario ejecutivo del organismo, quien agregó que ante el inminente riesgo de colapso de la antigua construcción campesina, la solicitud pasó a formar parte del proyecto Ruta Patrimonial Camino a Gabriela Mistral, cuyo marco, el programa BID de Puesta en Valor del Patrimonio, permitirá restaurar la casa. “Recordemos que un requisito básico de este programa es que los bienes que sean beneficiarios de estos recursos deben estar protegidos a través de la Ley de Monumentos Nacionales, en cualquiera de sus categorías”, recalcó. En lo inmediato, la declaración de Monumento Nacional de la casa de Mistral debe esperar su ratificación mediante el decreto correspondiente del Ministerio de Educación de Chile (http://www.mineduc.cl). Fuente: Radio Cooperativa

*** Biblioteca de Asturias podría servir de asiento para legado de Clarín El pasado 10 de abril se reunieron las autoridades culturales de Asturias (España) y los herederos del escritor español Leopoldo Alas, “Clarín” (Zamora, 1852-Oviedo, 1901), cuyo legado pudiera pasar a manos públicas con la colaboración de sus propietarios y custodios, los Tolivar Alas. Los herederos de Clarín han puesto a la orden la colección de manuscritos y la biblioteca de Clarín, además de los archivos de su hijo, el rector Alas; la biblioteca de José Ramón Tolivar Faes, esposo de la nieta del escritor Cristina Alas, eminente historiador y médico, y del escritor y cronista de Asturias, que también fue máxima autoridad de la Universidad de Oviedo (http://www.uniovi.es), Fermín Canella. Por su parte, la Consejería de Cultura de Asturias ofrece, en representación de la Administración pública, la Biblioteca de Asturias Ramón Pérez de Ayala, que, según sus responsables, “reúne condiciones idóneas para albergar ese legado”. De hecho, esta biblioteca cuenta ya con una parte del legado de Clarín, adquirido mediante pago a los herederos del segundo hijo del autor de La Regenta, Adolfo Alas. Al parecer esta entidad, centro de referencia del Principado para la bibliografía asturiana, sería la receptora obligada de la herencia clariniana, atendiendo a la Ley de Patrimonio Cultural de Asturias, siempre que la fórmula que los herederos elijan sea la del “depósito indiscriminado”. Así lo explicó el bisnieto de Clarín, Leopoldo Tolivar, quien estuvo acompañado por su hermana Ana Cristina Tolivar en el encuentro con las representantes de la principal institución cultural asturiana, la consejera Encarnación Rodríguez Cañas, y la directora general, Consuelo Vega Díaz. Aceptar que el depósito se realice en dicha biblioteca, con sede en el palacete de la plaza Daoíz y Velarde, no tendría por qué concluir con que el albergue físico del legado fuera dicho inmueble. De hecho, los asistentes a la reunión estudiarán la posibilidad de abrir una vía para articular este depósito como una “unidad diferenciada” que no se perdiera entre el ingente material editorial que contiene ya en sus colecciones el principal centro bibliotecario de Asturias que lleva el nombre de Pérez de Ayala. Se estudiará, asimismo, según las responsables de Cultura, una fórmula para definir y tratar el destino de este depósito “con una entidad jurídica abierta a otras instituciones que quieran implicarse en el proyecto y que permita conservar íntegro el importante fondo”. Sobre este punto, los representantes de la familia Tolivar Alas explicaron que hay todavía mucho que analizar. “Tenemos que escuchar a otras instituciones, aunque estamos convencidos de que el liderazgo de este asunto lo tiene que llevar la Consejería de Cultura”. De momento, y antes de que se produzcan próximas conversaciones, como la que se espera con el Ayuntamiento de Oviedo (http://www.ayto-oviedo.es) y con el futuro rector o rectora de la universidad, los propietarios del legado de la colección que pasaría de manos privadas a una gestión pública tienen que asimilar la oferta de la Administración regional. Pero también la Consejería de Cultura, que deberá enfrentarse a los “vericuetos técnicos”, tiene por delante estudiar y asumir un decálogo de “lógicas condiciones”, presentado durante la reunión por los herederos de Clarín. Se trata en todo caso de un decálogo que tiene como único reto lograr que el legado no se traspase de un lugar a otro para quedar enterrado en el olvido, sino que su cesión constituya un impulso hacia adelante en el fomento de la figura del escritor, promueva la investigación y el conocimiento y permita la consulta pública, además de su adecuada catalogación, conservación y restauración en el caso que se requiera. Si las condiciones son aceptadas, eso se sabrá en una futura reunión, que se ha planteado, pero aún no tiene fecha. “Ahora se ha dado un primer paso que ha sido muy grato y esperanzador, pues, por fin define el interés del Principado”, manifestaba en tono optimista Leopoldo Tolivar al término de la reunión. Por su parte, Rodríguez Cañas y Vega Díaz empezaron por reconocer el valor de este legado, “no sólo por lo que respecta a la importante bibliografía clariniana, sino también porque cuenta con otros fondos de interés que fueron adquiridos tanto por Clarín como por su hijo, el que fuera rector de la Universidad de Oviedo Leopoldo Alas Argüelles”. Las dos, además, expresaron su agradecimiento a los familiares por su “decisión de conservar en Asturias los fondos bibliográficos del autor de La Regenta y por su deseo de depositarlos en las instituciones asturianas para ponerlos al servicio de todos los ciudadanos”. Una vez analizadas las necesidades legales, las condiciones impuestas y las posibilidades reales de mantener en las mejores condiciones la herencia de Clarín, los representantes de una y otra parte, volverán a mantener una reunión. En todo caso y a la espera del siguiente paso, ambas partes insisten en su voluntad de hacer lo posible para que la colección bibliográfica y de documentos manuscritos pueda convertirse en “un auténtico foco generador de investigación”. Fuente: El Comercio

*** Muestran en España creaciones de los hermanos Machado Documentos, cuadros y dibujos realizados por los hermanos del poeta Antonio Machado, Francisco, José y Joaquín Machado, se exhiben desde el pasado 10 de abril en Soria, Castilla y León (España) con la exposición “Los otros hermanos Machado” en la antigua sede del Banco de España (http://www.bde.es). La exposición reproduce la organizada en 2005 por la Embajada de España en Chile y el Centro Cultural de España en Santiago (http://www.ccespana.cl), y reúne el “valioso material” que aportaron las hijas de José y Francisco Machado, según explicó en un comunicado de prensa la Comisión Nacional para la Celebración del Centenario (http://www.antoniomachadoensoria.com) de la llegada a Soria del poeta sevillano. “No sólo los hermanos más conocidos, Antonio y Manuel, eran grandes intelectuales, sino que también sus otros hermanos desarrollaron una importante labor cultural”, continúa el comunicado. Este conjunto es una “pequeña” muestra de lo que debía ser la obra de José Machado de la que la mayor parte se perdió cuando tuvo que exiliarse de España y en el incendio que sufriera en su casa de Chile. La galería de retratos en la que José Machado inmortaliza a toda la familia tiene especial presencia en esta exposición, así como algunos paisajes y motivos de la vida española de la época. También se podrá ver durante el manuscrito original de Últimas soledades del poeta Antonio Machado, escrito por José Machado en 1940, y además se publicará una edición facsímil. “Los otros hermanos Machado” vuelve a reunir en Soria, “la ciudad en la que Antonio Machado confesó haber sido más feliz”, a la familia que se dividió como consecuencia de la Guerra Civil. Mientras el poeta y su madre murieron en Collioure, sus hermanos Manuel y Francisco se quedaron en España y José y Joaquín se exiliaron en Chile. Paralela a esta exposición el Banco de España acogerá otra denominada “Ayúdanos a recordar la Soria de Machado” con más de cien imágenes tomadas entre el último cuarto del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, periodo de tiempo análogo al de la vida del poeta (1875-1939), que reproducen la Soria de aquellos años. En este caso se trata de un homenaje que los sorianos le hacen a Machado y a la ciudad que lo recibió en 1907, ya que los materiales que se exponen han sido cedidos por los ciudadanos, el Archivo Histórico Provincial, el Museo Numantino y la Biblioteca Pública. La exposición está dividida en cuatro núcleos temáticos: el paisaje y sus habitantes, vida pública y social, educación y álbum familiar. Fuente: EFE

*** Premio Juan Ramón Jiménez para el español José Agudo El escritor español José Agudo (Frenegal de la Sierra, Badajoz, 1952) obtuvo el XXVIII Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, organizado por la Diputación de Huelva (http://www.diphuelva.es), con la obra Esta frágil cadencia, según el fallo del jurado, decidido por unanimidad y publicado este miércoles 16 de abril. Agudo recibirá el premio el próximo 29 de mayo, 50º aniversario de la muerte del poeta moguereño. La presidenta de la Diputación, Petronila Guerrero, fue la encargada de abrir la plica número 23, que correspondía a la obra ganadora, dotada con 12.000 euros y su publicación, como el número tres de la II Fase de la Colección Juan Ramón Jiménez, por el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Huelva. Por su parte, el presidente del jurado, Ricardo Senabre, destacó que la obra premiada “es la perita en dulce que todo jurado quiere encontrar”, por lo que aseguró que “no ha habido ninguna vacilación ni discrepancia a la hora de elegirla”, precisando que se trata de “un libro y no una colección de poemas, pues tiene la virtud de ser un todo orgánico y una estructura”. Senabre explicó que Esta frágil cadencia se articula en torno a dos ideas, la incertidumbre acerca de uno mismo y la creación a través de la escritura, y resaltó “la confianza, solvencia y solidez” del certamen así como la “excelente calidad” de las obras presentadas a esta edición, un total de 374 de las que más de 100 son de fuera de España. Por último, el comisario del Trienio Zenobia-Juan Ramón 2006-2008, Javier Blasco, destacó que el ganador del premio “es un autor con un extraordinario oficio y una voz muy personal”, y aunque reconoció no conocer nada acerca de la trayectoria del escritor, sí aseveró que “no es la primera vez que escribe poesía”. Blasco también aprovechó para calificar como “muy digna” la participación del premio este año. El libro, según el autor —quien se definió a sí mismo como “el premiado desconocido”—, sigue el camino de sus obras anteriores, centradas en una “poesía accesible y asequible, que usa las palabras del sentimiento y persigue captar los pequeños momentos de la vida cotidiana que a menudo pasan desapercibidos”. “He intentado volcar la sinceridad de la vida cotidiana en el texto, la incertidumbre y la certidumbre de nuestro día a día. En definitiva, he aislado los momentos de la vida normal y los he plasmado en el libro; por eso se trata de un libro que llega a la gente, porque es sencillo y atractivo, aunque se trate de poemas”. Agudo recuerda que hace algún tiempo, en una antología sobre poetas de Cataluña que escriben en castellano, alguien describió su obra como la “poesía de la meditación”. Agudo escribe desde muy joven. Actualmente trabaja como funcionario en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Formado en la escuela bajo la influencia de clásicos de la literatura, como la Generación del 27 y del 36, sería muy influenciado por la lectura de Jaime Gil de Biedma. “Sé que está muy manido decirlo, pero el primer libro de Gil de Biedma que leí, Colección particular —un libro censurado que me recomendó un librero—, me hizo ver que se abría un gran abanico de nuevas puertas en la poesía”, comenta. Entonces, Agudo contaba con unos 18 o 19 años. Agudo fue cofundador de la revista de arte y literatura Alisma (Barcelona, 1977). En 1980 fue premiado en el IV Concurso de Poesía de Primavera de Palma de Mallorca por su poemario Fragmentos de una noche oscura. En 1993, fue premiado en el XII Certamen de Poesía Federico García Lorca por Diario apócrifo de Jonás. También ha sido incluido en la Antología de poetas catalanes en castellano (1980-2003). Por Vivir Aquí, edición de Manuel Rico. “Trato de reflejar la emoción; de plasmar el sentimiento; de vomitar las experiencias. De hacerlo todo con sinceridad”, dijo Agudo al hablar de su poesía. “Sí tengo clara una cosa: lo mejor de mi obra, mi gran obra, está todavía por hacer. Con 55 años tengo la misma ilusión por escribir que cuando empecé. Y con 80 espero seguir teniéndola”. El año pasado el ganador fue Iván Cabrera Cartaya, un joven de 27 años natural de Taroconte (Santa Cruz de Tenerife) con la obra Cariátides 2001-2005. Fuentes: EFE • El País • Europa Press • Huelva Información

*** Miguel de Cervantes homenajeado por Alcalá de Henares Este miércoles 16 de abril se inició en Alcalá de Henares (España) el programa “Abril de Cervantes”, una serie de actividades que se desarrolla cada año con motivo de la entrega del Premio Cervantes en la ciudad, y que se extenderá hasta el miércoles 30, incluyendo talleres, recitales, conciertos, libros, exposiciones y conferencias. Este año el Ayuntamiento de Alcalá (http://www.ayto-alcaladehenares.es) ha elaborado una extensa programación en la que se brinda especial atención a los menores. El alcalde Bartolomé González Jiménez explicó que “la vocación de estas actividades está encaminada a inculcar entre los más pequeños la personalidad y la literatura de Cervantes”. Tras el inicio de las actividades, con la inauguración de la Exposición Cervantes 33x1, habrá “cuentacuentos, música y conciertos en la plaza Cervantes y en la Catedral Magistral, talleres, exposiciones, conferencias y la feria del libro”, aseguró la concejala de Cultura, Dolores Cabaña, quien añadió que el fin es “que todos los ciudadanos de Alcalá se acerquen a la literatura, para que vaya calando que somos la ciudad de los Premios Cervantes”. El Teatro Salón Cervantes, las bibliotecas municipales de la ciudad complutense o el antiguo Hospital de Santa María La Rica son algunas de las sedes del homenaje a Cervantes y “a los 33 galardonados con el Premio Cervantes”, indicó González. Alcalá de Henares es la cuna de Miguel de Cervantes y de los premios que llevan el nombre del autor del Quijote. Desde 1976, el Ministerio de Cultura de España (http://www.mcu.es) entrega el máximo galardón de las letras castellanas. El premio, que en esta edición corresponde al escritor argentino Juan Gelman, será entregado el 23 de abril, aniversario de la muerte de Cervantes y Día del Libro. Fuente: Madridiario

*** Publican cartas inéditas de Octavio Paz a Tomás Segovia El pasado miércoles 16 de abril fue publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE, http://www.fce.com.mx) el libro Cartas a Tomás Segovia, un volumen que recoge las cartas que el poeta español recibiera, entre 1957 y 1985, del premio Nobel de Literatura 1990, el mexicano Octavio Paz, quien el sábado 19 cumplió diez años de haber fallecido. Se trata de 55 epístolas escritas desde París, India, Estados Unidos y México; en las que Paz comenta con Segovia su visión de lo que ocurría entonces en Europa, le comenta sobre la génesis de proyectos como Piedra de sol, Cuadrivio y Blanco, trasciende su deseo de crear una revista literaria —Plural, que finalmente vio la luz en 1971— y, por supuesto, debaten sobre literatura. “Este libro es valiosísimo desde el punto de vista literario porque son finalmente páginas suyas, como también desde el punto de vista ideológico, de documentación de la historia y la literatura en la segunda mitad del siglo XX”, dijo Joaquín Díez Canedo, gerente editorial del FCE. Aunque el libro sólo recoge las cartas de la mano de Paz y deja fuera las contestaciones de Segovia, es evidente su riqueza a partir del intercambio, según el editor. La esposa de Paz fungió como editora de los documentos, de los cuales sólo se suprimieron “pequeños pasajes”, señaló. “Fue una correspondencia muy fecunda no tanto por el número de cartas, porque son 55, sino por la extensión... son testimonios de una relación intelectual, de haberse encontrado un par, como él mismo lo dice en una de las primeras cartas, que... es una gente con la que puede hablar el mismo lenguaje”, indicó. La primera edición consta de 5 mil ejemplares, pero Consuelo Saízar, directora del FCE, dijo que está lista para entrar a la imprenta una segunda edición, en cuanto haga falta. “Las cartas creo yo que dan una especie de bitácora, de diario de una serie de proyectos en los que estuvo metido Octavio Paz desde las cuestiones personales, hasta los comentarios más generales sobre la India, sobre la cultura europea, sobre las circunstancias mexicanas, sobre lo que después llegó a ser la revista Plural... y la poesía de él desde luego”, resumió. La amistad entre los escritores nació a partir de la reseña que hiciera Segovia de la obra de Paz, El arco y la lira, publicada en 1956. Fuente: AP

*** Abre la primera biblioteca alemana en español Mexicanos residentes en Alemania y amigos alemanes de México inauguraron este miércoles 16 de abril una biblioteca en español que forma parte de las instalaciones de un recinto público en Wolfsburg, Baja Sajonia (Alemania). La inauguración estuvo presidida por el alcalde de Wolfsburg, Rolf Schnellecke, quien recibió de manos de mexicanos la biblioteca como un regalo a esta ciudad, que este 2008 celebra 70 años de su fundación. Los más de 1.200 títulos con que se inicia este proyecto provienen de instituciones mexicanas, españolas y alemanas. Las universidades de Puebla (http://www.buap.mx) y Aguascalientes (http://www.uaa.mx), los gobiernos estatal y municipal de Puebla, los institutos Cervantes (http://www.cervantes.de) en Alemania y diversas donaciones privadas permitirán que la población mexicana e hispanohablante de la región cuente con una biblioteca en su propia lengua. Asimismo, la empresa automotriz Volkswagen México (http://www.vw.com.mx) apoyó este proyecto al facilitar el transporte del acervo bibliográfico de México a Alemania. En Wolfsburg se encuentra una de las sedes más importantes de la empresa automovilística alemana. El embajador de México en Alemania, Jorge Castro Valle, entregó a su vez una dotación de más de un centenar de libros aportados por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE, http://www.sre.gob.mx). Fuente: La Jornada

*** Falleció el poeta Aimé Césaire Aimé Césaire, el poeta y político oriundo de la isla caribeña de Martinica, falleció este jueves 17 de abril a los 94 años de edad tras haber ingresado el miércoles 9 a un hospital de Fort-de-France, la capital de ese departamento francés de ultramar. La inhumación del “padre” de Martinica en el cementerio de Fort-de-France el domingo 20, a la que asistió el presidente francés, Nicolas Sarkozy, fue la culminación de tres días de homenaje en la isla, que incluyó un velatorio popular en un estadio de la ciudad. Es considerado uno de los primeros en acuñar el término “negritud”, junto a Leopold Sedar Senghor de Senegal y Léon-Gontran Damas de Guayana, en los años 30 cuando los tres estudiaban en París. El término, que apareció por primera vez en su libro de poemas Cahier d’un retour au pays natal (Cuaderno del retorno al país natal), de 1947, representa una exaltación a la belleza y al orgullo de pertenecer a la raza negra. Nacido en 1913 en Basse-Pointe (Martinica) en el seno de una familia modesta, Césaire creció rodeado de la miseria de la población rural de una isla profundamente marcada por dos siglos de esclavitud, que por entonces tenía el estatuto de colonia. La “negritud” se desbordó rápidamente de los círculos intelectuales franceses para extenderse por los países colonizados de África, el Caribe, y entre los militantes negros estadounidenses en lucha por los derechos cívicos. Su mensaje pasó entonces a tener carácter universal, reflejado en su Discurso sobre el colonialismo de 1950. Además de haberse desempeñado por 56 años como alcalde de Fort-de-France, fue también el parlamentario de más longevidad en la Asamblea Nacional, la cámara de diputados de Francia, donde representó a su isla natal entre 1945 y 1993. De su puño y letra salió la ley que transformó en departamentos franceses las antiguas colonias ultramarinas Martinica, Guadalupe, Guayana y Reunión, una labor que le valió críticas entre los sectores independentistas de su isla. Aunque encabezó la lucha anticolonial de los territorios franceses reivindicando la comunidad martiniquesa, nunca propugnó la independencia, sino una amplia autonomía. Precisamente por estos principios se negó a reunirse con Nicolas Sarkozy cuando éste era ministro del Interior, en protesta por una ley que reafirmaba como el aporte positivo que la metrópoli tuvo sobre sus colonias. A pesar de esto, tras conocerse la noticia de la muerte del poeta y político, el actual presidente francés rindió un homenaje a Césaire, a quien calificó como “símbolo de la esperanza de todos los pueblos oprimidos”. El mandatario calificó a Césaire como un “espíritu libre e independiente” que “encarnó durante toda su vida el combate por el reconocimiento de su identidad y de la riqueza de sus raíces africanas”. Inicialmente miembro del Partido Comunista, el artista y político fallecido lo abandonó en protesta por la invasión soviética a Hungría en 1956 y fundó su propia agrupación, el Partido Progresista Martiniqués (PPM). Además de poesía y ensayo, su obra incluye importantes incursiones en la dramaturgia, en especial a través de la adaptación de obras de teatro, entre ellas una “adaptación para un teatro negro” de La tempestad, de William Shakespeare. Sus obras completas fueron publicadas en tres volúmenes en 1976. Además, en poesía publicó Les Armes miraculeuses (1946), Soleil cou coupé (1947), Ferrements (1960), Cadastre (1961), Moi, laminaire (1982) y La Poésie (1994), entre otros títulos, así como las obras de teatro Et les chiens se taisaient (1958), La Tragédie du roi Christophe (1963) y Une saison au Congo (1966), y los libros de ensayo Esclavage et colonisation (1948), Discours sur la négritude (1950) y Toussaint Louverture, La révolution Française et le problème colonial (1962). Tras el anuncio de su muerte, las cadenas de televisión locales interrumpieron sus programas para difundir música clásica o imágenes del poeta. Fuentes: AFP • BBC • EFE • Wikipedia

*** Orlando: la literatura está por encima de gobiernos y de ideologías El escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez recibió este viernes 18 de abril de manos del presidente del Grupo Prisa (http://www.prisa.es), Ignacio Polanco, el premio Alfaguara de novela 2008 (http://www.alfaguara.santillana.es/premio-alfaguara) por su obra Chiquita, y consideró “increíble” que, aunque lleve 17 años fuera de su país, la población de la isla no pueda conocer una noticia que “es un galardón a la literatura cubana”. El autor se declaró sin embargo “feliz” de que un destacado jurado literario, que estuvo presidido por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, apostara por una narración que insiste en que “los pequeños, sean seres humanos o sean naciones, tienen derecho a ser escuchados y respetados, porque a fin de cuentas la grandeza no tiene tamaño”. El acto se abrió con un video de homenaje a la memoria de Jesús e Isabel de Polanco, padre e hija, “a quienes tanto debe la existencia de este premio”, recordaron los organizadores. El video mostró imágenes de ambos en diversos momentos de su actividad, con autores del sello como García Márquez o Saramago, y en medio de un emocionado silencio. Un silencio cortado por las notas al piano del álbum Lágrimas negras, de Bebo Valdés y El Cigala, que escuchaba allí presente, junto a otros miembros de la familia Polanco, escritores, actores, políticos y gentes del medio editorial y literario. Sergio Ramírez leyó el acta del jurado que otorgó el galardón a “una novela que trata de cotejar verdad y exageración de cada peripecia” y cuenta la historia “real e increíble” de Chiquita, una pequeña gran mujer que logró convertirse en una estrella que deslumbró al mundo. Ángeles González-Sinde, miembro del jurado, celebró que Orlando “nos haya dado la oportunidad de entrar en la vida de una persona como Chiquita, de conocerla por dentro, sus errores o sus torpezas, y de encontrar soluciones que siempre son para todos muy parecidas”. Orlando, que vive en Miami, dijo que su novela privilegia “la fantasía, el gusto por la peripecia y el humor” y, entre los agradecimientos, incluyó “a mi querida compatriota Espiridiona Cenda (Chiquita), la muñeca viviente, por entrar intempestivamente en mi vida y permitirme recrear la suya reinventándola a mi antojo desde la libertad de la ficción”. El escritor lamentó el desinterés de las autoridades culturales cubanas por el triunfo de Chiquita. “Siento que este galardón no es sólo para Antonio Orlando, sino también para la literatura cubana, y es que la literatura está por encima de gobiernos y de ideologías”. El premio, que cumple su IX edición, está dotado con 175.000 dólares (118.150 euros) y una escultura de Martín Chirino, y el jurado, integrado también por Jorge Volpi, Guillermo Martínez, Ray Loriga y Juan González, eligió —entre 511 manuscritos inéditos— una obra que calificó de “a la vez elegante y llena de vida”. “Una novela con una notable gracia narrativa”, señala el acta, “y una imaginación sin descanso que despliega, como una inmensa partitura de ejecución precisa, la época y la vida de un personaje extraordinario, la liliputiense cubana Espiridiona Cenda, bailarina y cantante de los teatros de variedades de principios del siglo XX, llamada en su vida artística la muñeca viviente”. Por detrás —añade más adelante el acta— se deslizan sombras de decadencia, desengaños o “el drama íntimo de una artista que no quiere resignarse a ser exhibida como un mero fenómeno de circo”. El premio, con vocación y proyección en todo el ámbito de la lengua española, logra una difusión internacional de primer orden, apoyado por la edición simultánea de las obras ganadoras. Fuente: EFE

*** Víctor Montoya invitado especial en Semana del Libro en Aragua Entre el 21 y el 26 de abril se celebrará en la Biblioteca Pública “Agustín Codazzi”, en Maracay, Aragua (Venezuela), la Semana del Libro, en cuyo marco el escritor boliviano Víctor Montoya dictará una conferencia sobre la narrativa boliviana contemporánea y presentará sus libros Cuentos en el exilio y Cuentos violentos. El programa de actividades se inicia este lunes 21 a las 5:30 de la tarde con el recital de nuevos autores aragüeños, participantes de los talleres del circuito liceísta y de la comunidad auspiciados por la Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello” (http://casanacionaldelasletras.blogspot.com), en su programa Sistema Nacional de Talleres Literarios. Los jóvenes liceístas, estudiantes del liceo Saúl Albano Moreno, son Nilsa Rangel, Darwin Céspedes, Meyerlin Tirado, Judith Santana, Lenis López, David Cordero, Johan Cordero, Francys Camero, Jhan González, Lenin Valera, Andy Flores, Génesis Morales y Camila Alves. Los participantes del taller a la comunidad son Carlos Aguilar, Alfredo Ovalles, Noil Silano, Eli Sandino Marín y Aarón Almeida. El martes 22 a las 3 de la tarde será presentado el libro El ensayo: identidad, memoria y olvido, de Julia Elena Rial. A las 5:30, habrá un recital con los poetas Kira Elena Morales, Paola Restrepo, Marcelo Seguel, José Delpino, Lorena Briedis, Zulema Cendón, Selene Quiroga, Francisco Catalano, Evelia Eufemia Brito, Elaine Minionis y Luis Carlos Azuaje, autores participantes del taller de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) 2006/2007 e incluidos en la antología Voces nuevas. El miércoles 23, Día del Libro, a las 5:30 de la tarde, el escritor Jorge Gómez Jiménez presentará el libro Testigo del siglo XX, de Samuel Eduardo Qüenza. El jueves 24 se realizará un video-foro con el documental Lorca, el mar deja de moverse, de Emilio Ruiz-Barrachina, con una charla introductoria a cargo de la profesora Carmen Campos. La presentación de los libros de Montoya está programada para el viernes 25 a las 5:30 de la tarde. Los escritores venezolanos Manuel Cabesa, Jorge Gómez Jiménez y Marcos Veroes servirán de anfitriones para el autor boliviano. Finalmente, el sábado 26 a las 10 de la mañana serán presentadas las nuevas publicaciones de la Imprenta Regional del estado Aragua, entidad dependiente de la Fundación Editorial El Perro y la Rana (http://www.elperroylarana.gob.ve). La Semana del Libro es organizada por la Biblioteca Pública “Agustín Codazzi”, la Asociación Civil Pie de Página, la Coordinación del Libro y la Lectura del estado Aragua y la revista Letralia, Tierra de Letras.

*** Realizan en Perú el I Encuentro de Literatura Joven Entre el 21 y el 23 de abril, en sesiones a partir de las 6 de la tarde, se celebrará en el Pabellón Morisco del Parque de la Exposición, en Lima (Perú) el I Encuentro de Literatura Joven, en el marco del Mes de las Letras Peruanas y bajo la coordinación de la Gerencia de Educación, Cultura y Deportes de la Municipalidad de Lima (http://www.munlima.gob.pe/direcciones/DMEC). Para realzar la actividad educativa con propuestas innovadoras que optimicen y renueven el pensamiento de los estudiantes limeños, la actividad reunirá a jóvenes exponentes de la poesía, la narrativa y la dramaturgia, como Rocío Castro Morgado, ganadora del Premio Copé de Poesía 2008; Milagros Martínez Castellares, poeta, comunicadora social y promotora cultural; Alexandra Tenorio, periodista del Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, http://www.unmsm.edu.pe) y autora del poemario Porta Retrato; Marcos García Falcón, narrador y autor del libro París personal y Juan Manuel Sánchez, reconocido actor y dramaturgo. También participarán como ponentes Cecilia Podestá, editora de Tranvía Editores y autora de La primera anunciación; Doris Moromisato, directora cultural de la Cámara Peruana del Libro (http://www.cpl.org.pe); Javier Arévalo, editor de Recreo; Kathia Adaui Sicheri, narradora y autora del libro Un accidente llamado familia y Christian Velasco Alfaro, escritor y periodista. Completan la lista los poetas Marcos Chipana, Alfredo Román y Manuel Liendo, los narradores Carlos Yushimito y Arturo Valverde Pastor y los dramaturgos Daniel Dillón, Lucero Medina y Ruth Vázquez. Fuente: RPP

*** Sociedad civil latinoamericana participará en jurado del Cervantes Hispanoamérica tendrá un peso mayor en la elección del Premio Cervantes en el marco de las novedades anunciadas por el gobierno español para este galardón, el más importante de las letras castellanas, medidas que se harán oficiales en el transcurso de esta semana. Coincidiendo con la concesión del premio de la edición de 2007 al autor argentino Juan Gelman este 23 de abril, Madrid detallará los cambios que se introducirán en la normativa de designación del jurado del Premio Cervantes, galardón que se concede desde 1976. Uno de esos cambios corresponde a la dotación, que ascenderá a 125.000 euros (198.750 dólares), 35.000 más que hasta ahora. El objetivo principal es que el Cervantes pierda el carácter gubernamental que tiene ahora y dé cabida a representantes de la “sociedad civil”. Los próximos jurados estarán formados por el director de la Real Academia Española (RAE, http://www.rae.es) y dos directores de las academias hispanoamericanas: uno por parte de las de México, América Central y las Antillas, y otra de Sudamérica, que rotarían. También formarán parte del colegiado los tres últimos premios Cervantes, dos catedráticos de filología española —uno español designado por la Confederación de Rectores de las Universidades Españolas, y otro hispanoamericano nombrado por la Unión de Universidades de América Latina (http://www.udual.org)—, el presidente de la Asociación Internacional de Hispanistas (http://asociacioninternacionaldehispanistas.org) y dos directores de suplementos culturales, uno de un diario español y otro de uno hispanoamericano, que también rotarán cada año. Desde la creación del Premio Cervantes en 1974, de los once miembros del jurado tres eran de carácter electivo y ocho eran designados por los distintos departamentos de la Administración española. Fuente: EFE

*** Jalisco celebrará Día del Libro con doce horas de lectura Como festejo por el Día Mundial del Libro, los jaliscienses están listos para leer este 23 de abril la novela Al filo del agua, de Agustín Yáñez (Guadalajara, 1904; Ciudad de México, 1980), en un maratón de doce horas en las que participarán más de cinco mil lectores. A esta celebración, convocada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL, http://www.fil.com.mx), el Ayuntamiento de Guadalajara (http://www.guadalajara.gob.mx) y la Universidad de Guadalajara (UdG, http://www.udg.mx), se sumarán además 62 municipios del estado, en los que organizados por los ayuntamientos, preparatorias o centros universitarios, se realizarán otros maratones de lectura en diversos horarios. La lectura en Guadalajara comenzará a las 9 de la mañana y se llevará a cabo en la Rambla Cataluña (a un costado del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara) y hasta el momento se han inscrito 280 personas. Carlos Briseño Torres, rector general de la UdG, inaugurará la actividad y a su voz se sumarán Alejandro Cravioto, secretario de Cultura de Jalisco, Miguel Ángel Martínez, secretario de Educación, Miguel Agustín Yáñez y Agustín Yáñez, hijo y nieto respectivamente del autor que será leído, así como el reconocido escritor Fernando del Paso, Premio FIL de Literatura. Junto con estas voces y las de los ciudadanos que se inscribieron a través de Internet, estará también la del futbolista Jaime “El Tubo” Gómez, el cineasta René Castillo, las cantantes Sara Valenzuela y Valentina González, el músico Gerardo Enciso, el locutor Eduardo Orozco “El Doc” y la actriz Susana Romo. Cabe recordar que todas las personas que lean en Guadalajara recibirán un ejemplar de Al filo del agua. El maratón de lectura se extenderá hasta las 9 de la noche y, durante la jornada, los visitantes podrán disfrutar de la venta de libros de narrativa y poesía por parte de las librerías Cervantes, Cristal, Gandhi, Gonvill y José Luis Martínez (FCE). Así como Material de los Sueños, Porrúa, Universitaria, Arlequín, Santillana, Siglo XXI Editores y la Editorial Universitaria de la UdG, las que pondrán a la venta materiales de narrativa y poesía, así como revistas Luvina y Reverso que también estarán presentes con un stand. Igualmente, Red Radio Universidad de Guadalajara (http://www.radio.udg.mx) transmitirá la lectura con una intervención de sonidos incidentales que se hará en directo, en sus siete estaciones, tanto al aire como en sus señales vía Internet. La jornada de lectura se transmitirá también a través de las cámaras de la Dirección de Producción Audiovisual (DIPA, http://www.dipa.udg.mx) de la UdG. Fuentes: FIL • Notimex

*** Escritores latinoamericanos homenajearán a Octavio Paz en encuentro Más de 40 autores reflexionarán en torno a la figura y obra del mexicano Octavio Paz (1914-1998), entre el 24 y el 26 de abril, durante el IV Encuentro de Escritores Latinoamericanos, que a diez años de su muerte estará dedicado al Nobel de Literatura 1990 Octavio Paz. En el evento participarán los mexicanos Rosa Beltrán, Sealtiel Alatriste, Mario Bellatin, Álvaro Enrigue, Ignacio Solares, Eduardo Antonio Parra, Jorge Volpi; así como escritores de Argentina, Brasil, Estados Unidos, Colombia, Chile, Cuba, Guatemala y Perú. El encuentro, titulado “Pasiones y obsesiones”, se llevará a cabo como parte del 24º Festival de México en el Centro Histórico (http://www.festival.org.mx), es organizado por la Universidad del Claustro de Sor Juana (http://www.ucsj.edu.mx) y coordinado por la escritora Sandra Lorenzano. Entre sus actividades destaca la inauguración de la exposición “Los indígenas mexicanos en la mirada de Octavio Paz en la Colección de Indumentaria Mexicana Luis Márquez Romay”, a la que asistirá Marie José Paz, viuda del poeta y ensayista. Para la apertura del encuentro, los organizadores han preparado la exposición “La persistencia de la mirada. 25 retratos del rostro de las letras”, del fotógrafo Rogelio Cuéllar, quien ha fotografiado a varios de los más importantes escritores del mundo. Asimismo, en el marco del Encuentro de Escritores Latinoamericanos, el maestro Adolfo Castañón brindará la conferencia magistral “Sobre Ladera Este” y por la noche se presentará el espectáculo “Blanco”, del grupo Circo Raus, un performance en torno al poema “Blanco” de Octavio Paz. En el encuentro participarán además los escritores Luis Miguel Aguilar, Geney Beltrán, Pablo Boullosa, Rocío Cerón, Roxana Elvridge-Thomas, Bernardo Esquinca, Héctor de Mauleón, Jorge Fernández Granados, Julieta García, Anamari Gomís, Sergio González Rodríguez, Claudia Guillén, Fran Ilich y Rafael Lemus. Por parte de México asistirán también Tryno Maldonado, David Medina Portillo, Mauricio Montiel, Myriam Moscona, Claudia Posadas, José Ramón Ruisánchez y Heriberto Yépez, mientras que de Argentina llegarán Martín Kohan (Premio Herralde de Novela 2007), Daniel Link y María Negroni. Por Brasil asisten Daniela Abade, María Alzira Brum y Alex Vidal-Porto, así como el estadounidense Santiago Vaquera, los chilenos Lina Meruane y Nicolás Poblete, el colombiano Darío Jaramillo Agudelo, la cubana Wendy Guerra, el guatemalteco Arturo Arias y el peruano Iván Thays. Fuente: Notimex

*** Umbral y Perú serán homenajeados en la 41ª Feria de Valladolid La literatura peruana, con algunos de sus nombres más representativos como Martín Rodríguez-Gaona, Patricia de Souza y el peruano-venezolano Doménico Chiappe, será protagonista en la 41ª Feria del Libro de Valladolid, que se celebrará del 1 al 11 de mayo y homenajeará a Francisco Umbral, fallecido el pasado 28 de agosto. La escritora Soledad Puértolas, autora de novelas como Todos mienten (1988) y Gente que vino a mi boda (1998), pronunciará el 1 de mayo el pregón inaugural del certamen que dirige el poeta hispano-peruano Diego Valverde y que también dedicará un reconocimiento público al narrador Gustavo Martín Garzo. Un centenar de escritores e ilustradores participarán dentro de una feria que, con el lema “Encuentro en Castilla y León” y un presupuesto de 400.000 euros, fue presentada el pasado jueves 17 por el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, y la consejera de Cultura del gobierno regional, María José Salgueiro. Antonio Gamoneda, Antonio Colinas, Gustavo Martín Garzo, Fernando Marías, Juan Manuel de Prada, Javier Tomeo, Olvido García Valdés, Jesús Hilario Tundidor, Albert Boadella, Félix Romeo y Luis Alberto de Cuenca son algunos de los nombres anunciados en las mesas redondas, encuentros, presentaciones y firmas de libros convocadas. Diversas mesas redondas analizarán la relación de las letras con la música, el cine, la gastronomía e incluso con la diplomacia, y abordarán de forma monográfica el cómic, la literatura fantástica y de terror, el cuento, el canon digital y los puntos comunes entre el periodismo y la novela, según explicó el director de la feria, Diego Valverde. El 7 de mayo es la fecha elegida para el homenaje a Francisco Umbral (1935-2007), cuya infancia y adolescencia transcurrió en la ciudad de Valladolid, y que consistirá en la dedicatoria de una calle y en un acto público con la presencia, entre otros, de su viuda, la fotógrafa María España, el escritor Raúl del Pozo y el crítico literario Miguel García Posada. Un día antes se verificará un encuentro cultural entre las ciudades de Florencia (Italia) y de Valladolid, hermanadas desde 2007, con la presencia del director de la Biblioteca de los Uffizi, el profesor Claudio di Benedetto. El carácter internacional de la 41ª Feria del Libro de Valladolid se acentuará también con la presencia de los escritores portugueses Inés Pedrosa y Joao de Melo; del colombiano Santiago Tobón; del boliviano Edmundo Paz; del mexicano Homero Aridjis y de la noruega Inger Elisabeth Hansen. Por último, entre otros actos programados, el embajador de China en España, Qiu Xiaoqui, entregará el 4 de mayo al rector de la Universidad de Valladolid (http://www.uva.es), Evaristo Abril, medio millar de libros que compendian diversos aspectos de la milenaria cultura de ese país asiático. Fuente: EFE

*** Liberarán poesía en el Festival de Granada Con motivo del V Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada (http://www.festivaldepoesiadegranada.com), a celebrarse en esta ciudad española del 13 al 15 de mayo, poetas granadinos dejarán “olvidados” sus libros en calles y plazas de la capital, en una jornada de bookcrossing en la que los lectores encontrarán tales ejemplares, los leerán y los volverán a “liberar” para que otras personas puedan disfrutarlos. La jornada de bookcrossing se realizará como antesala al festival el sábado 10 de mayo, cuando los poetas saldrán de la Plaza del Carmen para dejar los poemarios por la ciudad. La mayor parte de las obras que se “liberarán” pertenecen a poetas granadinos que se han sumado a la convocatoria, tales como Luis García Montero, Álvaro Salvador, José Carlos Rosales, Andrés Neuman, Miguel Ángel Arcas, Marga Blanco, Javier Bozalongo, Javier Benítez, Ángeles Mora, Milena Rodríguez, Pedro Enríquez y Trini Gan, entre otros muchos. Desde la organización se ha realizado igualmente un llamado a todos aquellos autores que deseen participar y se les ha pedido que depositen un ejemplar de un libro propio en el café literario La Tertulia, colaborador del encuentro. Los directores del festival, los escritores y periodistas Daniel Rodríguez Moya y Fernando Valverde, consideran que esta idea “ayuda a uno de los principales objetivos que el festival ha tenido desde su puesta en marcha, acercar la poesía a la sociedad para que deje de ser un género de eruditos y estudiosos”. El programa completo del evento será publicado el próximo domingo 27. La quinta edición del encuentro poético en Granada tendrá como uno de sus actos centrales y más emotivos el homenaje al poeta asturiano Ángel González, fallecido el pasado mes de enero. Varios escritores y artistas amigos del autor de Palabra sobre palabra, como Pedro Guerra, Joaquín Sabina, Miguel Ríos, Enrique Morente, Luis García Montero y Almudena Grandes, entre otros, participarán en el mismo, que se celebrará el 14 de mayo en el Auditorio Manuel de Falla de la capital granadina. Fuente: Europa Press

||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === El poema de la ciudad Rosana Hernández Pasquier ================== El poema de la ciudad Alberto Hernández Poesía Blacamán Editores • Ediciones Estival • La Liebre Libre Editores • Ediciones Presagios • Editorial Umbra Maracay, Aragua (Venezuela), 2003 Depósito legal: lf0432003800132 188 páginas Este es el nombre que le dio el poeta Alberto Hernández a su poemario publicado en el año 2003. La publicación exhibe los sellos de las editoriales alternativas que existen en el estado Aragua y una mexicana. La edición, hermosa y bien cuidada, deja ver un esmerado trabajo de las artes finales que estuvieron a cargo del poeta y editor Harry Almela. Voy al libro. El primer poema, “Región”, trae inscrito el siglo XVII. En la primera parte están contenidos el desgaste de la luna, la oscuridad y el canto de las aves. En la segunda parte de este primer poema hay animales que cruzan bajo la llovizna, calaveras y tesoros, aborígenes que fundan otra ciudad, otro espacio... apresados en la curva de una tinaja funeraria. Alrededor de la lumbre empezamos a identificar el lugar. La ciudad que fuimos y que somos, la que arde más allá de la cuenca de los ojos. El poeta —a partir de la página nueve— hace el rito fundacional (tal vez este rito nunca se realizó) de la ciudad al recoger los pedazos dispersos, al nombrar, llamar a todo por un nombre. Funda cuando habla por boca de los ancestros y profiere conjuros que traen pasos y sombras para ponerlos en tráfico diario de estas calles llenas de olvido y muerte. El poeta habla y miraron los ojos de aquellos aborígenes a quienes la tierra guarda. Uno siente a los tigres, a los cunaguaros, hollando por donde pasó la muerte bajo las hojas sagradas de los samanes. El registro de Hernández es áspero y cierto: Sólo huesos cortos y largos, quijadas y dientes, y hasta oro incrustado / donde habían estado las encías. Con este poema el poeta establece a la ciudad de Maracay y le da por territorio el suelo fecundo de la palabra, la fértil tierra de la poesía. Al leer este poemario de Alberto, las palabras entran en dimensiones diferentes: ellas comienzan a decir de un brillo nuevo. Es así como Tapatapa, La Victoria, Güere, dejan de ser palabras escritas en las vallas verdes de la autopista para convertirse en el camino del añil. O Azul llega el alma de este valle. Más adelante, el nombre de una fábrica patrimonial se convierte en el tiempo que emplaza la aproximación de una vaca, rumiante que más tarde llegará a nuestras mesas para posarse oro en arepas y panes. Calles, plazas, rincones se truecan en la hombría, un mar que se agosta en el pecho, toda la muerte o un recado sin voz en plena calle. Vemos estos nombres y otros y las fotos que arden en el blanco y negro de las páginas y nos reconocemos en la ciudad que somos todos, en la ciudad que, en la misma medida en que nos adentramos en la lectura, se adentra en lo más hondo y se queda allí atarugada entre pecho y espalda. Porque esta ciudad abandonada es difícil de engullir y la escritura del poeta Hernández parece que aclara pero después se nos nublan el entendimiento y el corazón de nostalgias. Porque cuando el poeta nos lleva hasta el poema “Circunvalación”, leemos: Honda es la soledad bajo el árbol que deshace la calle. A partir de ese verso cualquier cosa puede suceder porque no hay calle ni camino. Si la calle se deshace, todo se desmorona y ese afuera que entra por los ojos hace migajas nuestro interior. Tendremos que asirnos de las grietas para poder hacer el viaje, y el poeta, que sabe bien del aferrarse, nos sugiere las ranuras de las rockolas y dice que éstas son dos: una para emigrar hacia los recuerdos / otra para prolongar la agonía en el fondo de los patios. Hay que apurar una moneda para que la música amaine la umbra en este tránsito de la memoria contenida en estos poemas, mientras la prostituta más vieja de la ciudad nos mira con sus ojos cansados de tiempo y promesas de oropel. Alberto Hernández en el poema “Plaza” la llamó Girardot y mientras en su seno se agita el vuelo de las palomas, ella se hace moruna en la escritura... nocturna de sol y luna / árboles de sombra / una puñalada basta, / Girardot cae / y silencia la herida. La fronda de los árboles, el canto de los pájaros, la belleza del parque Henri Pittier, que llega hasta Maracay por El Castaño o por El Limón, atenúan el reguero que es la “ciudad jardín”, este espacio gobernado por bárbaros e indiferentes que han condenado a la ciudad sin piedad. Por ello, el poeta Alberto les enrostra el fuego de la desidia en el poema “Cuartel”, en el que se leen estos versos: Ha sabido de golpes de estado, traiciones y cobardías, proclamas, trompetas desafinadas. / La ciudad se uniforma en los cuarteles / y se desnuda en las calles. / No hay homenajes, / no hay vencedores. / Todos hemos sido derrotados. El poema de la ciudad está lleno de lugares, nombres y voces. Es una sajadura como el “Callejón Girardot”, donde alguien es sombra, sobrado de la noche. Y, ¿quién no ha sido sobrado de la noche alguna vez? Difícil escaparnos. Imposible la eterna sonrisa en este poema de la ciudad, en esta ciudad que puede ser cualquier otra del mundo, sin primera o tercera categoría. Ahora, desde el teatro que cada quien conoce o en ese caso desde el Ateneo, además, otro poema de este libro y otra —una punzada— en cada uno de nosotros, donde retumban las voces de Cabrujas y Gardel, y la risa de Enrico se agazapa en los ríos silenciosos de Manuelito / el cine mudo acecha los pasos de Chaplin / el ferrocarril muele el silencio en la pantalla. Mientras este libro de alta escritura genera una incomodidad que muele la nostalgia... la pesadilla enciende la ciudad. ** Rosana Hernández Pasquier [email protected] Escritora y editora venezolana (Villa de Cura, Aragua, 1955). Fundadora del Grupo Cultural Zamora. Participó en talleres literarios auspiciados por la Secretaría de Cultura del Estado Aragua y desempeñó el cargo de directora de Cultura del Municipio Zamora. Textos suyos han aparecido en diversos medios de comunicación regionales y nacionales y en la antología Poesía de Aragua (1966-1996), compilada por Efrén Barazarte. Ha publicado los poemarios Ceremonia del horno (La Liebre Libre, 1993) y El envés de los días (Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 2005). Dirige el sello Blacamán Editores.

=== Distancias entre baldosas y muros Héctor Rosales ================= Ciudad Federico Nogara Editorial Sirpus Barcelona (España), 2008 90 páginas Federico Nogara nació en Montevideo en 1948. Luego de una etapa en Australia, se radica en Barcelona hacia 1984, donde vive y trabaja actualmente. Desde aquí dirige la revista digital Malabia; es profesor de inglés y español como segunda lengua. Articulista en diarios y revistas, también desarrolla actividades como traductor y coordinador de talleres literarios. Anteriormente ha publicado: Desencuentros y búsquedas (Editorial Latina, Montevideo, 1995), Poemas y relatos desde el Sur (ed. organizada por Aitana Alberti, Editorial Carena, Barcelona, 2000) y Regreso al desconcierto (Ed. Carena, Barcelona, 2004). Ciudad, el relato que abre este nuevo libro y da título al conjunto, anticipa en sus historias cruzadas, en su galería de sucesos fragmentados, la intensa fragmentación del tiempo actual, que luego se verá individualizada, enfocada, desmenuzada en los textos siguientes. Con un lenguaje derivado del periodismo y algunos tintes herederos de la novela negra (que aparecerán, con mayor o menor trazo, en todo el volumen), el narrador, un ser anónimo que puede estar paseando por cualquier ciudad del mundo desarrollado, expone su visión desnuda, precisa e implacable de lo que está ocurriendo alrededor. No hay reflexión en voz alta, sólo el transcurrir de una crónica donde el lector toma conciencia de los desencuentros de fondo, del desgaste inexorable, de ese espacio urbano en el cual, como señala uno de los personajes, predomina vacío por aquí, nada por allá. Este primer relato destierra por completo cualquier expectativa ecológica, rural, naturalista o como quiera soñarse; el lector queda instalado en la ciudad, en sus reglas, en las extrañas distancias que amarran al ciudadano a ese mapa que une baldosas y muros, ilusiones y soledad. El autor utiliza la primera persona del singular en el segundo relato, La pasión según Bermúdez, un protagonista que en algún momento le pregunta a un dios funcionario jugador: ¿Para qué nos despiertas en medio de la eternidad y nos regalas una cantidad de años carentes de explicación lógica en los que todo termina mal? Surge el pensamiento cuestionador en boca de los personajes. Cualquiera de ellos podría afirmar con Bermúdez: mi existencia es la misma de millones de hombres sin importancia viviendo en las orillas. Esta personalización del discurso no excluye la fuerte impresión de anonimato, sino que la potencia como uno de los comunes denominadores de las historias de Nogara. Los personajes y el lector participan de una sociedad anónima atrapada en la ciudad, viviendo adentro de aquellas orillas. Las dos piezas siguientes, Los restos de la ciudad y La casa asesinada, inciden en la caída del hombre corriente bajo la maquinaria del destino urbano. En la primera crónica se intercalan frases y símbolos reconocibles de otras experiencias lectoras (especialmente Onetti, tan vecino en estos cuentos). En la segunda se agudiza el sentimiento de pérdida a través del viaje en la memoria de un policía fracasado. Se extiende una línea (la casa como eje) que lo vincula con diversas separaciones y con su propio desenlace. La economía de lenguaje, el tono contenido que emplea Nogara, y sus ópticas desprovistas de ornamentos (hay rastros de Carver en su búsqueda de mesura), rinden en el siguiente relato, En esa ciudad cierran los parques, un visible homenaje a uno de sus escritores compatriotas, Felisberto Hernández. La narración, también en primera persona, incorpora distintas metáforas, desdoblamientos y una mayor polisemia con relación a los demás relatos. La vida como enfermedad, como condena, la esperanza en la (falsa) enfermedad liberadora (el texto Las manos), dejan lugar a otra esperanza, ya definitivamente traicionera, en el siguiente La cuenta atrás, que a mi juicio es el relato que dibuja con más fuerza a sus personajes centrales: Fiona y Romero. El autor logra un vehemente realismo para transmitir una relación donde la decadencia y la muerte ahogan la débil expectativa del amor. En los tres últimos cuentos se alternan la frivolidad irritante y sin futuro de una “trepadora” (Detrás de la máscara), las rupturas y elucubraciones de ciertos emigrantes (La hora de tirar para adelante) y el cierre, titulado Final, una historia que no deja el más mínimo resquicio para la risa. Allí se dice: Nosotros, usted y yo, somos culpables de estar, de existir. Para entrar en la ciudad del autor uruguayo, y en este mundo, no hay llave más rotunda que esa certeza. ** Héctor Rosales [email protected] Poeta uruguayo (Montevideo, 1958). Desde 1979 reside en Barcelona, España. Ha publicado los libros Visiones y agonías (Barcelona, 1979; 2ª ed. corregida y aumentada, New Jersey, 2000), Espejos de la noche (Madrid, 1981), Carpeta 1 (Barcelona, 1982), Espectros (Gijón, 1983), Desvuelo (1ª ed., Montevideo-Barcelona, 1984, 2ª ed. corregida y aumentada, Barcelona, 1997; 3ª ed., 1999, 4ª ed. e-book, San José de Costa Rica, 2001), Alrededor el asedio (tres eds.: Montevideo, 1989/92/93, Primer Premio 1992, Ministerio de Educación y Cultura, Uruguay), Habitantes del grito incompleto (Montevideo, 1992) y Mientras la lluvia no borre las huellas (Barcelona, 2002). Además ha publicado diversos folletos, como El manantial invertido (cuatro eds.: 1994/96, 1995), y las breves antologías Voces en la piedra iluminada / Diez poetas uruguayos (Toledo, 1988) y Chapper, las espinas del verso (Montevideo, 2001). Su obra es reseñada en antologías, catálogos, libros colectivos y publicaciones de diversos países; algunos de sus textos se han traducido al francés, portugués, catalán, gallego, polaco, inglés y alemán y ha colaborado en numerosas revistas de arte y literatura. Su página web en http://www.hrosales.com contiene material literario y notas biobibliográficas del autor.

=== El modernismo literario de Ricardo Jaimes Freyre ====================== === Víctor Montoya ======================================================== El poeta Ricardo Jaimes Freyre (Tacna, 1868 - Buenos Aires, 1933), hijo del destacado escritor potosino Julio Lucas Jaimes y de la escritora peruana Carolina Freyre, nació en el consulado boliviano de Tacna, donde su padre ejercía como diplomático. Inició su obra poética en Argentina, país en el cual pasó gran parte de su vida. En 1901, se instaló en Tucumán para desempeñar tareas culturales, universitarias y periodísticas por el lapso de veinte años. Fue redactor del diario El País y dirigió la Revista de Letras y Ciencias Sociales, una propuesta única y vanguardista en su época. Sus biógrafos aseveran que este hombre de personalidad cautivante, de mostachos erguidos y melena alborotada, se convirtió en un personaje singular en la vida cultural tucumana no sólo porque lucía una capa española y un sombrero alón, sino también por el timbre de su voz que lo destacaba como un declamador de primera línea. Se dice que fue un talentoso orador, cuya retórica, hecha a la medida de sus dotes de poeta y al magistral manejo de sus ideas, dejaba pasmados a los hombres de letras y a los políticos acostumbrados a los debates más exquisitos en los recintos parlamentarios. Su amor por Tucumán lo llevó a escribir varios libros historiográficos de la ciudad. Su prestigio se acrecentó tras la publicación de su Historia de la República de Tucumán (1911); un trabajo que todavía hoy constituye una piedra angular en la interpretación de la realidad argentina, país que le extendió su carta de ciudadanía en 1917 y donde llegó a ser miembro de la Academia de Letras y de la Sociedad Sarmiento, gracias a su sólida formación humanista y al estímulo literario encauzado por su entorno familiar. Años más tarde, motivado por la actividad política, las ideas socialistas y las concepciones anticlericales, James Freyre retornó a Bolivia dispuesto a trabajar por el bienestar del país andino, pues pertenecía —y pertenece— a esa categoría de seres que, además de tener una alta sensibilidad por los asuntos humanos, poseen un caudal intelectual que les permite visualizar los entretelones de la vida social, donde está presente el drama cotidiano de quienes no tienen acceso a los privilegios de las clases dominantes. Colaboró con el presidente republicano Bautista Saavedra. Ejerció los cargos de ministro, canciller, diputado y diplomático en México, Chile, Estados Unidos y Brasil. En 1926, fue candidato a la Presidencia de la República; pero, al ser elegido Hernando Siles, con quien estuvo en desacuerdo sobre el rumbo que debía tomar el país, renunció a su cargo diplomático y volvió a establecerse en Buenos Aires hasta el día de su muerte. El 8 de noviembre de 1933, sus restos, junto a los de su padre, fueron trasladados a Potosí, para ser depositados en la Catedral de la ciudad, con los honores que ameritan a los hombres cuyos aportes son indiscutibles en las naciones iluminadas por sus obras y sus ideas. Ricardo Jaimes Freyre, dueño de una fulgurante personalidad y un estilo literario inconfundible, está considerado como el primer poeta boliviano de relieve continental. Tuvo el mérito histórico de haber sido uno de los artífices del movimiento modernista en América, pero también un maestro en el manejo del lenguaje rítmico y la métrica en el arte de la versificación castellana. En Buenos Aires, con la colaboración del nicaragüense Rubén Darío, fundó la Revista de América (1899), publicación que, a pesar de su fugaz existencia, impulsó decisivamente la difusión de sus teorías enmarcadas en el objetivo de “trabajar por el brillo de la lengua española en América y, al par que por el tesoro de sus riquezas antiguas, por el engrandecimiento de esas mismas riquezas, en vocabulario, rítmica, plasticidad y matiz...”. En efecto, los versos de Jaimes Freyre, lejos de la embriaguez verbal de los románticos, tienen rima, vocablos nuevos y giros insólitos, que resuenen por mucho tiempo en la mente de los lectores. La musicalidad de sus versos ha sido admirada por propios y extraños. No es casual que Borges, a tiempo de citar: “Peregrina paloma imaginaria / que enardece los últimos amores, / alma de luz, de música y de flores, / peregrina paloma imaginaria...”, manifestó que no entendía el significado de estos versos, pero que éstos sí tenían un ritmo y una musicalidad agradables al oído. No cabe duda de que Ricardo Jaimes Freyre, que sabía manejar con maestría sus conocimientos lingüísticos, se esforzó en fusionar la forma y el contenido en la musicalidad de la poesía, consciente de que el ritmo era más importante que el significado y tratando siempre de evitar que la poesía se convierta en un simple híbrido de la prosa y el verso. Aunque algunos críticos calificaron su poesía de “preciosista y excesivamente meditada”, lo cierto es que el vate boliviano, quien no sólo fue considerado el teórico del modernismo tras la publicación de su obra Leyes de la versificación castellana (1912), ha dado muestras suficientes de que los temas universales, inherentes al ser humano y su problemática social, pueden expresarse a través de la musicalidad recóndita que conllevan los versos. Siguiendo los principios métricos de Jaimes Freyre, quien también usó el hexámetro yámbico que empleaba Darío, se puede constatar que, en su poema “Las Hadas”, se repite, a modo de estribillo, el verso inicial de la primera: “Con sus rubias cabelleras luminosas, / en la sombra se aproximan. Son las Hadas. / A su paso los abetos de la selva, / como ofrenda tienden las crujientes ramas. / Con sus rubias cabelleras luminosas se acercan las Hadas. / Bajo un árbol, en la orilla del pantano, / yace el cuerpo de la virgen. Su faz blanca, / su faz blanca, como un lirio de la selva; / dormida en sus labios la postrer plegaria. / Con sus rubias cabelleras luminosas / se acercan las Hadas”. En tanto en su poema “Los cuervos”: “Sobre el himno del combate y el clamor de los guerreros, / pasa un lento batir de alas; se oye un lúgubre graznido, / y penetran los dos Cuervos, los divinos, tenebrosos mensajeros, / y se posan en los hombros del Dios y hablan a su oído”, los cinco primeros versos de cada estrofa están escritos en seis periódicos prosódicos disílabos puros, y el sexto, en tres períodos prosódicos puros. Ricardo Jaimes Freyre, como pocos de sus contemporáneos, tenía una auténtica vocación por el arte de la versificación y un amor por las palabras que denotan belleza en una sintaxis que refleja con coherencia las vibraciones del poeta, quien es capaz de captar las sensaciones más sutiles del alma y verterlas en palabras con una soltura y armonía que no dejan indiferentes al lector acostumbrado al impacto de los versos y al significado que éstos transmiten a través de las metáforas y las figuras de dicción, donde se alteran en cierto modo las normas del lenguaje en afán de conseguir giros y expresiones que enriquezcan la expresión poética. Su afamado poemario Castalia bárbara (1899), además de reafirmar su talento y sus conocimientos de las estructuras rítmicas del lenguaje, marcó un hito en la poesía iberoamericana por su evidente pasión y su honda emoción humana. En sus versos, cargados de simbolismos y finas metáforas, trasciende su filosofía, su fantasía y su interés por los mitos de la tradición oral escandinava. Leopoldo Lugones, en el meditado prólogo del libro, confirma la propuesta estética de su amigo y colega: “Todo poema consta de tres elementos internos o de concepción: la idea, el sentimiento y la proporción; y, de tres externos o de realización: la perspectiva, la metáfora y el ritmo (...). Se quiere que cada verso sea un diamante cuyas facetas produzcan fulguraciones diversas a la vez. Por esto la reforma en el ritmo, en la perspectiva, en la metáfora —los nuevos modos de decir adaptados a los nuevos modos de pensar”. Castalia bárbara presenta trece composiciones precedidas por el poema “Siempre”. El autor, en su afán de narrar de manera épica las sagas de la mitología y el paganismo nórdicos, exalta la violencia y el heroísmo en un Olimpo bárbaro; una realidad que, por ser lejana y extraña a su medio, se torna en fantástica y misteriosa. Es aquí donde el lector, en medio de la furia y la belleza, se encuentra con paisajes que exhiben mares de olas encrespadas, noches de hielo, oscuros bosques y tierras envueltas en sangre y nieve, donde se oyen los aullidos de los lobos y el raudo vuelo de los cuervos sobre los pinos solitarios. En el paraíso o Walhalla, cuya cosmogonía es propia de la invención popular, aparecen personajes de cabelleras blondas como los elfos, las hadas y valquirias; héroes con alma guerrera y montados en negros caballos, blandiendo lanzas y espadas, y cubriéndose el pecho con escudos. Los versos dejan constancia de la omnipresencia de Odín y sus cuervos, la belleza de Freiya y el heroísmo de Thor, dios del trueno y la guerra, quien, conduciendo una carreta tirada por machos cabríos voladores, se enfrenta en las batallas con su martillo mágico. Castalia bárbara, junto con Prosas profanas (1896), de Rubén Darío, y Las montañas de oro (1897), de Leopoldo Lugones, está considerada como una de las piezas claves para comprender las visiones de un movimiento literario que coincidió con el pujante desarrollo de algunas ciudades latinoamericanas que, aparte de tornarse en cosmopolitas, intensificaron sus relaciones comerciales y culturales con la Europa de principios del siglo pasado. Por mucho que su obra poética, a diferencia de su prosa, sea breve en extensión —en el lapso de casi veinte años publicó sólo dos libros de poesía: Castalia bárbara y Los sueños son vida—, nadie pone en duda que sus teorías planteadas en Leyes de la versificación castellana han contribuido a perpetuar la genialidad de Ricardo Jaimes Freyre, considerado uno de los poetas iberoamericanos más grandes del siglo XX.

Apuntes bibliográficos Entre sus obras más importantes destacan: Castalia bárbara (1899), Leyes de la versificación castellana (1912), La lectura correcta y expresiva: pronunciación, silabeo, acentuación, entonación e inflexiones de la voz, pausas, respiración, lectura de versos, consejos a los maestros (1910, 2ª ed.), Los sueños son vida (1917), Los conquistadores. Drama histórico en tres actos y en verso (1918), Poesías completas, con prólogo de Eduardo Jobín Colombres ( 1944), Poesías completas, con prólogo de Fernando Díez de Medina (1957). Poemas / Leyes de la vesificación castellana, con prólogo y notas de Antonio Castro Leal (1974). De su obra historiográfica cabe mencionar: Tucumán en 1810 (1907), Historia de la República de Tucumán (1911), El Tucumán del siglo XVI: bajo el gobierno de Juan Ramírez de Velasco (1914), El Tucumán colonial (1915) e Historia del descubrimiento de Tucumán (1916). ** Víctor Montoya [email protected] Escritor, periodista cultural y pedagogo boliviano (La Paz, 1958). Perseguido, torturado y encarcelado durante la dictadura militar de Hugo Banzer, fue liberado en 1977, después de haber pasado por las prisiones de mayor seguridad de San Pedro y Viacha, por una campaña de Amnistía Internacional. En prisión escribió su testimonio Huelga y represión. Se exilió en Suecia. Es autor de Días y noches de angustia (1982), Cuentos violentos (1991), El laberinto del pecado (1993), El eco de la conciencia (1994), Antología del cuento latinoamericano en Suecia (1995), Palabra encendida (1996), El niño en el cuento boliviano (1999), Cuentos de la mina (2000), Entre tumbas y pesadillas (2002), Fugas y socavones (2002) y Literatura infantil: lenguaje y fantasía (2003) Dirigió las revistas literarias PuertAbierta y Contraluz. Ha recibido premios y becas literarias y tiene textos traducidos y publicados en antologías internacionales. Actualmente escribe para diversas publicaciones en América Latina y Europa.

=== Onetti o el arte de la simulación ===================================== === (A propósito de Los adioses, una novela contemporánea) ================ === Antonio Arenas Berrío ================================================= A Martha y Alfredo. “Trabajamos en las tinieblas-hacemos lo que podemos-damos lo que tenemos. Nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión, nuestra tarea. Lo demás es locura del arte”. No sé por qué dicen que Juan Carlos Onetti es un escritor hermético, a veces oscuro y difícil de entender. Con él siempre nos asalta la duda y la idea de interpretar. Onetti no poseía formación universitaria, sólo decía que su arte consistía en leer y escribir. Sus temas e historias son como el límite de lo impensado. Enfermedades como el cáncer, la locura, y la tuberculosis lo atraían y representaban la autenticidad de la existencia humana. Cualquier relato suyo aun sea por discreción procura disimilarse, vagar el contorno, la espesura, vacilación y la especulación. Los adioses (1954) es una narración contada a la mejor manera de Henry James por un narrador exterior, donde el lenguaje de la ambigüedad o el punto de vista juegan un papel fundamental en la historia y el desarrollo del tema. La ficción de Los adioses es moderna, con técnicas actuales, convirtiendo a Onetti en un excelente escritor contemporáneo. Cuando se lee Los adioses, lo primero que como lectores nos preguntamos es: ¿cuál es el tema?, ¿de qué habla esta ficción? La narración es misteriosa, llena de dudas y se puede “creer” que, es una novela de amor, con trama policial, con la diferencia de que no existe un crimen ni inspector alguno que lo investigue. Hay un muerto y un sargento de policía que finalmente pasan desapercibidos. Lo definitivo del relato se centra en el almacenero-narrador quien inventa e imagina develar el enigma a través de dos cartas y se ve imposibilitado de contar la verdad. La historia se va volviendo un montón de conjeturas, rumores que sustituyen las circunstancias cotidianas de un hombre enfermo que se ha sacrificado. Pero, ¿cuál es el enigma?, ¿qué es lo que realmente ocurrió? Un hombre enfermo tiene una relación con dos mujeres, es la comidilla del pueblo. Chisme va chisme viene. Horror moral. ¿Por qué murió? Acaso porque su enfermedad no tenía cura. Fue por su imposibilidad de amar o es simplemente por la falta de voluntad para vivir. Estar no es más que subsistir y este hombre no desea persistir. Onetti en la novela Los adioses lo que trata de crear es lector partícipe. Un lector que imagine el tema. Un lector que conjeture sobre un hombre solitario, narciso, que ha elaborado un triángulo amoroso con dos mujeres. Hay un hijo, pero no se sabe bien si una de las mujeres es su esposa, la otra su hija-amante o simplemente recuerdos amorosos de un ayer glorioso y eufórico por un deporte como el baloncesto. El hombre salía en páginas de la revista El Gráfico, era famoso. En Los adioses siempre existirá un lector cómplice, que a la mejor manera del arte, se ve involucrado en la narración y cree distinguir lo que el almacenero le relata. El sentido artístico de Los adioses puede ser la representación de la vida cotidiana de un pueblo. Un hombre sin atributos, mórbido, donde la enfermedad es el punto de conexión principal y el elemento que sirve para reflexionar y profundizar la existencia. Todo lector deberá meterse en la historia, descifrar los gestos del hombre, las mujeres, el enfermero, la mucama, los mirones. Traducir, darle sentido a todo. Las dos cartas olvidadas por el almacenero. Merodear, deducir. El lector es el cómplice de la muerte y del incesto del hombre. Lo obsceno del relato está en que un hombre enfermo mantiene relaciones con dos mujeres, una es su hija, la otra tiene un niño y la gente del medio no soporta está situación. Los adioses describe la condición humana de la derrota y la agonía. El final trágico como despedida. Un hombre se encuentra en la cuerda floja entre la vida y la muerte. “Está desahuciado, aunque claro, nunca se lo dijeron”. Él no hace nada para curarse. El tratamiento al que se somete en la última etapa en el sanatorio es irrisorio. Cuando el hombre se da cuenta de todo ya es basura, desperdicio, tribulación. Una vida que se escapa y nada se puede hacer. La nada. La novela Los adioses es espectacular, porque plasma la vida cotidiana y la manera como se comporta psicológicamente un enfermo. No es un estudio de su carácter lo que le interesa a Onetti. No es la variedad psicológica de los personajes, sino el tema el que interesa. No son esos momentos rápidos del hombre donde se manifiesta la conciencia, su “yo” interior, su destino, la enfermedad. El tema, es el tema lo que interesa. Es la ruptura de las condiciones reales de existencia para crear una agonía. El hombre enfermo miente o se miente a sí mismo y con esto logra mantener la comunicación con el mundo exterior y las dos mujeres. La enfermedad no lo hace lúcido, produce incertidumbre y ambigüedad afectiva. El narrador testigo es el que interpreta su interior. El lector de Los adioses ve con asombro tres adioses. Un adiós a su mujer e hijo, otro adiós a la hija-amante y un tercer adiós definitivo a una vida de sufrimientos suprimida por medio de la muerte. La ambigüedad, el punto de vista del narrador, disimulan el desastre del hombre. La enfermedad falsea el secreto del amor. La perversión del incesto es la clave única del relato. Onetti ha logrado despistarnos y meter al lector en la historia como un personaje más. Ahora bien, un crítico como Emir Rodríguez Monegal ha insistido en que la novela es “una historia de amor y no de sexo... lo que une a los personajes en verdad esencial es el amor”. Luego de esta aseveración, sintetiza la historia así: “Un hombre llega a una ciudad de las sierras, donde hacen su cura los tuberculosos. Pasiva, pero firmemente, se niega a asimilarse a esa vida de sanatorio, de adelantada esperanza, que contamina toda la ciudad. Es taciturno, no acepta. Vive sólo para dos cartas (el sobre manuscrito, el dactilografiado en la máquina de dos tipos gastados) que llegan regularmente y que son la vía por la que continúa comunicado con el mundo exterior. Un día llega la mujer, autora de una serie de cartas... Otro día distinto, llega la de las cartas a máquina: es una muchacha fuerte, indestructible, viva: para ella, el hombre ha alquilado un chalet”. Con estas afirmaciones, del crítico uruguayo ya se tendría el tema y la historia pero no. No dice que la muchacha sea su hija, no señala el incesto. Da pistas de su fuerza, ella es indestructible y su potencia va a determinar la condición del hombre. Pero no creo que el tema sea mencionado por el crítico uruguayo de una manera determinante. El tema es el arte de merodear del escritor, su lenguaje de la simulación y el despiste. El tema es todo, no importa los efectos de superficie, ni la fuerza y vivacidad de la muchacha o los rodeos en la escritura fragmentada por Onetti. La duda es la pasión y la pasión la tarea del escritor. Toda novela con un tema bien definido es una obra misteriosa y sorprendentemente bella y su belleza sería el fondo. El tema se identifica por el rigor de la intriga, el poder fascinante de sus motivos, la capacidad de emoción y la solidez para entretener al lector. La novela Los adioses posee un antecedente fabuloso: Otra vuelta de tuerca, de Henry James. Éste vivió obsesionado con el tema al punto de afirmar que “el tema es todo, el tema es todo”. Otra vuelta de tuerca tiene la audacia de plantear el tema por medio de un narrador-exterior. Es la aya la que pervierte a los niños y los hace ver una historia fantasmal y que el mal esté en los niños. Henry James se plantea la técnica del punto de vista. ¿Qué ve el lector..? “Ella no se limita a ver los fantasmas que tal vez habiten en los niños, sino que es ella quien habla de ellos, atrayéndolos en el espacio indeciso de la narración, en ese más allá irreal donde todo se convierte en fantasma, todo se hace escurridizo, fugitivo, presente y ausente, símbolo del mal”. Henry James dice, además, que la historia deberá contarla con suficiente verosimilitud un espectador desde afuera. El narrador es un ser insólito. Un testigo excluido que se impone por la violencia y fantasea el relato. Lo inventa, lo descubre, le da fuerza. Nos revela sólo la ambigüedad. Lo cual puede decirse que el tema de las novelas Los adioses y Otra vuelta de tuerca son, simplemente, el arte del escritor. El modo de merodear siempre un secreto que, según el lector, podría ser revelado o escapa a toda revelación.

Bibliografía • ONETTI, Juan Carlos: Cinco novelas cortas, Monte Ávila Editores Latinoamericana. —. Los adioses, Editorial Norma. ** Antonio Arenas Berrío [email protected] Narrador y ensayista colombiano. Autor, entre otros, del libro Esa gente del barrio.

=== El tema del exilio en la obra de Mireya Robles Anna Diegel ======= “Siempre llevo mis raíces conmigo”, dijo Mireya Robles en una entrevista en la cual le pidieron que hablara de sus sentimientos hacia su país natal. Mireya salió de Cuba para los Estados Unidos en 1957, sola, a la edad de 23 años. En aquella época, todavía no había estallado la revolución cubana. Normalmente, el exilio se define como un destierro provocado por fuerzas fuera del control de un individuo. Pero Mireya Robles escogió dejar su país, no por presiones políticas (lo que probablemente hubiera sido el caso unos años después), sino por razones personales, pues se sentía encarcelada en un medio ambiente provincial y sofocante. Sin embargo, en su vida estadounidense, siempre consideró su dislocación de Cuba como un exilio. Al llegar a los Estados Unidos, Mireya Robles empezó a pintar y a escribir para expresar la desolación que sufría después de la separación de su país y su pasado. “Creo”, dijo en la entrevista citada arriba, “que el cubano nunca se desprende de su tierra, no importa dónde esté ni cuán amplia sea la separación temporal. Es una intimidad telúrica indestructible. Es el cordón umbilical conectado a nuestra tierra” (9. Alfonso, p. 35). Cuando, hace varios años, en un ensayo crítico, quise describir la novela de Mireya Robles, Hagiografía de Narcisa la bella, como “la historia de una familia pequeñoburguesa en la Cuba pre-revolucionaria, ella me corrigió vehementemente. Se trata, ella insistió, de la historia de una familia cubana en los años cuarenta. La revolución y la política, dijo, no tienen nada que ver con la emoción que la llevó a escribir esta historia. Además, esta nostalgia no es estrictamente geográfica o relacionada a una época definida. En su escritura, Mireya Robles, sí, procura reconstituir sus memorias de la topografía de Cuba y describir exactamente la vida cubana diaria de su infancia y de su juventud. Pero a medida que uno penetra en la obra de Mireya Robles, se percibe que aquí se trata de un sentido del exilio más complejo, de un deseo sin objeto preciso, compuesto de pesar y de ternura al mismo tiempo. Es un sentimiento estrechamente relacionado con el ansia de amor. Este sentido de alienación y de soledad nos recuerda la saudade lusitana. En la pintura y la literatura de Mireya Robles, esta nostalgia es la fuente viva de su inspiración creadora. Varias veces le pregunté a Mireya Robles, que adora viajar, por qué no había ido a Cuba para volver a ver los lugares donde había pasado su infancia y su juventud. “Temo”, ella dijo, “que si voy allá, pierda las imágenes de la Cuba de antes, que me acompañaron durante toda mi vida”. En Cuba, las experiencias personales de Mireya Robles no fueron siempre felices, y por esto dejó su país, voluntariamente, después de una desilusión sentimental. Su madre la siguió más tarde y Mireya Robles, finalmente, se estableció con éxito como profesora de universidad en los Estados Unidos. Sin embargo, la Cuba de los años treinta, cuarenta y cincuenta es el lugar donde Robles recibió su lengua y su forma de ver las cosas, y por esto ella siempre regresa a sus raíces en su escritura. Un exiliado europeo puede volver físicamente a su país y sumergirse de nuevo en los recuerdos de su juventud. Pero en Cuba, como en todos los países que sufrieron trastornos violentos, las transformaciones que ocurrieron son tan drásticas que ahora es difícil reconocer las huellas de la civilización anterior. Al principio, Mireya Robles expresó aquella nostalgia por su pasado en la pintura, en la poesía y en la narración corta. Siempre había escrito poemas, pero después de su llegada a los Estados Unidos, empezó a pintar “febrilmente, desesperadamente, a veces por noches enteras, impulsada por una obsesión de salvar algo...”, como escribió más tarde (1. Robles, p. 146). Su desolación estaba relacionada a su reciente fracaso sentimental, pero también sentía la pérdida de un modo de vida familiar, desaparecido para siempre. Los dos temas se confunden en las pinturas. Algunas muestran caras tristes o cuerpos de mujeres acurrucados en forma de feto, otras representan paisajes urbanos, de calles desiertas. A veces, el vacío que siente Mireya Robles se manifiesta en visiones como la del cuadro “Cavernas” (5. Robles, p. 25), donde estalagmitas y estalactitas se estiran unas en dirección de las otras, sin atingirse, y transmiten un sentido de ruptura entre dos mundos. A través de su vida, Mireya Robles publicó varias colecciones de poemas, y su poesía también refleja el dolor de la separación y de la pérdida del pasado. En uno de estos poemas, por ejemplo, la voz poética se describe como “desarraigada / ciudadana trashumante / de la piel del mundo” (6. Robles, p. 15). En otro poema, Robles alude a su infancia, en la que tenía una premonición de su condición dolorosa de exiliada: “Pidámosle silencio al miedo / Que no suene en el cordón de mis zapatos / cuando digo: niña, corre, el abecedario a cuestas / y en el plano inclinado se descarna tu muerte / en el dos tan frágil de la tarde / Jugabas a llorar tempranamente...” (7. Robles). Varios cuentos de Mireya Robles, también escritos después de su salida de Cuba, expresan la misma idea de exilio y de alienación, tal como “Frigorífico del Este” (8. Robles), en el que la protagonista se encuentra en un mundo desconocido y deshumanizado, donde los personajes parecen autómatas. Mireya Robles es conocida en el mundo literario hispánico principalmente como novelista. Una mujer y otras cuatro, la primera novela que escribió en los Estados Unidos, aunque no se publicó hasta 2004, es una busca del tiempo perdido. La primera parte de la novela describe la vida de una mujer, un alter ego de la autora, desde su infancia hasta su salida de Cuba. El epígrafe del libro cita el pensamiento de otra escritora cubana, Maya Islas: “Las memorias nos definen. Este fluir de la vida que tuvimos y que ya no está como presencia, es lo que nos valida”. La narradora de Una mujer y otras cuatro cuenta su infancia con la voz de una niña que descubre el pequeño mundo de su aldea, Caimanera. Habla de su fascinación por unos vecinos chinos cuya lengua se apasiona en aprender, y el lector ríe de su interpretación ingenua de los chismes de la gente sobre los escándalos locales. Robles describe en detalle y con ternura, personajes, calles, casas y muebles, y habla sabrosamente de la comida y de la cocina de su país. Ya durante la infancia se manifiesta el sentimiento de destierro. La protagonista sufre el dolor del exilio cuando debe separarse de su madre para ir a estudiar en un colegio de Guantánamo, la ciudad vecina. Años más tarde, mujer ahora, ella decide mudarse para los Estados Unidos, y experimenta este dolor otra vez: en el avión que la lleva a Miami, tiene una visión que es una casi alucinación, en la que revive la muerte de su adorada abuela. En la segunda novela de Mireya Robles, Hagiografía de Narcisa la bella, el tema de la soledad y de la alienación se intensifica. Esta novela trata de una niña explotada por su familia. La protagonista, Narcisa, tiene ansia de un mundo más amplio y bello que en el que vive, a pesar de los esfuerzos que hace para adaptarse y para ser amada por su familia insensible y de miradas estrechas. Al final de la novela, el ansia de aceptación y de amor de Narcisa da lugar a una simbólica escena de canibalismo, en la que su familia la devora. Aquí también abundan los pormenores sobre la vida diaria en Cuba. Esta vez se trata de Baracoa y, al final del libro, el lector tiene la impresión de conocer esta ciudad. Se describen exactamente las calles que recorre Narcisa, la heroína, para ir a la escuela, se retratan las casas, la gente que la niña encuentra, se cuentan las ceremonias de la iglesia católica y las fiestas de bautizo o de aniversario. A veces, los relatos adquieren un tono dulcemente irónico, como en la escena en la cual el hijo de la familia se ríe sotto voce de la hipocresía del cura que lo confiesa. En una de las descripciones, Mireya Robles dedica casi una página entera a la enumeración de los regalos recibidos por la niña Narcisa el día de su cumpleaños, regalos que incluyen objetos de aquella época y ahora ya desusados, como peines de plástico decorados con la figura de Betty Boop. En otro pasaje, Mireya Robles describe meticulosamente la arquitectura de un filtro de tela colgado de un soporte de madera, con el cual su abuela colaba el café. En la escritura de Mireya Robles, estos pormenores son una forma de recuperar un pasado perdido y de fijarlo. Además, fuera de la minuciosa descripción de la vida diaria, en Hagiografía de Narcisa la bella, Mireya Robles usa la técnica del realismo mágico, con la que la novelista ultrapasa las fronteras del mundo tangible. Narcisa tiene la capacidad de clarividencia, que le permite penetrar en la mente de otras personas. También tiene el poder de influir la materia por el pensamiento: en un pasaje de la novela, construye “chimeneas” mágicas para escapar de su triste realidad diaria. Finalmente, Narcisa puede volar o transportarse mentalmente a otros lugares, lo que nos da una perspectiva más amplia de la geografía cubana, cuando ella sobrevuela varias regiones de la isla. Más que todo, las salidas de Narcisa a un mundo extra-sensorial simbolizan su ansia de ideal y su nostalgia de una vida más libre y más llena de amor. En la novela La muerte definitiva de Pedro el Largo, “la novela más inmediata a mí”, según una entrevista hecha a la escritora en 1991 (10. Soto, p. 19), el personaje principal también tiene el don de la magia. Esta novela es la última que escribió Robles (y la segunda que se publicó). En toda la literatura de Mireya Robles, es la obra que más intensamente traduce el sentimiento de alienación y de nostalgia de un ideal inalcanzable. Por un lado, la novela contiene una crónica de la vida cubana diaria: un aspecto interesante de esta obra es la forma en la que la escritora transcribe y hace revivir la lengua del pueblo, con la ternura irónica que caracteriza sus recuerdos de Cuba. Aquí también abundan los pormenores realistas. Pero más que todo, La muerte definitiva de Pedro el Largo es la crónica de un exilio interior. Pedro el Largo, un viejo que es “una parodia del chamán, un loco visitado por la sabiduría, un sabio en estado constante de locura”, según lo describe Mireya Robles (10. Soto, p. 18), está en busca de la “muerte definitiva” que lo liberará de su doloroso sentimiento de alienación, una alienación simbolizada por una serie de reencarnaciones, en las que se ve proyectado de un papel para otro, papeles masculinos y femeninos, de varias épocas y geografías. Pedro, en muchas de sus reencarnaciones, está en busca dolorosa de un amor absoluto. Al mismo tiempo, lo absurdo de la vida errante de Pedro el Largo tiene cierto elemento cómico, pues los varios personajes que encarna son incongruos e insólitos. Pedro nace ya viejo, de un retrato de Van Gogh (que Mireya Robles identificará más tarde como el dibujo Treuende oude man [Viejo afligido] de 1882, ahora en el Stedelijk Museum en Ámsterdam), y se va al río Guaso, que pasa por Guantánamo, donde se desdobla en una docena de personajes, desde personas humildes del pueblo cubano de los años cuarenta hasta un emperador de la China antigua. Todos estos personajes, algunos dulcemente irónicos, otros risibles o francamente grotescos, tienen en común un sentido de alienación y de separación de los demás humanos. La obra de Mireya Robles nos muestra que su sentido de exilio no es una simple nostalgia del lar natal, aunque los colores de Cuba componen la tela de fondo de su obra. Más bien, se trata de una emoción compleja e inmanente en la persona, causada por el paso del tiempo y por la memoria de un pasado irrecuperable. Se parece a las “saudades” lusitanas, donde el elemento principal es un ansia por un ideal de amor irrealizable en la vida adulta, y que se sitúa en los recuerdos de la infancia. En la obra de Mireya Robles, estos recuerdos suscitan una tristeza que es, al mismo tiempo, ternura. El sentimiento de destierro de Robles no es un pesimismo depresivo de poeta maldita. En su obra alternan los momentos de melancolía y de alegría, la cual se expresa en forma de un humor suave, particularmente en Hagiografía de Narcisa la bella y en La muerte definitiva de Pedro el Largo. En la vida como en la obra de Mireya Robles también, a veces, el desgarramiento del exilio y la alegría soñada de la infancia llegan a juntarse. En la última parte de su carrera de profesora, Mireya Robles se mudó a Durban, en Sudáfrica, donde enseñó por diez años. La estancia de Mireya Robles en Durban fue una época positiva para ella, tal vez porque esa ciudad subtropical le recordó a Cuba, y porque encontró allá mucho calor humano. Durban aparece en un pasaje de La muerte definitiva de Pedro el Largo. Pedro, con un escuadrón de amigos cubanos, emprende un vuelo astral que lo lleva a aterrizar en Durban, una ciudad en la que “admiraron todo y se regocijaron a cada paso” (4. Robles, pp. 110-111). Mireya Robles habla explícitamente de sus sentimientos en una entrevista de 1991, antes de su regreso definitivo a los Estados Unidos, donde tuvo que regresar para ocuparse de su madre: “Sudáfrica es un hermoso país que amo. Llegué a Johannesburgo el día 13 de julio de 1985. Al día siguiente, en el avión de South African Airways que me llevaba a Durban, oí La Guantanamera. Sentí que me daban la bienvenida. Sentí que una puerta se abría para mí. Una puerta a un mundo en que muchos mundos convergían en uno solo” (10. Soto, p. 19).

Referencias bibliográficas 1. ROBLES, Mireya (2004). Una mujer y otras cuatro. San Juan, Puerto Rico: Editorial Plaza Mayor, Inc. 2. — (1985). Hagiografía de Narcisa la bella. Hanover, N.H.: Ediciones del Norte. 3. — (2002). Hagiografía de Narcisa la bella. La Habana: Editorial Letras Cubanas. 4. — (1998). La muerte definitiva de Pedro el Largo. México: Lectorum, S.A. Varios pasajes de las novelas de Mireya Robles se pueden leer en su sitio web, www.mireyarobles.com. 5. — (2006). Las pinturas de Mireya Robles, editado por Anna Diegel y Olaf Diegel. Auckland: K&L Publishing. Se pueden ver estas pinturas en el sitio web de Mireya Robles. 6. — (1973). Tiempo artesano, poemas. Barcelona: Editorial Campos (véase el sitio web). 7. — (1999). “Pidámosle silencio al miedo”, en Baquiana, revista electrónica (www.baquiana.com), Año 1, Nº 3 / 4, sección “Poetas cubanas” (o véanse en el sitio web de Mireya Robles los poemas de “Solitarios del silencio”). 8. — (1973). “Frigorífico del este”, inédito. Se puede leer este cuento en el sitio web de Mireya Robles. 9. ALFONSO, Vitalina (2002). Ellas hablan de la isla. Ediciones Unión, La Habana. 10. SOTO, Francisco (1991). “Mireya Robles: una cubana en Sudáfrica”. Princeton, N.J: Linden Lane Magazine, Vol. X, Nº 4. Las citas de los textos de Mireya Robles están traducidas por Anna Diegel. ** Anna Diegel [email protected] Crítica, políglota y traductora suiza (Nyon, 1939). Reside en Durban, Sudáfrica. Ha publicado traducciones técnicas y la traducción inglesa de la novela de Mireya Robles, Hagiografía de Narcisa la bella (Hagiography of Narcisa the Beautiful), Readers International, Londres, 1996. Ha publicado, además, ensayos críticos sobre escritores hispanos. Realiza trabajos en literatura comparada. Ha enseñado alemán y español.

=== Emily Dickinson, 1830-1886 Leopoldo de Quevedo y Monroy ========== Desde que oí hablar de ella, sentí que era una mujer merecedora de una mirada larga. Oculta bajo la niebla del pueblo gris —Amherst, E.U., donde nació, vivió y murió—, nos dejó sin testamento ni aspaviento alguno, dos mil y más poemas debajo de su cama. Dejó su alma escrita con amores no cumplidos, con la vista puesta en el jardín y en lontananza en busca de la imagen del amado. Sólo su hermana Lavinia —Vinnie— y su cuñada Susan, de quien ya en sus días hicieron correr malsanerías, fueron las oportunas confidentes que guardaron sus ternuras hasta su muerte. Sus biografías serán necesariamente parcas porque la talla de su vida es su poesía, como ella lo escribiera —sin rubor— a propósito de su estatura. Fabricó para sí el modelo propio de su existencia en el escondrijo de su Casa e invitó allí como únicos huéspedes a Naturaleza y Eternidad. ¿Para qué viajar para conocer el mar, ni los pájaros exóticos? Los corredores de la Mente fueron suficientes para efectuar los viajes por el etéreo mundo del Extranjero. Para su contentillo bastó con pararse en frente de la ventana a contemplar el Paisaje: sobre la montaña está el mar, los pájaros y el cielo y en su jardín las flores. Quien quiera conocer su alma, vida y sentimientos no deberá indagar en mediadores sino leer sus versos en los que vierte sus sencilleces. La religión, la educación y un padre de hierro la mantuvieron amarrada o a la mansión de la familia o al Seminario para señoritas en Mount Holyoke, en donde aprendió, a la par de los hombres de su tiempo, botánica, astronomía, geología, matemáticas, griego y latín, alemán y otros idiomas. Leyó la Eneida de Virgilio en su idioma original. No fue una esclava, ni de ella se podrá decir que sufrió con lágrimas la humillación por su condición de fémina. Viajó a Boston, Springfield, Filadelfia y Washington (1). Sólo a sí misma —si alguien preguntara— se debió su eterno encerramiento a partir de sus 30 años. En casa todo lo tenía. Papel para escribir, pies para correr tras de su hombre, corazón para amar y manos para dibujar su suerte. De nada nunca se quejó. Sólo dejó su poesía para llorar con versos un amor que, callado, el pastor Wasdworth guardó entre los almidonados puños de su camisa blanca. Sobre el amor —o los amores— de su corazón alguien pregunta. ¿Le hizo falta estar casada, tener hijos, ser amada? ¿Fue por ello una amargada? En sus versos y en sus cartas se transparenta el amor, no se derrama una gota de hiel ni de tristeza. No le sobraron palabras para cantarle a la desventura. Todo su haber lo gastó en saborear los manjares que la Naturaleza le servía en la mesa de los Días. ¿Tuvo amigos? —Las colinas, señor, y el atardecer, y un perro tan grande como yo, que mi padre me compró. Ellos son mejores que los hombres, ya que saben, pero no hablan, y el ruido del estanque en la noche aventaja mi piano (2). La abeja con su aguijón guardado y la miel bajo su brazo, el petirrojo rápido que vuela tras su amada, la tarde con veste púrpura que se esconde en la noche, eran sus acompañantes diarios. Vivía con intensidad las cosas cotidianas. Amaba el rumor del arroyo en sus horas de recogimiento. La podríamos ver recostada sobre la almohada con su oreja atenta y la sonrisa en la cara llamando con su carmín al sueño. “Mi vida ha sido demasiado sencilla y austera como para molestar a nadie”, dijo de sí. Desde que enfermó en el Seminario y abandonó los estudios superiores, las gentes de Amherst la veían “con un vestido marrón, una capa más oscura y una sombrilla del mismo color” visitar tiendas, exposiciones y funciones benéficas como cualquier mujer de su rango. Poco a poco fue retirándose de la vida social, como era la usanza en Nueva Inglaterra (3). En 1862, cuando resolvió vestirse de riguroso color blanco, entró en una etapa de reclusión y alejamiento voluntario del trato con personas, aun las más cercanas. Sin embargo, su aislamiento no se debió a despechos amorosos, sino compelida por su afán de dedicarse a la creación poética (4). En sus últimos 15 años de vida, apenas si se dejaba ver en el jardín y en voz baja pronunciaba alguna interjección. “Trabajo en mi prisión y soy huésped de mí misma”, le respondió al médico por no haber ido a consulta. Hacia 1864 perdió casi por completo la vista. En vida sólo permitió que le publicaran tres poemas. Su hermana, a escondidas, le hizo publicar algunos pocos más. Luego de su muerte encontró en su habitación 40 grupos de poemas. Si alguna influencia tienen sus versos en las obras que leyó, se podrían mencionar un himnario religioso de la biblioteca de su padre, la Biblia, a Shakespeare de quien leyó su obra completa, a Keats, su poeta preferido, a Tennyson, Browning y George Sand. Algunos la encuentran comparable con la fuerza del inglés Blake. Su obra extensa y profunda, musical, regida por estudiado rigor y con lenguaje al alcance de cualquier pájaro en la palma de la mano, no ha sido valorada del todo hoy en día. Heredó la medida de los pies griegos y latinos, imprimió un tono musical que en el siglo siguiente los poetas seguirían, pero hay una sencillez, una irregularidad y un misterio que guardan los cuartetos, que jamás nadie podría intentar imitar. Es su sello, el espíritu volátil de mujer y la sensibilidad del agua que recibía del rocío de la mañana, lo que se transparenta en cada uno de sus versos. Si intentáramos hallar un tema relevante en su obra, tal vez nos podríamos equivocar porque su ser hecho de inmortalidad sólo contenía un libro: la Naturaleza y su corazón. Muerte, tiempo e inmortalidad, propone Leticia Pérez Gutiérrez (5), sin embargo, Emily misma lo dice: “Es todo lo que hoy tengo / para traer. Esto y mi corazón. / Esto y mi corazón, todos los campos / y las vastas praderas. / Lleva la cuenta: si me olvidara / alguien podría hacer la suma. / Esto y mi corazón y las abejas / que habitan el trébol (6). Miss Emily fue un ser humano, no un mero cascarón de huevo, hueco y humilde. Era consciente de su valor y de su peso. Más que el ojo moribundo que busca con ansia por la alcoba el objeto que le dé sosiego, ella colgó el oído fuera de su castillo y percibió en su espíritu el único Sonido (7). El 15 de mayo de 1886 una ráfaga de alas se llevó del jardín de la casa de su aldea a esta mujer indescifrable. En su último suspiro, tal vez, encontró el beso del amor que cerrara su boca y diera descanso a sus labios murmurantes. Hubiera querido repetir la frase: “El amor no tiene para mí más que una fecha: 1º de abril, ayer, hoy y siempre”. Se fue con su independencia femenina intacta, sin amargura. Se fue sola y sin el equipaje de la compasión que suele acompañar a los mediocres. Se fue consciente de que la soledad en su vida fue la escondida flor que escogió para cuidar en su jardín. Citas entrecomilladas tomadas de Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Portada)

Morir no duele mucho Morir no duele mucho: nos duele más la vida. Pero el morir es cosa diferente, tras la puerta escondida: La costumbre del sur, cuando los pájaros antes que el hielo venga, van a un clima mejor. Nosotros somos pájaros que se quedan: Los temblorosos junto al umbral campesino, que la migaja buscan, brindada avaramente, hasta que ya la nieve piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas.

En mi flor me he escondido... En mi flor me he escondido para que, si en el pecho me llevases, sin sospecharlo tú también allí estuvieras... Y sabrán lo demás sólo los ángeles. En mi flor me he escondido para que, al deslizarme de tu vaso, tú, sin saberlo, sientas casi la soledad que te he dejado.

La sortija En mi dedo tenía una sortija. La brisa entre los árboles erraba. El día estaba azul, cálido y bello. Y me dormí sobre la yerba fina. Al despertar miré sobresaltada mi mano pura entre la tarde clara. La sortija entre mi dedo ya no estaba. Cuanto poseo ahora en este mundo es un recuerdo de color dorado. Versión de Eduardo Carranza

Soy nadie. ¿Tú quién eres? ¿eres tú también nadie? Ya somos dos entonces. No lo digas: lo contarían, sabes — Qué tristeza ser alguien, qué público: como una rana decir el propio nombre junio entero para una charca admiradora.

A salvo en sus cámaras de alabastro A salvo en sus cámaras de alabastro — insensibles al amanecer y al mediodía— duermen los mansos miembros de la Resurrección — viga de raso, y Techo de piedra. Final 1. La luz se ríe de la brisa en su Castillo sobre ellos — murmura la Abeja en un oído imperturbable, trinan los dulces Pájaros en cadencia ignorada— Ah, ¡cuánta sagacidad aquí perecida! Final 2. Solemnes pasan los Años, Crecientes, sobre ellos los Mundos recogen sus Arcos — y los Firmamentos— reman — Se arrojan Diademas y se rinden los Dogos— tácitos como puntos —sobre un Disco de nieve. Versión de Miguel Artime

Ensueño Para fugarnos de la tierra un libro es el mejor bajel; y se viaja mejor en el poema que en el más brioso y rápido corcel. Aun el más pobre puede hacerlo, nada por ello ha de pagar: el alma en el transporte de su sueño se nutre sólo de silencio y paz. Versión de Carlos López Narváez

Notas 1. A propósito de Whitman, Dickinson, Williams y su obra. Bogotá: Norma, Colección Cara y Cruz. 1991. Pág 85. 2. Ib. Pág. 73. 3. Ib. Pág. 87. 4. Ib. Pág. 91. 5. Ib. Pág. 71. 6. Ib. Pág. 71. 7. Ib. Poema 733, pág. 85. ** Leopoldo de Quevedo y Monroy [email protected] Escritor colombiano. Abogado egresado de la Universidad Libre (http://www.unilibre.edu.co) y magíster en Docencia Universitaria por la Universidad del Valle (http://www.univalle.edu.co). Ha publicado Confesiones de un cura casado (Corredor, 1999), El anteproyecto y el proyecto de investigación, los poemarios Versos sacros y profanos (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2005) y Cotidianidad en Re-verso (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2006) y diversos materiales en el diario El Tiempo (Cali) y la revista Plenilunio. Ha participado en eventos literarios como la “Hora de la Poesía” en la Feria del Libro en Bogotá (2005), el V Festival Internacional de Poesía en Cali, la XI Feria del Libro Pacífico y otros.

=== Cuando el campanario de la iglesia era la torre más alta del pueblo, == === de Reinaldo “Chino” Romero ============================================ === Memoria y elegía Manuel Cabesa =================================== I Hay siempre en la poesía del “Chino” Romero, un tono eminentemente evocativo. En su primer libro Piel de chicharra (2005), ya se encuentra: Poco a poco voy revisando todas las habitaciones de mi vida sin dejar nada intacto sin desempolvar. Pero no se trata de una evocación precisamente feliz o celebratoria; es más bien una reflexión vital, un ajuste de cuentas con las imágenes del pasado que persisten en presentarse en los sueños o en las pesadillas. Nuevamente el poeta inclina su mirada hacia atrás, hacia el camino desandado y nos entrega Cuando el campanario de la iglesia era la torre más alta del pueblo (Premio de Poesía Semana de la Juventud 2007). Ya el enunciado del título, por lo demás extenso, nos habla de una pérdida, de un espacio visualizado sólo a través de la memoria. Una primera lectura nos da la sensación de que se trata de un lamento por la pérdida de la infancia, de la inocencia dejada atrás en las polvorientas calles de la aldea natal, contraponiéndola a un presente infame vivido en cualquier urbe postmodernista, llena de ruidos y soledades. Sin embargo, aunque a primera vista de eso se trata, en este poemario hay algo más que el simple antagonismo campo-ciudad. ¿Cómo describir la experiencia que estos poemas representan? Podemos empezar por decir que el autor realiza un viaje al interior de su conciencia, que más que buscar el detalle impresionista del paraíso perdido, el “Chino” Romero busca realmente el ánima desaparecida en el boscaje de la rutina diaria. Por eso regresa a la aldea, pero este regreso —regreso más introspectivo de lo que parece— lejos de devolverle el bienestar del edén recuperado, no hace sino agobiarlo: No busques sobre el asfalto lo que no hay aquellos tiempos se han ido ahora las oraciones pueden ser ante cualquier taquilla da lo mismo nuestros corazones están guardados en cajas fuertes y el anuncio del frente te garantiza la salvación eterna.

II Quisiera hacer la observación de que el “campanario de la iglesia” al que hace reseña el título, no es sólo un referente arquitectónico, para anunciarnos como dice en el texto homónimo que: Ya el campanario de la iglesia no es la torre más alta del pueblo ahora sobresalen torres pretenciosas de otros intereses. Tanto la iglesia como su campanario son también el símbolo de una redención. Hay algo evidentemente religioso en estos poemas, la búsqueda de una arcadia precedida por un Dios ausente, sordo ante los reclamos de paz espiritual que demandan estos versos. Y ante el vacío que ofrece la divinidad, el poeta se erige como el último Dios posible, pecador y redentor, humilde y supremo a un mismo tiempo. Así lo expresa en uno de los poemas más desgarradores del conjunto: Soy el hijo de José olvidado en el tiempo que en una noche de la historia quedó entre bastidores. Soy el hermano dejado a un lado por conveniencias heredero de la nada la indiferencia y el silencio. A lo largo del texto, el hablante se va presentando como el hijo perdido de todo un linaje que incluye a Job, Abraham, Moisés, el Bautista, tres Apóstoles, entre varios otros incluidos, el Padre y el Espíritu Santo, hasta llegar a confesarnos: Soy el hijo invisible del cura de una parroquia escondido tras la apariencia y el silencio cómplice de todos.

III No podía Romero asumir otro tono para el desarrollo de sus textos que el de la elegía, pues no es sino de esta manera que una vivencia tan profunda tendría arraigo en el poema. Cuando el campanario de la iglesia era la torre más alta del pueblo mantiene vigente una de las tradiciones más acendradas de la poesía venezolana: la del canto de largo aliento en memoria de un pasado irrecuperable. Como Vicente Gerbasi, como Ramón Palomares, como “Pepe” Barroeta, Reinaldo Romero nos entrega en su poesía el magro sabor de las imágenes perdidas y la honda tristeza de la memoria inmediata. ** Manuel Cabesa [email protected] Narrador, poeta y ensayista venezolano (Caracas, 1960). Perteneció al Taller de Poesía del Celarg y ha colaborado con las principales páginas literarias de la región y del país. Ha publicado el poemario Vida en común (1985), la antología El acto y el lugar de la poesía. Una antología de arte poética venezolana (Maracay, 2002) y el libro de cuentos Falsificciones (Villa de Cura, 2004). Reside en Maracay, Aragua.

=== David Martínez y su pervivencia en la poesía argentina de hoy ========= === Oscar Portela ========================================================= David Martínez nace en Caá Catí —cuna de poetas— y se suma a los grandes de la poesía lírica del cincuenta en Argentina. Vivió en Buenos Aires donde dedicó sus últimos años a seguir publicando y realizando comentarios críticos para el diario La Nación. Algunos de sus libros y poemas traducidos a otras lenguas y elogiados por voces como la de Juan Liscano son Resplandor del olvido, Penúltima estación, La tierra que fue mía, entre títulos de este poeta correntino cuya frágil melancolía y cuyos acentos elegíacos establecen parámetros de inaudita ternura hacia el pasado en el cual se declaraba “coenterrado” (enterrado junto a la memoria de sus muertos) lo que constituye en nuestros opacos días de minimalismo y experimentalismos toscos un rico venero para el aprendizaje de cómo se debe leer y escribir poesía hoy. Un verso límpido y frágil hace de esta lírica tan rica en la Argentina de los cincuenta, una muestra de lo que significó para las generaciones de hoy el claxon universal de una poiesis que en la década del cincuenta invadía con lúgubres lamentos la gran tradición de la poesía occidental. Podemos admitir con Abel Posse que existieron tentativas refundacionales en titanes de la poesía moderna, pero desde el mismo Hölderlin a nuestros días sólo el Zaratustra para nosotros y no Hojas de hierba, constituye ese ejemplo de lo que nosotros preferimos llamar lenguaje fundacional. Sólo en este libro se dice adiós a los dioses huidos y se espera otras constelaciones epocales, y otras galaxias, que digan adiós a un mundo que jamás podía ser restaurado. Mastronardi, Banchs y sus formidables intentos de combinar lo neoclásico con lo romántico (éste se suicida poéticamente con “La urna”), Sola González, Juan Laurentino Ortiz y muchos otros, como más tarde lo haría Horacio Armani, sienten cómo el ominoso eclipse del día adviene y cómo lo “humano” cede débilmente a las potencias de lo subhumano, enterrado ya todo intento titánico y prometeico de fundar nuevas estaciones. Las sombras de Rilke, y sobre todo de Milosz (“con un triste encanto, / en un país de infancia recuperada / entre lágrimas... / Sin embargo, el día llueve sobre el vacío absoluto”) sobrevuelan la poesía argentina más genuina del momento axial en el cual George renuncia a los mitos griegos y Hofmannsthal se despide joven aún de la poesía, bajo la influencia de Calderón, dando forma definitiva al teatro de cámara (kamerspiel), pues que el hombre es sólo una sombra, tal afirmara Píndaro, sólo hecho de “la madera de los sueños”. Y los poetas argentinos viven el temprano suicidio de Trakl y luego la fugaz sombra ominosa del paso de Celan por la tierra, como una muestra más de aquello a lo que no se puede tornar. Sólo se puede ya volver a lo que Madariaga llamara “países natales” y en sus últimos años también renunciar a éstos: (“ya no tengo países natales / sólo tengo isletas voladas por el agua”, escribiría en lo que parece casi un sollozo). En ese intento desesperado de tornar coinciden, y sólo en eso, Madariaga y Martínez. Madariaga es hijo de Rimbaud, hijo extramatrimonial, porque nunca necesitó del “razonado desorden de todos los sentidos”, dado que un auténtico chamán no necesita de la “razón” para entrar en trance y ser “Peón del Universo”. Como escribe en forma clarividente Abel Posse del inmenso Juan Rulfo (luego de escrito el texto se había olvidado de lo escrito): hasta aquí el paralelo entre estos dos correntinos, uno hermano de Aimée Cesaire, y el otro de P.B. Shelley. Madariaga es un pagano temeroso, y más bien se diría, como americano absoluto, el hombre primitivo que hace del panteísmo la religión primordial desde Heráclito a Schelling, mientras Martínez lleva en su corazón la apetencia de lo absoluto al modo de León Bloy. Uno es un poeta poblano. Otro un poeta de los arrabales de sus “bárbaras” donde encuentra los míticos animales de la cosmogonía griega, trasmutados nómadas de una cultura heteróclita. Madariaga pertenece al mundo de las utopías bretonianas introducidas por Pellegrini en los sesenta, cuando la admiración por Trotsky era común en los intelectuales que seguían haciéndose eco de Engels, traducido por Bretón: “cambiar el mundo, cambiar la vida”. Las decepciones y las letanías que tocaban las campanas en Loffotten y hoy cobran vida nuevamente cuando parecían haber desaparecido del horizonte de la poesía argentina y el mundo. Pero poco tiempo después la escuela surrealista se divide mientras aquellos insignes poetas del cincuenta, silenciados pero activos, nada esperan. Si la “torna” es imposible y la historia ha sido confutada y víctima de fabulaciones propias de las teleologías prometeicas y los salvacionismos mesiánicos, a la poesía no se le debe exigir sino la posibilidad de una imposible escucha, de una vigilante audición, porque también esta es la misión de los muertos, como escribiera Raúl González Tuñón, rilkeanamente —ya perdido boedo: ...“esa actividad silenciosa y secreta”, como el acompañamiento que necesitan los mortales de las sombras que llevamos con nosotros también sombras. Pero no más. Escuchemos esta plegaria: “He ido lejos con el cansancio de mi cuerpo. Hoy podría ser el día de mi primer llanto. (Nunca sabré cómo fue el día de mi primer llanto, como no sabré del primer día de mi ausencia)”. Me atrevería a decir que sólo Sola González toca el órgano y los bronces de un campanario como lo hizo nuestro hoy olvidado David Martínez. Y ese despreciado y bucólico sentido de la naturaleza no exaltada sino amada, activamente contemplada y vivida, por aquello de que el pasado se nos adelanta siempre. Por eso vive Corrientes. No el Corrientes del folk, ni de la chatarra, sino esa otra casi invisible y sólo entrevista en los sueños fundacionales de sus héroes y de sus mártires. Y nuestros olvidados poetas son nada más ni nada menos que la memoria de un pueblo desde que la historia encontró en el lenguaje la manera de que el mortal pudiera oír uno de otro. Y luego el canto. Sólo el canto.

Canción del pequeño olvido Cierro mi olvido sobre una luna gris, en un pueblo sin nombre, donde mi voz se apaga para no encontrarla. Sólo viven mi espera y una calle sin nadie. No estoy más. He ido lejos con el cansancio de mi cuerpo. Hoy podría ser el día de mi primer llanto. (Nunca sabré cómo fue el día de mi primer llanto, como no sabré del primer día de mi ausencia). El tiempo se ha detenido en mí. Puede disolverme la lluvia, amenazarme un relámpago próximo a caer sobre mi sien. ¿Adónde he ido? ¿Por qué me tiran palomas de las venas y me cubren herrumbres y raíces que echan un agua extraña? Lo más exacto es que esté enterrado con un manoverandá de pájaros con treinta y dos años en la voz y una fotografía caída del recuerdo. Canta, Yeruti: Él se perdió a orillas de un pueblito lejano. Guardadle sobre unos cabellos mustios. Si queréis, entre dos guitarras sin cuerda.

El cercado de brillo Azul de tardes, fuegos, de invocaciones conmigo vienen, vuelven, en bogar de canoas por estos lagunares. ¡Riacho Rincón! Desnudo junto totoras, juncos... Sientan mi mano en paz que mece el agua, peina brillos.... Y Dios mira, la virgen canta ¡en Caá-Catí! ** Oscar Portela [email protected] Escritor argentino. Ha publicado los poemarios Senderos en el bosque (Torres Agüero Editor), Los nuevos asilos (Botella al Mar, Buenos Aires), Recepciones diurnas, celebraciones nocturnas (Editorial Crisol, Corrientes), Auto de fe (Municipalidad de Corrientes), Había una vez (Botella Al Mar), Memorial de Corrientes (Editorial Tiempo, Corrientes), Golpe de gracia (Editorial Marymar, Buenos Aires), Selección poética (edición bilingüe, Ediciones del Correo Latino, Buenos Aires), La memoria de Láquesis y Fresas salvajes (1ª ed., Ediciones de la Universidad Nacional del Nordeste, UNNE; 2ª ed., Dunken, Buenos Aires) y El maldito asombroso (Editorial Tiempo), así como el ensayo Nietzsche, sonámbulo del día (Editorial Tiempo). Obtuvo el Primer Premio Nacional Carlos Gordiolla Niella con su poemario Estuario, publicado por la Comisión del Cuarto Centenario de Corrientes.

=== Currículo educativo: adoctrinamiento y lavado de cerebro ============== === Rafael Rattia ========================================================= (Nota del editor: el Ministerio de Educación de Venezuela [http://www.me.gob.ve] ha propuesto un nuevo currículo educativo que está disponible para su descarga y discusión en http://www.me.gob.ve/media/contenidos/2007/d_905_67.pdf [PDF, 390 Kb], y sobre el cual se puede enviar opiniones a la dirección electrónica [email protected]. Hoy publicamos en la Tierra de Letras una reflexión del escritor venezolano Rafael Rattia sobre este tema). Lo sensato, lo ético y responsable; en una palabra, lo racional es leer la propuesta gubernamental que la revolución socialista-bolivariana somete a la discusión para su aprobación. Luego de leer y analizar minuciosamente el modelo curricular recientemente prorrogado por el Presidente de la República en cadena nacional de radio y televisión, evidentemente por razones electorales, no cabe duda que el substrato teórico que funge como fundamento filosófico o piso epistemológico a dicha “propuesta curricular” está basado en una indigesta cruza de ideología anacrónica como lo es el marxismo decimonónico de corte ortodoxo y autoritario que rinde culto y pleitesía (adoración idolátrica, aprobación acrítica) al Estado docente. Tómese la molestia y lea con la debida atención lo que subyace como substrato ideológico en la nada ingenua idea de “la formación del nuevo republicano”. Esto último no quiere decir otra cosa que la educación es el dispositivo psíquico y mental (cerebralización pseudoespiritualizante) para vaciar la caja craneana de los niños, niñas y adolescentes de sus contenidos democráticos. La premisa filosófica y política del nuevo ideal nacional bolivariano parte de un hecho incontestable: donde haya pluralismo de ideas implántese sectarismo ideológico. Donde haya diversidad de criterios, implántese dogmatismo político-partidista. Donde haya individualidad pensante y creadora, impóngase el pensamiento único de raigambre roja rojita tal como lo dijo ante el país el ministro Rafael Ramírez, “quien no esté de acuerdo con esto se lo vamos a recordar a carajazo limpio”. El currículo bolivariano se cobija con el ideario mirandino y zamorano pero en nombre de la libertad se violenta el más elemental derecho al libre pensamiento y a la libertad de cátedra. Con el nuevo currículo se pretende premiar la obediencia ciega y la lealtad incondicional al proyecto socialista y, como obvia contrapartida dialéctica, castigar la mentalidad autónoma, libre y democrática que se niega a aborregarse en la lógica aberrante del rebaño socialista compulsivo. La noción de libertad y crítica es un ardid semántico en el enunciado filosofemático curricular. La heterogeneidad es mal vista desde la óptica del pensamiento obsidional falsamente “revolucionario”; toda pulsión teórica e intelectual tendiente a reivindicar la pluralidad criteriológica y la diversidad epistémica que se salga de los límites políticos que impone el cartabón socialista será severamente castigada y reprimida como factor indeseable y saboteador de la construcción del ideal educativo revolucionario. En Cuba se les llamó “gusanos batisteros”; en Venezuela se tilda a cualquier profesor que desapruebe el diktat pedagógico de la nomenclatura del PSUV como “contrarrevolucionario”. En el horizonte de la educación homogeneizante, monolítica y educastradora el disenso pasa a convertirse en delito de lesa patria. En una tal perspectiva estatocrática, Kim Il Sung se quedó pendejo y pasa a ser “un niño de pecho” ante la mefistofélica intención de implantar el currículo de marras. La vida me lo dijo; así titula un hermoso libro el viejo combatiente por la libertad Salom Meza Espinoza: la única forma de evitar que otros piensen por ti y decidan heterónomamente de modo arbitrario, es resistiendo ética e intelectualmente a tan inmorales pretensiones del Moloch autoritario y militarista disfrazado de bolivariano. ¿Quién fue el que dijo: “podrán vencer pero nunca podrán convencer”? ** Rafael Rattia [email protected] Escritor venezolano (Delta del Orinoco, 1961). Historiador egresado de la Universidad de Los Andes (ULA, http://www.ula.ve). Fue director-fundador del Archivo Histórico del Delta, director de la Biblioteca Pública Central Andrés Eloy Blanco y coordinador de Actividades Literarias del Ateneo Internacional de Fronteras Casa de las Aguas. Ha publicado el poemario La pasión del suicida y dirige Laberintos de Agua, la página literaria semanal del diario Notidiario (Puerto Ordaz). Textos suyos han aparecido en el suplemento literario Verbigracia, el suplemento cultural de Últimas Noticias, El Impulso, Frontera y la revista Ateneo de Los Teques, así como en las revistas electrónicas El Invencionero (http://web.jet.es/enseres), Casi Nada (http://usuarios.iponet.es/casinada) y Sólo Texto (http://solotxt.freeservers.com). Mantiene una bitácora personal en http://ratiar.blogspot.com.

=== El retablo de las maravillas Luisa Pastor Martínez =============== Vivimos en un mundo en el que el eufemismo y lo políticamente correcto se imponen sobre la verdad doliente y el espíritu crítico. Eres libre de pensar de cualquier modo, pero no está bien visto que lo manifiestes en voz alta, máxime si se trata de una crítica, sea de la clase que sea. Te callas y punto, de lo contrario eres un grosero o alguien falto de entendimiento. Así las cosas, no es de extrañar que hoy lo mediocre, e incluso lo vulgar y deleznable, pase por bueno o, lo que es más, genial. Por la calle de la Hipocresía, decía Quevedo, acabamos pasando todos. Tal vez sea ley de supervivencia en nuestra cotidianidad. Pero hay quienes, por el papel que desempeñan en el progreso de una sociedad y una cultura, no pueden dejarse seducir por la liviandad y el halago. Me refiero al artista y a quienes hacen de alguien un artista: los críticos y su público. Se habla apocalípticamente, para ir al grano, del destino del teatro. Se ve poco, se le ayuda poco. La cuestión es echar balones fuera. No es que quiera yo echar por tierra quejas que llevan algo de razón. Ciertamente, habrá proyectos de valía que se queden en nada por no ser suficientemente auspiciados. La concisión que yo creo que se debiera hacer en voz alta es que ayudas se dan, sólo que es posible que se destinen de forma ligera, o sencillamente equivocada. El artista no puede o no debiera quejarse de falta de reconocimiento; le sobran aplausos y eso es una realidad que delata cualquier espectador amante del arte escénico, y lo que encubren esas falsas palmadas es lamentablemente la agonía de la dramaturgia. Pongo como ejemplo un montaje teatral reciente que lleva por título Bebé. La difícil tarea de ser padre. Consultas la prensa o entras a una página web cualquiera y buscas una reseña orientativa. Vamos a poner por caso ésta: “Bebé es una hilarante pieza del gran Christopher Durang sobre la paternidad y la infancia”. Respecto del autor, de nacionalidad estadounidense, se añade (1): “Uno de los pocos dramaturgos contemporáneos que tienen la capacidad de hacer añicos nuestras creencias e instituciones para demostrarnos la hipocresía y las insuficiencias de la sociedad”. Entonces estamos salvados. Primera puntualización que es inexcusable hacer. Si el crítico en cuestión va a hacer uso del vocablo hilarante debiera primero informarse de su significado. Éste es: “Cómico, que mueve a risa”. Así lo entienden los hispanohablantes. Yo asistí a este espectáculo una noche del 2007 en un lugar de cuyo nombre prefiero fingir que olvido y no consiguió arrancar una sola carcajada desternillante, ni siquiera una corta y sincera. No sé si culpar al autor del todo. Es posible que la interpretación, llevada al término de la afectación más extrema, provoque esos estragos en un texto. Pero no, no voy a pecar yo también de exceso de clemencia. Ahí no hay literatura por muy comedia negra que sea, por muy teatro del absurdo que se pretenda hacer, o por muy de psiquiátrico que esté el autor, dueño, al igual que el bebé protagonista de la obra, de un pasado infantil traumático. Que Kafka rentabilizase literariamente su niñez no significa que eso sea factible para otros tinteros. Desde luego, para apodarse “gran” entiendo yo que ha de tratarse de una celebridad, un Monstruo de la Naturaleza o Fénix de los Ingenios cual Lope de Vega, y no es precisamente el caso. Favor que le hizo quien habló en esos términos de su figura. “Un cuento emotivo y mordaz”, dice en plena efusividad Rosana Torres. Para que algo sea emotivo debe emocionar, conmover, y a mí lo único que me removió fue el culo del asiento. Y si sólo se tratase de mí quizá pensaría que mi gusto es mío y se acabó. Tiré 20 euros a la basura. Esas cosas pasan, puedo asumir la pérdida. Me levanto de mi asiento y me largo, mientras todas las miradas de cordero en matadero se fijan en mí, deseosas de poder aplaudir de una vez para así largarse a casa. Pero hubo una indignación tan generalizada con esta obra entre el respetable que creo que merece su difamación. Por otro lado, está el calificativo mordaz. Yo creo que necesariamente la mordacidad ha de ir unida de forma inextricable a la inteligencia, y quienes debían parecerlo en escena, los personajes encarnados en los actores, eran seres más bien cercanos a la mayor de las idiocias inimaginables. “Una comedia muy terapéutica y catártica”. ¿Terapéutica? ¡Si aún se me hincha la aorta al recordarla! ¿Catártica? ¿En qué sentido? ¿En el original del término o en otro que se ha sacado de la manga, en pleno rapto verbal, la dueña de la reseña? Si es que ella se siente identificada con lo que se dramatiza en esas escenas, mi consejo es que acuda a su psicoanalista sin más dilación. Seguro que Durang le puede prestar al suyo. El gran “...” de grandes. De sobra sabemos, gracias al magistral Woody Allen, que bajo toda almohada de norteamericano burgués, yace un correligionario de Freud. Es posible que la obra no cuaje a mis ojos porque nuestra sociedad, aún en algo distante de la norteamericana, no ha llegado a esas cotas de degradación que se nos retratan en la obra. En tal caso, no ha habido una feliz adaptación, amén de otros yerros. Pues con todo y con eso, descubro, no sin asombro mayúsculo, ¡ingenua!, que no sólo se le hace una promoción extraordinaria, en carteles publicitarios y televisión, sino que además ha sido un montaje galardonado y subvencionado por la Generalitat Valenciana. Claro que a saber qué calidad intelectual tendrá el responsable de conceder ayudas y premios. A la XII Muestra de Teatros de las Autonomías, celebrada entre el 6 de marzo y el 1 de abril de 2007, concurre esta compañía valenciana, La Pavana, con su Bebé; en la Muestra de Teatres de la Generalitat Valenciana recibe el Premio a la Mejor Dirección (Rafael Calatayud), ni más ni menos, a la Mejor Adaptación (Juli Disla, que también interviene como actor haciendo de padre de la criatura, con iguales resultados), una nominación a Mejor Actriz de Reparto para Lola Moltó, la nani lasciva-neurótica del retoño, una nominación también al Mejor Diseño de Vestuario (Alejandro Sáez de la Torre) y Premio al Mejor Espectáculo. En los Premis Abril, Nominación a Mejor Espectáculo, a Mejor Actriz Protagonista (Marta Balenguer, la madre estúpida), nominación de nuevo para Lola Moltó por Mejor Actriz Secundaria, nominación a la Mejor Versión y a Mejor Vestuario. Todo ello en el 2007. En el 2008, nominación a Mejor Director en los Premios Chivas Telón. Y candidatos a los Max por Mejor Espectáculo. En fin, no era mi objetivo cebarme en concreto con este montaje; lo único que pretendía era demostrar cuán grande se está haciendo el abismo entre el público y quienes lo representan y promocionan. Si montajes de este corte son el soplo de aire que el teatro necesita para existir, yo creo que bien merece que le dejemos suicidarse en paz. De ninguna manera el teatro puede alentar sin aquel que le da su razón de ser: el pueblo hecho público. Comenta la periodista citada antes en otro de sus textos que el teatro ha vivido siempre en crisis y que quizá hoy se siente más por la aparición de otros medios de evasión, especialmente la televisión. ¡Qué fácil! Ya está expedido el certificado de defunción. Un teatro para minorías, para una isla de elegidos, que son los artistas y unos pocos iluminados que entienden los derroteros por los que discurre hoy en día. Ellos lo guisen y ellos se lo coman. Siempre nos quedan los musicales. Yo quiero pensar que existe algún modo en que el teatro sepa hallar la fórmula de hacerse atractivo aun en los tiempos que corren, al menos para quienes son aficionados a la escena. De momento, la cuarta pared es una realidad más cierta hoy que nunca. El propio artista levanta día al día el muro. Tarde o temprano, como han hecho otros, habrá de caer.

Nota 1. En la revista digital de teatro Entre Bambalinas (http://entrebambalinas.net), 7 de febrero de 2008, y en la página www.guiadelocio.com/madrid/teatro. La reseña es de Rosana Torres, periodista especializada en información teatral del diario El País (http://www.elpais.es). ** Luisa Pastor Martínez [email protected] Docente española (Orihuela, 1974). Imparte clases de lengua castellana y literatura en el IES Gabriel Miró de su ciudad natal. Textos suyos han sido publicados en revistas digitales como El Coloquio de los Perros (http://www.elcoloquiodelosperros.net) y Realidad Literal (http://www.realidadliteral.net).

=== El hombre en el castillo Eduardo Balestena ======================= Philip Kindred Dick murió a los 53 años en 1982, poco antes de que Ridley Scott llevara al cine Blade Runner, una película de culto (que lo es pese al rol protagónico de Harrison Ford, lo cual habla a las claras tanto de la excepcional puesta y dirección, como de la originalidad de la historia) basada en su relato “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (1968).

El libro de los cambios Pero su novela central es El hombre en el castillo (1962). Lo mismo que Richard Matheson (1926), cuyas novelas Soy leyenda (1954) y El hombre menguante (1956) constituyen una indagación sobre lo humano y sus límites, más que propiamente obras de ciencia ficción, o en todo caso, confieren a la especie la función de valerse de distintos modos de pensar lo real, El hombre en el castillo plantea el escenario de unos Estados Unidos vencidos en la Segunda Guerra Mundial por Alemania y Japón, y divididos en tres zonas: la costa este ocupada por los alemanes, la costa oeste, por los japoneses, y una zona en decadencia, entre ambas. Como el propio Dick al escribirla, sus personajes tienen en común que permanentemente consultan el I Ching, el libro de los cambios, esencial en toda la propuesta. Las historias de los personajes van entrelazándose, y ese mecanismo plantea varias cuestiones como realidad e identidad, poder, cultura, y verdad.

Realidad e identidad En la ficción, los personajes leen la novela La langosta se ha posado, de Hawthorne Abendsen, un escritor que, al parecer, vive refugiado en el castillo al que alude el título. En esta obra, prohibida en todo el país, pero posible de encontrar en la zona oste, si bien es Estados Unidos el país que ha ganado la guerra, la realidad planteada en el texto dentro del texto es diferente de la real. Philip K. Dick, que vivió una vida dura, breve y difícil, tuvo una hermana gemela que murió (probablemente de desnutrición) a las cinco semanas. El problema de la identidad, de ser uno y a la vez un fantasma, atraviesa su obra. En efecto, en El hombre en el castillo, como en Blade Runner, nadie es lo que pretende ser, y a la vez todos los personajes dudan de la realidad, refugiándose (en la novela) en los hexagramas del I Ching, que remiten a un orden superior que requiere ser descifrado. No hay una realidad objetiva, sino distintas percepciones e intuiciones de las circunstancias externas, y de los propios personajes frente a ellas, y a sí mismos; salvo los inescrutables Betty y Paul Kassoura, una pareja de japoneses, los personajes siempre están planteándose cosas, reflejándolas, o poniendo en tela de juicio lo que sucede, y terminamos por no creer en las circunstancias reales, o por no saber qué está sucediendo verdaderamente. El escenario, cuando sobrevienen momentos de crisis, es planteado de una manera subjetiva, y calles y lugares tienen una función opresiva, y constituyen un indicador de que, fuera de ciertos límites, la realidad es absolutamente hostil y extraña.

El poder El problema del poder se desenvuelve en dos ejes: Hitler, aquejado por una sífilis, ha sido desplazado de la escena política, y Martin Bormann es el canciller. A su muerte, tras distintas intrigas, será nombrado Joseph Goebbels. Una de las facciones del Reich se propone, a su vez, atacar Japón. Por otra parte, impera la política racial, con la consiguiente eliminación sistemática de judíos, y la expulsión de eslavos, a punto tal de comprometer la economía mundial. Los alemanes han exterminado a las poblaciones de África y secado el Mar Mediterráneo para ganarlo como terreno de cultivo. Dick enuncia, de este modo, las consecuencias que la concepción nazi del poder hubiera producido en un mundo (también global) donde Alemania aparece, a su vez, como líder en la técnica; en esta concepción no hay espacio para la democracia, sino para los grupos que lo detentan, y que luchan entre sí, y para las grandes corporaciones japonesas. El escenario del poder, como un tejido que se produce divorciado de toda necesidad humana, está cambiando permanentemente: el personaje de Wegener no sabe si, a la llegada del cohete de Lufthansa que lo transporta de vuelta a Alemania, será ejecutado o vivirá. Este escenario, entonces, participa de la idea de irrealidad que todo lo envuelve, porque en él nunca se sabe en qué creer. Sólo se sabe que la violencia, la segregación y la muerte, son un absoluto, y que el propio poder, pese a ser absoluto para quienes lo detentan, es permanentemente erosionado por las fuerzas que se proponen llegar a él.

Cultura Los Estados Unidos de la novela no han podido superar la gran depresión, ya que Franklin Delano Roosevelt fue asesinado en Miami en un atentado en 1933, y tras la fracasada gestión de un presidente demócrata (Garner) que lo sucede, es elegido un republicano (Bricker) que sostiene una postura aislacionista. Los japoneses, luego de conquistar el archipiélago de las islas Hawaii, invadieron la costa oeste norteamericana, y la guerra finalizó en 1947. La propuesta marca una situación de inferioridad social y cultural estadounidense. Los estadounidenses son los nativos sojuzgados, y los japoneses, que muestran un alto grado de refinamiento, se encuentran interesados en las antigüedades anteriores a la Guerra de Secesión, y a los productos de la cultura masiva (comics, juguetes y tarjetas) anteriores a la Segunda Guerra Mundial. En un mundo tan relativo, dominado brutalmente por quienes detentan el poder (donde no deja de ser una ironía que los japoneses llamen aborígenes a los estadounidenses), sin embargo adquiere valor lo histórico, y lo pequeño. A la vez que es creado un mercado de bienes simbólicos, se hace objeto de él a la cultura, invistiéndose a los japoneses como “colonizadores”, pues son ellos quienes, tanto desde su refinamiento como desde su capacidad económica, tienen el poder de reformular los objetos culturales, y coadyuvar a que sea generado un pasado eternamente en estado de descubrimiento, ya que cada objeto es supuestamente portador de huellas remotas, producidas cuando el mundo era diferente (algo semejante podemos apreciar en un pasaje de 1984, de Orwell). De este modo, un pasado apócrifo empieza a surgir: el pasado sigue, como la cultura, las leyes de una realidad elusiva. Es muy rico el diálogo entre Robert Childan, dueño de la tienda “Artesanías Americanas”, con Paul y Betty Kassoura, cuya postura ante las producciones del arte, Childan considera fría y superficial. En el mundo narrado, los empresarios japoneses son dueños tanto de los códigos de la empresa como de los de la sabiduría oriental que encarnan, y es desde esa postura de superioridad que valoran a todo lo que ven. A la vez, aparece muy claro el hecho de un presente no productor de cultura, ya que no parece haber nada propio ni nuevo por plasmar. Sin embargo dos personajes, Ed y Frank (los únicos, junto a Juliana, prácticamente rescatables desde un punto de vista humano), comienzan a hacer una nueva clase de artesanías, objetos pequeños, de formas sencillas. Es la originalidad lo que los distingue: no remiten a una cultura anterior, sino a algo nuevo, pero difícil de definir, que es como una pequeña luz en el fondo de un abismo. Así, estos objetos sin tradición simbolizan, por eso mismo, y por su propia belleza, un sentido diferente que debe ser descubierto en ellos, y esa cualidad los dota de un estado de armonía con el cosmos. La novela se convierte, así, en una suerte de lucha entre la aspiración por la armonía del todo, y la permanente hostilidad y fragilidad de lo real.

La verdad Ante la alternativa de que las cosas hubieran sucedido como en La langosta se ha posado, o de cualquier otro modo, surge el problema de que no hay otra verdad que aquella que pueda surgir del libro de los cambios, y saberlo es aceptar un destino, que si bien es desconocido, puede ser descifrado, y del cual no es posible huir. La verdad, dice el personaje de Juliana, al final, es tan terrible como la muerte. No obstante, algunos indicios y el final parecen negar esta cosmovisión fatalista. Vivimos así entre dos fuerzas, la armonía, de la cual son testimonio algunas cosas (como las artesanías) y la duda sobre lo real, y acerca de aquello que, dentro de lo real, es asumido como verdad. Qué actual parece esta formulación, en un mundo donde nada parece profundo ni definitivo, cuyo afán desmedido por el consumo, tanto como su individualismo, sacuden sus mismas bases, y que parece condenado a dos cosas: la fugacidad y la destrucción. En este mundo, a la vez tan complejo y elemental, sólo nos cabe buscar aquellos mensajes que provienen de las cosas acaso más simples, y, como Luciana, Ed y Frank, simplemente resistir, mientras buscamos nuestro camino a través de la oscuridad. ** Eduardo Balestena [email protected] Escritor argentino (Mar del Plata, 1955). Trabajador social, ensayista, escritor, funcionario judicial en la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata (CFAMDP) y docente en la Cátedra de Criminología de la Universidad Atlántida Argentina (http://www.uaa-mardeajo.com.ar). Ha publicado las novelas Ocurre al otro lado de la noche (Del Castillo Editores, Buenos Aires, 1987) y Ana, el interior del fuego (Editorial Melusina, Mar del Plata, 2000), la nouvelle El secreto borde de la luz (La-Lectura.com, 2001), el poemario La sala China (Red Internacional del Libro, Santiago de Chile, 1996) y los ensayos Lo institucional, paradigma y transgresión (Espacio Editorial, Buenos Aires, 1996; reeditado en 2003), Fiesta y pinturas en la posmodernidad de la exclusión (Ente Municipal de Cultura, Mar del Plata, 1997) y La fábrica penal, con prólogo del doctor Eugenio Raúl Zaffaroni (Editorial I b de F, Buenos Aires-Montevideo; Colección Memoria Criminológica), entre otros. Ha recibido, entre otros, el Primer Premio de Novela Del Castillo Editores (1986); el Segundo Premio del Concurso Nacional de Cuento Horizonte de Cultura (Junín, 1992); el Primer Premio del Concurso Nacional de Ensayo (Sade, Lanús, 1992); el Premio Lobo de Mar a la Producción Literaria 1996 (Fundación Toledo, 1997), y el Premio Alfonsina, del Ente Municipal de Cultura, a la Producción Literaria (1998). Artículos suyos han sido publicados en diversos medios digitales e impresos.

=== ¿Cómo se ven los latinos desde la perspectiva ========================= === de una novela políticamente incorrecta? Laura García ============= Respondo de inmediato: se ven torpes, descuidados, atrasados, locos, raros, tontos, ínfimos, producen hastío. Pero Muerte a los latinos no ha sido escrita para bendecir la fuerza trabajadora latinoamericana, que día a día se quiebra la espalda en los Estados Unidos. Tampoco ha sido escrita desde la visión particular de un latinoamericano “adorador” de “sus raíces”, que se llena la boca pronunciando cada dos por tres esa frase. La condición de “latinos”, como nos ven y catalogan en Estados Unidos, ha sido puesta tras un filtro en esta ficción. Quedaron atrás esos tiempos en que los inmigrantes latinos lloraban escuchando la canción “Mi tierra” de Gloria Estefan. En esta novela somos otros. El sociólogo y periodista chileno Fernando Villegas vuelve a la carga literaria con una novela políticamente incorrecta. Una novela aterradora y agradablemente perversa, que disfraza, tras la locura del protagonista, un trozo de la cruda realidad de eso que se llama “ser latino”. Muerte a los latinos es la historia de un sudamericano que llega a Miami, con la cabeza atestada de ambiciones. Atención: ambiciones, no sueños. Según sus cálculos, el postgrado que cursaría en antropología cultural en la Universidad de Miami, una de las más prestigiosas en este campo de estudio en Estados Unidos, le serviría de trampolín para hacer una brillante carrera. Pero enloqueció. Enloqueció de rabia contra los latinos, en medio de un proceso de descubrimiento de esa “raza”, que se movía como pez en el agua por los rincones de Miami, pero que le causó asco, desazón, odio. El protagonista, en la búsqueda de demostrar la validez de ese profundo desprecio a todo lo que se llamase latino y que inundaba su atmósfera, su ambiente, sólo consiguió enloquecer, delirar con un solo objetivo: dar muerte a los latinos, o, como repite a lo largo de la obra, “death to latins”. Las situaciones a las que se enfrenta son delirantes: sostiene una sórdida relación con uno de sus profesores en una extraña mezcla de amor y odio; se trenza en una relación puramente sexual con una enfermera mexicana; casi cae en la tentación panfletista-revolucionaria de su compañero de cuarto y hace cosas absurdas por conquistar a la rubia bonita de su clase. La historia gira en torno a lo que ha sido su vida durante 4 años viviendo en Estados Unidos, pero rodeado de latinos. En esta obra hay aspectos narrativos muy interesantes. De partida, la historia se narra en retrospectiva a través de un diario íntimo, que parte con fecha de 2011. Nunca se sabe el nombre del protagonista, ni de qué país de Latinoamérica es originario. Y el relato del diario es combinado con los apartes de la tesis que prepara para su clase. Este juego de cambios, entre la confesión íntima y la inquietud académica, revela dos aristas que permiten entender el proceder del personaje y entender un poco, también, el motivo por el cual enloquece: lo latino. Eso mismo. Ser latino. Estudiar la esencia de los latinos. Verse reflejado en una suerte de miseria, no precisamente material, no precisamente económica. Este hombre vive en lo personal un conflicto con esa “esencia” latina que lo persigue por todos lados en Miami; que habita en Pedro, el barrendero de la universidad, en Marta, su amante mexicana, en Ernesto, su compañero de cuarto. Que recorre todos los rincones de su entorno inmediato. Y también en la reflexión académica está presente esa “marca”, que termina enloqueciéndolo. En los apartados del libro en donde se reproducen párrafos del ensayo que prepara el protagonista, se encuentran concentradas importantes ideas o apreciaciones sobre la cultura latina propiamente tal. Y son esas conclusiones, poco esperanzadoras, las que llevan al protagonista a plantearse que Latinoamérica no es más que un cúmulo de ideas fáciles, baratas, de ídolos de plásticos, de clichés desagradables. Es así como el protagonista va enfrentando en todos los rostros de los latinos que aparecen por su vida su mismo rostro. Uno que dibuja fracaso, miseria, conformismo, sobre todo conformismo, mansedumbre. El hastío por lo latino empieza a manifestarse también en su cultura, que se confunde y se hace cada vez menos rica. Dentro de la novela, el estudio de “lo latino” que hace su protagonista, a modo de tesis o reflexión académica, ahonda en aspectos relevantes de nuestra cultura: la política, la social, la económica. Es así como su pensamiento, con todo y lo delirante de su ser, no deja de reflejarnos exactamente. Cuando el protagonista es invitado por Ernesto, su compañero de cuarto, a ser parte de un grupo de debate conformado por estudiantes y, sobre todo, cuando escucha los argumentos que tiene éste para convencerlo (aludiendo al importante papel de los estudiantes en el término de la guerra de Vietnam), hace la siguiente reflexión: “La cultura latina —y adivino que el grupo de debate estaba lleno de hispanos— tiene como uno de sus componentes centrales un grado delirante de charlatanería político-progresista en todas sus formas y lenguaje, estilos y tonos”. Y luego nos traslada a uno de los planteamientos de su tesis: “En América Latina los discursos, la palabra, el habla en todas sus expresiones tiende a reemplazar los actos. Los insultos dichos entre murmullos reemplazan la venganza. Las promesas que jamás serán cumplidas reemplazan los compromisos. Los versos de amor apasionados reemplazan las conductas para cambiarlo o cambiarnos. Los programas para vencer la pobreza, reemplazan las medidas para vencerla”. De esta sección del libro (la que comprende todos los párrafos seleccionados de la tesis que escribe el protagonista), el columnista armenio radicado en Chile, Armen Koyoudjanm, dijo: “Debiera ser texto obligado en las universidades latinas”. En esta novela, el protagonista enloquece y arrasa por delante con todo lo que significa “latino” en su entorno inmediato. Lo hace físicamente, produciendo daño, incendiando, matando, pero no como producto de un mera actitud xenofóbica que lo atacó de repente, sino como un reflejo de algo que su mente le pedía inconscientemente desde hacía tiempo: acabar, por fin, con esa suma de inconsistencias, con ese “todo” erróneo que hasta hoy se encierra en un solo concepto aún sin decantar: “los latinos”. ** Laura García [email protected] Escritora colombiana (Cartago, Valle del Cauca, 1985). Cursa estudios de licenciatura en letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA, http://www.uba.ar), en donde reside actualmente, después de vivir en Chile entre 1998 y 2003. Mantiene en línea el blog sobre artes y literatura Club de Artes y Letras El ClarLet (http://clar-let.blogspot.com) y la revista ArcoLibris (http://blogs.clarin.com/arcolibris).

|||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Héctor Torres, de la reflexión a la frase ============================= === “El escritor rinde cuentas a su conciencia” Rafael Ortega ======== “La matemática de la literatura se burla de las leyes de la economía. Nadie sabe dónde y cuándo aparece un autor de talento, ni siquiera un cuento memorable”. De sus primeras lecturas, Héctor Torres (Caracas, 1968) recuerda con agrado los Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga; las novelas de Hermann Hesse, y parece percibir aún el sonido de la voz de su madre insuflándole parte de su aliento vital a los personajes de Oscar Wilde, con lo cual le develó el maravilloso secreto que guardan los libros. Sorteando los caprichos de su memoria, el editor de la revista digital Ficción Breve Venezolana (http://www.ficcionbreve.org) nos confesó que su primer relato lo escribió en diciembre del año 1993: “Durante esos días, me senté frente a la computadora y comencé a escribir un cuento que era una impúdica imitación de Borges. Uno de esos cuentos que posteriormente lo avergüenzan a uno, pero que revelan una vocación”. —¿Participaste en algún taller literario? —Sí. Estuve en el taller de narrativa del Celarg, conducido por Ángel Gustavo Infante, entre 1999 y 2000. Participé, además, en un breve taller con Marcos Tarre, sobre la novela policial. Eso, en lo formal. Por otra parte, trato de aprender de cada conversación, de cada sugerencia, de cada ventana que me abren los autores con más experiencia. No dejo de sentirme afortunado, por ejemplo, de que Oscar Marcano, eventualmente, tenga conmigo el generoso gesto de hacerme observaciones sobre mis textos, acompañados de un café, cuando el tiempo lo permite. —¿Crees que los talleres literarios son fábricas de escritores? —No, para nada. Los talleres literarios son la prueba fehaciente de que la matemática de la literatura se burla de las leyes de la economía. Nadie sabe dónde y cuándo aparece un autor de talento, ni siquiera un cuento memorable. Los talleres literarios, como suelo decirle a los que me escriben consultándome sobre el tema, acaso sirven para que las ovejas negras de la casa descubran que no están tan solas. Y ese papel sí lo cumplen a cabalidad. Ese y el de estimular la competencia, la tabulación íntima e involuntaria cuando calibras la evolución de tu generación expresada en las camadas de cada taller. Aunque no producen escritores, los talleres constituyen experiencias importantes en la vida del aspirante a escritor. Es inolvidable la sensación de sentarse en una mesa y recorrer la vista con disimulo entre desconocidos que serán, a una vez, tus futuros contendientes y tus futuros cómplices. —¿Cuáles temas te motivan a escribir? —Antes me parecían importantes los recovecos que se asomaban en esas grietas producidas por el intelecto humano, cuando cuestionaba la común percepción de la realidad. Era leer La máquina del tiempo, o “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, por nombrar algunos textos clásicos, y sentir el placer del desconcierto. Con el tiempo descubrí que la realidad es de por sí fantástica y compleja y asombrosa, por lo que en cada pedazo de vida, en cada situación imaginada, en cada conversación escuchada en la calle, puede estar latente una historia maravillosa que exija perseguirla, buscarla, dar con ella, desentrañarla. Lo que tiene de impredecible la vida, es lo que la hace interesante. —¿Cómo nacen tus obras? —Creo que ese es uno de los misterios más celosamente guardados de la creación artística. Sospecho que el que se topa con la fórmula comienza a producir muchos libros y poca literatura. Fito Páez señaló en una ocasión que para crecer hay que traicionarse, y creo que de eso se trata. Cada nuevo proyecto es un reto diferente que requiere toda la atención de nuestras dudas y de nuestros anhelos: como una nueva novia o un nuevo hijo o un nuevo empleo. Algo que en principio es la incertidumbre y concluye sólo cuando forma parte de nuestras vidas. —¿En cuál género literario te expresas mejor? —Sin duda, en la narrativa. Los géneros literarios son inherentes al carácter de las personas. Yo sólo me concibo dialogando conmigo mismo desde la preexistencia de unas circunstancias y una trama y unos personajes que se hospedan en un cuarto de tu vida, y viven allí hasta que crees haber develado el misterio. Y, de hecho, como cada vez esos personajes y esas situaciones exigen más espacio, me he visto obligado a mudarme a la casa de la novela, más espaciosa que la del cuento, para dejar que se desarrollen a su gusto y expresen con mayor libertad los conflictos y felicidades que enfrentan. —Aparte de la lectura, ¿existen otras fuentes de las cuales nutres para escribir? —La lectura, en todas sus maneras de manifestarse. Ver la vida en su tránsito cotidiano supone pasar lo que se ve por el filtro del intelecto, que te pone automáticamente a desmenuzar, oler, palpar, cada cosa que cae allí, para ver qué de todo lo que va quedando tiene un potencial valor como historia independiente. Y ver la vida supone leer literatura, leer la prensa, escuchar conversaciones ajenas, ver cine, escuchar música y hasta recordar conversaciones con seres queridos. La necesidad de entender la vida que te rodea te lleva al neurótico punto en que todo es materia de la literatura. —A tu criterio, ¿cuáles escritores venezolanos son fundamentales? —Es difícil dar una respuesta sistemática a esa pregunta. Habría que partir de la advertencia de que la categoría de fundamentales la dan nuestros propios gustos y caprichos. Siendo así, para mí son fundamentales Mariano Picón Salas y Augusto Mijares, algunas de cuyas ideas aún no hemos alcanzado como sociedad; o la sencillez estilística de Julio Garmendia. También te podría decir que Rafael Cadenas o Eugenio Montejo. Pero me inclino a pensar que, desde el punto de vista de la felicidad personal que nos producen, también serían fundamentales algunas líneas, o cuentos, o anécdotas que nos han edificado como lectores. Y eso incluiría cosas tan poco conocidas como el cuento “Mañana sí será”, de un escritor que nadie recuerda, llamado Raúl Valera. O tantas líneas maravillosas que he debido leer desde Ficción Breve Venezolana, escritas por autores desconocidos. —¿A qué atribuyes que los escritores venezolanos no sean tan conocidos como los de otros países? —Seguramente se debe a muchos factores. Uno de ellos podría ser que no inscribimos nuestro nombre en la época del boom. Y eso podría deberse a que la barra y los cargos consulares tenían a nuestros autores sumergidos en una especie de líquido amniótico. Pero esas son conjeturas no comprobables. También pueda deberse a que nuestra condición de país petrolero que da al Caribe nos conformó un pueblo poco dado a la reflexión y a cultivar expresiones del intelecto. O quizá incida el hecho de que las grandes editoriales, y sus vigorosos mercados, están asentadas en otros países de la región, como Colombia, Argentina y México. O que hasta hace unos años no tuvimos una migración importante (cosa que ha cambiado, ya que nuestra población en el autoexilio comienza a ser significativa). Sin embargo, Venezuela también posee una tradición importante, además de que sospecho que nuestra literatura, más necesitada de su propio espacio, de decir cosas, y con la atención del mundo en nuestros acontecimientos, será cada vez más conocida fuera de nuestras fronteras. —¿Cómo influyó el boom latinoamericano en la literatura venezolana? —Generó un complejo de inferioridad muy grande, ya que al no tener presencia en él, vimos nuestra literatura con minusvalía, lo cual se tradujo en reticencia, en falta de fe. Ese complejo tuvo reacciones diversas: desde los insufribles imitadores de García Márquez, hasta los que, en falso desdén hacia el público, hicieron una obra ilegible. El boom es un período superado y los venezolanos tenemos que concentrarnos en nuestras posibilidades actuales, en que no tenemos un marco de referencia que nos ponga en desventaja. —Es difícil ser escritor en un país de pocos lectores? ¿Cómo asumes ese reto? —La escritura es un hecho anterior a la edición del libro y los asuntos relativos al mercado. Por tanto, esa condición no debería influir en esa necesidad impostergable de escribir, y de hacerlo bien. Ahora bien, que seamos un país de pocos lectores es responsabilidad de todos, incluyendo a los autores. Durante décadas, algunos escritores venezolanos se esforzaron por hacer una literatura ilegible para el público. Eso, afortunadamente, está cambiando. Los escritores de las nuevas generaciones quieren hacer una literatura de calidad, pero que llegue al público. Y el incremento de las ventas de los libros de autores del patio sólo se puede explicar con la existencia de nuevos lectores, por lo que creo que los autores comienzan a hacer la parte que les toca. Ahora le toca a los editores, en generar mejores políticas de promoción, y al Estado: si haces una Feria Internacional del Libro en el Parque del Este y en vez de incentivar a la población a que se acerque, la espantas con discursos cargados de contenido político e ideológico, no estás ayudando en mucho a esa existencia de nuevos lectores. —¿Cómo percibes la presencia de la mujer en el mundo de la literatura? —Como en todas las actividades humanas: cada vez mayor. Hay excelentes narradoras en la actualidad, incluso dentro de las nuevas promociones, como el caso, por ejemplo, de Krina Ber, por citar uno de esos nombres femeninos que se leen con frecuencia en los premios literarios de la actualidad, y que se ha hecho un nombre a base de constancia. Además, en una medida importante, las novelas de reciente publicación están firmadas por mujeres. Pero lo cierto es que nadie te hace las cosas fáciles, te catalogues dentro del grupo en el que te catalogues: mujer, judío, negro, homosexual, disidente, indio. Todo hay que ganarlo con esfuerzo en una lucha en la que el otro nunca te hará concesiones. En todo caso, depende de cada quien: refugiarse tras un colectivo mancillado o entender que los resultados que obtienes dependen básicamente de tu esfuerzo. Nadie es capaz de negarle su estatura a Ana Teresa Torres, María Fernanda Palacios o Ana Enriqueta Terán por ser mujeres. —¿Cuáles libros o autores de la literatura universal recomendarías? —Es una pregunta difícil. Habría que remitirse a los clásicos y no sé si hay mucha gente dispuesta a leerlos. En todo caso, me parece que no se debe dejar de intentar leer a Chejov, a Maupassant, a Shakespeare o Cervantes. —¿Las instituciones del Estado ofrecen la ayuda necesaria al escritor? —No. Ningún gobierno tendrá demasiado interés en apoyar el pensamiento crítico, diga lo que diga. Acaso lo necesario para cuidar las formas. Asignan algunos presupuestos y ejecutan algunas políticas, unas mejores que otras, pero se podría hacer muchísimo más en un país en el que el sueldo de un mes de un magistrado, diputado u otro alto funcionario podría financiar decenas de talleres o becas. Un país tan rico cuya comitiva presidencial durante las giras mundiales puede alcanzar la saudita cifra de 300 funcionarios, o más. Creo que, en lo sustancial, no hemos mejorado mucho. A lo sumo se les quitó a unos, argumentando exclusión, para dárselo a otros, generando igualmente exclusión. En todo caso, creo que es por no ayudar que el Estado ha producido un beneficio inmenso indirecto, porque el alejamiento voluntario o forzado de muchos autores de las editoriales estatales ha provocado una reactivación de la actividad privada como no se había visto en mucho tiempo. —¿Cuál es la función del escritor? —Las funciones, los papeles, los asigna la sociedad. Es lo que le toca hacer a cada quien en el juego colectivo. Una sociedad que no lee y que, por ende, no es dada a la reflexión, no tiene previsto la presencia de ese personaje en su trama, por lo que difícilmente le puede asignar un rol, una función. Entonces, al no rendirle cuentas a la sociedad, el escritor le rinde cuentas solamente a su conciencia, y ésta debe obligarlo a ser honesto con lo que escribe, exigente consigo mismo y a no eludir llegar hasta el fondo mismo de sus indagaciones, así remueva fantasmas o tropiece al dolor. —¿Cómo ves el panorama regional actual? —Partiendo de lo que te comenté anteriormente en torno a la relación entre ausencia del Estado y desarrollo de la actividad privada, sospecho que la predominancia de las actividades patrocinadas por el gobierno en detrimento de las actividades con mayor independencia de acción, no ofrecen un panorama muy alentador al desarrollo de la literatura en la región. Un patrocinante privado difícilmente te marca pauta en tu trabajo creativo. No podría decirse lo mismo del gobierno. —¿Qué opinas de las nuevas tecnologías? —Que son inevitables. Que todo buen artista aprovecha las herramientas que estén a su alcance en pro del desarrollo y la difusión de su obra. Que toda herramienta tiene el uso que se le dé, y si se puede llenar la red de contenido cultural, estamos haciendo lo que nos toca. Desdeñar la tecnología y los nuevos soportes en defensa de un purismo arcaico te delata como una persona fuera de tu tiempo, lo cual sería un inmenso contrasentido, porque los artistas e intelectuales se han caracterizado siempre por ser la vanguardia de su época. —¿Crees que algún día los e-books suplantarán a los libros tradicionales? —Sin duda que sí, y es una discusión superada y estéril. Ya la pregunta posible es cuándo, y creo que ese cuándo está un poco lejos. La literatura es una actividad espiritual que se ejecuta con las herramientas (pluma de ganso o laptop) y los medios de difusión (pergamino o e-book) que estén disponibles en cada época. Afirmar, como lo hizo Saramago, que no se podría llorar sobre un disco duro, es una inmensa necedad. ¿Acaso pierde algo una sonata de Beethoven porque se escuche en un iPod? Uno de los pecados del artista, del escritor, es volverse reaccionario. Si no ha alcanzado la época en la que vive, ¿cómo podría interpretarla?

Herramienta del pensamiento “La escritura es una herramienta del pensamiento, y el deber del escritor es abordar su oficio con honestidad y con absoluta conciencia de que su palabra es la única cosa que posee, por lo que no puede venderla al poder de turno, ni usarla de testimonio de los intereses de terceros; porque el escritor debe ser un eterno inconforme, alguien que nunca da por hecho nada, que desconfía de toda afirmación tajante”. Esta entrevista fue publicada originalmente en el suplemento cultural Contenido, del diario El Periodiquito (http://www.elperiodiquito.com), de Maracay, Aragua, Venezuela. ** Rafael Ortega [email protected] Escritor venezolano (Maracay, Aragua, 1969). Es técnico superior universitario en publicidad. Ha sido jurado en concursos literarios del estado Aragua. Textos suyos han sido publicados en revistas y periódicos venezolanos, así como en las antologías Narrativa aragüeña en Tierra de Letras (Senderos Literarios, 1997), Narrativa de Aragua (Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 1997) y Muestra de minificción aragüeña (Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 2001). En 2002 publicó su libro de cuentos La última sutileza del diablo.

=== Washington Cucurto, el creador del “realismo atolondrado”, ============ === desde Nueva York ====================================================== === La literatura debe ser movilizadora Eduardo Corrales ============= El escritor argentino Santiago Vega/Washington Cucurto, inventor y cultor del “realismo atolondrado”, sospecha de la calidad como criterio valorativo del arte y la literatura, porque —a su juicio— resulta paralizante. Cucurto más bien reivindica el impulso movilizador inherente a la actividad creativa. El autor de Cosa de negros (2003) llegó por primera vez a la Gran Manzana para hablar en la Universidad de Nueva York acerca de su labor literaria —encomiada por muchos y denostada por otros tantos— y de su quehacer editorial. Cucurto afirma que cuando tomó conciencia de que nunca iba a escribir como Lezama Lima o César Aira (“tipos con maestría... habilidosos”) se preguntó: “¿Qué pasa con quienes carecen de esa destreza? ¿Cómo construimos algo?”. Así cayó en la cuenta de que “el arte lo podemos hacer todos; no es una habilidad. No hace falta ser Riquelme para jugar a la pelota”. Cucurto cuestiona el concepto de la calidad en el arte, pero asegura que no se trata de “achatarlo” sino de prevenir la parálisis que puede suscitar si se le toma como un valor absoluto. “Si viene Vargas Llosa a dar un discurso va a hablar de Cervantes y Jorge Luis Borges. Todos los chicos de los colegios hacen arte, pero si todos van a escribir como Vargas Llosa o Borges nadie va a hacer arte pues éste tiene que generar, no ser paralizador”, afirma. En todo caso, Cucurto no pontifica. “Yo no tengo mis ideas claras. Son cosas que siento cuando leo, cuando escribo... No lo tengo muy claro, tengo una intuición”, admite.

El “realismo atolondrado” Sobre el “realismo atolondrado”, manifiesta que es “una mezcla de cosas malas y cosas buenas, una mezcla de habla oral, popular... cosas de amigos... un montón de cosas, una mezcla de registros, una ‘cruza’ de lenguajes”. Los protagonistas de los relatos y poemas del autor de Las aventuras del señor maíz (2005) no son los argentinos descendientes de los que a su vez descendían de los barcos. Sus personajes describen a, y hablan por, esa nueva ola de migrantes venidos de provincias como Chaco, Jujuy o Salta, junto a los paraguayos, bolivianos, dominicanos y peruanos llegados por tierra, atraídos por la imponente urbe porteña y su dudosa oferta de progreso y modernidad. En las historias —llenas de humor y erotismo, de amor y anarquía, desmesuradas, exageradas— que hilvana Cucurto, esos personajes (la desdeñada “negrada”), transitan, viven, sobreviven y malviven alrededor de Buenos Aires; ejercen de repositores en shoppings, obreros, piqueteros, sirvientas, artistas de provincia, buscavidas, prostitutas y losers demás. La bailanta suele ser el punto de convergencia de esas vidas y consecuentemente la cumbia hace de soundtrack en el “mundo Cucurto”. “Es la música que yo escuché de chico en los lugares donde iba. Hay mucha cumbia en Buenos Aires, en los barrios periféricos”, comenta. La música y los libros que escribe y edita no convierten a Vega/Cucurto en un “cumbiero intelectual”, pero tampoco vale tomar al pie de la letra por su alter ego al Cucurto-personaje protagonista de sus relatos, asiduo a las bailantas y mucho-macho que en algún pasaje novelesco se define como “un latin lover peronista”.

“Yo no curto” Santiago Vega se convirtió en Washington (“porque soy el más morocho de un grupo de blancos”), y es Cucurto (“porque siempre decía ‘yo no curto’ por decir no hago esto o lo otro; un día me equivoqué y así quedó Cucurto”). El escritor de El curandero del amor (2006), nacido en Quilmes y descendiente de paraguayos, dice que su obra ofrece una visión muy popular de cómo la gente habla y dice. “Es como lo que se escucha en el bar, las barrabasadas o algo que allí se dicen y de allí no salen. Yo tomé esa voz popular y la escribí”. Cucurto además de escritor es uno de los fundadores —junto al diseñador Javier Barilaro— de Eloísa Cartonera, una singular experiencia editorial surgida del hoyo en que se sumergió la Argentina hace un lustro, tras el naufragio de De la Rúa, en el crítico momento posterior al “corralito”, en el minuto del “que se vayan todos”. El equipaje de Cucurto contiene decenas (quizás centenares) de libros con tapas de simple cartón pintado, sin mayor tratamiento de belleza que unos coloridos brochazos de tempera, que incluye títulos de César Aira, Ricardo Piglia o Mario Bellatín junto a los de otros escritores menos expuestos por ahora. Cucurto ha llegado a Nueva York, superando pasadas reticencias. Harlem le ha parecido de película y espera regresar. Mientras tanto sigue adelante con sus proyectos como escritor y editor, a su manera. ** Eduardo Corrales [email protected] Periodista y escritor peruano (Lima, 1958). Reside en New Jersey (EUA). Estudió comunicación social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, http://www.unmsm.edu.pe). Desde mediados de los 80 ha ejercido el periodismo en calidad de reportero, editor, jefe de redacción e informaciones en diarios y revistas. También ha cumplido labores periodísticas en la radio y la televisión, además de tener amplia experiencia en materia de imagen corporativa en empresas privadas y en el sector público. Textos suyos han aparecido en el diario El Nuevo Union (NJ, http://www.nj.com/news/elnuevo/union) y en la revista electrónica Ciberayllu (http://www.ciberayllu.org).

=== Carlos Orlando Pardo ================================================== === “El escritor de provincia está aislado, lejos de los grandes medios, == === los cocteles y las roscas” Jorge Gómez Jiménez =================== Este viernes 25 será presentada en la Feria de Bogotá la colección “50 novelas colombianas y una pintada” (http://www.letralia.com/184/0425cincuenta.htm), un vasto emprendimiento editorial de los sellos Pijao Editores y Caza de Libros en el que están reunidos los autores más representativos de la novelística colombiana contemporánea, y del que destaca no sólo la circunstancia de que se trata de una iniciativa ajena a la influencia de Bogotá como capital del país, sino que se han publicado al mismo tiempo los 51.000 ejemplares de que consta la colección: mil de cada novela y mil más de un libro que contiene las cincuenta portadas acompañadas por comentarios del artista que las creó, Darío Ortiz Robledo. Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo, por parte de Pijao Editores, y Pablo Pardo, de Caza de Libros, son los tres hermanos que fungieron de artífices de este gigantesco proyecto. La primera es una editorial con 35 años y más de 260 títulos de andadura; la segunda es un sello naciente que da cuenta de la pasión familiar por el libro. El mayor de los tres hermanos, Carlos Orlando Pardo (El Líbano, Tolima, 1947), autor de más de 25 libros entre los cuales se pueden contar novelas, libros de cuentos, ensayos, antologías y otros, es periodista, promotor cultural, compositor de música popular y editor. La Oveja Negra lo incluyó en su lista de los cien mejores escritores en su colección Biblioteca de Literatura Colombiana. Conversamos con él sobre este proyecto que sin apoyo externo —el financiamiento provino de las arcas familiares— representa desde ya un hito en el hecho editorial colombiano y latinoamericano. —¿Cómo nace la idea de publicar al mismo tiempo estas cincuenta novelas? —La posibilidad para el lector es múltiple y mucho más cuando en términos generales se trata de los mejores escritores colombianos que siguen a la generación de García Márquez, e inclusive presentando a novelistas de su época como Eduardo Santa, Pedro Gómez Valderrama, Eutiquio Leal y Manuel Zapata Olivella. —De este proyecto sorprende fundamentalmente el que todas las novelas hayan sido publicadas en forma simultánea, ¿por qué no siguieron el esquema tradicional de irlas publicando una a una? —Ante la agresividad del mercado que ejercen las grandes editoriales con todos los medios a su favor, una de las maneras de llamar la atención es con una propuesta agresiva. Y la nuestra lo es, hasta el punto que por vez primera en Colombia y suponemos que en varios países de América Latina no se había presentado. —Es difícil pensar en las dificultades que representan la revisión, transcripción, diseño e impresión de 50 novelas, pero si a eso se le añade el contacto con los autores, e incluso la gestión de los permisos para la publicación de los títulos de los seis autores ya fallecidos —Alape, Leal, Tafur, Zapata Olivella, Gómez Valderrama y Ruiz—, lo que ustedes han hecho es toda una proeza. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido para hacer de esa idea una realidad? —Acariciamos el proyecto durante varios años y veíamos como Moisés apenas de lejos la tierra prometida. Sin embargo, gracias a nuestra vieja amistad con todos los escritores y con sus familias para el caso de los ya fallecidos, pudimos llegar a un acuerdo de manera fácil en pocos días. El trabajo no ha sido fácil y son jornadas esclavizantes de 18 horas buscando que cada detalle esté en su sitio. Y un gran equipo familiar que además de jugar un riesgo alto lo hace con placer porque es y ha sido nuestro mundo desde tiempos tempranos. Realmente fue una tarea de apenas seis meses pero no improvisando ni con los nombres ni con la obras sino bajo un criterio definido. Y contamos con asesorías al estilo de la de los escritores Benhur Sánchez y Álvaro Medina. —Háblenos de Pijao Editores y Caza de Libros, el sello veterano y el novel que se unieron para lanzar esta iniciativa. —Por los años 70 ninguna editorial se lanzaba a publicar libros de principiantes así hubiesen ganado concursos nacionales de importancia. Tal el caso de mi hermano Jorge Eliécer y el mío. Entonces en vez de irnos de una parte a otra con el fólder debajo del brazo, gracias a nuestro sueldo de maestros hicimos nuestra publicación inicial llamada Las primeras palabras, cuando corrían los finales de 1972. Y así hemos seguido sin que los obstáculos, particularmente de dinero, nos metieran pánico. Mucho de soñadores, poco de financistas pero con ello persistimos. —¿De dónde proviene el financiamiento del proyecto? —Sin la alianza con Pablo Pardo, nuestro hermano menor que para el efecto fundó Caza de Libros, no hubiera sido posible. Él y su esposa acaban de pensionarse como educadores y vino el retroactivo, las cesantías y de común acuerdo préstamos (tenemos credibilidad), particularmente entre los miembros de la familia que es bastante grande. Mamá se quedó limpia sin sus pequeños ahorros desde cuando muriera papá hace ya un cuarto de siglo. Y al final también cuentan los agiotistas. —En los títulos de la colección parece haberse cuidado tanto los géneros como las generaciones. ¿Cómo fueron escogidos los títulos? —Una generación cuyo 76% ha obtenido premios nacionales e internacionales de literatura, que ha sido publicada por las mejores editoriales españolas, mexicanas, chilenas, argentinas y desde luego colombianas, empezó a quedar a un lado por la promoción de nuevas y en muchos casos valiosas figuras. Durante los años del sueño bajo el plan la lista fue hecha y rehecha hasta que dejamos la definitiva. Y debía ser novela. Después vendrán libros de cuentos, de poesía, de ensayos y nos alienta mucho hacer una edición con representantes de América Latina. —Las portadas de las novelas están ilustradas con obras de Darío Ortiz Robledo. ¿Cómo lo seleccionaron? ¿Cuánto tiempo le tomó hacer las 50 portadas? —El pintor Darío Ortiz Robledo es hijo de un novelista e historiador con su mismo nombre que ayudó mucho a Pijao Editores desde los comienzos. Él ha hecho exposiciones en Estados Unidos, Europa y no menos de tres en Caracas, por ejemplo. Como el director editorial de la colección es mi hijo, periodista y escritor, él y Darío Jr. son tan hermanos como lo fui yo de su padre y no sólo conoce de memoria su obra sino ha escrito catálogos sobre su trabajo. De lo conservado por él en su archivo se sacaron las obras, aunque ilustró varias especialmente como ocurre con Celia Cruz, Reina Rumba, de Umberto Valverde. Así lo escribe el caleño. Darío vive en Nueva York donde tiene su estudio como antes lo hizo en Florencia y Miami. —Hay una fuerte presencia de la provincia colombiana en la lista de autores participantes. ¿Hay actualmente oportunidades en su país para el escritor de provincia? —El escritor de provincia está aislado, lejos de los grandes medios, los cocteles y las roscas pero cerca al talento, la disciplina y el oficio de manera profunda. Por eso después del tiempo fueron quedando por fuera. Aquí está la resurrección. Son autores y libros que merecen ser editados, reeditados, leídos y releídos. —¿Tienen en proyecto alguna otra idea del mismo calado para el futuro? —Como editorial regional e independiente pensamos en una serie latinoamericana tras publicar 50 libros de los mejores cuentistas colombianos a partir de Tomás Carrasquilla. ** Jorge Gómez Jiménez [email protected] Escritor venezolano (Cagua, Aragua, 1971). Editor de la revista literaria digital Letralia, Tierra de Letras (http://www.letralia.com). Sus textos pueden leerse en su página personal, http://www.letralia.com/jgomez.

||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === Sábanas y chocolate: cuerpo, placer y palabra ========================= === José Horacio Rosales Cueva ============================================ Es natural que, tanto en las artes como en la vida cotidiana, el cuerpo sea el escenario original de los padecimientos del sujeto y el lugar de donde emergen todas las posibilidades de expresión. Los creadores, como los de la danza, la pintura, el teatro, la música y la literatura, saben que toda elaboración artística, por sofisticada o abstracta que sea, tiene su más profundo origen en la experiencia de un cuerpo vivo que es afectado y que afecta también aquello con lo que entra en contacto. Por esta razón, los artistas dedican mucho esfuerzo y tiempo a la observación de sí mismos y de su memoria sensorial y emocional. Las prácticas artísticas hablan de ellos, de la dimensión humana de sus vivencias y del mundo de sus congéneres. Pero esta condición corporal de la construcción de objetos mediadores de sentido no es propiedad de una categoría particular de seres humanos; no podemos afirmar que por no ser artista, por una decisión de estilo de vida, de disfrute de la sexualidad o de pensamiento político una persona no esté sujeta a esta doble vertiente biológica y simbólica de su corporeidad. Igualmente, todas las personas estamos en condiciones, desde la eficacia de nuestra afectividad, de nuestra sensorialidad e inteligencia, de valorar nuestras experiencias, sean de modo negativo (como en el caso del padecimiento) o sean valores positivos o eufóricos (como en el caso del placer). Es posible afirmar, entonces, que existe una comunidad humana fundada en el hecho de que compartimos una corporeidad con similares arquitecturas, con similares funcionamientos y atravesadas siempre por la manera en que el grupo social en que vivimos nos enseña a valorar lo sentido y experimentado. Esta comunidad basada en la semejanza de nuestros cuerpos de seres humanos, de cuerpos enraizados en una naturaleza común, es una condición para la construcción de las relaciones intersubjetivas, para que cada uno de nosotros pueda suponer que los propios padecimientos y placeres son semejantes a los de los otros, tanto de los seres queridos como de los menos amados. Este supuesto estaría en la base de una ética no religiosa, como afirma Umberto Eco en sus Cinco escritos morales (1), y esta misma comunidad “del cuerpo” está implícita en nuestra disposición para el disfrute estético, en la manera en que, al experimentar la obra literaria, por ejemplo, nos sentimos sacudidos por ella. Es frecuente escuchar que el lector de un poema, o de una obra narrativa, afirme que sintió una conmoción corporal suscitada por las palabras. Éstas, como eficaz dispositivo de producción de sentido, no hacen más que hacer aproximar íntimamente el cuerpo del lector y el cuerpo de los seres de la ficción. Sin embargo, esta forma de padecimiento o de goce dista mucho del contagio brutal que produce el espectáculo violento o la imagen pornográfica hiperrealista, pues la reelaboración de las sinestesias en la literatura, al igual que en todas las artes, se hace sobre finas elaboraciones simbólicas donde lo que interesa no es un contagio directo de la emoción, sino una contemplación inteligente de la misma. La literatura tiene muchos ejemplos que tratan de la relación entre el cuerpo, la experiencia, la memoria y la cultura en la que el sujeto vive y se debate. Para enfatizar sobre estas ideas, quisiera exponer dos ejemplos concretos sobre la relación entre cuerpo, placer y la construcción de un relato identitario del yo; veremos que en ambos casos hay una relación natural de la experiencia corporal con el goce, y de la experiencia sensible con la intelección, pues, como se ha dicho, la producción de todo objeto de sentido se construye articulando estas dos dimensiones: lo sensible con lo inteligible, cada una en grados variables de presencia. El primer ejemplo es tomado la novela Metafísica de los tubos (2), undécima obra de la joven escritora belga, nacida en Japón, Amélie Nothomb (1967). En esta Metafísica, de carácter autobiográfico, publicada originalmente en francés en el año 2000, una niña relata las aventuras de su encuentro con el mundo que la recibe, desde que nace hasta los tres años de edad. El otro ejemplo proviene de la obra autobiográfica del filósofo marxista Louis Althusser, libro cuyo título ha sido traducido al español, no sin dificultades, como El futuro tarda mucho tiempo (3). De esta obra seleccionaremos el mismo fragmento que ha inspirado parte de los análisis de la semiótica de la vergüenza por parte de la investigadora brasileña Elizabeth Harkot de la Taille (4).

Dios se vuelve niña por gracia del chocolate blanco En Metafísica de los tubos pareciera encontrarse con más intensidad esa vocación pedante de la que acusan los críticos de la autora, pues en la narración autobiográfica ella es una niña que se considera dios desde el primer destello de conciencia que ocurre cuando aún está en el vientre materno. Para esta divinidad, el entorno familiar está a su servicio, y ella nos cuenta que es el tercer descendiente de una familia de diplomáticos belgas con funciones en un pueblo japonés. Desde el inicio, ella nos hace saber que, como dios, en un génesis personal, es un ser completo porque no siente ningún vacío, ninguna carencia: Al comienzo, no existía nada. Y esa nada no era ni vacío ni vaga: no designaba a otra cosa que a sí misma. Y Dios vio que estaba bien. Por nada del mundo él habría creado cualquier cosa. La nada hacía mejor que convenirle: la colmaba. La niña, desde antes de nacer, vegeta cómodamente en el vientre materno. En la comodidad de ese mundo interior, dentro del cuerpo de la madre, no aparece la necesidad de pensar ni de actuar con respecto de un mundo exterior. Luego de nacer, sin sensación de carencia, cuidada por los suyos, se hace megalómana y vive “como una legumbre” durante dos años, lo que lleva consigo la razonable preocupación y resignación de sus padres. A los dos años y durante los seis meses siguientes, la niña se resiste a cualquier cambio posible y tardíamente descubre que el medio en que está ejerce una influencia sobre ella, como algunos momentos de placer o de frustración; frente a ésta responde coléricamente, esperando la reacción inmediata de los adoradores de su divina presencia: Dos años y medio: gritos, rabia, odio. El mundo es inaccesible a las manos y a la voz de Dios. Alrededor de él, los barrotes del corral para bebés. Dios está encerrado. Él quisiera hacer daño, pero no lo consigue. Se venga sobre la sábana y la cobija a las que martilla a patadas. Encima de él, el techo y las grietas que él conoce de memoria. Son los únicos interlocutores y es a quienes grita su desprecio; pero, visiblemente, al techo no le importa. Dios está contrariado. Justo aquí sobreviene, como en la teoría de las catástrofes, un acontecimiento que modifica el curso y el ritmo del devenir del sujeto. En el pasaje que sigue, podemos constatar cómo la niña ha construido una memoria relacionada con procesos fundamentales de supervivencia, como nutrirse, pero igualmente podemos observar cómo consumir algo aparece ahora como un fenómeno dotado de una nueva calidad que transforma no sólo el mismo acto de comer, sino toda la perspectiva que la criatura tiene de sí y del mundo. Se trata del placer: De repente, el campo de visión se llena con un rostro desconocido e inidentificable. ¿Qué es? Es un humano adulto, del mismo sexo que la madre, parece. Pasada la primera sorpresa, Dios manifiesta su descontento con un largo gruñido. El rostro sonríe. Dios conoce eso: tratan de halagarlo. Eso no funciona. Él muestra los dientes. El rostro deja caer palabras de su boca. Dios golpea las palabras al vuelo. Sus puños cerrados apalean los sonidos y las dejan fuera de combate. Dios sabe que después el rostro intentará tender la mano hacia él. Él está acostumbrado: los adultos acercan siempre sus dedos a su cara. Él decide que morderá el índice del desconocido. Se prepara. Efectivamente, una mano aparece en su campo de visión, pero, ¡estupor!, hay, entre sus dedos un bastón blanquecino. Dios no ha visto eso jamás y se olvida de gritar. —Es chocolate blanco de Bélgica —dice la abuela a la niña con la que se encuentra. De esas palabras, Dios no comprende más que “blanco”: él conoce, ha visto eso en la leche y en los muros. Los otros vocablos son oscuros: “chocolate” y, sobre todo, “Bélgica”. Entre tanto, el bastón está cerca de su boca. —Es para comer —dice la voz. Comer, de eso Dios sabe. Es una cosa que él hace con frecuencia. Comer es el biberón, el puré con trozos de carne, la banana licuada con la manzana rallada y el jugo de naranja. Comer. Eso huele. Ese bastón blanquecino tiene un olor que Dios no conoce. Se siente mejor que el jabón y la crema. Dios tiene miedo y ganas al mismo tiempo. Hace mueca de asco y va salivando de deseo. En un sobresalto de coraje, atrapa la novedad con sus dientes, la mastica, pero eso no es necesario, porque eso se funde sobre la lengua, eso tapiza el paladar, eso llena la boca y sucede el milagro. El personaje concentra su atención en esa experiencia novedosa que le procura un placer, por llamarlo de alguna manera, multimodal: sensualidad gustativa y olfativa, fruición del tacto con esa textura que se deshace en la boca, asociación del placer y del regodeo sensorial con el nombre de la cosa que lo desencadena, el chocolate. No se trata solamente de un gozo que se convierte en una experiencia diferente a las precedentes en la memoria de la niña, se trata de algo mucho más complejo relacionado con el cuerpo como lugar donde se inicia, desde la sensorialidad, la construcción de la identidad del yo y del pensamiento. Este momento inaugural del yo que busca satisfacerse, que se abre a una búsqueda del placer y, en consecuencia, a la conciencia de la carencia del mismo, aparece no como un acto ligado a cualquiera de las apetencias sexuales que pueden caracterizar al adulto, sino a la condición misma de la constitución de la personalidad y de la capacidad de representar al mundo y a sí mismo dentro de él. La voluptuosidad le sube a la cabeza, le desgarra el cerebro y le hace resonar una voz que nunca había escuchado: —¡Soy yo! ¡Soy yo quien vive! ¡Soy quien habla! ¡No soy ni él ni lo otro, yo soy yo! No tendrás que decir de nuevo “él” para hablar de ti, tendrás que decir “yo”. Y soy tu mejor amigo: soy quien te da el placer. Fue entonces cuando nací, a la edad de dos años y medio, en febrero de 1970, en las montañas de Kansai, en el pueblo de Shukugawa, bajo los ojos de mi abuela paterna, por gracia del chocolate blanco. La voz, que después no se ha callado jamás, continuó hablando dentro de mi cabeza: —¡Es bueno, es dulce, es untuoso, quiero más! —Enrojeciendo, mordí de nuevo el bastón. —El placer es una maravilla que me enseña quien soy. Yo soy el asiento del placer. El placer soy yo: cada vez que haya placer, habrá de mí. ¡No hay placer sin mí, no hay yo sin placer! El bastón desaparecía en mí, bocado a bocado. La voz gritaba cada vez más fuertemente en mi cabeza: —¡Viva yo! ¡Soy formidable como la voluptuosidad que siento y que he inventado! Sin mí, ese chocolate blanco es un bloque de nada. Pero si se le pone en mi boca, se convierte en placer. Él tiene necesidad de mí. Este pensamiento se traducía por eructos sonoros cada vez más entusiastas. Yo abría enormemente mis ojos, sacudía mis piernas de gozo. Sentía que las cosas se imprimían en una parte blanda de mi cerebro que guardaba trazos de todo. Metafísica de los tubos nos explica, de manera vivaz, a partir de la corporeidad, la construcción de la conciencia de sí con respecto del mundo. En el relato, esa voz del yo, que se habla a sí mismo, no es la del dios que se auto-complace con la nada o el vacío, es la voz que nos habla desde nuestro interior cuando nos dirigimos a nosotros mismos y que nos impulsa a la búsqueda de los placeres fundamentales que constituyen nuestras operaciones de supervivencia. En el relato, igualmente, aparece el modo en que los sujetos apasionados construyen sus apegos afectivos, la valoración positiva de las cosas y de aquellos seres con los que se tiene la delectación: Pedazo a pedazo, el chocolate entró en mí. Me di cuenta entonces de que al final de la golosina difunta estaba una mano y que al final de esta mano estaba un cuerpo que terminaba en un rostro benévolo. Dentro de mí, la voz dijo: —No sé quién eres, pero visto que me das de comer, eres alguien de bien. —Las dos manos levantaron mi cuerpo del corral y estuve en esos brazos desconocidos. El episodio inaugural de la vida como ser humano de esta presunta divinidad no termina aquí. El placer aparece como el núcleo que desencadena una serie de transformaciones del sujeto vivo y sensible, el gozo se constituye en una apertura del yo hacia el mundo exterior, hacia los otros: Mis padres, estupefactos, vieron llegar a la abuela sonriente que llevaba a una niña juiciosa y contenta. —Les presento a mi gran amiga —dijo ella triunfante. Me dejé, con bondad, pasar de brazo en brazo. Mi padre y mi madre no se reponían ante la metamorfosis: estaban felices y contrariados. Ellos interrogaron a la abuela. Ésta se cuidó bien de revelar la naturaleza del arma secreta a la que ella había recurrido. Ella prefirió dejar todo en el misterio y se le atribuyeron dones de demonóloga. Nadie previó que la bestia se acordara luego de su propio exorcismo. Amélie Nothomb ejerce las veces de antropóloga, de experta en etología y de autoridad en el tema de la autopoiesis o de la capacidad que tiene el organismo vivo para modificarse y adaptarse al entorno al que también transforma. En el mismo pasaje aparece la siguiente reflexión de la niña, que es también la escritora que predica de su vida porque posee el don de una memoria despertada por el placer, esa experiencia que encauza el encuentro de la sensorialidad y la inteligencia: Las abejas saben que sólo la miel da a las larvas el gusto por la vida. Ellas no traerían a los mundos tan ardientes libadoras nutriéndolas con puré de papas con cubitos de carne. Mi madre tenía sus teorías sobre el azúcar, a la que hacía responsable de todos los males de la humanidad. Pero es al “veneno blanco” (así lo llamaba ella) a quien le debe el hecho de tener un tercer hijo con un humor aceptable. Yo me comprendo. A los dos años, yo había salido de mi entumecimiento para descubrir que la vida es un valle de lágrimas donde se comen zanahorias hervidas con jamón. Debí tener el sentimiento de haber sido engañada. ¿Para qué matarse para nacer si no era para conocer el placer? Los adultos tienen acceso a mil suertes de voluptuosidad, pero, para los niños, no hay más que la glotonería para abrir las puertas de la delectación. La abuela me había llenado la boca de azúcar. De golpe, el animal furioso aprendió que había una justificación para tanto aburrimiento, que el cuerpo y el espíritu servían para rebosar de alegría y que entonces no había razón para detestar ni al universo ni a sí mismo por estar en él. El placer aprovecha la ocasión para nombrar su instrumento: él lo nombra yo y es un nombre que he conservado. Existe, desde hace mucho tiempo, una inmensa secta de imbéciles que oponen sensualidad e inteligencia. Es un círculo vicioso: ellos se privan de la voluptuosidad para exaltar sus capacidades intelectuales, lo que resulta en el empobrecimiento. Cada vez más, ellos se vuelven estúpidos, lo que los conforta en su convicción de ser brillantes, porque no han inventado nada mejor que la estupidez de creerse inteligentes. La delectación nos hace humildes y admirativos hacia aquello que la hace posible, el placer despierta al espíritu y lo impulsa tanto a la virtuosidad como a la profundidad. Es una magia tan poderosa que, en defecto de la voluptuosidad, la sola idea de voluptuosidad basta. Desde el momento en que existe esta noción, el ser está salvado. Pero la frigidez triunfante se condena a la celebración de su propia nada. Se encuentra en los salones de gentes que se vanaglorian alta y fuertemente de haberse privado de tal o cual delicia durante veinticinco años. Se encuentra también a soberbios idiotas que se glorifican de no haber escuchado jamás la música, de no haber abierto un libro o de no haber ido al cine. Están también aquellos que esperan despertar la admiración por su castidad absoluta. Está bien que saquen de ahí su vanidad: es el único contento que tendrán en sus vidas. Insistamos en la relación placer y memoria. Así como el espectador recuerda siempre aquellas escenas de mayor sinceridad afectiva y de mayor dinamismo corporal por parte del artista del teatro, así mismo las experiencias placenteras se constituyen en hitos de la memoria del sujeto. Esta memoria biográfica constituye ese componente constante y reconocible que hace la identidad de cada persona. Nothomb, naturalmente, no distancia el ámbito de lo placentero sensorial de la dimensión intelectual del sujeto, sino que las integra en una relación indisoluble: Dándome una identidad, el chocolate blanco me había dado también la memoria: desde febrero de 1970, recuerdo todo. ¿Para qué recordar lo que no está ligado al placer? El recuerdo es uno de los aliados más indispensables de la voluptuosidad. Ciertamente, no recuerdo las preocupaciones de mis padres, sus conversaciones con sus amigos, etc. Pero no he olvidado lo que valía la pena: el verde del lago donde aprendí a nadar, el olor del jardín, el gusto del licor de ciruelas probado a escondidas y otros descubrimientos intelectuales. Antes del chocolate blanco, recuerdo nada: debo fiarme del testimonio de mis cercanos y reinterpretarlo a mi modo. Después, mis informaciones son de primera mano: la misma mano que escribe. [...] ...mi abuela y sus golosinas se quedaron en Japón sólo un mes, pero fue suficiente. La noción de placer me había vuelto operacional. Mi padre y mi madre estaban aliviados: después de haber tenido un vegetal durante dos años, luego una bestia rabiosa durante seis meses, tenían finalmente algo más o menos normal. Comenzaron a llamarme con un nombre. La obra literaria que relata la experiencia corporal, placentera y de constitución de la identidad del sujeto señala una revolución individual, íntima y común a todos: el paso que va de la frustración del sujeto (cuando éste aprende que no es el centro todopoderoso del mundo) hacia el trabajo de composición de una realidad que puede proporcionarle momentos de padecimientos, pero también de placeres. En esta obra literaria se nos muestra también el poder de la palabra, del lenguaje, que no sólo obra como mediación para relatar la experiencia del goce, sino para proveer de sentido a este fruición en la manera en que el sujeto se la expresa, la define y la constituye en recuerdo narrable. El lenguaje, entonces, se constituye desde la experiencia corporal y se convierte en el puente hacia la propia intimidad y hacia los otros.

Las sábanas manchadas de Althusser El segundo ejemplo ha servido para ilustrar, dentro de la semiótica, la construcción de un esquema de desarrollo típico de la vergüenza masculina en obras literarias. En su texto autobiográfico, Louis Althusser, de una fuerte convicción cristiana durante su juventud, nos relata sobre los vivos y ardientes placeres producidos por sus poluciones nocturnas: Nos encontrábamos en Marsella y yo tenía unos trece años. Desde hace unas semanas observo con intensa satisfacción que siento, por la noche, vivos y ardientes placeres que provienen de mi sexo, seguidos de un agradable apaciguamiento... y que por las mañanas hay grandes manchas opacas en mis sábanas. ¿Supe que se trataba de poluciones nocturnas? No importa: en cualquier caso supe muy bien que se trataba de mi sexo. Ahora bien, una mañana, después de levantarme como de costumbre y mientras tomaba mi café en la cocina, aparece mi madre, seria y solemne y me dice: “Ven, hijo mío”. Me arrastra a mi dormitorio. En mi presencia abre las sábanas de mi cama, me señala con el dedo las grandes manchas opacas y endurecidas en las sábanas, me contempla un instante con un orgullo forzado mezclado con la convicción de que ha llegado un instante supremo y que tiene que estar a la altura de sus deberes y me declara: “Ahora, hijo mío, ¡eres un hombre!” (5). La intimidad consiste en el reencuentro del sujeto consigo mismo o con otro en situaciones de abierta confianza en las que, a su vez, el tiempo parece detenerse para preservar la eficacia de este trato personal. La base de la intimidad es un estado afectivo y racional de bienestar en esta situación en que el sujeto se abre a sí mismo o al otro para mostrarse y observarse en confianza, con una menor precaución por el enmascaramiento de las más sinceras intenciones. En el caso del pasaje citado, el adolescente, en la intimidad de sus noches, descubre sensaciones corporales y un nuevo y natural placer, el propio del despertar de la sexualidad acompañada con las eyecciones involuntarias. Esto sorprende al sujeto, tal como la primera degustación del chocolate blanco que consideramos arriba, y se convierte en un hallazgo relacionado consigo mismo, un descubrimiento de una parte de sí: “En cualquier caso supe muy bien que se trataba de mi sexo”. Pero la intimidad es interrumpida por la intervención de una observadora que no ha sido invitada y que, desde las presuposiciones de su deber de adulto (que debe demostrar que conoce y comprende lo que sucede), expresa sus juicios. Esta aparición de la madre, que arrastra al joven a la habitación para confrontarlo con las evidencias de los placeres corporales, es un factor desencadenante de la vergüenza. La madre no sólo emerge como una intrusa en la intimidad del narrador, sino también como una manifestación de los juicios y codificaciones socioculturales. La afirmación “Ahora, hijo mío, ¡eres un hombre!” expresa la expectativa social sobre la hombría orientada, exclusivamente, a la capacidad reproductora del varón antes que a otras perspectivas sobre la responsabilidad y la autonomía, dentro de las cuales se incluye el cuidado y el goce de sí desde el cuerpo. Cuando el adolescente sabe que existe un testigo de sus placeres íntimos, éstos se convierten en un motivo de vergüenza que desencadena otros estados pasionales, como el odio y la sensación de desamparo: Abrumado por la vergüenza, sentí en mí una rebelión insostenible contra ella. Que mi madre se permitiera registrar mis propias sábanas, en mi intimidad más recóndita, en el recogimiento íntimo de mi cuerpo desnudo, es decir, en el lugar de mi sexo como lo hubiera hecho en mis calzoncillos, entre mis muslos para coger mi sexo entre sus manos y blandirlo (...). No profiero ni una sola palabra, salgo dando un portazo, vago por las calles, desamparado y masticando un odio desmedido. La pasión es un estado afectivo, de cierta duración y con manifestaciones somáticas, que se produce cuando el sujeto que la padece toma conciencia de que obra arrastrado por un exceso afectivo o por la ruptura de una expectativa en la que confiaba firmemente. Así, el empleado que espera ser ascendido sufre una frustración y se siente humillado cuando ese escenario imaginado queda roto por el hecho de no ser él quien es reconocido y promovido. En el caso de la vergüenza, el sujeto cree poseer un objeto (es decir, un bien, una virtud, una valoración positiva de sí mismo, sea desde su propia perspectiva o desde la mirada de los demás), pero en un momento determinado descubre que esa relación afirmativa es falsa, no es real o posible. El avergonzado tiene muchas salidas para resolver, en defensa de su propia dignidad y ante la mirada de los otros, esta humillación. En su “Breve análisis semiótico de la vergüenza”, Elizabeth Harkot de la Taille afirma que en los diversos casos de vergüenza analizados, todos de la literatura, predominan las características siguientes: en los personajes femeninos, la vergüenza es vivida como tristeza con evolución posible hacia la depresión, lo que conlleva a que no se les atribuya, a los personajes femeninos, la falta o la responsabilidad del hecho que las conduce la humillación. En estas circunstancias, las mujeres optarían por un regreso a sí mismas, al recogimiento y a la huida del opresor. En los personajes masculinos, la vergüenza es vivida como cólera, con progresión posible hacia la furia; el sujeto hace énfasis en las relaciones sociales como causa de la humillación y puede distorsionar las circunstancias en que se desarrollan los hechos, lo que conlleva a la atribución de la falta o de la responsabilidad propia a otro; el personaje masculino tiende también a la tentativa de venganza y, como en nuestro caso, a la rebeldía o a la huida hacia otros parajes (6). Las características mencionadas sugieren que los personajes femeninos tienden hacia un cierre de su universo, hacia un retiro, mientras que los personajes masculinos buscan procurarse una apertura. Tal vez es arriesgado afirmar tajantemente esta diferenciación en las soluciones femenina y masculina de la vergüenza, pues es posible conseguir contraejemplos literarios que nos conducirían a establecer mejores relaciones entre esta pasión con los códigos y formas de vida de cada cultura. Esto aparte, en el relato de Althusser, el adolescente cree que posee una intimidad a la cual él sólo tiene acceso. Pero este imaginario queda roto con la presencia de la madre. El joven actúa así dentro del esquema de una escena de “vergüenza masculina” en la cual el sujeto humillado no tiene poder para actuar sobre quien le afrenta. Ante la imposibilidad de actuar contra el ofensor (la madre), el avergonzado sueña “un odio desmedido” y experimenta una “rebeldía insostenible”. Él se revela, en cierto sentido, pero es incapaz de dar una salida a su odio. Esta irrupción indeseable de un observador en los placeres del yo no nos habla sólo de la pasión de la vergüenza, sino en la definición de brechas y desencuentros entre las personas cuando una de éstas irrumpe y juzga sobre los goces de alguien o censura las delectaciones que, como hemos visto, son parte de la “comunidad del cuerpo” y un fundamento de la constitución de la identidad y de la memoria del sujeto, lo que se traduciría en un derecho universal: derecho a la intimidad y al placer. La rebeldía y el odio que aparecen en la persona sometida a la observación reprobatoria de su fruición, a la censura o al impedimento del goce mismo vienen acompañados de la sensación de marginación, de exclusión y de aniquilación, lo que no correspondería a las calidades de una intersubjetividad sana y justa. Afirma Patricia Cardona, en su libro La percepción del espectador (7), que detrás de toda gran espiritualidad se esconde una gran animalidad y que todo espectador queda atrapado en la magia de la obra de arte que emerge de un respeto hacia las leyes de la naturaleza y de las pulsiones humanas. La literatura que nos habla de placer y de disforias nos atrapa porque habla de nosotros mismos y nos invita a un rencuentro con nuestras más profundas inteligencias sensoriales, afectivas y simbólicas.

Placer y ética Podríamos decir ahora, como nos lo muestran las obras literarias a las que nos hemos aproximado, que el placer es una condición natural del cuerpo y de su supervivencia, de la relación de la corporeidad con el entorno y que él es una evidencia del estado saludable del sujeto. Pero de una defensa al derecho universal del placer se desprenderían unas consecuencias éticas. Umberto Eco, en su escrito “Cuando el otro entra en escena” (8) invita a construir una ética no religiosa y basada en el reconocimiento de los demás como semejantes; el fundamento de esta similitud es universal: el cuerpo. Cuando Eco investiga sobre los rasgos universalmente comunes de la condición lingüística de la humanidad, encuentra que todos los hombres construimos, en nuestras lenguas, referencias constantes al cuerpo y que éste es un centro referencial de la definición de los campos y rasgos semánticos. En todos los idiomas tenemos palabras para decir arriba y abajo con relación al cuerpo, palabras para hablar de la ingesta y de las eyecciones corporales, del dolor y del placer. Este cuerpo de goces y padecimientos sería el lugar primero del ejercicio de una ética, pues no deberíamos coaccionar e impedir sus funciones naturales que, como hemos afirmado, están encauzadas sobre la relación placer/displacer. En todas las situaciones de inhumanidad, de exterminio, de persecución, de irracionalidad o de provocación, el cuerpo es el primer lugar invadido y agredido, así sea simbólicamente. Los acosados y secuestrados, los ideológicamente diferentes, los que encuentran alternativas de placer diferentes a las codificaciones establecidas, los que aprenden los códigos sociales, por ejemplo, ven cómo sus cuerpos se convierten en el blanco de la violencia y en el primer flanco de censura, de sometimiento a la injuria y a la humillación. Aquello que el agresor, el exterminador o el prejuiciado busca eliminar primero es justamente el placer del cuerpo de su víctima: le impide alimentarse, evacuar, descansar, tener intimidad, le impide pensar, le impide moverse, le causa daños físicos y emocionales, como el que producen los artefactos explosivos, le impide sentirse a gusto con su goce y, en consecuencia, este victimario encuentra el modo de disciplinar a la víctima con grandes dosis de culpabilidad por el hecho de experimentar placer. Si el cuerpo y el placer se encuentran en las bases de la estética, como la literaria, y de una ética posible, significa que el goce del cuerpo implica también la obligación de la responsabilidad: no debería alguien disfrutar a expensas del padecimiento del otro o sin el consentimiento autónomo del otro; y sin ánimos de ser moralista, no debería estimularse el placer sin un cuidado de sí, de modo que el cuerpo propio, esa panoplia viva de piel, carne, fluidos, huesos y nervios, sea un órgano que se construye y no se destruye con el goce de existir. Este cuidado de sí, este llamado al derecho de disfrutar de la propia corporeidad para ser más humano también es el derecho que debe reconocérsele al otro tanto en lo sensorial como en lo afectivo, lo que no tiene nada que ver con la hipócrita afirmación según la cual las parejas integradas por personas del mismo sexo, por ejemplo, tienen derecho a disfrutar de su afectividad, pero a escondidas, donde los heterosexuales no los vean. Una afirmación de esta naturaleza evidencia que son muchos los desafíos educativos para una sociedad renovada y equilibrada. Afirmaciones de ese tipo, que pretenden inhibir el placer al que todos tienen derecho, ahondan las brechas y las marginalidades en una sociedad a la que urge un reencuentro nuevo con la afectividad y el placer no trivializados. Afirmaciones de esta naturaleza no son más que una fuerza nefasta en el seno de una colectividad que carece de una tolerancia responsablemente practicada y no sólo proclamada.

Bibliografía • ALTHUSSER, Louis. L’Avenir dure longtemps. Paris, Stock, 1992 [ALTHOUSSER, L. O futuro dura muito tempo. São Paulo: Schwarcz, 1992]. • CARDONA, Patricia. La percepción del espectador. México: Cenidi, Danza José Limón, 1993. • ECO, Umberto. Cinco escritos morales. Barcelona: Lumen, 1998. • HARKOT DE LA TAILLE, Elizabeth. “Bref examen sémiotique de la honte”, en: Nouveaux Actes Sémiotiques, Nº 67. Limoges: Pulim, 2000. • NOTHOMB, Amélie. Metaphysique des tubes. Paris: Albin Michel, 2000 [NOTHOMB, Amélie. Metafísica de los tubos. Barcelona: Anagrama, 2001].

Notas 1. ECO, Umberto. Cinco escritos morales. Barcelona: Lumen, 1998. 2. Hago la traducción de los pasajes citados a partir del texto en francés: NOTHOMB, Amélie. Metaphysique des tubes. Paris: Albin Michel, 2000 [NOTHOMB, Amélie. Metafísica de los tubos. Barcelona: Anagrama, 2001]. 3. El futuro dura mucho tiempo [L’Avenir dure longtemps] es el título de una obra autobiográfica del filósofo marxista Louis Althusser (Paris, Stock, 1992). “El futuro tarda mucho en llegar”, sería la traducción libre del título, posiblemente “El futuro existe desde hace mucho tiempo”, o “Lo por venir viene desde antaño”, o más simplemente: “El porvenir dura mucho tiempo”; éstos son los diversos títulos con que se hace referencia, en español, a esta obra. 4. HARKOT DE LA TAILLE, Elizabeth. “Bref examen sémiotique de la honte”, en: Nouveaux Actes Sémiotiques, Nº 67. Limoges: Pulim, 2000. 5. ALTHOUSSER, L. O futuro dura muito tempo. São Paulo: Schwarcz, 1992, p. 52-53. 6. HARKOT, op. cit. 7. CARDONA, Patricia. La percepción del espectador. México: Cenidi, Danza José Limón, 1993. 8. Cf. ECO, Cinco escritos morales, op.cit. ** José Horacio Rosales Cueva [email protected] Actor y director teatral venezolano (San Cristóbal, 1963). Es licenciado en educación, con énfasis en castellano y literatura (1985), magíster en estudios semiológicos (1993), especialista en docencia universitaria (2000), master en semiología de las interacciones culturales (Francia, 2003) y doctor en ciencias del lenguaje (Francia, 2006). Actualmente es profesor de semiótica y lingüística en la Universidad Industrial de Santander (UIS, http://www.uis.edu.co) en Colombia, donde ha dirigido varios trabajos en el campo de la investigación literaria, la semiótica y la educación.

=== El lenguaje del Popol Vuh Ana Godoy Cossío ======================= Originalmente, el Popol Vuh o Libro del Consejo de los indios quichés se transmitió por tradición oral hasta mediados del siglo XVI, en que fue escrito por un indígena en lengua quiché, pero con caracteres latinos. Posteriormente, el padre Francisco Jiménez, párroco de Santo Tomás de Chuilá, antigua población de Guatemala, lo tradujo al castellano. Más adelante, fue traducido a otros idiomas europeos por algunos estudiosos de los orígenes de las culturas indígenas en América. En el Popol Vuh se narra sistemáticamente las etapas del pueblo quiché, a modo de una mito-historia, que abarca desde la prehistoria hasta la edad más avanzada. Además, se reconstruye la mentalidad primitiva, así como el desarrollo de las ideas, las artes, las ciencias y la cultura en general de los pueblos autóctonos de América. La riqueza extraordinaria de su prosa poética consiste en esa revelación que se produce, a través de nombres de dioses mayores o menores, que representan las fuerzas de la naturaleza (el trueno es “la huella del relámpago”, el rayo es “el esplendor del relámpago”, ambos son espíritus del Cielo): “...por los espíritus del Cielo llamados Maestros Gigantes. Maestro Gigante Relámpago es el primero. Huella del Relámpago es el segundo”. Dentro de este marco, centramos nuestra atención en señalar los aspectos más relevantes del lenguaje en el Popol Vuh: 1. Es un lenguaje simbólico, porque oculta una cosmogonía que no se dirige al pensamiento racional, sino a la mentalidad mágica del hombre. “Este libro es el primer libro, pintado antaño, pero su faz está oculta al que ve, al pensador”. 2. Es marcadamente poético, porque está lleno de imágenes, metáforas y símiles: “Yo el sol, yo la luz, yo la lana (decía orgulloso el Principal Guacamayo). Que así sea. Grande (es) mi luz. Por mí andan, caminan los hombres. Mis ojos, en metales preciosos, resplandecen de ganas, de verdes esmeraldas. Mis dientes brillan en su esmalte como la faz del cielo”. “Mi palabra está en mi vientre”. “Oh Pluvioso, ¿qué darán las tribus que vienen a pedir tu fuego? 3. El lenguaje describe y narra el mundo noológico o mítico, como una explicación del origen o la causa primera del mundo cosmológico. En esta perspectiva se justifica el tratamiento maravilloso del mundo extralingüístico, en el que están presentes los dioses destinadores del bien y el mal. Se advierte la pugna constante, la farsa y el engaño entre dioses. “A causa del mal que veían en el que se enorgullecía y que él quería hacer a la faz de los Espíritus del Cielo, aquellos engendrados dijeron: ‘No está bien que pase eso; ese hombre no debe vivir aquí, en la superficie de la Tierra. Trataremos, pues de tirar con cerbatana contra ella, introduciremos en ella una enfermedad que pondrá fin a sus riquezas sus jadeitas, a sus metales preciosos, a...’ ”. 4. El lenguaje es redundante y explicativo. Es usual el empleo de varios sinónimos para cualificarse (por ejemplo: procreadores = engendradores). Este tipo de discurso se repite casi a todo lo largo de la obra. “No han podido decir nuestros nombres, de nosotros los Constructores, los Formadores”. “ ‘No está bien’, se respondieron unos a otros los Procreadores, los Engendradores...”. 5. Utiliza la sustantivación para nombrar a los seres que originan la vida sobre la faz de la tierra, los llamados Constructores, Formadores, Dominadores, Engendradores, los que traerán por primera vez, la Palabra. “Sólo los Constructores, los Formadores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo, los Procreadores, los Engendradores, estaban sobre el agua, luz esparcida”. 6. Se apela, con frecuencia, a los elementos enumerativos dentro del discurso narrativo. “De tierra hicieron la carne. Vieron que aquello no estaba bien, sino que se caía, se amontonaba, se blandaba, se mojaba, se cambiaba en tierra, se fundía...”. 7. Se alternan los puntos de vista de la narración que por lo general es una voz plural: Primera persona: “Moled solamente nuestro alimento; no deseamos más que un caldo con pimiento”. “Nuestras bocas están verdaderamente secas”. Segunda persona: “Nos hicisteis daño, nos comisteis; os toca el turno; seréis sacrificados”. Tercera persona: “En seguida [llegó] el fin, la pérdida, la destrucción, la muerte de aquellos maniquíes [muñecos] construidos de madera...”. Finalmente, como en todo lenguaje primitivo, el del Popol Vuh es metafórico, es decir, que se expresa por analogías y no puede explicarse racionalmente, sino mediante un pensamiento con imágenes. La metáfora aparece, entonces, no como un ornamento del lenguaje, sino como una fábula o mito. Como en los textos sagrados de las más lejanas civilizaciones, el Popol Vuh ofrece las mayores riquezas en el área de las palabras, en un lenguaje que es eminentemente significativo. ** Ana Godoy Cossío [email protected] Docente peruana (1968). Reside en Madrid, España. Es profesora de lengua y literatura y ha publicado una entrevista a Mario Ruiz de Castilla (1999), el poemario Amor y luna (2005) y diversos artículos en revistas como Güamangensis (Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, UNSCH, http://www.unsch.edu.pe; 2000), Tikanka (Asociación de Escritores de Ayacucho, Perú, 2001 y 2003) e Ínsula Barataria (2007).

=== Guaraní: lengua maravillosa, valiente y viva ========================== === David Galeano Olivera ================================================= 1. Introducción A este tercer milenio lograron llegar los “más fuertes”, los “más resistentes”, los que mejor se adaptaron a los desafíos naturales y culturales de toda la humanidad. Uno de esos héroes que atravesaron exitosamente la línea que separa la vida de la muerte, es el idioma guaraní. Por ello, podemos afirmar que el guaraní es una lengua maravillosa, valiente y viva; lo que no que quiere decir que sea la única. Ya sé que —como suele ser habitual— este escrito traerá cola a partir de dicha afirmación. Lo más seguro es que se crucen en el camino los pocos colonialistas y antiguaranístas a intentar —vanamente— pisotear, retrucar, romper, tironear o borrar lo que aquí expongo; y como también ya se hizo costumbre, no faltarán quienes me traten de fanático o xenofóbico o nacionalista a ultranza o contrera del progreso y la civilización y otros disparates más, a los que ya estoy acostumbrado y que dicho sea de paso no me vienen ni me van. Creo que la condición de lengua maravillosa y valiente siempre trajo problemas al guaraní; ya que desde la Colonia lo convirtió —en esta parte de América— en “competencia” del imperialismo castellano y portugués. Es así que durante la época de la Colonia, el guaraní se convirtió en el akârasy (dolor de cabeza) de los conquistadores, particularmente de los misioneros, que —tras mucho insistir por todos los medios, incluidos los violentos, para imponer el castellano— tuvieron que, muy a pesar de sus intenciones originales, valerse del guaraní para reducir físicamente (no lingüísticamente) al indígena. De hecho, solamente lo hicieron con unos pocos porque la gran mayoría se mantuvo en el monte, en su hábitat tradicional. No olvidemos que cuando los jesuitas fueron expulsados (seis generaciones después = 150 años), los indígenas abandonaron las reducciones y ni cortos ni perezosos retornaron a su vida montés, el único sitio donde la libertad les fue y les sigue siendo posible. Con el tiempo las reducciones se convirtieron en ruinas, constituyéndose en el derrumbado y mudo testimonio de la opresión y la represión. Posteriormente, el guaraní llegó a ser la principal preocupación de la Triple Alianza, durante la guerra librada de 1865 a 1870. La cuestión esencial era: eliminemos al guaraní para así eliminar al Paraguay: no existe otro camino. Idéntica cosa ocurrió de 1932 a 1935, durante la Guerra del Chaco, ya que el guaraní, a no dudarlo, fue el más valioso aliado de las tropas paraguayas. En el Chaco, varias batallas se ganaron en guaraní. Pasado el período colonial y los dos enfrentamientos bélicos, y a pesar de los pesares, el guaraní permaneció firme, heroico y sobre todo victorioso. Una lengua enclenque o débil, incompleta, torpe e imperfecta, no hubiera resistido lo que el avañe’ê resistió. El guaraní es una lengua soberana, maravillosa, valiente y heroica, americana. No le falta nada y tiene de todo y para todos los gustos. Y mi afirmación subirá de tono al sentenciar que la cultura guaraní fue y es una cultura perfeccionista. El solo hecho de concebir o tener la noción de lo perfecto o de la perfección, ubica a los “nativos” guaraní en una posición de vanguardia. La palabra perfecto o perfección existe en guaraní y es katu (y su variante ngatu que se utiliza con las palabras nasales). Esto no es un invento actual o una concesión graciosa del castellano para enriquecer la cultura guaraní. No. La palabra katu (amóva hekokatu) preexistió a la conquista. Es más, un intento de borrar ese concepto fue el uso postcolonial de la expresión tekoporâ (amóva hekoporâ). Los guaraní aplicaron la concepción de lo perfecto a muchas circunstancias de su vida cotidiana, como por ejemplo, al uso de la palabra. Ellos se consideran ñe’êngatu; ñe’ê = palabra + ngatu = perfecta, es decir, emiten palabras perfectas y, por consiguiente, dicen solamente lo que deben decir, de manera objetiva. Para ellos, la palabra es sagrada. Solamente hablan cuando tienen algo que decir. En esencia, el indígena guaraní no miente; y por consiguiente, la lengua tampoco. El concepto de la perfección es algo que les apasiona. Es su razón de ser. Basta recordar que en el Alto Paraná y Kanindeju viven los Ava Guaraní o Avakatu o Avakatuete (donde ete es superlativo), es decir, personas perfectas o plenas. Debemos aclarar que ellos —entre sí— se autodenominan de esa manera y no aceptan la denominación de Ava Chiripa, nombre con el cual se los bautizó desde afuera. Resulta claro que ellos no vienen a especular con aquello de que somos perfectibles o que debemos vivir procurando el camino de la perfección. Es por ello que los Avakatu o Ava Guaraní están obligados moral y éticamente a practicar lo correcto, el error sólo puede ser una casualidad. La imperfección siempre fue una molestia para el indígena. De allí también la tradición del tera’o (quitarse o cambiar el nombre). Esta notable práctica se daba y se da cuando la persona comete una infracción moral. Ocurrida la imperfección, el siguiente paso será ponerse un nombre nuevo, con lo que la persona recupera su tekokatu (teko = vida + katu = perfecta). Pero ¡ojo!, la cuestión no pasa por andar cambiando de nombre a cada rato. El tera’o es prácticamente un acto de humillación social. Por otra parte, tampoco perdamos de vista que el indígena guaraní está seguro de que puede llegar a la plenitud de la perfección: el aguyje (estado de gracia, que nada tiene que ver con nuestro cotidiano “muchas gracias”). Estos ejemplos no son invenciones sino hechos ciertos. Así fueron y así son los ya pocos indígenas que aún quedan viviendo intensamente sus tradiciones milenarias y consuetudinarias. Lo de milenario tampoco es un invento. Los restos fósiles (enterrados en las tradicionales urnas funerarias guaraní llamadas “japepo”) encontrados durante las excavaciones de la Represa de Itaipú y analizados con la técnica del carbono 14, tienen hasta diez mil años de antigüedad. Pese a 500 años de haber sufrido todo tipo de agresiones (una más violenta que la otra), la morfología (estructura) y la sintaxis (funcionalidad) de la lengua guaraní permanecen invariables e incorruptibles, pese también a los varios intentos de degradación y de destrucción que —sistemáticamente— sufrió. El guaraní, en su estructura profunda, sigue siendo guaraní. No existe el jopara. El jopara o jehe’a es apenas una ilusión. El jopara no es el cáncer ni el sida del guaraní... es apenas un susu’a. El jopara o jehe’a es la demostración de la pereza mental del paraguayo, no del indígena: dueño y usuario original del guaraní, quien aunque no contó ni cuenta con un sofisticado y moderno soporte académico y tecnológico de transmisión, supo mantener la esencia profunda de la lengua guaraní.

2. Desarrollo El sueño de cualquier lingüista es toparse con el idioma más sencillo, más simple, más fácil; aquel que resulte menos complicado en su análisis y en su definición. Los idiomas o lenguas complejas son el dolor de cabeza de quienes nos dedicamos a estudiar las diversas formas de comunicación. Contrariamente al pensamiento de cierta gente no conocedora del guaraní, que cree y que dice que el guaraní es difícil; nosotros estamos en condiciones de demostrarle que el guaraní es fácil de interpretar y de usar. Como cualquier otra lengua, el guaraní tiene sus claves misteriosas. Pero, en esencia, el guaraní es una lengua muy simple, ágil, agradable al oído, bella y plena. Con el propósito de demostrarlo me remitiré a algunos casos objetivos y sencillos de interpretar: 1. El guaraní pertenece, por su tipología, a la clase de lenguas aglutinantes; es decir, forma sus palabras por aglutinación, valiéndose por consiguiente de la composición: palabra + palabra (akâ + rasy = akârasy) y de la polisíntesis: afijos (prefijos y/o sufijos) + palabras (a + guata + se = aguatase). Por las dudas, aclaro que akârasy quiere decir cefalea (dolor de cabeza) y “aguatase” significa camino (yo), es la conjugación del verbo “caminar”, en la primera persona, del singular. El castellano por su parte, por su tipología, es una lengua de flexión o flexiva. 2. El guaraní posee todos los recursos léxicos para nominar cualquier elemento. No perdamos de vista que, antes de la llegada de los conquistadores, todo lo que había en esta parte de América tenía nombre en guaraní: las personas (kuimba’e, kuña, mitâ, ava), sus obras culturales: concretas (óga, apyka, japepo, yvyrapâ) y abstractas (Ñande Ru Papa, tekojoja, tekokatu, tekomarâ), la naturaleza: plantas (ygary, tajy, takua, hy’a), animales (maino’i, jaguarete, piraju, panambi), minerales (juky, itaju, y). Todo ya tenía nombre en guaraní, hasta el más insignificante elemento del entorno tuvo su nominación en el Avañe’ê. No en balde se afirma que el guaraní es la lengua que más nombres aportó a la botánica después del griego y el latín. La coherencia formal del guaraní inclusive se puede percibir en su mecanismo de formación de palabras. Así, el guaraní siempre dio nombre a los lugares por la presencia abundante de algún elemento natural en ellos, utilizando los sufijos “ty (ndy)” para referirse a vegetales (aguai-ty, kurupa’y-ty, ka’arê-ndy, ky’ÿi-ndy) y minerales (juky-ty, yvy-ty-rusu, ita-ty); y “kua” para indicar abundancia de animales y personas (jaguarete-kua, guasu-kua, tapira-kua-y, kamba-kua). Usó asimismo, el sufijo “y” para nominar las variedades forestales (karanda-y, guapo-y, kurupa-y, jata-y, juasy-y, amba-y), y en zonas acuáticas la “y” para indicar ríos, arroyos o cursos de agua con abundancia de determinados peces u otras especies y variedades acuáticas (pirape-y, jatyta-y, akara-y, javevýi-y). 3. El guaraní ni se parece al castellano... es más que el castellano, en muchas cuestiones. Así, por ejemplo, el guaraní posee 33 fonemas, 9 más que el castellano; que posee 24 fonemas (5 vocálicos y 19 consonánticos). Así también, el guaraní posee un mayor número de vocales, 12 en total; por su parte, el castellano tiene apenas 5. La sexta vocal guaraní es la gutural “y”, y paralelamente a las seis vocales orales, se encuentran las seis nasales; que en su uso, generan variaciones semánticas (pyta = talón / pytâ = rojo // oke = duerme / okê = puerta // pytu = hálito / pytû = oscuro // aky = inmaduro / akÿ = húmedo). 4. El guaraní es un idioma de silabación directa; lo que equivale a decir que sus sílabas siempre terminan en vocal. El modelo clásico de las sílabas del guaraní es consonante más vocal (v + a = va) o vocal sola (a). En otros idiomas existen sílabas indirectas (que terminan en consonantes o en consonantes compuestas) y mixtas. La silabación directa es la silabación más sencilla. Es por ello que las sílabas y palabras del guaraní son fáciles de pronunciar, que no sea por tres o cuatro consonantes que no existen o no son comunes en las demás lenguas. Así: jaguarete = ja / gua / re / te // panambi = pa / na / mbi // apykape = a / py / ka / pe. 5. En guaraní la nasalidad tiene un régimen especial en materia de aglutinación, pues la gran mayoría de los afijos (prefijos y sufijos) poseen dos formas, unas para ser utilizadas con las palabras orales; y otras, con las palabras nasales. Así por ejemplo, la palabra nasal ñana (la n y la ñ son consonantes nasales) agregará el sufijo ndy, así ñanandy (que significa yuyal: “ñana” = yuyo, y “ndy” = lugar donde abunda). En cambio, una palabra oral como pakova agregará el sufijo ty, así pakovaty (que significa bananal o lugar donde abundan bananos: “pakova” = banano, y “ty” = lugar donde abunda). A modo de muestra aquí, brevemente, una mención de afijos similares: je – ñe (ajeheka – añenupâ), mbo – mo (amboguata – amoñe’ê), pa – mba (oguatapa – osêmba), kue – ngue (ogakue – akângue). 6. En guaraní existen sustantivos uniformes, biformes y triformes que tienen también un régimen especial de uso. Los uniformes tienen una sola manera de uso, por ejemplo, jagua que quiere decir perro. Al indicar posesión, se dice: che jagua (mi perro), nde jagua (tu perro), ijagua (su perro). La palabra “jagua” no varía. En cambio, en los sustantivos biformes las palabras tienen dos formas, así: “ta’ýra” – “ra’y” que significa hijo (del varón). Al usar, se dirá: che ra’y (mi hijo), nde ra’y (tu hijo), ita’ýra (su hijo). Por último, los sustantivos triformes tienen tres formas: “tesa” – “resa” – “hesa” que significa ojo. Al usar, se dirá: che resa (mi ojo), nde resa (tu ojo), hesa (su ojo). Cuando no se indica posesión se usa tesa, así: tesa oîva ojesareko hese (todos los ojos se fijaron en él). 7. Cosa rara pero interesante: en guaraní, los sustantivos indican tiempo; a más del verbo, que por naturaleza lo hace. Así por ejemplo, se dice: “che ao” (mi ropa), “che aokue” (mi ex ropa o la ropa que fue mía), “che aorâ” (mi “futura” camisa o la que será mi camisa), y “che aorângue”, mezcla de presente y pretérito (la que iba a ser mi ropa... pero no fue). 8. En guaraní los objetos (inertes o inanimados), por ejemplo, las palabras como “apyka” (silla), “óga” (casa), “korapy” (patio), etc. son de género neutro. En cambio, en castellano “silla” es de género femenino, “casa” es femenino y “patio” es masculino, pese a ser inertes y no estar sexuados. Igual situación se presenta a la hora de definir el género de los insectos como “tarave” (cucaracha), “tahýi” (hormiga), y “ky” (piojo). Estos insectos corresponden en guaraní al género epiceno. En cambio, en castellano y de manera arbitraria, “la” cucaracha es “la” (todas, sin excepción, aunque existan de sexo masculino); igualmente, “la” hormiga es “la” (todas, sin excepción, aunque existan de sexo masculino); y por último, “el” piojo es “el” (todos, sin excepción, aunque la mitad sean de sexo femenino). 9. En guaraní a más de los grados: positivo, comparativo y superlativo (que también existen en el castellano); existen varios otros más intensos y descriptivos: eterei – iterei: “iporâiterei”; rasa: “iporârasa”; etereirasa – itereirasa: “iporâitereirasa”. Estos tres casos ejemplificados de los grados del guaraní no existen en el castellano; por consiguiente, para la traducción, hay que hacer magia para —por lo menos— aproximarnos a la significación de cada uno. 10. El adjetivo posesivo de la tercera persona del guaraní, también denominado índice de posesión de tercera persona, tiene diferentes formas que se usan tomando en consideración las características del sustantivo al cual se refieren. Ejemplo: Su ropa es Ijao, Su cabeza es Iñakâ, Su cara es Hova, Su patio es Ikorapy, Su cabello es Hi’áva. En guaraní la “ij” (ijao) se utiliza con sustantivos orales; que empiezan en vocal y tienen acentuación tónica final. En cambio, la “iñ” (Iñakâ) se usa con sustantivos nasales; que empiezan en vocal y tienen acentuación tónica final. Por su parte, la “h” (hova) se utiliza con sustantivos triformes. En tanto que, la “i” (ikorapy) se usa con cualquier otro sustantivo que no empiece con la “t” u “o” móvil inicial. Por último, la “hi” (hi’áva) se utiliza con sustantivos orales o nasales que empiezan en vocal tónica inicial. 11. Lo siguiente es casi insólito: en guaraní apenas existen 6 verbos irregulares. Todos los demás son verbos regulares. En el castellano y en los demás idiomas existen numerosos verbos irregulares (“ser” y “satisfacer”, a modo de ejemplos, son dos de los que causan estragos en el hablante paraguayo). No perdamos de vista que la presencia de verbos irregulares complica las chances de cualquier hablante en el aprendizaje de cualquier lengua; por consiguiente, a menor número de verbos irregulares podríamos decir aumentan y mejoran las posibilidades del hablante, no solamente para aprender a conjugar; sino —y sobre todo— en el aprendizaje “fácil” de una nueva lengua. 12. En Guaraní, en la conjugación de los verbos, los afijos que señalan número y persona ocupan una posición prefija al verbo; en tanto que, en el castellano los morfemas que, entre otros, indican número y persona ocupan una posición sufija al verbo. Aguata = Camino Reguata = Caminas Oguata = Camina Jaguata = Caminamos Roguata = Caminamos Peguata = Camináis Oguata = Caminan 13. El guaraní posee dos pronombres de primera persona (plural). A uno de ellos lo denominamos incluyente y es ñande; y el otro recibe el nombre de excluyente y es ore; ambos equivalen al “nosotros” del castellano. Al conjugar, se dice: ñande jaguata, y luego, ore roguata. Ambas conjugaciones en castellano corresponderán a “nosotros caminamos”. 14. En materia de concordancia conviene afirmar que los adjetivos calificativos del guaraní no poseen variaciones ni de número ni de género. Por ejemplo, el adjetivo calificativo yvate, tiene una sola forma para su uso; por consiguiente, la concordancia entre el sustantivo y el adjetivo calificativo no existe en el guaraní. En cambio, en el castellano los adjetivos calificativos sí poseen variaciones de número y género, así por ejemplo: alto, alta, altos, altas, en directa relación de concordancia con el sustantivo al cual se refieren. Así: Karai yvate = Señor alto Karaikuéra yvate = Señores altos Kuñakarai yvate = Señora alta Kuñakaraikuéra yvate = Señoras altas 15. En guaraní, las oraciones pueden tener el verbo elíptico o tácito. Por ejemplo, el guaraní hablante dice “Kóva che róga ha amóva nde róga” y al analizar encontraremos que “kóva” (éste / a) y “amóva” (ése / a) son pronombres demostrativos, que “che” (mi) y “nde” (tu) son adjetivos posesivos; y que “róga” (casa) es sustantivo. La traducción: “Ésta es mi casa y ésa es tu casa”. En síntesis, el verbo “ser” no aparece escrito en la oración, pero está presente —sin ninguna duda— en la estructura profunda de la oración. 16. En guaraní existe la denominada construcción del genitivo, donde el poseedor precede a la cosa poseída, al contrario de la construcción castellana. Por ejemplo: Guaraní: Kalo rembireko ohókuri Ka’aguasúpe Traducción directa: Carlos esposa fue Ka’aguasu a Castellano: La esposa de Carlos fue a Ka’aguasu 17. En guaraní existen posposiciones; en el castellano, por su parte, existen preposiciones. El hablante del avañe’ê dirá: “che aha ógape”. En este ejemplo se aprecia que “pe” va pospuesto a la palabra “óga”. La traducción directa será: “yo voy casa a”; lo que en castellano se dirá: “yo voy a casa”. 18. En guaraní, por ejemplo, existe un saludo cotidiano a la siesta y que es “Mba’éichapa ndeasaje”, cuya traducción sería aproximadamente: “Buenas siestas” o “Cómo estás a la siesta”; expresión de cortesía ésta que no existe en el castellano. Lo que demuestra que el guaraní es una lengua diferente y más expresiva. Estos son apenas algunos muy contados casos que demuestran que el guaraní es una lengua singular, viva, completa; con estructura lingüística propia definida y soberana, distinta a otras lenguas.

3. Conclusión El guaraní es una lengua maravillosa y valiente, hablada por casi diez millones de personas en América (de las cuales cerca de cinco millones viven en el Paraguay). El guaraní es una necesidad, es nuestra esencia vital. El guaraní sobrevivió a las agresiones. Pese a todo, en la actualidad quien no habla guaraní está prácticamente perdido (gobernante, abogado, médico, ingeniero, agricultor, comerciante, periodista, sindicalista, policía, etc.). Por ejemplo, los políticos —incluidos aquellos que hasta hace poco tiempo renegaban del guaraní— hoy se ven obligados a hablar el Avañe’ê, a fin de evitar el fracaso o el descrédito político. El número de contreras del guaraní, comparado a veinte años atrás, se redujo notablemente. Para suerte del guaraní esos pocos colonialistas y antiguaranístas cada día son menos. Algunos en su afán de liquidar al guaraní han envejecido más rápidamente, hoy usan bastones y ya no les queda mucho tiempo de vida. Creo seriamente que en unos años más morirán todos. En cambio, el guaraní, quebranto de ellos, sigue bien vivo y sorteando todo tipo de batallas que la vida le presenta. Hasta me arriesgo a decir que el guaraní funciona en base a la premisa: a más batallas libradas, más y mejores experiencias ganadas para enfrentar exitosamente los siguientes desafíos. Cada batalla ganada engrandeció más y más al guaraní no solamente en el Paraguay sino que en todo el mundo. Por eso, hoy el guaraní es el centro de atención de una gran parte del mundo (investigadores, universidades, Internet, etc.). El guaraní ya se hizo pire atâ (piel dura). Al guaraní ya no le entran balas. Hoy sus defensores y promotores están esparcidos como hongos por todas partes. Pensar que tuvo tantos detractores de todos los colores y pelajes; así como también muchos fueron los que “vaticinaron” su desaparición y muerte. Pero, insisto, no pudieron y no podrán con el Avañe’ê. Al guaraní no lo van a destruir con meros discursos “contreras” e infundados. Para matar al guaraní habría que matar a cerca de diez millones de personas que lo siguen hablando; y que, en la mayoría de los casos, tienen al guaraní como único idioma. El propio Ministerio de Educación tendrá que rever a corto tiempo su pésima y deplorable actitud hacia la promoción del guaraní. No tiene otro camino. El vano intento del MEC, desde 1999, de aplicar la enseñanza del jehe’a mal llamado jopara (mezcla de castellano y guaraní) en sustitución del guaraní cayó en saco rotó, resultó ser un lamentable fracaso. Hoy, todos nos quejamos de ese supuesto guaraní que el MEC impuso y que está plagado en todos sus libros. A ellos les recuerdo que los intereses generales están por sobre los particulares: todos deseamos la correcta enseñanza del guaraní; por consiguiente, debemos volver a enseñar guaraní. Lo que hoy se enseña NO es guaraní. La necedad no conducirá al MEC a ningún puerto seguro. La enseñanza del jopara en sustitución del guaraní se identifica plenamente con la mediocridad. El jopara es el sinónimo de la mediocridad. No es castellano ni es guaraní. Es la resultante de nuestra pereza mental. No existe la mentada “tercera lengua”. Eso es un soberano disparate que tiene por objetivo desprestigiar al guaraní. Lo notable es que los que se “emperran” con esa idea, y que lo hacen con premeditación y alevosía, solamente “ven” el jopara en el guaraní y no lo ven (y no lo quieren ver) en el castellano. Es más, nadie enseña (ni quiere enseñar) el castellano jopara. Recorriendo la historia, encontraremos que todos los grandes investigadores del mundo que tuvieron contacto con el guaraní quedaron maravillados y cayeron rendidos ante la exuberancia y la plenitud del Avañe’ê, no del jopara; entre ellos, el más destacado, respetado y objetivo: Moisés Santiago Bertoni; quien dedicó gran parte de su vida a promocionar, con profunda convicción, la cultura y la lengua guaraní por considerarla el reflejo de la milenaria, justa, solidaria, democrática y evolucionante civilización guaraní. Sin dudas, el Guaraní es una lengua maravillosa, valiente y viva... ** David Galeano Olivera [email protected] Docente universitario paraguayo. Preside el Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní (http://www.ateneoguaraní.edu.py). Es profesor y licenciado en lengua guaraní, escritor bilingüe y traductor público.

=== La literatura popular como campo de investigación sociojurídica: ====== === imaginarios sociales sobre el control ================================= === Gabriela Rodríguez Fernández ========================================== La elección de la literatura popular sobre el control social como material empírico de investigación sociojurídica significa romper con las formas habituales de concebir la tarea académica, ligada al positivismo metodológico. Cruzada la frontera, un planteo metodológico interpretativo cercano al socioconstruccionismo ayuda a advertir que aquello que se lee contribuye a formar los imaginarios con los que actuamos; sin embargo, este abordaje, atractivo por su —aparente— idealismo, supone estar dispuesto a una crítica profunda, pero también abierto a ser objeto de la crítica. 1. Introducción La literatura ha sido para muchas de las personas nacidas antes de los años 80’ una compañía constante. Desde las primeras lecturas, a los cuatro o cinco años hasta nuestro presente, nos reconocemos como parte de la categoría de “homus tipográficus”: las ficciones impresas nos han ayudado a entender el entorno y nos dieron herramientas para definir cursos de acción. Tal vez por eso para algunos de nosotros, a la hora de reflexionar sobre nuestro objeto de investigación —el control social— no hay excepciones a ese acompañamiento. En mi caso, 1984, de George Orwell, y en menor medida, Un mundo feliz, de Aldous Huxley, surgieron como el sustrato sobre el que quería contrastar mis ideas en torno al control social en los años de transición entre la sociedad industrial y nuestro presente. Este deseo se concretó en sendos trabajos de investigación en el marco de la Especialización en Sociología Jurídico Penal del Doctorado en Derecho Penal de la Universidad de Barcelona, y este artículo refleja parte de esa experiencia (1). La senda crítica que esta especialidad abre en el mundo en ocasiones plano de la investigación jurídica, ha llegado más allá del cuestionamiento a los mecanismos naturalizados de coerción: alcanza a los métodos con los que ese cuestionamiento suele producirse, los del positivismo científico. A este planteo revulsivo del qué —la clave ontológica—, pero también del cómo —la clave epistemológica—, el Programa de Doctorado agrega una característica que resultó fundamental: la interdisciplinariedad del profesorado (2), y por consiguiente, de las visiones del objeto que ellos difunden. Así llegué a la configuración de dos análisis —siguiendo las variables tiempo/espacio— sobre un tipo de literatura inglesa producida en los primeros 50 años del siglo XX: las distopías sobre el control social. Que éstas reconocen su origen en las utopías inglesas inmediatamente anteriores —fines del siglo XIX, principios del XX— no era un secreto; ello impuso incluirlas también en la indagación, y con ellas, al período histórico en el que se produjeron. Al presentar el plan de investigación se produjo una cierta perplejidad: ¿cómo unir un estudio sobre literatura, tiempo y espacio con la sociología jurídica?; ¿cuál sería la reacción de un tribunal de juristas sobre un producto tan “etéreo” en comparación con las “realidades” del control social?; ¿cómo conducir el análisis más allá del ensayo historicista sobre una expresión literaria? Surgió entonces la hipótesis que estaba detrás del diseño: la literatura popular como elemento articulador del imaginario sobre el control. Esta introducción pretende mostrar desde el inicio que el camino elegido no es intransitable, y que la pretensión de profundizarlo tanto en la faceta de doctorando como en la de investigadora ha cumplido con las expectativas originales (3). Quisiera ahora explayarme algo más sobre algunas cuestiones de metodología y de contenido que entiendo pueden indicar horizontes si no enteramente nuevos, sí al menos no frecuentemente visualizados por los investigadores del campo de la sociología jurídica.

2. El condicionamiento epistemológico: ruptura con el positivismo verificacionista y apertura hacia una perspectiva socioconstruccionista El modelo habitual de investigación sociojurídica suele ser aquél que propone unir a un conjunto de herramientas teóricas la indagación de uno o varios aspectos de la “realidad”, a fin de contrastar una hipótesis formulada de antemano. Así, el investigador se encuentra frente a la necesidad de un campo empírico de verificación; puede encontrarlo en las estadísticas y encuestas o puede “crearlo” a partir de algún elemento “objetivo” sobre el que indaga: casos judiciales, noticias publicadas/emitidas, menciones de cierto término en la jurisprudencia (4), etc. El elemento común a todos estos casos es la conformación de un testigo de la “realidad”, de un campo “objetivo” sobre el que luego se practican lecturas. Ese objeto inanimado e inmutable, esa muestra de la realidad —que si parte de una muestra diseñada correctamente se pretende representativo de la realidad toda— suele ser vista como la garantía de seriedad y sustentabilidad, superadora de meras opiniones. Es esta función de garantía lo que comporta la filiación frecuente de la tarea investigadora a la epistemología positivista, que basa su postura en la existencia de entidades separadas del sujeto que conoce, con una onticidad inmanente y cognoscibles por él desde el lugar del observador incontaminado e incontaminante, suprimida su subjetividad por un acto de voluntad que practica antes de conocer. En sus versiones más modernas y moderadas, esa epistemología es verificacionista, o lo que es lo mismo, popperiana: toma la porción de realidad encerrada entre las variables del investigador como el banco de prueba de la teoría; si la contrastación es exitosa la teoría se sostiene; de lo contrario cae. No se cuestiona (salvo un error muestral, que se considera “técnico”) que el problema se encuentre en el banco de prueba construido, precisamente porque no se reconoce su carácter de construcción. Sin embargo hay otras opciones. Desde la confluencia de las ideas de Berger y Luckmann (en el campo de la sociología), Kuhn (en la filosofía de las ciencias) y Mead (en el de la psicología), el socioconstruccionismo plantea una visión del conocimiento (y por consiguiente, de la realidad) radicalmente opuesta a la objetivista. En el esquema resultante de esta confluencia el conocimiento es a la vez el producto y el hacedor: construye aquello que conoce cuando lo nombra, partiendo como base para el acto de designar, clasificar, objetivar y legitimar la clasificación, del bagaje social de conocimientos, bagaje en el que el sujeto ha quedado emplazado con su nacimiento. Así, no existe conocimiento separado de aquel que conoce ni del acto de conocimiento, como tampoco existe ser que pueda considerarse “libre” de conocimientos previos cuando se enfrenta al objeto de su mirada. La preexistencia del propio objeto es puesta en duda, al menos puesta en duda como objeto existente antes de algún primer acto de conocimiento (5). La idea central es que al acto de saber concurren un sujeto, su historia, un marco de referencia que provee al sujeto de herramientas para conocer y de criterios de relevancia (lo importante y lo accesorio, lo útil y lo inútil, etc.) y un fenómeno, definido como tal por el sujeto. Si el fenómeno ha sido conocido ya por otros sujetos la “nueva mirada” que se haga de él lo emplazará en un lugar diferente, destacando propiedades que habían permanecido ocultas, o proponiendo usos hasta el momento no advertidos. El contexto sociocultural del cognoscente, por lo demás, proveerá de criterios de relevancia para la selección de los objetos que componen el fenómeno y además ubicará al producto del acto de conocimiento dentro de una función social, asignándole utilidades que, en su interacción con otros sujetos, volverán a cambiarlo. Se trata de reconocer que no hay conocimiento sin mediación (6) o sea, no hay conocimiento objetivo, libre de la influencia tanto del entorno sociocultural como de la historia particular del sujeto que conoce (7). Foucault (1973) nos ha enseñado, interpretando a su vez a Nietzsche, que el conocimiento no es un acto de descubrimiento de lo que de original tiene la cosa conocida, sino un acto de creación dialéctico, conflictivo, entre los elementos del conflicto. Y ha acompañado esta afirmación con otra tal vez más rotunda (aunque no más significativa): “...la verdad misma tiene una historia” (1973, pág. 14) (8): no solamente hay un marco histórico que rodea al acto de conocimiento, sino que tanto el sujeto que conoce como lo que crea con ello están impregnados de esa historia, y tanto uno como otros se modifican a causa del conocimiento que crean. La relación es así, de espiral, donde el fin y el principio no son identificables, donde no se puede hablar propiamente de ingredientes, de pócima y de mago como factores independientes: todos se co-construyen. Si, como en mi caso, es esta la premisa epistemológica que sostiene la investigación sociojurídica, la cantidad de elementos (que no “objetos”) que resultan susceptibles de la mirada se amplía, pero además, la mirada misma se modifica. Ya no será necesario diseñar muestras representativas (porque se asume que el valor de representación siempre es escaso, que la respuesta, valga la paradoja, siempre se corresponde con aquello que se pregunta), pero tampoco bastará con encontrar un material sobre el que aplicar un cuerpo teórico. Habrá también que interpelar ese material en su historia: saber cómo y cuándo fue creado, quién fue el creador y cuál ha sido el contexto social de la creación (9). Una vez efectuada esa interpelación, cabrá enfrentarse con el resultado, pero sabiendo que él es también un fruto de la propia historia y del propio contexto del investigador: una “lectura” posible de un elemento que también fue él mismo “lectura” en su día. Surge entonces la pregunta: ¿qué fiabilidad, y por consiguiente, qué utilidad puede tener una tarea investigadora de estas características? Adelantemos la respuesta, que esperamos ampliar en las conclusiones: la de proponer una interpretación que goce de dos características fundamentales —coherencia intra y extrasistemática y desarrollo de un potencial crítico frente a interpretaciones unidireccionales.

3. Realidad y ficción 3.1. Material “real” y material ficcional Como podrá sospecharse luego de la toma de postura epistemológica que acabo de hacer, no adjudico un valor óntico diferencial a una estadística y a un texto literario de ficción. En lo que ambos tienen de “objeto” externo a mí como investigadora son por igual productos culturales (Herrera Flores 2003, pág. 4; Rodríguez Fernández 2003, pág. 6) con una historia que cabe discernir (10). Sin embargo hay dos características a nuestros fines relevantes que los diferencian: la intención explícita del sujeto creador y la mirada “social” sobre el objeto creado. Mientras que cabe suponer que el funcionario que compila las estadísticas carcelarias de Cataluña no es consciente ni hace explícita su voluntad de prefigurar el mundo con su trabajo (11), el autor de un texto literario de ficción se piensa a sí mismo como un creador, y a su obra como el producto de una tarea en la que los elementos no estaban reunidos en un todo coherente antes de su intervención (12). En este sentido, el técnico de la administración y el escritor en su buhardilla podrían ser vistos como dos extremos de un mismo continuo en el que se midiera la conciencia de demiurgo: el primero supone que refleja una realidad ajena a su intervención, mientras que el segundo entiende a su obra como el producto casi exclusivo de su genio (13). Una lectura socioconstruccionista desestabilizaría estas auto-imágenes, pero aun así, lo cierto es que mientras la función social “técnico” trabaja bajo la metáfora del espejo, la del escritor se adecua más a la del dios/mago. A causa de esta auto-imagen y de la consideración social que la confirma es que las estadísticas aparecen como una realidad, y los textos literarios como algo divorciado de ella, como “meras” ficciones. No tenemos ahora espacio para abundar sobre las razones por las que esto es así. Foucault, desde su La verdad y las formas jurídicas, o desde Las palabras y las cosas podría, con la cercanía intelectual/afectiva que muchos investigadores de este campo le profesamos, darnos pistas para encontrar algunas más. Baste decir ahora que es la asunción del carácter creativo que está explícito en la literatura de ficción lo que nos sugiere su relevancia para investigar la estructura de sentimientos (Williams 2001), el imaginario social que está detrás de ella. Así como el escritor asume su rol creador, sin duda a partir de los elementos de su contexto social y de su individualidad, también asume que esa creación contiene un mensaje que desea comunicar, y su energía está puesta en ello. No hay escritor sin lector, o lo que es lo mismo, no hay actividad creativa literaria separada de la intención comunicativa, del intento de empatía con quien leerá (Manguel 1999). Por lo demás, no existe en el escritor intento alguno de objetividad; aun cuando esté afiliado a las corrientes realistas (14), lo suyo continúa siendo un acto específicamente creativo, con personajes y hechos que surgen de la pluma del que escribe. Y así es también percibida la relación por quien lee: hay conciencia del hecho creador y de la intención comunicativa; en el mayor o menor éxito de la conexión intemporal entre quien ha escrito y quien lee está cifrada la esperanza de supervivencia de un texto literario. Por eso la literatura de ficción puede ser propuesta como índice a partir del cual interpretar el imaginario social del momento de su creación, y las lecturas sucesivas que de ella se hacen pueden también aproximarnos a una inteligencia del imaginario desde el que cada una de ellas se ha hecho. 1984 fue uno en 1948 —el año en que Orwell lo escribió—, otro al leerlo Castoriadis (aprox. 1970 [15]) y probablemente otro en la lectura de Melossi (1992). Pero si varias lecturas contemporáneas coinciden con la interpretación de Melossi o con la de Castoriadis, y si alguna de estas interpretaciones se hizo popular, tenemos material para arriesgar interpretaciones sobre el imaginario del intérprete y de su sociedad. Y todo ello, a partir de una ficción.

3.2. Literatura popular: realismos e idealismos (Francia-Inglaterra) La apuesta por la conexión público-escritor fue, además, la que debieron asumir los escritores de ficción en Europa entre finales del siglo XVIII y principios del XX: la mecanización creciente de la producción editorial (Williams 2001; Rodríguez Fernández 2003) los llevó a aceptar nuevas reglas de producción, y entre ellas, la de tener en cuenta el gusto, los intereses y las necesidades de lectura de una población crecientemente escolarizada y demandante; paralelamente, el nacimiento de un proletariado fabril y urbano impulsó los movimientos políticos y sindicales que se alimentaban de la crítica a la sociedad industrial. Nació así la literatura popular, dirigida a un público más amplio y con una mirada crítica sobre el poder; reflejo y a la vez herramienta de producción de los territorios imaginarios, aquellos conforme a cuyos mapas nos movemos con frecuencia en el mundo que nos toca. Sin embargo, las editoriales no imprimieron lo mismo en todas partes y en la misma época. Mientras en Francia el realismo naturalista fue el género popular por excelencia (Dumas, Zola, Sue), en Inglaterra el idealismo siguió campeando por sus respetos (Wordsworth, Dickens, Arnold); de él (re)surgió entre fines del siglo XIX y principios del XX, la utopía, y poco después, su contracara, la distopía. El realismo francés constituyó la oposición frontal a las ideas del romanticismo (Hauser 1969-III, pág. 82) caracterizado por una particular atención a los sentimientos de los personajes y a su frustración respecto de lo que los rodeaba (una forma de idealismo); frente a este énfasis en el sentimiento, los franceses partían de la observación “objetiva” de lo externo. La crítica social era construida desde lo que se consideraba la insatisfacción de unos mínimos comunes a la humanidad. Este movimiento estaba ligado de forma directa a la revolución científico-tecnológica, y dentro de ésta, al positivismo de las ciencias duras (Hauser 1969-III, págs. 82/83 [16]); el empirismo como método de construcción de verdad se trasladaba a las letras escritas. En palabras de Lukács: “Fue un realismo que significó sed de verdad, fanatismo de realidad” (Cit. en Barata 2002, pág. 326). El romanticismo inglés era, en cambio, la exaltación del sentimiento. A fines del siglo XIX asumió una nueva forma que “...no tuvo sólo una importancia que hizo época, sino que tenía también una conciencia de que hacía época... Desde el gótico el desarrollo de la sensibilidad no había recibido un impulso tan fuerte, y el derecho del artista a seguir la voz de sus sentimientos y su disposición individual nunca fue probablemente aceptado de manera tan incondicional” (Hauser 1980-II, pág. 341). Pero ocurría que la prédica smithiana del utilitarismo económico y racional de la burguesía triunfante como medio para alcanzar el bienestar (a corto plazo para los dueños del capital —los burgueses—, y a larguísimo plazo para el resto) se revelaba entonces en toda su crudeza: proponía a quienes hoy no tenían ningún poder para cambiar sus vidas una pasividad absoluta (Hauser 1969-III, pág. 133), un dejar hacer (a otros) y un dejar pasar (el tiempo) que, en medio de la miseria social y del levantamiento popular, resultaba insoportable tanto para los obreros (que padecían la miseria) como para los restos de una clase alta a la que se había arrebatado el poder político, el prestigio social y que ahora también veía amenazados los restos de su capital material. Esto implicó una cierta confluencia de intereses (aunque un tanto efímera) entre el pueblo y la nobleza: basada más en el odio a los ganadores que en un proyecto común, redundó en una nueva introspección y una búsqueda de lo compartido entre los dos grupos. Así vuelve a aparecer la naturaleza humana inmanente del idealismo y el refugio en un pasado mejor. El romanticismo “tiene el sentimiento de déjà vu en relación con el pasado. Recuerda el tiempo antiguo y pasado como una preexistencia” (Hauser 1980-II, pág. 343 —el destacado es nuestro—); la comunidad de vivencias, de espíritu, liga entonces a estos sorprendidos compañeros de desgracia en un nueva huida hacia el idealismo. No había en los ambientes literarios británicos apego al positivismo —que tenían los franceses y que permeaba también el discurso de la burguesía triunfante inglesa—; aun los textos en los que la revolución científica era encomiada, la sensibilidad de los personajes y las particularidades de su carácter eran recogidas. Rechazo inglés al positivismo realista; evidencia de los sentimientos y de las percepciones. A estos elementos habrían de agregarse las fórmulas que en el pensamiento político creaba la agitación callejera: el marxismo, el anarquismo y en general, las ideas que surgían de los movimientos obreros llegaban a la literatura. Y entonces se redescubre que “...si a la idea extraída de la realidad dada agregamos mediante la lógica de la hipótesis lo deseado, lo posible, y de tal modo complementamos la imagen, obtenemos ese romanticismo que está en la base del mito y es altamente benéfico, en cuanto tiende a provocar una actitud revolucionaria frente a la realidad, una actitud que cambia el mundo de una manera práctica” (Maksim Gorki, cita de cita en Williams 2001, pág. 232). La hipótesis de lo deseado, puesta en papel impreso, es la utopía; ella, siempre impregnada de las sensaciones y los sentimientos, se trocó después de la primera guerra mundial en distopía: los sentimientos se habían vestido de pesimismo. Esta caracterización explica la elección de la literatura popular inglesa de la primera mitad del siglo XX: los sentimientos estaban ahí, expuestos sobre un esquema en el que explícitamente se intentaba mostrar un futuro temido, el del triunfo de los proyectos de control totalitarios.

4. Control social y literatura Para los primeros años del siglo XX la creación literaria se había convertido en una actividad empresarial. La demanda de letra escrita alcanzaba no solamente a los periódicos y los folletines, sino que el propio libro se había vuelto un elemento demostrativo de status social, y confería así al lector un prestigio que rebasaba y a la vez era distinto del de los títulos nobiliarios y del que daba la posesión de bienes materiales (Rodríguez Fernández 2003, pág. 12 y sgtes.). La escolarización de grandes capas de la población de clase media y media baja (franjas en sí mismas novedosas en el esquema social) en la mayor parte de las sociedades occidentales llevó la letra impresa de las novelas populares hasta nuevos destinatarios: el proletariado industrial y los nuevos proletarios mercantiles. La novela se distingue de otros géneros literarios por su capacidad “organizadora”: la clave de su éxito reside no tanto en la similitud de contenidos entre la vida del personaje y la del lector como en que la “estructura” de ambas vidas es percibida por este último como análoga (Goldmann 1980, pág. 91) (17). Así se hace posible la identificación empática entre lector y personaje, y merced a ella, la obra literaria alcanza, en un movimiento reorganizante, la estructura de significados que preside la vida del lector, y con ello, su vida misma. Lo que aparece como verosímil en el relato literario comienza a cuestionar los límites de lo posible en la vida de quien lee; la explicación ordenada de cómo se llega a una situación social, de cómo se produce un acontecimiento o cómo se utiliza una herramienta abre los cercos de la imaginación a nuevos usos de ella en el entorno vívido de cada individuo. Siguiendo estas pautas es que hemos sostenido que el éxito de ciertos autores distópicos estuvo íntimamente relacionado con la verosimilitud que supieron darle a los ensayos de futuro que sus distopías presentaban. Si Orwell pervive en la memoria sobre el control social, si su Gran Hermano funciona aún hoy como metáfora organizativa de una serie de conceptos sobre el orden y sobre los medios para lograrlo, es porque consiguió conectar con lo que a los lectores de cada época les ha parecido susceptible de ser realizado. Lo que sorprende, sin embargo, es que la época de cada uno de esos lectores es, desde el punto de vista de las posibilidades materiales y simbólicas de control, muy distinta. Y sin embargo, el Gran Hermano sigue presente como símbolo (18). Si se concede esto, entonces habrá que buscar la explicación de esta pervivencia en algo distinto del valor profético de su obra, o dicho de otra manera, en algo diferente de la comprobación de si hoy el mundo está dividido o no en tres superpotencias o si existe un dictador al frente de una de ellas. Los mecanismos de control social descritos por Huxley y Orwell como parte de un futuro que —al menos en la cronología— es hoy nuestro presente, expresan parte de los temores de las sociedades occidentales entre la década del 30 y la del 60 del siglo pasado. Son los años en los que el funcionalismo, el interaccionismo simbólico y las teorías construccionistas florecieron y se consolidaron, y a la vez, perfilaron sus diferencias. Estas teorías, cada cual con el valor explicativo que quiera asignárseles de la estabilidad y el cambio social, contribuyeron a formar un cuerpo teórico que influye en los intentos de ingeniería social. Su influencia está presente de varias maneras, pero sin duda la atribución de eficacia a ciertos mecanismos y la validación ética (a veces de la mano de la inevitabilidad, otras de la aprobación directa) de su utilización, se cuenta entre ellas. Así, la convergencia de los procesos de elaboración de ambos cuerpos teóricos (los literarios y los científicos) merece ser estudiada, sobre todo cuando los primeros podrían constituirse en una crítica extrasistemática de los segundos. Paralelamente, el contexto desde el que una novela es leída cambia el producto de esa lectura. Los criterios para definir qué es verosímil y qué no lo es, así como qué tiene valor explicativo del hoy en una novela escrita en el pasado, sufren mutaciones que vienen dadas por lo social y lo político que rodean esa lectura. Pero además luego de producida ella, es posible que la comprensión de ese contexto haya variado para el lector, merced a la introducción de nuevos elementos en su imaginario de lo posible y gracias también a un nuevo reordenamiento de elementos antiguos. Volvemos a evocar la imagen de la espiral: cada acción modifica la siguiente, a la vez que esta última cambia la evaluación que hacemos de los resultados del movimiento anterior. En esta medida, las lecturas que en la década de los 80’ se hicieron de las dos ficciones inglesas sobre el control pueden ser tratadas como expresión de un estado de sentimientos sobre los problemas que las novelas plantean; y ese análisis puede ser repetido para las lecturas actuales. La mutación interpretativa que surge de cada visita a un texto es un índice de la forma en que el pensamiento social sobre el control ha evolucionado. Por lo demás, en cada época en que elementos de las novelas son invocados en los medios de comunicación masiva como metáfora explicativa de aspectos de la vida social, esas invocaciones pueden ser tratadas como ejemplo de los usos dialécticos de una comunidad en ese momento, como muestra de la evolución de las sensaciones sobre lo posible y lo deseable, también a nivel de la vida cotidiana. La ficción y sus repercusiones se convierten entonces en material interpretativo de la realidad discursiva de una sociedad, de las formas en que se la controla.

5. Epílogo: la elaboración de conclusiones Cuando se elige un camino interpretativo, una mirada socioconstruccionista sobre los aspectos que cubre la investigación sociojurídica, el investigador debe asumir que aquello que incluye en sus conclusiones no es un producto inamovible, definitivo, sino la muestra de una senda de análisis cuya fiabilidad depende de su coherencia y de su capacidad explicativa de los fenómenos que ha tratado, y que en esa medida, ella misma se somete a la crítica tanto ontológica como metodológica, y que esa crítica es parte del juego. El intento de un investigador desde el socioconstruccionismo es el de aportar un análisis crítico y cuestionador no sólo de la realidad externa a la actividad investigadora (en mi caso, a los mecanismos de control social), sino también a las propias formas en que esta actividad se produce. En palabras de Gergen “...debido a que las ciencias humanas son proveedoras de lenguajes que alteran y sostienen los patrones culturales, ellas también necesitan una evaluación crítica. Además de la crítica social, una perspectiva socioconstruccionista favorece fuertes inversiones en la crítica interna” (Gergen 1997, pág. 173). La consecuencia de esta postura es que debemos estar dispuestos a que nuestro intento genere la crítica, porque justamente a ello se dirige: es crítica, pero también pretende despertarla. Otra vez Gergen: “En el modo transformativo, el punto de la investigación no es documentar patrones existentes de vida social, sino dar vida a las posibilidades de nuevos modos de acción” (Gergen 1997, pág. 177). Al saber cómo se formaron las metáforas de control que parten de una obra literaria y cómo se usan en la actualidad puede agregarse la propuesta de otros usos metafóricos a partir de nuevas interpretaciones. Con ello habremos señalado también otros modos de acción materiales y discursivos, modos de acción que, si son aceptados, pueden contribuir a una visión distinta del mundo, a una reorganización de las precauciones respecto de los intentos opresivos del control.

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Notas 1. No había elegido mal el ámbito académico: la especialización en Sociología Jurídico Penal de tal doctorado, que dirigen los doctores Bergalli y Rivera Beiras, había aportado ideas, material y, más en general, “ambiente” para que la intuición inicial fortificara en un proyecto de investigación. 2. El programa de Doctorado en Sociología Jurídico Penal cuenta dentro de su grupo docente con un licenciado en ciencias de la comunicación, un psicólogo, dos antropólogos, un historiador, un geógrafo, un filósofo y tres juristas. Puntos de vista y experiencias distintas sobre un mismo objeto: los mecanismos de coerción/cohesión que utilizan el vocabulario y/o las herramientas penales. 3. Los trabajos fueron conducidos por un historiador (Miquel Izard) y un geógrafo (Pedro Fraile) comprometidos con la investigación de los sistemas de coerción, y pasaron con holgura la prueba de fuego: la evaluación por un tribunal de juristas en el mes de octubre de 2003. De ambos trabajos fue posible extraer, hasta la fecha, las bases de tres artículos publicados; uno de ellos ha sido el elemento fundamental para mi inclusión en el equipo investigador de la Universidad de Lleida. Paralelamente mi tesis doctoral, que recoge variables similares, ha sido aceptada por el Departamento de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona, quedando inscrita en ese marco académico. 4. Es indudable que la jurisprudencia también está presente en otro tipo de investigaciones jurídicas: aquellas que persiguen desentrañar el sentido que los tribunales asignan a un término o a un conjunto de elementos procesales o dogmáticos (así, por ejemplo, un trabajo que persiga determinar qué es “doble instancia” para los tribunales españoles, o la determinación de en qué consiste el dolo o la retrocesión). No me refiero aquí a este tipo de investigaciones, de corte netamente jurídico pero que no abrevan en el campo de la sociología, sino a aquellas que pretenden dar cuenta de una lectura metajurídica partiendo de las herramientas de las ciencias sociales. 5. Subyace a esta posición que, para la comprensión humana, el objeto es en tanto puede ser advertido: aquello a lo que no podemos dar contorno nos resulta opaco: no existe en nuestra dimensión, se pierde en el telón de fondo de lo no diferenciable. El socioconstruccionismo no niega la existencia de los objetos más allá del mundo de la cultura, sino que intenta mostrar que ese ser no se corresponde con un modo del ser determinado. Lo que se sostiene es que no hay inmanencia, aunque sí haya existencia, fuera de la actividad de conocer (Ibáñez 2001, pág. 21). 6. Así, Berger y Luckmann (1999, pág. 113): “...El principio ...es que la relación entre el conocimiento y su base social es dialéctica, vale decir, que el conocimiento es un producto social y un factor de cambio social”. 7. En el acto de conocer el objeto, o más precisamente su definición, se co-constituye con elementos que provienen de la experiencia cultural del sujeto: cuando designamos a alguien como “ese desarrapado que golpeó el cristal”, utilizamos no sólo conceptos valorativos (desarrapado), sino también descriptivo-valorativos que vienen de nuestra experiencia cultural (cristal), pero a la vez estamos escondiendo otras características del designado, que no aparecen en la designación, por ejemplo, “padre de familia”, o “desempleado”, o “alto”, o “jubilado”. Esto ocurre siempre que se conceptualiza, porque la conceptualización no escapa, en el fondo, de la categorización que privilegia elementos y oculta otros (Lakoff y Johnson, pág. 205) conforme criterios de relevancia culturales y contextuales (donde el contexto aporta las notas de temporalidad y localidad). 8. Refiriéndose a la invención de la “indagación” o “encuesta”, Foucault (1973, pág. 72) sostiene que, desde el punto de vista de su evolución histórica, la búsqueda de la verdad “per inquisitionem” es el producto de un sistema que nació en Grecia, pervivió en manos de la iglesia y renació en la sociedad civil sobre fines de la edad media. Este sistema, sin embargo, no comenzó siendo un puro objeto de poder centralizado, como solemos creer: en su inicio se trataba de una encuesta que el delegado del poder (eclesiástico) realizaba entre los notables de un burgo para saber qué había sucedido durante el período inmediatamente anterior, qué había que resolver y cómo se resolvía. En otras palabras: en este estadio, la indagación aún es una forma donde decide el pueblo (sus notables), y no el Soberano, tanto sobre el qué cuanto sobre el cómo. 9. Lo dicho rige tanto para productos expresamente “culturales” (noticias periodísticas, filmes, obras de arte, etc.) como para aquellos que tienen la pretensión de reflejar la realidad. Si se trata, por ejemplo, de una estadística carcelaria, cabrá al investigador preguntarse por qué se han tabulado las variables que tiene frente a sí y no otras disponibles, saber si en la época de su elaboración el gobierno al que pertenecía la oficina estadística estaba sometido a controles democráticos o no, si la ausencia de un determinado dato puede ser explicada por el contexto social, político o económico del país del que se trate, etc. El cuestionamiento de la “fuente” es más que una práctica saludable a efectos de prevenir distorsiones: es la asunción de que siempre hay algún nivel de subjetividad en la creación de una información. 10. En la oportunidad citada arriba hemos caracterizado a los productos culturales como aquellos que sirven de signo de un determinado estadio histórico-cultural de una sociedad, con la pretensión más o menos explícita de mostrar una realidad concebida como tal por el autor del producto sígnico. Cuando decimos que se trata de signos es porque en estos elementos no existe una correspondencia entre el vehículo que los sustenta (en el caso, el papel, la tinta y los caracteres en los que está impreso el libro) y aquello a lo que remiten (la narración de una historia); se trata de objetos en los que lo relevante está definitivamente alejado de su materialidad. 11. Alguien podría albergar sospechas sobre la inconciencia de quienes las publican o de quienes las diseñan. No es ahora nuestra esta tarea. 12. De hecho, es esa capacidad de hacer coherente lo que en principio aparece como una suma de elementos dispersos lo que confiere valor social a la literatura de ficción, y en particular a la novela (Goldmann 1980). 13. Probablemente haya técnicos y escritores que se encuentren fuera de los extremos; sin embargo, la idea que socialmente solemos tener del técnico y del escritor de ficción si se compadecen con esos mismos extremos: asepsia en el primero, genio creativo desde la nada en el segundo. 14. Como se explica en el próximo punto, el realismo (Francia-Alemania-Rusia, siglo XIX; España ppios. XX) intentaba describir la realidad con absoluto despojo de los sentimientos del autor; de lo que no lograba despojarse era de su subjetividad: no es la misma la realidad de Stendhal que la de Sue. 15. En 1970 se editó por primera vez, en francés, “Los dominios del hombre...”, del que tomamos menciones al texto de Orwell. Desconocemos cuándo lo habría leído Castoriadis; otro tanto sucede respecto de Melossi. Sin embargo, la utilización en el momento de la redacción del libro es lo que cuenta: el valor interpretativo que ambos otorgaron a 1984 cuando decidieron citarlo es lo decisivo para nuestro argumento. 16. “El naturalismo hace derivar casi todos sus criterios de probabilidad del empirismo de las ciencias naturales. Fundamenta su criterio de la verdad psicológica en el principio de causalidad; el desarrollo correcto de la acción, en la eliminación de la casualidad y el milagro; su descripción del ambiente, en el pensamiento de que todo fenómeno natural tiene lugar dentro de una serie infinita de condiciones y motivos; su utilización de pormenores característicos en el método de observación propio de las ciencias naturales, que no descuidan ninguna circunstancia por nimia que sea, y su evitación de la forma más pura y definida, en la inconclusión inevitable de la investigación científica”. 17. Frente al carácter multívoco del mundo real, que se presenta al individuo como un mapa de difícil interpretación, la obra literaria es un mundo ordenado, unívoco, donde cada pieza encastra perfectamente en la otra, donde cada personaje tiene un rol y cada acontecimiento una consecuencia; al ofrecerse al lector como espacio conocido, hace cognoscible (interpretable) el espacio incoherente, el afuera, el entorno cotidiano del lector. 18. La diferencia entre símbolo y signo ha sido explorada por muchos autores, entre los que puede citarse a Arendt, Heller, Parsons, Durkheim, etc. Ellos coinciden en que mientras un signo representa convencionalmente un concepto (sin referencia a la materialidad de la cosa representada), el símbolo agrega a esa representación un valor que se atribuye al objeto representado. ** Gabriela Rodríguez Fernández [email protected] Investigadora argentina. Reside en Barcelona (España). Es licenciada en derecho por la Universidad de Buenos Aires (UBA, http://www.uba.ar). Actualmente es responsable del área de Resolución de Conflictos del Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos (OSPDH, http://www.ub.es/ospdh) de la Universidad de Barcelona (UB, http://www.ub.es) y miembro del equipo de investigación Conflicto y paisaje ciudadano que mantienen la UB y la Universidad de Lérida (UDL, http://www.udl.es). Imparte y ha impartido clases de derecho penal y de mediación en la UBA, en la UB y en otras instituciones públicas y privadas de Argentina y de España. Ha publicado artículos y capítulos de libros sobre conflicto, literatura, control social y diseño urbano y ha sido editora de los libros Resolución alternativa de conflictos penales; mediación, pena y consenso (Del Puerto Editores) y Diálogos apreciativos: el socioconstruccionismo en acción (Dikynson).

||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Acuerdo tácito Carolina Meneses Columbié *** Desnudez de la noche (extractos) Dory Rojas *** En las catacumbas no se baila tango Ulisses Paniagua *** Geometría corpórea Jesús Sánchez Jurado *** Tres relatos Marcelo Pezzotta *** Poemas René Dayre Abella *** Los LatinoTauros y la esperanza perdida Leonardo Jiménez Quintero y Johanna Angélica Giraldo Correa *** El libro de Epifanía (extractos) Rocío L’Amar *** Gunter, el magnífico Sandra Becerril *** Poemas Rocío Soria R. *** Hijo de los sueños Julio Carreras (h) *** Llantos David Romero Raposo *** Del diario íntimo de sir Paul McGear (fragmento) Miguel Antonio Chávez *** El alcohol de los estados intermedios Gladys Mendía *** La ciudad del tac... tac... tac... Ana María Manceda *** Cinco poemas Goyette Dos Gallos

=== Acuerdo tácito Carolina Meneses Columbié ========================= Las noches de los martes y de los jueves, para regresar a casa desde la facultad, tomo la línea 124 del tren urbano. Cuando lo abordo ya viene lleno y tengo que abrirme paso entre la gente hasta dar con el primer espacio libre donde poder situarme. Ese martes y por puro azar me detuve al lado de su asiento, uno de los que daba al pasillo. Él estaba reclinado sobre el respaldo y parecía dormir tan profundamente que no reaccionó ni cuando en uno de los estremecimientos del vagón, la cabeza le vino a caer sobre el costado derecho de mi cadera. Lo correcto hubiera sido moverme un poquito hacia la izquierda, como vi hacer tantas veces a otras mujeres en situaciones similares. No se puede saber qué tan dormido va un hombre si el tren está lleno y le toca una muchacha al lado. El mes pasado vi a uno que se durmió de pie sobre la espalda de la chica que tenía delante, ella, que resultó ser de las bravas, dio media vuelta y con la agilidad de una judoka, le propinó un rodillazo certero entre las piernas. El escándalo se desató en el vagón: algunos tomaron partido por el agredido, otros por la agresora, los menos observábamos y los más cercanos los sujetaban para evitar que se fueran a las manos mientras las palabrotas iban del uno al otro. No supe en qué terminó la bronca, el guardia de abordo intervino cuando llegábamos a la estación donde tenía que bajarme. Pero a mí en cambio me había gustado recibir el peso del hombre. Nunca antes había recibido el peso de un hombre en el cuerpo, y como se sentía reconfortante no sólo me quedé allí mismo sino que, con un giro suave de las caderas, logré acomodarle la cabeza en el centro de mi vientre, donde permaneció a pesar de las sacudidas posteriores. Con cada traqueo su pelo entrecano, abundante y ondeado, se agitaba con la suavidad con que llega la ola de la tarde, convertida en espuma, hasta la orilla de la playa, y yo era la arena de la orilla recibiendo una y otra vez la caricia espumante. De a poco, la grata sensación se convirtió en el deseo irreprimible de que la cabeza se moviera más rápido que el ritmo que le imponía el tren. Era cuestión de esperar, sabía que estábamos por llegar al tramo de la vía con problemas por el que la Empresa Estatal de Ferrocarriles Urbanos recibe tantas quejas diarias, y que las sacudidas serían bruscas. No me explico cómo es posible que el tren no se descarrile de una vez por todas al pasar por allí, se zarandea tanto de un lado para el otro que a uno le da la sensación de que se va a volcar. Me sujeté de las agarraderas que cuelgan del techo y separé un tanto las piernas para no trastabillar. Con las primeras y violentas sacudidas del vagón, la cabeza rebotó varias veces contra mi pelvis al tiempo que los vaivenes de las personas que tenía atrás me empujaban hacia ella. Y su pelo dejó de ser la ola de la tarde y se convirtió en la de tormenta. Sentí nacer la palpitación en el bajo vientre. Apreté las agarraderas con las manos y tensé las piernas cuando la palpitación subió hasta el ombligo, allí estalló como la ola cuando rompe contra el acantilado, se disparó en chorros fríos a todo mi cuerpo y me hizo estremecer entera para luego arrastrarme con ella en su repliegue hacia alta mar. Podría afirmar que perdí la conciencia por varios segundos pues en el momento en que recuperé la noción de lo embarazoso e inusual del hecho, la gente ya no se quejaba, como siempre hace en el tramo averiado, y el caserío que indica el fin de la falla ya había aparecido por las ventanillas. Me separé rápido del hombre, logré llegar a empujones a una de las puertas y esperé quieta a que el tren se detuviera mientras sentía extinguirse la palpitación en el lugar de donde había partido. Las puertas se abrieron, descendí y caminé aprisa hacia la salida de la estación.

He seguido encontrándome con el hombre. Duerme, o parece dormir, en el mismo asiento del mismo vagón. Yo voy sin titubeos a situarme a su lado. Si alguien está ocupando mi lugar, me las ingenio de una u otra manera para sacarlo, aunque la mayoría de las veces no tengo que hacer nada. Basta que él cabecee para que el inoportuno se vaya y me deje el sitio libre. Él parece no darse cuenta de nada, estoy segura de que podría jugar a enredarle mis dedos en el pelo y a trazarle caminitos a través o a hacerle rizos en cada mecha: no creo que duerma de verdad, no señor. Lo percibo cuando se me arrellana sobre el vientre aunque simule gestos involuntarios. Es imposible que no se dé cuenta de lo que ocurre cuando pasamos por esos metros de vía. Pero a estas alturas ya no me importa, y es evidente que a él tampoco. ** Carolina Meneses Columbié [email protected] Escritora cubano-chilena (Santiago de Cuba, 1966). En 1992 obtuvo la licenciatura en Información Científico-Técnica y Bibliotecología por la Universidad de La Habana (http://www.uh.cu), profesión que ha ejercido desde 1993 hasta la fecha en Santiago de Chile. Su cuento “El negro del bongó” recibió una mención en el Concurso Interamericano de Cuentos 2006 de la Fundación Avon (http://www.fundacionavon.org.ar, Buenos Aires, Argentina). Fue finalista del Premio La Monstrua 2007 (Guadalajara, México) con el cuento “El retorno” y su cuento “Menos mal” fue incluido en el libro Escritores - Antología 2006 (Ediciones de La Cultura, Buenos Aires, Argentina). Mantiene una página personal en http://www.carolinameneses.cl.

=== Desnudez de la noche (extractos) Dory Rojas ====================== Desnudez de la noche Dory Rojas Poesía Instituto Barinés de Cultura y Bellas Artes (Inbcyba) Barinas (Venezuela), 2006 Depósito legal: lf403644211 28 páginas *** Viaje Toma el equipaje recorramos lo que se olvidó y tomémosle viaje a la vida Celebremos arrodillados calendarios y revelemos placer a predicadores incultos presumidos de nada Desnudemos al viento y cubramos al infinito con el calor de nuestro viaje

*** Oferta Te invito a resucitar en mis poemas aquellos que sin culpa no pudieron sobrevivir a la tragedia del verbo equivocado y leones hambrientos disiparon al florecer la aurora

*** Qué sabe nadie Qué sabe nadie de tu gusto fundido a mis antojos del disfrute de quien no entiende Qué sabe nadie de encuentros anticipados y del adiós que hacemos cotidiano

*** Presencia A Arnulfo Quintero López Hoy como ayer Alguien dejó olvidado un poco de amor en sus bolsillos rotos desde entonces a su encuentro de a poco lo llevo prisionero en el afán de pertenencia

*** Huésped Apremia mi rostro en la sombra y concédeme aliento en el rincón de tu paso

*** Identidad Tal vez tu camino en el calendario próximo Tu noche fría y tibia como el vino Tal vez montaña errante sobre tus pasos

*** Plegaria No prturbes las campanas que abren paso al exilio ni detengas esa furia que enlaza rincones Atiende la caricia que cuelga entre nubes sin desteñir el blanco ni la desnudez Sacude la impericia y refugia en mis zapatos el eco disperso Ven y ciñe los caminos sin ofertar mi luz, que la rendija no presencie el desliz

*** Sueño a color Sueño miradas perdidas corroídas que vienen a mi encuentro ** Dory Rojas [email protected] Poeta venezolana (El Vigía, Mérida, 1972). Reside en Barinas, en cuyo Ateneo dicta talleres literarios para niños. Ha publicado los poemarios Envolviendo colores en pétalos vacíos y Desnudez de la noche, ambos en la colección “Palabra al viento” del Instituto Barinés de Cultura y Bellas Artes (Inbcyba).

=== En las catacumbas no se baila tango Ulisses Paniagua ============= La sentencia cayó sobre mí, como cae una bestia de rapiña sobre la carroña mutilada: —Sabes bien que la Empresa se rige bajo políticas muy estrictas. Todos los días llegas tarde y parece que ni siquiera te importa; en definitiva no tienes remedio. He intercedido ante el Supremo hasta donde mi cargo lo ha permitido, pero tú mismo no te quieres ayudar. No puedo hacer más por ti. Estás despedido. El Jefe cerró el gigantesco libro de registros —legajo de pergaminos amarillentos, gastados— con una rabia incómoda para ambos. Los últimos vocablos permanecieron estáticos en el aire durante algunos segundos, atrapados entre la desnudez de las paredes. La densa cortina de polvo que se adueñó de la habitación me hizo recordar la noche, el abismo. No quería regresar allí. No quería pertenecer una vez más a aquella mítica pero vergonzosa Legión de Desempleados. Por mi mente desfiló una multitud de pensamientos; supongo que es así como los agonizantes deben ver pasar los recuerdos: jirones macilentos en un carrusel antes de la hora buena. Llegué a pensar que él, mi otro yo, había regresado tras meses de un descanso premeditado para reclamar lo que era suyo, la silla que nunca había dejado de pertenecerle. No hubo más remedio que contener los salvajes embates de la incertidumbre. No hubo más remedio que sobrevivir a la noticia. El Jefe me condujo ante La Puerta, ese enorme elemento barroco e impersonal que abrió sus hojas mugiendo como un becerro. Señaló en dirección al interior. Descendí peldaño a peldaño la estrecha escalinata que conducía hacia las catacumbas, calculando metódicamente mis pasos, temeroso ante ese largo e inquieto sendero custodiado por la oscuridad. Sabía bien que a mis espaldas un arcángel me cerraría el paso ante cualquier intento de fuga, así que cualquier posibilidad de escapar estaba de antemano descartada. Débiles antorchas bosquejaban el recorrido interminable hacia los infiernos. Podía sentir el salitre adueñarse de mi espalda. Las huellas de los escalones parecían multiplicarse hasta la infinidad entre más se descendía al lúgubre reino. Desde lo más oscuro del macabro pozo, una loa negra destacaba algunas coplas. Cuando bajé, el espectáculo me dejó aterrado. La Legión se arrastraba, ajena a todo pudor, sobre el piso de la gran celda enmohecida. La humedad se tragaba los sueños y un fétido olor a podre se adueñaba de todo. Los cuerpos se hacinaban, se retorcían unos sobre otros en un tango que cualquiera hubiera confundido con una tremenda orgía. Pero en las catacumbas no se baila tango, por más triste que éste sea. Las catacumbas sufren; y sus estertores, sus lamentaciones, resbalan sobre la piel de esos cuerpos sudorosos, sucios, hasta oxidar el acero de sus pesadas cadenas. Yo no quería regresar con ellos. Sin embargo, no quedaba otra alternativa que cumplir los mandatos de las potestades del Cabildo Eterno. Ausente, con los labios cosidos por la impotencia, me despojé de mis ropas con la naturalidad de la víctima que sabe cómo colocar la cabeza bajo la guillotina. El mundo es un circo barato, el show de unos monos histéricos que juegan a la oferta y la demanda para pasárselas después debajo de las pelotas, objeté. Cuando me di cuenta estaba encadenado y enjaulado, recibiendo el trato de un perro sarnoso. Los grilletes laceraban mis muñecas; de mis ojos brotaban algunas lágrimas. Me acordé de los santos, yo, que nunca creí en ellos. Me acordé de mis padres y mis hermanas. Ahora sólo quedaba esperar. Aguardar esta larga, fatigosa marcha de los días. De mis labios nació un suspiro. Luego la queja. Luego el dolor más hiriente; los lamentos desgarrados del que nada espera. Me mezclé entre esos cuerpos bañados en aceites de carne, bañados en castigo. Desde entonces espero impaciente el fin del suplicio, la ocasión de abandonar, para siempre, este tormento perpetuo que no merezco. ** Ulisses Paniagua [email protected] Escritor mexicano (Ciudad de México, 1976). Es poeta, guionista y dramaturgo. Ha publicado en diferentes diarios y revistas literarias de su país. Tiene cuatro libros publicados, en colectivo, con la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx). Recibió una mención honorífica en el Concurso Nacional de Cuento “Criaturas de la Noche”, convocado por el Instituto Coahuilense de Cultura (http://www.icocult.gob.mx).

=== Geometría corpórea Jesús Sánchez Jurado ========================== *** Itinerario Cuando ya más no pueda enseñarle, que el discípulo mate a su maestro. Como las aguas desbordan su cauce o, a la mecha que lo sustentare, agota el triple fuego, que la verdad sea sometida a prueba en el níveo crisol de la experiencia. Cuando la verdad se quede pequeña, búsquese otra nueva. Que el discípulo haga el camino sobre lo ya construido, buscando y adorando dioses de barro, de cobre y de hierro; cuando finalmente esté preparado, vendrá un nuevo maestro, con el que las tablas de la verdad volverán a brillar. Que siga así hasta que halle en su interior el reflejo de Dios. Que aquél que hallar maestro ya no procura, entre en la noche oscura, donde sus apetencias lisonjeras serán puestas a prueba y sus ideas habrá de defender por medio de la fe. Que el triunfador conozca a su esposa; que sus velos descorra cuidadoso, en el orden debido, usando mucho mimo, mientras que la unión se va completando, uniendo sus dos manos.

*** La rosaleda Después de su segundo nacimiento haber tenido, como un gozoso vergel floreciendo, a sus familiares y amigos, daba sus rosas, siendo las rosadas las más hermosas, sin que las mil espinas, en sus dedos, rojo teñido, les dejasen en, de partir, la hora. Dejando tras sí todos sus recuerdos, cruzó el río, donde, por el asceta, fue ungido con las aguas que purifican el cuerpo; mas, en el fuego, su espíritu resultó elegido por la belleza del ramo de rosas que hacían, de su vida, la gran obra. Lo recibido lo fue dando a cuantos pedigüeños se iba encontrando por el camino, dando a cada uno el conocimiento de su desvío, de modo que, asentando su injerto, la rosaleda fuera, candorosa, una ofrenda de pequeñas obras.

*** Gusto facultativo En la noche primera, tras la puesta solar, el gusto pasa su primera prueba librado de la apetencia lunar, en el fuego que eleva la consciencia; mas tendrá que ir a la tierra del fuego para purificar sus apetencias y dejar tras sí cuanto, como un peso, aún lleve su esencia. En la noche segunda, cuando no hay luz de luna ni de estrellas, el gusto pasa su segunda prueba; que nada halla que su fe confunda, que tan sólo de ella guiarse quiera. Entre las dobles fuerzas, que tanto lo apuran, tendrá vislumbres de su amada esposa, en la razón que su fe asegura, en extremo hermosa. En la noche tercera, por el gusto, se consuma la unión, cuando flores matutina estrella. El esposo ha puesto tras este empeño, semejante fuerza y determinación, que ha sido recibido con amor y sabio, prudente recogimiento, quitándole a su esposa los velos sin torpe ligereza.

*** Imagen en el espejo Imagen reflejada en el espejo, en tu faz me conozco. Imagen que me traes tantos recuerdos, como tú, cristal roto. Imagen tintada de sentimientos, mis cortes dolorosos. Imagen esquirlada de reflejos, yo no te conozco.

*** Tres caminos Tres caminos se ofrecen a mi vista. Uno, a la derecha, escarpado, picos y pedregales son su apoyo constante; el segundo a la izquierda, lejano, se pierde en los valles con sus sones y bailes; y un tercero, centrado, que sin ser uno u otro, de los dos tiene trozos. ¿Por cuál avanzaré de buena prisa? Para tomar uno, no tengo fuerzas bastantes para aguantar su medida; el otro extremo, con sus lisonjas, podrá adormecerme la presteza, haciéndome pernoctar en sus fondas; el que discurre por el curso medio, que no tiene lisonjas ni fiereza, se ajusta mas al vaivén de mi empeño.

*** Geometría corpórea Primera parte “Cuando ya más no pueda enseñarle, que el discípulo mate a su maestro. Como las aguas desbordan su cauce o, a la mecha que lo sustentare, agota el triple fuego, que la verdad sea sometida a prueba en el níveo crisol de la experiencia...” Tras haberse educado a los pies de su maestro, aprendiendo, de las plantas del campo, sus usos y misterios, del orden animado como se forma el razonamiento, y en la tierra y en el cielo, de lo in manifestado, los signos que revelan sus secretos; habiendo demostrado su control sobre el pulsante deseo, domesticada su satisfacción y con el amor presto, obtuvo la esperada bendición de manos de su maestro, quien, reconociendo a su sucesor, le dijo estos versos: “Aunque tengas frío, que no te importe si a quienes te rodean, das calor en lo profundo de tu corazón. Quizás te reconforte saber que tu luz en amor ha prendido, como un recién nacido”. ...después de su segundo nacimiento haber tenido un gozoso vergel floreciendo, a sus familiares y a sus amigos, daba sus rosas, siendo las rosadas las más hermosas... y a ponerse en camino lo animó ya que era el momento en que, a las puertas del templo del sol, debía hacer su intento: “Ante la puerta, modula tu voz: debes, con una palabra, hacer la triple llamada. No creas que es tarea fácil la misión: debes conjugar deseo, en tu razón, satisfecho, con el debido, candoroso amor”.

Segunda parte “Cuando la verdad se quede pequeña, búsquese otra nueva. Que el discípulo haga el camino sobre lo ya construido, buscando y adorando dioses de barro, de cobre y de hierro; cuando finalmente esté preparado, vendrá un nuevo maestro, con el que las tablas de la verdad volverán a brillar. Que siga así hasta que halle en su interior el reflejo de Dios”. Tras sí dejó su aldea, familiares y amigos, su plácida y fructuosa existencia y todo cuanto le era conocido; bajando las laderas, se dirigió hacia el mar bravío, ...cruzó el río, donde, por el asceta, fue urgido con aguas que purifican el cuerpo, mas, en el fuego, su espíritu resultó elegido... por cuyas mil desparramadas islas fue cosechando nuevas experiencias, multiplicando sus siete talentos, enseñando la siembra de las hijas del fruto, las semillas, en su adecuado tiempo, Geográfico camino no es el que tú recorres, que es, de tus interiores, senda de peregrino que va descubriendo velados dones con los que has nacido y con los cuales te vas facultando para tareas mayores en el silvestre campo. Luego, sobre una roca se sentó, mezclándose entre cientos de aspirantes contritos de emoción y henchidos de anhelos. A muchos apartó el sol radiante, pues no pudieron ser, como la arena del desierto, bajo su luz, vibrantes; a otros, gráciles reminiscencias llevaron de recuerdo al frescor hogareño; y otros no encontraron de recibo, tan sudorosos, no ser acogidos... por tanto, cuarenta y nueve quedaban cuando la hora llegaba. Estando en plenitud la luna nueva, uno por uno fueron recibidos con exhortaciones sobre las pruebas a las que, quizás algo confundidos, tan seguros habían acudido, y admoniciones sobre las penas que conllevaban, de verse caídos; mas ninguno se retiró. Después fueron obsequiados con baño y sabrosos refrigerio y bebidas; “...tras la puesta solar, el gusto pasa su primera prueba, librado de la apetencia lunar, en el fuego que eleva la esencia...” unos los tomaron de buen agrado, otros, de una manera comedida; unos, de piedra, tuvieron salida, otros, al atrio fueron convocados, donde vieron la boca de la tierra abierta en par, con toda su fiereza; mas ninguno se retiró. Uno a uno, entraron al pasillo, dispuestos a alzarse victoriosos por encima de lo desconocido que los esperaba tan cauteloso. Con paso seguro, el aspirante penetró en las sombras acechantes: “nada debo temer si por este trance ya he pasado; he sido preparado, consistente en mi fe, para afrontar cuanto se me presente, si tal cosa sucede; pero, si así no fuere, nada adelantaré por mucho que temiere”.

Tercera parte “Que aquél que hallar maestro ya no procura, entre en la noche oscura, donde sus apetencias lisonjeras serán puestas a prueba y sus ideas habrá de defender por medio de su fe”. Con la única luz de una antorcha, prendida con fuego de su corazón, atento, avanzo entre las densas sombras tenebrosas que llenaban la galería —las puertas a su espalda, atrancadas—, con sólo una salida en la piedra excavada, negra hambrienta garganta por la que introducirse debía. Las húmedas paredes se estrechaban, el calor, desde el fondo, ascendía mareando al aspirante en su descenso a las profundidades, mientras oye en un eco trozos de una canción que habla de espejos, “...en tu faz me conozco...” con la antorcha apagada, las manos y pies como ojos reptantes, prosiguió su bajada, “...como tu cristal roto...” El sudor lo asfixiaba y el corazón flojeaba, perdiendo cinco kilos de peso, “...mis cortes dolorosos...”, mientras invadían su pensamiento visiones de hallarse en un rojo fuego que pedazos de su ser le arrancaba, y el dolor le embriagaba en la oscura garganta flameante. “Mas tendrá que ir a la tierra de fuego para purificar sus apetencias y dejar tras de sí cuanto, como un peso, aún lleve su esencia”. Cuando estaba a punto de desmayarse, sus manos hallaron una salida que subía describiendo espirales, “...yo no te reconozco...”, hasta encontrarse en otra galería, a cuyo fondo un débil resplandor, figura daba, tan llena de ira que todo era temor. Tomó tres respiraciones profundas y se tranquilizó; mirando la figura, comenzó a caminar, firme el paso y continuada la respiración, observando caídos a ambos lados a otros que lo habían precedido, seguros de sí mismos, “que nada halle que su fe confunda, que tan sólo de ella guiarse quiera” mas numerosos, según avanzaba. Formas difusas tiraban de él, por ver hacia qué lado se inclinaba y caía, a la vez que firme proseguía avanzando, recordando las rimas de la espera que compuso en la arena: “Cuando tu bien yo procuro, tiran de mí hacia abajo, pretendiendo que no avance ni permanezca en tu agrado; aunque con fuertes tapujos intentan este apaño, mantenerme fiel procuro, porque, fuera de este trance, unidos en mayor grado seremos en adelante. Luego se sigue una calma como ninguna lograda, donde ni vientos ni lluvias, ni las calores avanzan, sino que todo aquietado permanece en lontananza. Más próspera que ninguna, dichosa asciende mi alma por fértil, celeste prado...” La efigie de la diosa lo observaba con iracundos rasgos, presta a abalanzarse de su estrado ante la firmeza tan pretenciosa de quien se acercaba sin inclinarse; mas, según se acercare, su cara, al trasluz, iba cambiando de la severidad a la hermosa magnanimidad. Llegado hasta ella, pudo observar la delicadeza de los cinceles que la habían podido diseñar con trazos tan finos y sugerentes que tantas emociones despertaron en quienes hacia ella avanzaron sin estar preparados. Y en los que estaban a sus espaldas, pudo leer un grabado con, de la divinidad, la palabra que trae la sanación en manos del amor, que pasa por el camino del medio, entre los dos extremos. ...lo recibido lo fue dando a cuantos pedigüeños se iba encontrando por el camino, dando a cada uno el conocimiento de su desvío... Agrupados sacerdotes salieron a felicitarle por las dos pruebas pasadas, y luego lo condujeron donde debía pasar la tercera.

Cuarta parte “Que el triunfador conozca a su esposa; que sus velos descorra cuidadoso, con el orden debido, usando mucho mimo, mientras que la unión se va completando uniendo sus dos manos” “Bendito seas, ¡Oh Señor! que has triunfado sobre quienes se enfrentan, tirando de su lado de la cuerda, a los que adoran al dios contrario; estando sobre lo bueno y lo malo, en la Casa del Bien conservas tu sagrario, prendido en tu inagotable fe”, le homenajeaban al aspirante los sacerdotes que lo conducían, entre los dos pilares, a la dispuesta cripta, “Bendito seas, ¡Oh Señor! que has triunfado sobre las ilusiones, sabiendo que conoces, fruto de tu fe, la sabiduría”. Agua del rocío, sobre las flores de alerce, genciana y pasionaria, caída, tomó, con la de lavanda, para que tranquilas las emociones, tuviese en sí confianza. De hyperico y de espino blanco, untado fue con aceites y aromas; lecho de lino blanco, tendría esa noche. “Bendito seas, ¡Oh Señor!, que has triunfado, pues habiendo muerto, fuiste enterrado” La mecha se agotaba, el silencio crecía y la última prueba comenzaba, “y has resucitado” Sus párpados pesaban, su vista se nublaba, mientras que, en un profundo sopor, su cuerpo penetraba entre imágenes sin ilación, y sintióse ligero, sobrevolando el pozo en el que crujían los dientes y en donde intentaban atraparlo, sin que poder tuviesen para haberlo forzado; entonces, mirando a lo alto, tomo su decisión y la oscuridad entró en movimiento, llevándolo muy presto hacia la puerta de la intensidad, quedando todo atrás... ** Jesús Sánchez Jurado [email protected] Poeta español (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1957). Textos suyos han sido incluidos en diversas antologías.

=== Tres relatos Marcelo Pezzotta ==================================== *** El hombre de Anaximandro El sol fue secando las abundantes aguas en que ellos vivían. Al cabo de un tiempo inmenso en los extensos charcos y en la agrietada tierra los monstruos que entonces no eran horribles pues no había quien así los considerase, balbucían ruidos, arrodillados o medio erguidos. Conocieron entonces la sed y se lamieron el cuerpo acuoso para saciarla. Pronto sus caparazones comenzaron a endurecerse y sus miembros se entumecieron. No se preguntaron nada, ni se asombraron, si pensaron en nada, no podían hacer ninguna de esas cosas. Sus partes más superficiales fueron cayendo de a poco sobre el suelo ya muy seco y algo parecido ligeramente a la conciencia les hizo percibir con alguna mínima sorpresa aquellas pérdidas. Entonces unos a otros empezaron a mirarse, a notar con un vaguísimo entendimiento que los otros se rompían extrañamente. No existía quien pudiera medir el tiempo en que aquello terminó de suceder. Lo cierto es que al final, del interior de esos cuerpos, quizá escamados, quizá verdosos y enormes fueron saliendo, como carozos de una fruta, hombres y mujeres. ¿Hacia dónde habrán dirigido sus primeros pasos? Alguno de esos hombres miró a una mujer, sintió arder sus entrañas, una precaria felicidad y una incomprensible angustia. Ella sintió, tal vez, algo similar. Fueron los primeros amantes.

*** Escolares Alguien los vio decirse algo por lo bajo. Una ofensa, una respuesta, ya no había forma de volver atrás. Corrió el rumor entre los alumnos de sexto año y se esperaba el final de la jornada con ansiedad y cierto nerviosismo. Trejo tuvo deseos de disuadir a su compañero Araya pero sintió vergüenza, no habría sido bien considerado por el resto del curso si intentaba hacerlo. Cuando llegó el final de la hora, impulsados por un acuerdo que iba más allá de su voluntad, todos los de sexto se dirigieron lentamente hacia aquella calle sin salida que quedaba a cinco cuadras del colegio. Sentados en una pequeña fuente, todos eludían la mención del hecho que allí los convocaba. Tras media hora de espera, los más evasivos empezaron a buscar excusas para rehuir aquel encuentro. Y en eso estaban cuando vieron doblar la esquina al preceptor Ángel Di Marco, caminando con lentitud y con seguridad. Nadie dijo nada desde entonces. Francisco Araya se alisó el pelo, abrió la carpeta, acomodó unas hojas, y apretó sin sentido los botones de su celular. El preceptor Di Marco dejó sus cosas en un costado, se quitó los anteojos, se pasó las manos por los pantalones y se quedó mirando dignamente al frente, hacia donde estaba Araya. Nadie ha estado más solo que él en ese instante. Algo pareció inquietarlo cuando miró detrás del grupo que rodeaba a Araya, entonces uno de los muchachos de aquel grupo se dirigió a unos niños de primer año —que éramos nosotros— mal disimulados tras unos árboles insuficientes. —Esto no es para pendejos, rajen de acá... Los niños no se fueron y desafiaron al alumno más grande que aprovechando su estatura se acercó para atemorizarlos y hacerlos huir, se fueron riéndose y a la carrera. —Y más les vale que no buchoneen. Superado este percance, Araya se paró y colocándose frente a Di Marco empezó a medirlo. Ninguno dijo nada, sólo se zamarrearon al principio y también al final ya cansados, pero se golpearon con convicción en el medio. Sangre en las caras, furia en los golpes. Tras unos minutos de mucha concentración en la pelea, Manuel Toledo determinó el fin de la disputa y los separó con gran fuerza. Mientras las chicas que habían ido componían un poco la ropa y el pelo de Araya, Melania González se separó del grupo y fue hacia donde el preceptor en soledad levantaba lentamente sus objetos. Acarició en silencio la cara magullada de Di Marco. Se miraron sin hablar unos instantes. Soledad Benega que estaba asistiendo a Araya sabía todo. Miró de lejos y como si nada siguió en su tarea. Melania quiso tomar las cosas de Di Marco, pero él la detuvo. —Tenés que ir con ellos... yo me voy solo, ya nos veremos... Melania González tomó fuertemente la mano de Di Marco y luego se alejó con sus compañeros, ése era su destino inmediato, ya habría tiempo, quizá, para saber qué era lo que verdaderamente quería.

*** Los olvidos He vuelto al pueblo después de muchos años. En la puerta de la vieja casa no me asombra escuchar el lúgubre silbido del tren a las tres de la mañana. Mi relación con el tren aquí siempre ha sido más bien indirecta. Nadie en mi familia ha sido ferroviario, lo que me liga al tren es su sonido, su temor, las vías que he recorrido, el puente, los durmientes. Durante el día había buscado las orillas del río Cruz del Eje, con la certeza de que los recuerdos me entristecerían. Regresé caminando por la vía; cuando de niño vagaba aquí junto a los amigos de la infancia, solía mirar hacia atrás, por si el tren venía, sin embargo hacía tiempo ya entonces que el tren no pasaba más que una o dos veces con alguna carga, no había trenes de pasajeros. Cualquier poeta de este lugar recurre a las metáforas del tren, pero no por facilismo sino porque es algo inexorable. El tren, que iba haciendo nacer pueblos a su paso, al irse fue adormeciendo también algunos, como éste. Vagando por la vía llegué a la estación vacía, muda, me inquietó un silencio persistente y un frío repentino. Algo pareció cambiar en el ambiente como si la manera de percibir el sonido cambiara en mis oídos y percibí que no estaba solo. Sentado en un banco que alguna vez la gente había usado para esperar, un hombre miraba lejos. Me iba a retirar pero me habló y a pesar de estar a varios metros escuché perfectamente, no necesitó levantar la voz ni dirigió su mirada hacia mí al hablarme. —Estoy muy solo —me dijo. Pensé que sería un ebrio a quien le acuciaba que alguien lo escuchara. Aunque deseaba irme algo me parecía familiar en aquel hombre extraño. —¿Vos cómo estás? —me preguntó como si me conociera. —Bien... Mi alma comenzó a deshacerse, no sentí miedo ni inquietud, sólo piedad y una leve emoción. —Sos mi hermano —dije, y sin creer lo que veía me acerqué a él. Me senté a su lado, y quedamos los dos en silencio durante largo rato. —¿Por qué estás solo? —pregunté. —Porque estoy muerto hace más de diez años —me respondió. —Lo sé. ¿Por qué aparecés ante mí y no ante otras personas? —Porque otras personas no me han olvidado... —Tampoco yo. —Vos intentás olvidarme y por cada persona que me olvida estoy un poco más solo. Permanecimos en silencio y el tiempo estaba detenido. La soledad de aquel lugar se hacía casi material. Toqué el cabello de mi hermano muerto y acaricié su cabeza, me miró por primera vez, yo sentía una triste alegría. —No sé si podría olvidarme de vos aunque lo intentara —le dije—. Vivís en mis sueños. —Ya lo sé. Soy yo quien te visita en sueños para que no me olvides. —Sí, pero vivís en mi miedo a la muerte. Aunque tratara de evitarlo, yo soy también tu muerte, soy estas calles vacías, estas vías mudas, estoy hecho de esta ciudad y de los muertos queridos que hay en ella y de los vivos y las cosas que alguna vez me han pasado aquí. Sonrió levemente. —Te creo... Le pregunté por mi padre, por Marta, y por vecinos y amigos que ya no estaban. Le pregunté también si en algún lugar ya estábamos nosotros también muertos. —Tal vez eso sea un sueño tuyo. No vale la pena que indagues —me dijo. Llegó un tren, lleno de pasajeros. Se detuvo y sin que yo notara el movimiento estábamos ya frente al vagón, mi hermano se despedía de mí. —Estaré un poco menos solo ahora —dijo—. Y creo que vos también. —Tal vez... No quise mirar a las caras de los pasajeros que miraban por las ventanillas. Tuve miedo de encontrar allí a algunas personas. Tuve miedo de ver a seres que hacía mucho tiempo que no veía y que daba por vivos. Tuve respeto quizá, no quise mirar. Mi hermano tocó mi mejilla: “Quiero que estés bien, los rencores de la vida se olvidan”, me dijo. “Sos mi hermano”. Iba a llorar pero no me pareció adecuado. El tren partió; mi hermano antes de desaparecer levantó su mano saludándome. Vi al tren perderse en la curva. Un policía que pasaba por ahí me preguntó si estaba bien, le dije que sí. Me pareció que se trataba de un compañero de secundaria, no me reconoció. No le dije quién era yo, me habría notado envejecido como él. También habrá fingido. Se esfumaron el silencio y la quietud. Los murmullos del pueblo regresaron y caminé hacia la casa. En el camino, una mujer que iba con quien imaginé que sería su esposo, me saludó desde un automóvil, no la reconocí al principio, pero me miró con insistencia y recordé un fugaz amor adolescente. Me siguió con la mirada mientras sonreía y el auto se alejaba. Seguí caminando. Alguien me recordaba después de tanto tiempo y me sentí menos solo. ** Marcelo Pezzotta [email protected] Periodista argentino (Cruz del Eje, Córdoba, 1971). Reside en Córdoba y es licenciado en comunicación social. Enseña lengua y literatura en escuelas secundarias.

=== Poemas René Dayre Abella ========================================= *** El poema Se me ocurre imaginarme a este lápiz como a una larga lombriz. A esta hoja en blanco como a una sábana donde hago garabatos. Noto que el tiempo se detuvo un instante. Un hermoso corcel dejó de galopar y ahora hace evoluciones de forma elegante en una plaza. Un niño ciego ha dejado de tocar el acordeón y extiende sus manos en busca de monedas. Otro niño dejó escapar de entre sus manos una paloma, despidiéndose así de su inocencia. Mi gata me clava sus ojos húmedos y ronronea. Desde los speakers de mi ordenador Omara me grita: “Si te dicen que te quiero, eso no lo he dicho yo...”* Mientras Yves Thibaudet, en la tele, degrana una a una, melifluas, cada nota de un nocturno chopiniano. Una mano deja caer un clavel recién cortado, empapando con gotas de humedad el papel donde intento escribir de prisa una larga fila de palabras para atrapar a esa criatura recién nacida, evasiva y traviesa que convenimos llamar: poema. Notas al poema: * Aludo evidentemente a Omara Portuondo, notable figura de la cancionística cubana, quien cultiva particularmente el género llamado filinesco. Yves Thibaudet es un afamado virtuoso pianista francés, célebre por sus brillantes interpretaciones de la pianística chopiniana.

*** Puertas Las puertas son hendiduras abiertas a la noche, agujeros jirones deshilachados en el costado virgen de la tarde ranuras resquebradas que miran donde un loco baila jadeante. Puertas punto final de un laberinto acceso definitivo a la loca vacuidad de cada día puertas, puertas lecho improvisado que aspira el aire de mi aliento.

*** Elogio a la locura A Miguel Barco, in memoriam. El amarillo cadmio se esparce estridente sobre el lienzo. Un rostro desdibujado se desparrama como pisada sobre el vacío sin dejar huella que lo identifique o simplemente le recuerde. La sonrisa retorcida me asalta desde el cuadro, manos oscuras se extienden invitándome al saludo, al diálogo silente. El Gran Hermano nos vigila, Miguel. Nunca lo olvides.

*** Sueños Anoche me soñé pez muriendo a pedacitos. Luego soñé la luna escondida en una caja de zapatos. Una fila de hormigas movía una araña. —¡Niño, no te manches la ropa, ni los zapatos blancos! Quise soñarme hombre y me soñé poeta, un infeliz que sueña escondiéndose siempre de la Muerte.

*** Bretoniana me dejo caer me escurro me deslizo me pierdo siempre en el vacío sin remedio.

*** El equilibrista Camina despacio sobre las líneas del poema evitando caer de bruces en la nada.

*** Visiones Para Álvenix, visto en sueños. Paseas tu sonrisa con los últimos rayos de este sol asciendes y desciendes por frágiles columpios y escapas con esa monja que te grita maldito acompañada sólo por los acordes de una sonata. ** René Dayre Abella [email protected] Escritor cubano (Banes, 1945). Docente egresado del Instituto Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, en Topes de Collantes, Cuba. En su país se desempeñó como educador de adultos enseñando los cursos secundarios de superación obrera y campesina. Formado además como técnico de nivel medio en la rama de la industria azucarera, trabajó como químico analista en varios centrales azucareros. Reside en Estados Unidos desde 1980.

=== Los LatinoTauros y la esperanza perdida =============================== === Leonardo Jiménez Quintero y Johanna Angélica Giraldo Correa =========== Porque la esperanza es lo último que se pierde y en nuestro país está perdida hace mucho tiempo. Propuesta de montaje para teatro de muñecos. Idea original: Leonardo Jiménez Quintero. Dramaturgia: Johanna Angélica Giraldo Correa. Personajes Mítico-selváticos: • Chamán: actor vestido con atavíos • La pacha mama: voz en off o títere • Jaguar: Iqui Balam Quitche • Lucí felina: La lucí. Fusión gata y mujer • LatinoTauro: antes Urbanosaurio, fusión hombre y jaguar • Zeus: voz en off o títere • Arges: cíclope niño • Brontes: cíclope adulto

Obrerosaurios: • Urbanosaurio: mitad persona, mitad máquina • Comunicosaurios: sapo con una oreja de antena • Vigilosaurios: máquina con muchos ojos

Dirigentes: • Monstruócrata: ser ciego con peluca de juez • Necio: centauro • Monseñor Toribio toro: minotauro • Gargantux: Milicosaurio (medio hombre, medio tanque de guerra) • Buséfalo • t.v.o.: perro con cabeza de televisor • Maíz: en mata y en enredadera • Baúl o caja de Pandora, jaula, pelota de hilo. (Los paréntesis son sugerencias, algunos títeres por el desarrollo de la obra y condiciones de montaje deben ser de varios tamaños)

Entrada (El Chamán entra, camina lentamente, sigiloso, mira al público, se acerca agachándose junto a un montón de piedras previamente puestas para prender un pequeño fuego, se sienta junto a éste, en el transcurso de la obra se mueve pero siempre permanece cerca del biombo) Chamán: Hace un poco más de 500 años se extravió de nuestras tierras latinoamericanas la querida esperanza, todo ocurrió mientras la pacha mama devolvía a la familia de los jaguares el fuego primitivo que fue robado al padre jaguar por la mujer y que permitió a los hombres y mujeres cocinar durante muchas lunas, para que éste fuera escondido en las entrañas de la Tierra, donde ni Prometeo el titán lo hallara y pudiera protegerse de los invasores que llegaban dispuestos a llevarse todo lo que brillase y produjese bienestar a nuestros ancestros. (inicia un conjuro) yo... aquí el temible traga hombres, sombra y guardián de la selva, hermano primero del gran y último Quetzal, ave sutil que espera los rayos luminosos del incandescente Sua, he aquí el conjuro, las palabras del universo natura, naturaleza despierta a la historia, el relato la magia del corazón, escarlatas tiñen la aurora, mojan y empañan el suelo, todo hoy parece ocre, hay tristeza en los rostros mortales, pero nosotros desafiantes a los dioses tragaremos el mundo para dar libertad definitiva a la amada esperanza... que dance el jaguar y devore todo mal, es hora de la magia ancestral y este cuento contar...

Primera parte Escena 1: Chamán: En algún lugar del Olimpo vivían dos míticos seres que durante miles de años habían trabajado para el gran dios Zeus, del cual se encontraban cansados por su carácter explotador y la falta de garantías laborales en el desarrollo de su oficio, crear los rayos con que el dios dominaba y atemorizaba la tierra. (En el Olimpo: fondo negro, se escuchan relámpagos, una luz blanca da paso a dos cíclopes que hablan entre sí) Arges: Estoy cansado, a Zeus sólo le importa tener el poder y no piensa en los peligros que corremos al manejar la inquieta electricidad de sus rayos, no quiere encargarse de lo que anteriormente llamaban seguridad en el trabajo, no tiene idea de lo que es la salud y menos del significado del cansancio y la necesidad de un descanso. Brontes: Sí, sólo desea que trabajemos, trabajemos y trabajemos, sin tener en cuenta ninguna compensación, ni siquiera lo elemental, tres comidas dignas y balanceadas. (En coro, arengando) No queremos trabajar más, no queremos comer ambrosía, en este momento declaramos la huelga indefinida... Brontes: Por la recuperación de los tres ochos... que viva la huelga indefinida... (Toman herramientas de trabajo y las dejan caer) Arges: Por el derecho a la vida natural... abajo la fumigación letal... por la instauración de los derechos ciclopescos... que viva la huelga indefinida... Brontes: Por la seguridad alimentaria... abajo los transgénicos (en coro, arengas) (Suenan truenos y relámpagos, Zeus, voz en off, representado por relámpagos) Zeus: Sediciosos, traidores, revoltosos, ahora sabrán lo que es la furia del poderoso... (Truenos) Arges: (asustado) Tenemos que huir, es necesario ocultarnos, si no, tiemblo de pensar lo que podría pasarnos... (Pregunta al público) ¿Pero a cuál lugar? Brontes: Tranquilo, mi pequeño, conozco un lugar en donde el grande no puede asustarnos. Arges: Y... ¿dónde queda ese lugar increíble donde el grande no puede vernos? Brontes: Se llama Urbanópolis y no podrá vernos porque allí la contaminación es tan fuerte que cubre el cielo con una densa capa maloliente. Arges: Qué lugar tan horrible (pregunta al público), ¿cierto? Cómo viven sin la luz del sol, no, no quiero ir, el exilio no tiene justificación. Brontes: No tenemos opción, recuerda que Zeus no sólo tiene la fuerza y el ardor, sino también la mente del dictador. (El pequeño llora y salen cantando algo alusivo a la libertad)

Escena 2: Chamán: Entre tanto, en el último reducto de madre selva que queda en el mundo, la pacha mama conversa con el mítico jaguar que le comenta los detalles de su búsqueda. (En la selva, suenan tambores, luz negra, voz en off o títere de pacha mama, lentamente luz blanca ilumina al jaguar, hablan entre sí) Pacha mama: Mi querido y mágico jaguar, sombra y guardián de la selva, ¿cómo te ha ido? ¿Cómo estás? ¿Has hallado algo, acaso una pequeña luz, una pista o aunque sea una pequeña cruz? Jaguar: No, mi amada pacha, he recorrido todos los posibles lugares donde nuestra hermosa esperanza pudo perderse, pero todo ha sido inútil, no hay ni rastro en este mundo... Pacha mama: No desesperes, hijo, la esperanza puede estar donde menos lo imaginas como todo lo perdido en tu casa o en una casa vecina. Jaguar: Sólo falta un lugar en el mundo por recorrer, pero es el más horrible, oscuro y peligroso (temeroso), en verdad me da miedo allí aterrizar. Pacha mama: No temas, recuerda que eres el portador de la magia y tienes una labor que cumplir, la pobre esperanza está perdida y no hay excusa para desistir. Jaguar: No te preocupes, mama, seguiré la búsqueda por el cielo y por La Habana. (Se prenden luces de colores, sale humo y desaparece el jaguar) Pacha mama: Ve, mi querido y mágico jaguar, regresa con la buena nueva. La esperanza y el bienestar. (Humo, luces y tambores, sale la pacha)

Escena 3: (En Urbanópolis —ciudad contaminada, con fabricas—, humo, luz tenue, aparecen los dos cíclopes que se ocultan y conocen la ciudad, cae el jaguar del cielo sobre ellos —accidentado—) Brontes: Pero qué horror, en esta ciudad caen hasta gatos del cochino cielo. Arges: Pero mira, Brontes, es un hermoso animal, podemos quedárnoslo. Brontes: No, Arges, los seres no tienen dueño, vamos a ayudarlo y él decidirá si quiere venir con nosotros. Jaguar: (quejándose) Ay, ay, mi colita, qué golpe, esto de viajar después de tantos años sigue siendo difícil (ve a los cíclopes); hola, amigos, ¡qué raro, un solo ojo, qué bellos! ¿Quiénes son? Arges: Somos cíclopes y estamos... (Es interrumpido por Brontes). Brontes: Mejor dinos tú, ¿quién eres? (con música se muestra como si se contaran quiénes son y por qué están allí). Jaguar: Así que Zeus... Brontes: Así que la esperanza, esto huele a libertad. Arges: Y huele a aventura, ¿que tal si nosotros te decimos dónde esta la esperanza y tú luego nos llevas a vivir a la selva? Jaguar: ¿Cómo? ¿Ustedes saben dónde está la esperanza? (celebra, salta, viva, viva...) ¡La encontré!, si me ayudan a recuperarla, les aseguro que irán a vivir en la selva, si no pues... también... Arges: Cuéntale, Brontes, anda, cuéntale... Brontes: Está bien, la verdad es que... por lo que hemos escuchado allá arriba en el Olimpo, la esperanza no está perdida, nunca lo estuvo, la pobrecita ha estado escondida en la caja de Pandora que esta aquí en esta ciudad... Jaguar: ¿Y dónde está esa caja, ¿en qué parte? ¿Dónde, donde? Arges: El lugar, no lo sabemos... Jaguar: ¿Cómo? ¿No lo saben? (enojado). Y entonces, ¿cómo se supone que vamos a encontrarla? (triste) Qué triste, y yo que estaba tan ilusionado... Brontes: Pues buscándola. Arges: (asustado) Ocultémonos rápido... (Se esconden). Jaguar: ¿Por qué? ¿De quién? (pasa el Comunicosaurio). Brontes: De los sapos... eh, eh, perdón, de los Comunicosaurios. Jaguar: ¿De los comunicoqué? Arges: Comunicosaurio, aquél que se encarga de comunicar al Monstruócrata todo lo que sucede en esta ciudad. Jaguar: ¿Monstruócrata? ¿Que es eso? Brontes: El Monstruócrata es el dirigente de la ciudad, se encarga de que los Urbanosaurios trabajen, trabajen y trabajen y que piensen que están aquí sólo para eso y no para jugar, amar y sonreír... Jaguar: Entonces, ¿qué los mueve, qué los mantiene vivos? Arges: Sólo laboran para conseguir el combustible necesario para vivir, habitan las viejas canteras de donde saltan para alcanzar un Buséfalo que siempre está furioso y del cual deben lanzarse pues éste nunca se detiene, trabajan y luego van a recargarse para volver a repetir la historia.

Escena 4: (En Urbanópolis, sonido de carros en la calle, entran Vigilosaurio, Comunicosaurio y Urbanosaurio que va a casa, parece que dialogan, el Urbanosaurio salta al Buséfalo, el jaguar y los cíclopes lo siguen) Chamán: Al día siguiente el Urbanosaurio que llegaba a trabajar, seguido por un Vigilosaurio y un Comunicosaurio, se encontraba muy triste sin saber lo que es la tristeza, porque su vida no era lo que él hubiera deseado, recuerda su pasado, tenía la sensación de que su vida estaría llena de vivencias maravillosas que no conocía y que algún día viviría en un lugar hermoso donde viera el sol todos los días, pero su realidad decía todo lo contrario. (Entra el urbano refunfuñando, el jaguar y los cíclopes le observan) Urbano: Otra vez al mismo aburrido trabajo, con los mismos vigilantes entrometidos siguiéndome y sin ningún motivo para hacer lo que hago, qué vida tan solitaria, ojalá pudiera escapar a un bello lugar, si es que aún queda alguno, uno donde viera lo que llaman sol, agua, animales, ya casi nadie sabe lo que son, yo jamás he visto uno... Comunicosaurio: ¿Qué murmuras? Cuéntame, prometo no contarlo a nadie. (Riendo perverso) Urbanosaurio: Nada, olvídalo. (Entra al trabajo y sale en la tarde de inmediato, salta al Buséfalo, el jaguar y los cíclopes colgados lo siguen, casa del Urbanosaurio, prende al t.v.o) t.v.o.: Compatriotas urbanosaurios de todos los rincones, espero que estén listos a tomar su dosis de combustible para que se levanten llenos de vigor y ánimo, dispuestos a trabajar mañana recordando que tienen un compromiso con sus dirigentes, pues ellos necesitan de su trabajo para vivir como se lo merecen. Urbanosaurio: Trabajar (quejándose, furioso), ¡hag!... estoy fastidiado, me gustaría tener otra vida, ser otro... mugre t.v.o, cállate ya, parece que estuvieras para convencerme de que la horrible realidad es un verdadero... ¿cómo le llaman? Paraíso. Pero no existe, no es real. (Apaga el t.v.o)

Escena 5: Chamán: Después de una noche de triste sueño, el Urbanosaurio salió de su casa al día siguiente y en plena calle con gran asombro fue abordado por el jaguar y los cíclopes, deslumbrado por sus colores vivos y nunca vistos, perdió el Buséfalo y... (Sonido de carros) Jaguar: (amistoso) Hola, te hemos estado escuchando, estas inconforme y es lógico viendo como vives... y... ya que has perdido el furioso Buséfalo, ven con nosotros y ayúdanos en nuestra búsqueda. Urbano: (Huraño) Y... ¿qué les hace pensar que iría con ustedes?, son raros y no se parecen a nada que haya visto antes, además no están trabajando y eso quiere decir que están por fuera de la ley. Brontes: (despectivo) Vamos, Jaguar, estos tiestos no saben ni lo que dicen, no tienen conciencia propia. Urbano: (enojado) Un momento, los demás no lo sabrán, pero yo sí, descubrí que puedo pensar por mí mismo y aunque no sé en que otra cosa puedo pensar aparte de trabajo, trato. Arges: No te enojes, cacharrito, mejor acepta, ayúdanos, sí, sí. Urbano: Pues... está bien, igual como no llegue al trabajo seré castigado y no quiero. Jaguar: ¿Castigado? ¿Qué es eso del castigo? Urbano: No lo sé, sólo sé que los que faltan a sus labores no vuelven a aparecer jamás. (Salen huyendo, un Vigilosaurio los ve, música rápida)

Segunda parte (En el palacio del Monstruócrata, luz tenue, Toribio habla con el Vigilosaurio y el Comunicosaurio) Chamán: Y como en toda historia fantástica el malvado nunca falta, aparece monseñor Toribio Toro, un minotauro a quien se le comunica la falta de un urbanosaurio en su puesto y lo peor, que no está solo sino que va acompañado por un jaguar revoltoso y dos cíclopes sindicalistas que atentan contra la seguridad y el orden de la ciudad. Escena 1: Vigilosaurio: Monseñor, he visto un urbano por fuera de su puesto, lo más grave es que no está solo, se encuentra acompañado por dos cíclopes que según la red de informantes tienen fama de sindicalistas y un jaguar que nadie sabe de dónde salió. Toribio: ¿Cómo puede ser posible?, santo padre, ¿en qué momento ocurrió esto?, de la absoluta normalidad del rebaño pasamos al peligro de la revuelta, no, no, no, esto necesita medidas drásticas, no en vano estoy aquí para sembrar temor y hacer cumplir la ley, como que me llamo monseñor Toribio Toro, ¿dónde está el Comunicosaurio? (aparece el Comunicosaurio); llama de inmediato al Nesio Centauro y al milico Gargantux. (Aparecen) Nesio: Dígame, señor... Toribio: Querido y servil Nesio, sal a buscar a los sediciosos y tráelos ante mí, en el acto... ¡es una orden! Vayan con Dios. (Sale el centauro y entra el Monstruócrata) Monstruócrata: (regañando) Monseñor, como digno representante de los minotauros supongo que está en condiciones de explicar lo que sucede, no olvide quién manda aquí y de lo que soy capaz. Toribio: Cálmate, mi querido Monstruócrata, no he olvidado quién eres y claro que puedo contarte lo que ocurre, resulta... (Música corta mientras cuenta) Monstruócrata: Ya veo (gritando), y qué espera, reprima, detenga, controle... haga lo que sea necesario para mantener el orden.

Escena 2: (En Urbanópolis, luz negra, música de suspenso, entran el jaguar, el urbano y Arges murmurando, se esconden y entra el milicosaurio) Chamán: Mientras el jaguar, los cíclopes y el urbanosaurio huían se encontraron al bravo milicosaurio, quien trató de atraparlos y se vio enfrentado al urbanosaurio quien comenzaba a identificar el sentimiento de la amistad, la diversión, el juego y la alegría del amor. Milicosaurio: (gritando al público y apuntando con sus armas) ¿Alguien ha visto a esos metiches, ¡revoltosos!? Pero contesten, no se queden sentadotes ahí... no, ¿sí? Con que escondidos... ¿dónde? (los ve, grita); alto, prófugos, están detenidos... (El jaguar y los otros corren) Jaguar: ¡Alto! Nunca, ¡lo que usted quiere son mis uñitas! Pues le doy la de uñas (se pone en guardia). Urbano: (se detiene) Claro que no, aquí el único detenido debe ser usted (luchan, lo empuja y escapan celebrando). Arges: Qué valiente eres, hurra, contigo aquí nada podrá pasarnos, hurra. Jaguar: Eres un buen amigo. Urbano: ¿Qué es un amigo? Brontes: Un amigo es aquel que puede darlo todo por ti... solidaridad, apoyo, confianza. Arges: Y además juega contigo, se divierte y ríe. Urbano: No sé de qué hablan, ¿podrían enseñarme a jugar, a reír..? Jaguar: ¡Claro! Jugar es mi especialidad, pero necesitamos una pelota de hilo. Arges: No seas menso, hay muchas formas de jugar, mira (juegan algún juego típico, como agua de limón). Chamán: Se divertían, ¿verdad? Pero mientras esto sucedía, no eran conscientes del peligro que corrían, por lo que la pacha mama decidió intervenir, con la mala suerte de ser escuchados por un Comunicosaurio. Pacha mama: (luz tenue, voz en off desde arriba) ¿Qué haces, mi querido jaguar? ¿No sabes el peligro que corren? No es momento, cuando esto acabe podrán jugar el tiempo que quieran, pero ahora no es posible, ocúltense, yo enviaré la magia guerrera para que los ayude a encontrar la esperanza y a protegerse. Jaguar: (muy contento por oír la pacha) Gracias, madre, tú siempre tan lista (salen). Comunicosaurio: (observa).

Escena 3: (En el castillo, hablan Toribio, el Monstruócrata y el Comunicosaurio) Comunicosaurio: Señor Monstruócrata, señor Toribio, he localizado a los rebeldes... Toribio: Apresúrate, avisa al Nesio centauro, gracias a Dios. Monstruócrata: Ya era hora. Chamán: Y por esas cosas de la suerte son apresados y puestos tras las rejas del palacio mientras les interrogan con el fin de averiguar el motivo de su presencia en la ciudad, sin conseguir ni una palabra por parte de los prisioneros, con la suerte de que al encontrarse solos, llega la enviada de la pacha mama. (Luz amarilla sobre la celda) Monstruócrata: ¿Quiénes son?, ¿de dónde vienen? Toribio: Y tú, Urbano, ¿por qué los acompañas? ¿Qué buscas? Monstruócrata: No se preocupe, monseñor, ya presos no tienen quién les ayude, tarde o temprano hablarán. Toribio: Tienes razón, descansemos y luego vemos qué hacemos con estos. (Silencio total, luz negra, aparece la Lucifelina susurrando) Lucifelina: Shshshshsh... Hola, soy la Lucifelina, hija de la luna y el gato, enviada de la pacha mama para ayudarlos a encontrar la esperanza (Abre la reja). Brontes: Pero yo pensé que la mama iba a mandarnos un héroe importante y fuerte, como Zapata o Hércules, aunque fuera el Chapulín. Arges: Qué bruto eres, quién te dijo que los fuertes sólo son machos, ¿acaso no conoces la historia de Manuela la comunera, de Emma la libertaria o Rosa de Luxemburgo? Lucifelina: Y si de grandeza y fortaleza se trata, los indígenas no se quedan atrás, recuerda a Tupac Amaru, la Cacica Gaetana y Quintín Lame. Jaguar: Bueno, bueno, para esta discusión ya tendremos tiempo, yo no dudo de tus capacidades, Lucí, pero si a ti no te gusta cíclope patriarca, occidental, lo siento, ahora tenemos que irnos... Urbano: Ya sé, en vez de irnos aprovechemos y busquemos aquí, en qué otro lugar podría estar la caja de Pandora con la esperanza. Jaguar: Que buena idea, dividámonos, así será mas fácil (se separan).

Escena 4: (En el castillo del Monstruócrata, diferentes cuartos) Chamán: Lo que estos aventureros no sabían es que mientras discutían, un Comunicosaurio los espiaba y pronto fue a contar a Toribio y el Monstruócrata lo que había escuchado. Comunicosaurio: Jefe, ya sé por qué están aquí, buscan la esperanza y ahora son ayudados por una gata medio mujer, o ¿mujer medio gata? Toribio: Las dos, se trata de la Lucifelina, hija de la luna y el gato, esto debe ser obra de la pacha mama y la selva en la que vive. Monstruócrata: Sí, sólo en un lugar como ese podría nacer un engendro con esa forma, tan rara y diferente. Toribio: Yo le recomendaría acabar con el último terreno de selva que existe, de hecho debió hacerlo cuando tuvo la oportunidad, me cansé de repetirle que ese era un sitio múltiple, donde proliferaba la diferencia y eso es perjudicial para nuestro sistema. Monstruócrata: Dé la orden, monseñor Toribio, que destruyan la selva cuanto antes. Toribio: Hecho, señor. (Toribio y el Monstruócrata salen, entra la Lucí, entra el Comunicosaurio, deslumbrado) Comunicosaurio: (mirando a la Lucí) Qué bella... Quiero que me disculpe, me siento muy mal, yo le conté a esos dos lo de la esperanza y sobre su presencia, lo siento, ahora ellos planean destruir lo poco que queda de selva en el mundo, lo siento, lo siento mucho. Lucifelina: No puedo creerlo, tenemos que movernos, no podemos permitirlo. (Salen; en otro lugar del palacio, Monstruócrata y urbano se encuentran frente a la caja de Pandora) Urbano: (prevenido) ¿Usted es quién yo creo que es? Monstruócrata: (persuasivo) Soy el dueño de todo lo que ves. Urbano: ¿Es decir que es el dueño de la fábrica, el jefe mayor? Monstruócrata: Sí lo soy. Urbano: ¿Y qué, qué me va a hacer..? Monstruócrata: Nada, si deja de apoyar a los rebeldes y acepta quedarse aquí, le ofrezco un futuro brillante, todo esto podrá ser suyo, ya que ha demostrado ser más listo que los otros, podría ser hasta mi sucesor. Urbano: Sí, como no, y qué dijo, que le creí, las personas como usted no son generosas, además lo que me ofrece no es lo que quiero, o ¿acaso sabe usted de la alegría, la amistad y el amor? ¿Conoce la libertad? Usted sólo es un ciego de poder que cree que ofreciendo dolor y castigo conseguirá dominar y que los otros le sigan. Monstruócrata: No sea tonto, qué le espera sin poder, dinero, lujos... Urbano: (ilusionado) Me espera una hermosa vida llena de colores, en un lugar donde nadie mande ni atemorice, donde nadie abuse del poder y de la fuerza, donde todos nos respetemos por lo que somos, sí, allí quiero vivir, allí me haré amigo de las plantas y de los animales como el jaguar, allí voy a jugar y descansar. Monstruócrata: (furioso) Silencio, basta, esto no es una petición, es una obligación... Urbano: (valiente) No, no me callo y no me quedo... Chamán: Así un renovado Urbanosaurio abrió la caja de golpe, llevándose una enorme sorpresa pues en ella no había nada, la caja de Pandora estaba vacía, la esperanza no se encontraba allí, pero el Urbano aprovechando la ceguera del Monstruócrata lo empujó dentro de ésta cerrándola con llave y en ese momento empezó a generarse un cambio que no esperaba, su cuerpo de lata adquirió color y vida, le nacieron cachos y colmillos, sus ojos empezaron a brillar... se convirtió en un LatinoTauro. LatinoTauro: (asombrado y alegre) ¿Qué me pasa? Tengo pies y garras, yupi, hurra, yupi... (Llegan los cíclopes, el jaguar y la Lucifelina). Arges: ¿Eres tú, Urbano? Qué raro estás, ¿qué te pasó?, te salieron dientes, pero no me di cuenta de que estuvieras mudando. Brontes: Por todos los cielos, esto parece un hechizo de Zeus. (LatinoTauro y Lucifelina se miran y dan muestras de gusto) Jaguar: Ningún hechizo de Zeus, no hay magia que pueda cambiar tanto a un ser como su propia voluntad... y la caja, ¿qué había en la caja? LatinoTauro: No había nada, lo único que tiene ahora es un monstruo horrible y malencarado. Lucifelina: (reaccionando y recordando) Ahí, la selva, van a destruir la selva, ya no tenemos más tiempo, tenemos que regresar, Jaguar, la pacha nos necesita. Brontes-Arges: (en coro) Nosotros también vamos. LatinoTauro: Y yo también... (Humo, luces de colores que recreen un viaje)

Tercera parte Escena 1: (En la selva, salen Jaguar, Latino, Lucí, cíclopes y Pacha, va dando luz clara) Chamán: De esta manera los viajeros mágicos llegaron a la selva donde quedaron deslumbrados por sus múltiples colores y su extraña belleza, pero a la vez muy asustados por el peligro que este hermoso lugar a causa del milicosaurio Gargantux y el Nesio centauro. Pacha mama: Hijos míos, qué bueno que regresan, qué alegría, qué sorpresa. ¿Cómo les ha ido?, cuéntenme, ¿qué les ha sucedido? (Todos hablan al tiempo, tratan de contar todo lo que vivieron) Lucifelina: Ya, calma, la selva será destruida si no dejan la gritería. LatinoTauro: ¿Y cómo lo podemos evitar?, los milicosaurios pronto arribarán... Jaguar: Pacha, ¿puedes ayudarnos? Pacha mama: En la medida de mis posibilidades. Lucifelina: ¡Ya sé! Cargo conmigo las semillas mágicas del maíz con que fueron hechos los primeros hombres, sembremos algunas y la pacha las hará crecer sobre su tierra. Arges: Claro, así se tejerá un cerco para que los milicosaurios no pasen. Brontes: Bueno, manos a la siembra. Chamán: Trabajando juntos consiguieron sembrar las semillas en muy corto tiempo y cuando terminaron el Milicosaurio y el Nesio centauro llegaron dispuestos a destruir la selva, pero fueron enredados por las matas de maíz que crecieron velozmente atándolos a la tierra. Nesio: (luz roja, gritando) Qué clase de magia es ésta; Urbanosaurio, lo que hace es traición y rebelión, no olvide de dónde viene, nació en Urbanópolis y eso no lo podrá cambiar... LatinoTauro: No lo olvido y no lo olvidaré, pero eso no impide que quiera otro mundo, lleno de justicia y libertad. Nesio: No podrá con el sistema de Urbanópolis, es perfecto. LatinoTauro: El hecho de que ya no quiera vivir en él es un inicio, tengo la esperanza en el corazón, sé que otros querrán cambiar y así ésta se extenderá por el mundo... márchate... Nesio: No me iré sin cumplir con mi deber. Pacha mama: Tú lo quisiste... (Crece la enredadera y los consume definitivamente) Mi querido jaguar, lo has conseguido, gracias a la ayuda de tus compañeros y la Lucifelina has recuperado la esperanza. Jaguar: Pero, madre, no la encontré, no estaba en la caja de Pandora, y no sé dónde puede estar. ¿Dónde creen que podría estar? (pregunta al público, el LatinoTauro se señala el corazón) Lucifelina: Jaguar, hermano mío, ¿es que no lo ves?, la esperanza no es algo que pueda tocarse, está en todos nosotros, en todos ellos (señala el público) ¿cierto? ¿Está en todos los qué? (se señala el corazón) Sí, en todos los corazones... Arges: Entonces, ¿yo tengo un pedacito de esperanza en mi interior? Brontes: Qué pregunta, claro que sí, no sé dónde pero sí. LatinoTauro: ¿Eso entonces quiere decir que yo, a pesar de haber nacido como Urbanosaurio, puedo tener sueños y esperanza? Pacha mama: Hijo, tú eres la prueba de que la esperanza no ha muerto y de que podemos confiar en la existencia de un mundo diferente; si no me crees, observa tu reflejo... (Se mira en los ojos de la Lucifelina, quedan solos el Latino y la Lucí)

Escena 2: (Luces de colores, sonido de pájaros, agua, tambores o música de viento) LatinoTauro: Qué bonito soy, soy diferente, soy hombre y animal, soy hijo de la tierra... Lucifelina: Lo eres, mi querido LatinoTauro. (Abrazo) Chamán: El LatinoTauro puede verse en los ojos de la Lucifelina, es distinto como todos y especial como cada uno de ustedes, suena el río y los pájaros cantan, es hora de celebrar la vida y la libertad, hemos encontrado la esperanza. (Apaga el pequeño fuego y sale) (Aumenta el sonido de la música, salen la pacha, los cíclopes y el jaguar, música, festejo, luces de colores, se despiden del público, bomba de humo, desaparecen) (Fin) ** Leonardo Jiménez Quintero [email protected] Artista plástico colombiano (Ibagué, Tolima, 1980). Estudiante del Programa Profesional en Ciencias Sociales de la Universidad del Tolima (http://www.ut.edu.co) y miembro del Colectivo Teatro de Títeres Titirituerka. Ganador del Premio Talento Juvenil Universidad del Tolima con la obra plástica “Masacre”. ** Johanna Angélica Giraldo Correa [email protected] Escritora colombiana (El Líbano, Tolima, 1982). Estudiante del programa Licenciatura en Lengua Castellana de la Universidad del Tolima (http://www.ut.edu.co) y se encuentra desarrollando su trabajo de grado titulado “Las relaciones de poder en dos obras de Fernando Vallejo” en el área de investigación del análisis literario.

=== El libro de Epifanía (extractos) Rocío L’Amar ==================== *** Subversiones esta poesía de bocaza de halcón granítica huraña inabordable háceme espionaje como en una batalla desde la sombra hacia la sombra el perfil tuyo y la paranoia son una misma cosa gnomos escalando por tu lengua ventanas ocultando el adiós paredes sin sueño cabeceando acezándonos decapitando ese olor a saladura de nuestros cuerpos he fabricado apenas unas desaplicadas manos sin urgencia en el espacio pinchaúvas me digo a veces un poco en broma en mitad del bochinche este sitio es un snack cosmopolita donde beberé he bebido dos mil años apadrinada por el muerto deshuesada como una nuez en su termodinámica coexisto coexistimos fuera del curso de todas las escolleras ningún encierro pervive y ninguna poesía dirá demasiado del poema es mi tosquedad la granazón del adjetivo es mi nombre el credo y la arenga son mis hijos ceñudos retratistas sardónicos nidadas que he dado a luz a contracorriente para hallar el latido matricida.

*** Algo huele mal él trajo el resuello que sesteaba en el arenal como los antojos ora y ahora estomagantes aliñados ganosos volcánicos la agudeza donde me despeina el huracán es una yegua sin salvoconducto sin atascadero encarrílame por una atmósfera llena de bocetos y manchones igual que a una chiquilla obsequiosa en su desnudez fanfarronéame bajo la luna ajústame al escaño húndeme en su vértebra de viaje allí empolla el búho corretea la palabra enronquece el arrumaco sintonizamos en la marejada frescamente si yo soy o no soy lo otro o la otra si soy lo suyo allá o acá si no sé quién soy o sé de mí por él yo soy quien huele mal.

*** Rompecabezas según achica la luz entonces hay borrosidad negrura laberinto somos un incómodo rompecabezas para los mohines y las agallas nos engolosinamos, todavía más, dios sonríe carcajea seriamente nos toma el pelo por todo lo que no hemos sido es una voz allá y aquí el día va pasando más tarde arrullando ondula en el zumbido sin igual ondula tamborea pendular yo también mudo el rictus en mi borboteo de mamba negra impulsándome cuesta arriba como un solo poema te llevo me llevas, será por eso, que jamás he amanecido con un esquelético ateísmo.

*** Simplemente soy una alevilla corcovada entre los adoquines sufro descamaciones mientras enclueco la muerte en el hermetismo del reloj desconfío inclusive de mí de la luz sobre los atajos del nacimiento de las torrenteras diferentes cosas las tuyas un poco más anexas a la punción que hace la lluvia con el viento como la luminiscencia a los ojos y esa viruta que rueda en círculos hasta el polvo de la ausencia parece desconfiar también de mí no esperes la crónica de mañana no puedo verte sin ningún dolor de cabeza desmochaste el último sangrado aunque poco importa si enflaquezco de sordera simplemente.

*** Transfiguración y sin embargo se volvió térreo como el estómago de las avecillas que desoyeron anoche la avanzada donde estuve exageradamente unilateral y donde el tacto hizo trizas ese sistematizado ideario de turno pasé a la espera al soslayo a la encrucijada en un santiamén con ahínco y chillería habré arrojado tales arañazos como si fuera veinteañera otra vez.

*** Mutismo y de mí nadie dice nada si elijo echarme una siesta como un pez a lo largo soñar con el bermellón más oscuro para mi casa como un grito descolgándose cavar los mismos agujeros ensalivada por mis propias fieras rezongando enronqueciendo porque suceda alguna cosa y sin embargo soy un abrazo que desangra las uñas hacia a ti corren libres como una sola jabalina presto oídos al sonsonete de mis inútiles labios mientras la tarde declina otra vez en acertijos detrás de una ventanilla expatriada por el mundo atada a lo que ni siquiera ato entre un absoluto mutismo y discreción nadie dice nada.

*** Zoom libélula liberta libo el ajetreo de la vida que entra en mí como menudísimas hiladas de cenizas para rebalsarme toda bajo la ceja sombría el que salí a buscar me aventaja mientras sigo mordisqueando una insufrible desazón y ya no queda más que un último zoom herrumbroso por cierto pobre niña mía es una salvaje calva de pestañas y cuello huesudo exageradamente atroz como la distancia seguro que dejaron de oírse el juego de sombras en las paredes de mi cráneo una o varias o cada una fantasea una lindeza con mi blanquinoso cadáver o soy yo...

*** Águilas Porque no me permitistéis mover los labios toda una noche gastada de preguntas y más aun astillar puertas y ventanas a lo largo del cansancio soy una interminable metáfora sobre el tálamo el sinsabor ondea debajo la oruga rancia este paréntesis azuzando mi cuerpo donde una luz cae tristona de sábado que no florece como cenobita dejaré águilas para el desamparo el desamparo está lleno de águilas dentro de mi boca obviamente, eso, ya no es mi tentempié.

*** Anacronismo el cielo mi octubre la cruz mis labios la poesía que llevo entre mis piernas húmeda de sangre se emponzoñaba en el espejo de tu dormitorio.

*** Cronómetro de arena Y entonces él abrió la ventana desvistiendo la hendidura de mi razón un cronómetro de arena que al darse prisa desbordó el mundillo como heridas no hay palabras que puedan lamerlas en torno a nosotros conté insectos por mis calles es el día mismo irguiéndose en órbita dentro de otra órbita hasta asestarme contra el fondo de la jaula de este hervidero no te fugas dije en algún lugar de mi testarudez aun cuando la sesera idealiza aun cuando yo hubiese estado allí.

*** Zoé Olía sutilmente a desolación la vieja la chola la vida es larga y angosta como una avenida de abedules invariable geometría de siempre que anida en mi ladera ofreciéndose en un dantesco juego de ajedrez yo no puedo con tanta libertad alineando rostros y ninguno ha dejado su envoltura corporal río y viento reza un letrero de carretera ir y volver apenas un cálculo mientras nos respiramos epifanía heráldica en qué frontera sujetarás mi reloj el entusiasmo la herida tan desnuda como eres esqueleto en ton ce s t a m b i é n y o humo llama fuego infierno rozamiento latidos mordiscos largo corredor una jira que se deshace en otras jiras en el oficio de exhalar el vacío infinito un mundo dual yerbas zanjas paisajito inútil pero suelto oliendo a un chardonais más afrutado en las mañanas en que no soy capaz de estirar los brazos en este traje terracota verde amarillo como es el otoño armonizándose más allá del ojo difícilmente soy la niña que abre la puerta cuando la noche anochece sola me hundo en una especie de cautividad entre letras y palabras y gráficos y figuras igual que una pirámide en su domicilio. ** Rocío L’Amar [email protected] Poeta y narradora chilena (Concepción, 1960). Activa gestora, difusora y productora cultural en la Región del Bío Bío. Comentarista de libros en espacios radiales y escritos. Fundadora y presidenta de la Sociedad de Escritores de San Pedro de la Paz. Ex presidenta de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), Filial Concepción (http://www.galeon.com/sechconcepcion), y de la Asociación de Escritores del Bío Bío. Ha creado los concursos literarios “Dolores Pincheira” y “Alfonso Alcalde” y la 1ª y 2ª Ferias del Libro en San Pedro de la Paz. Su poesía ha sido premiada a nivel regional, nacional e internacional, e incluida en revistas, diccionarios de autores de Chile y antologías digitales y papel. Ha obtenido la Primera Beca para Escritores Nacionales (1994) en la región del Bío Bío y el Premio Nacional Fondart 1997 por su obra poética Yo te saludo Mapu, escrita en mapudungún. Ha publicado en formato impreso y digital y actualmente dirige talleres de literatura para diversos grupos sociales. Mantiene la bitácora Comunidad Poética (http://misspubis60.blogspot.com), que difunde poesía de autores de todo el mundo.

=== Gunter, el magnífico Sandra Becerril ============================= —¡Soy Gunter el magnífico! ¡zaz! ¡Nadie podrá librarse de mi súper espada vengadora del futuro! ¡Voy a matar al monstro sin cabeza y libraré al mundo! —así jugaba Tito en el amplio jardín de su casa. Su espada era la tabla de madera filosa que rescató de la basura. Él era Gunter, el magnífico. En eso se asomó la sirvienta. Hora de comer. Tito la miró de reojo, pero hizo como que no. ¿Comer? Hora de comer... en la cocina alejado de todos... las sobras de Don Jorge... miradas reprobatorias de mamá no mamá... verduras cocidas siempre... agua de la llave... mejor me quedo con Gunter.

Salió la sirvienta a grandes zancos, arremangó su enorme vestido que no lograba cubrir sus flácidas carnes, se tronó los dedos y correteó a Tito por todo el jardín. Él no reaccionaba a los gritos de su “nana”, él corrió abriendo los brazos, queriendo volar... soy una gaviota que vuela sobre el mar... soy un pirata que asalta gente mala como Don Jorge.... El mar... ¿El mar? No. El pasto amarillento y el fuerte brazo de Chole agarrándolo por el cuello, su otra mano por los cabellos y su espada en el charco de lodo.

Esa noche, Tito se asomó en medio de los barrotes de la escalera para escuchar mejor. —Señor, cuando usted me contrató para hacer la limpieza de la casa, nunca me dijo que iba a traer un niño. Hoy lo tuve que corretear para que comiera y luego casi me pega en la panza de patadas. Habría que regresarlo a su pueblo. —Eso ni pensarlo, Chole. Le subo el sueldo, ¿de acuerdo? No esté de chismosa y váyase a dormir que mañana viene el gobernador. Quiero que esté todo listo temprano, ¿escuchó? Fuera de mi vista.

Ante los pasos cansados y maldiciones de la Chole, Tito subió rápidamente en puntitas a su habitación, se cubrió con las cobijas hasta la cabeza. Las grutas de Cacahuamilpa se extendieron ante sus ojos pardos. Más abajo estaba el río que cruzó la cobija y el colchón. Ahora turistas, bajen, bajen a ver las enormes grutas donde habitaron... ¿Quién las habitó? No sé... donde habitaron monstros de las cavernas con dinosaurios que se los comieron. ¡No me coman, no me coman! ¡Sí, te comeré! ¡Grrrrrr! De repente, el juego se detuvo. La imagen de su papá le vino a la mente. El mejor guía de turistas de las grutas. Sólo lo vio trabajar una vez, pero con esa vez bastó para que fuera mejor que Gunter. El juego se acabó. Tito se revolvió en sus cobijas. Tenía frío, sin embargo una gota de sudor le supo a sal cuando resbaló por su frente hasta colarse en su boca. Buenas noches, Gunter.

—Buenas noches, Jorge —Jéssica apagó la pequeña lamparita del buró. Jorge la encendió de nuevo. ¿Por qué ella nunca entendió que a él le gustaba quedarse leyendo por las noches? Jess no dijo nada, aventó las finas sábanas de seda en el papel corriente del periódico de su marido, cubrió su semidesnudez con una bata blanca de encaje, calzó unas pantuflas rosas y salió de la habitación. Harta no es el adjetivo que le iba mejor. Bajó los escalones, llegó hasta el estudio, encendió el radio a todo volumen. Tito se despertó de un salto, nadie lo consoló. Jess se tomó un tequila derecho. Bajó las otras escaleras que iban al patio... a la casa del jardinero José.

Jorge encendió un cigarro molesto. ¿Por qué Jess debía siempre hacer lo mismo? No comprendió cómo le hizo caso en adoptar. De cualquier manera, no conmovió a los votantes, si acaso al pueblo de donde sacó a Tito, pero nada más. Perdió las elecciones. Pero no las siguientes... las que siguen haré cualquier cosa por un voto... si es necesario, adopto al todo el pueblo cuando se vuelva a inundar, comparto mi gobernatura con Leonardo, me vuelvo gay...

José se despertó. Alguien lamía sus manos. Jess las babeaba sin pudor, las metía a su boca y luego las mordió con suavidad. Ese olor... el sabor... la perfección de las extremidades de José era algo que ella nunca había contemplado antes. —Por favorm señora. Tiene que descansar. ¿Qué tal si nos cacha su marido? Jess no se inmutó. Despojó a su cuerpo débil de la bata que lo cubría y gozó de las manos de José hasta la madrugada. Hasta que el cd en el estéreo del estudio se terminó, Tito tuvo otra pesadilla, Jorge se quedó dormido en medio de la grandeza etérea y Chole rezó 53 padres nuestros y 34 aves marías. Si pudiera, le arrancaría las manos. Las conservaría en formol debajo de la alacena donde nadie limpia o debajo de mi almohada para cuando Jorge me aplasta con su panza, las saque y piense que es una enorme mano de José. —No, señora, no las muerda por favor que luego mañana me cuesta trabajo agarrar las tijeras pa’ cortar el pasto. ¡Ay, señora! No sé qué le ve a mis manos, pero de veras ya estése... Si baja Don Jorge agarra las tijeras y me corta la cabeza. Y a uste’ también. Señora, váyase a dormir... ¡Cómo cree que me meto a la casa con uste’! Eso sí que no. ¡Ay! Me mordió un dedo. Parece que me quiere comer. ¡Ja, ja! Su lengua da cosquillas.

Buenos días, espada, hoy vamos a matar al monstro sin cabeza. Antes de que desayune su rica comida, le enterramos en su panzota que ha de estar llena de dulces de piñata. A lo mejor se comió a mi papá y por eso no me quiere regresar con él. El papá sí cabe en su panzota... de seguro eso pasó. —¡Te comiste a mi papá! —Quítenme a este escuincle mugroso de aquí. ¡Chole! ¡José! Llévenselo a la cocina. —¡Te comiste a mi papá! —Tu papá esta muerto, tarado. ¿Qué no te acuerdas del huracán? ¡Me lleva la chingada! ¡Ahora hasta psicólogo voy a tener que pagarle! —¡Te comiste a mi papá! ¡Déjenme! ¡Por eso tienes esa panzota! —Jorge, tal vez Tito tiene razón. Ahora comprendo... —Cállate, Jéssica. No estoy de humor. ¡Chole! Llévatelo de aquí y lo encierras en la bodega de las herramientas hasta que se calme. ¡Y hoy por malagradecido no desayunas! Chole arrastró al enclenque niño por los cabellos, mientras Tito iba gritando y babeando que Don Jorge se comió a su papá. En eso sacó su espada y la aventó en la mesa del comedor, justo en la fruta que su padrastro comía. Éste se levantó enrojecido de las mejillas, agarró el pedazo de madera y lo estrelló en la cabeza de Tito, quien escuchó el seco golpe en su cráneo, no dolió, ya no supo más.

—¿Qué es ese ruido? —pensó en voz alta como los personajes de las caricaturas mientras se sobaba su cabeza. El zumbido de los oídos lo lastimó a tal grado que se puso a llorar. Los machos no lloran, decía papá. Pero su papá no estaba viendo, por lo que se tomó la libertad de llorar en la esquina de aquel lugar oscuro y húmedo. Con mosquitos aguijándole los muslos tostados y una que otra rata chillando en el mismo cuarto. Tito se hizo bolita, aferrándose a sus piernas, hundió el rostro entre ellas y lloró. Afuera una intensa lluvia coronó la comida de Don Jorge, por lo que sus invitados tuvieron que entrar a la casa... tanto gasto de carpas y meseros y música para nada. Eso me pasa por hacerle caso a la pendeja de Jéssica. ¡Y aparte tenía que llover! Me lleva la...

—¡Jorgito! Me muero de ganas de ver al pequeño que adoptaste. ¡Qué buen gesto el tuyo! ¡A todos nos conmovió! Laura hasta me decía que yo adoptara uno también, pero pues ya sabes... mucha responsabilidad, con los 2 míos tengo... y además pues ya estoy viejo —palmeó la espalda de Jorge, quien apuró el trago de whisky—. Pero tú, ¡mírate! Como en los viejos tiempos... lleno de vigor —pidió al mesero le sirviera más—. ¡Vamos! Enséñame al niño... —Como si nunca vieras visto un indígena. Está enfermo. Ayer andaba corriendo por el jardín, ya sabes, estábamos jugando, pero sin chamarra y el condenado se enfermó de un gripón. ¡Lástima! ¡Tan feliz que anda! Yo creo que pronto se olvidará de la desgracia que le pasó... —¡Y es que no es para menos! Pobre... Eso me comentaba Laura el otro día... pobre gente... sin casa, sin familia, sin comida. ¡Gran gesto el tuyo! Cambiando el tema: supongo que viste ayer al pendejo de Méndez en las noticias huyendo con su maletota de dinero... no me canso de repetirlo... qué pendejo. Chole se bajó incómoda el uniforme que le impusieron para esa ocasión. Se sentía ofendida, disfrazada, con la ridícula cofia color blanco en la cabeza. Yendo de aquí a allá a atender a los también ridículos invitados. Miró con curiosidad a la señora que platicaba con Doña Jéssica. Con sus largos aretes que rozaban sus pálidos hombros, el escote tan bajo que rozaba su ombligo y el vestido tan largo que rozaba el suelo. Chole soltó una sonrisita... y si llegara yo y le pisara el vestido, a que se le cae...

—Pues te cuento, Jess, que Carlos anda insoportable con eso del video. Ya le dije que no es su culpa, que no se puede ver involucrado, pero ya ves cómo es —Jéssica llenó su copa de vino por décima vez en la tarde. Laura la vio, pero hizo como que no—, todo histérico. Al rato con otro escándalo, a los de las noticias se les olvida lo que pasó. ¡Como lo de la esposa del gobernador de allá de por el norte! ¿Supiste? —No tengo idea, no veo televisión. —¿No ves televisión? ¡Ay, Jess! ¿En qué mundo vives? ¡Tendré que venir diario a informarte! —No es necesario. —Claro que sí, amiguis. —Mesero, un vodka si es usted tan amable. —¿Otro? Bueno, pues resulta que la vieja esta, se enredó con el lavacoches. ¡Un indio venido a menos! Y la cachó la sirvienta, ya ves, con lo chismosas que son... —¡Mesero! ¿Qué no me escuchó? ¡Dos vodkas!

Estoy encerrado en la cueva del dinosaurio mayor... del hipertirodactilus... está afuera y yo desarmado... pero no dejaré que me atrape, no señor... Gunter, el magnífico no es un cobarde. Pasaré por el pasadizo secreto sin pasar junto al dinosaurio... —Tito se tropezó con antiguos vestidos viejos de Jéssica—. ¡Cadáveres! ¡Cuerpos humanos de hombres destrozados! ¡El dinosaurio me quiere comer como a mi papá! Es hora de convertirme en... ¡tan, tan, tan, taaaaaan! ¡Gunter! ¡El guerrero! —¿Quién está aquí? —¡José! —Niño Tito! ¿Qué hace uste’ acá encerrado? ¡Está rete mojado! ¡Pobrecito! ¿Qué le pasó? —Tito no respondió. Agachó la mirada, pero la respuesta no estaba en el piso de tierra—. Don Jorge de seguro, ¿verda’? Ese hombre no tiene corazón. Mire que dejarlo acá solito. ¿Tienes miedo? —el niño asintió con la cabeza—. ¡Pos cómo no! Venga conmigo a la cabaña pa’ que se seque. Pobre niño Tito...

Atravesaron corriendo el jardín en medio de la espesa lluvia. Comenzaron a reír. Llegaron hasta una carpa instalada para los invitados. Un mesero olvidó ahí una charola con canapés. A Tito le brillaron los ojos y se atascó de comida. No acababa de meter a su boca uno de camarón, cuando ya le seguía otro más de caviar. Los escupió. José pensó que era una broma de mal gusto dejar comida así para un niño de 6 años. Comida que no le iba a gustar. Pero a él sí. Retacó los bolsillos de su pantalón, Tito viendo aquello, hizo lo mismo apachurrando la comida con sus manos delgadas, delicadas y mugrosas. Cuando un invitado los vio desde la ventana, corrieron como ciervos asustados hacia la cabaña. —Oye, Jorgito, no quiero espantarte pero... creo que alguien se metió a tu casa a robar. —¿Ese? Es el jardinero. —¿Tiene hijos? ¿A poco también los dejas vivir aquí? —Ejem... pues sí. No quedaba de otra. —Pobre escuincle, se ve desnutrido... Hablando de desnutrición, ¿te enteraste que los de Green Peace llevaron comida a los damnificados con volantes pegados para que vieran que eran ellos y no el gobierno quien los ayudaba? Pinches escuincles fresas, ya me tienen harto. Creen que van a salvar al mundo. —Yo todavía lo creía hace unos años... —No mames. ¿Cuando querías ser escritor? ¿De verdad querías ser un desempleado? —Lo sé. Jéssica lo dijo... ¡¿Pero qué demonios...?! Su esposa bailaba sobre la mesa junto al piano una danza exótica en el país de los ebrios. Don Jorge se limpió el sudor con una servilleta que arrebató a su compañero. Suplicando porque los invitados no se dieran cuenta, bajó a Jéssica de la mesa. La cargó en sus robustos brazos, pero no aguantó más de diez pasos y le dejó caer en un sillón. Los 45 kilos del cuerpo de su mujer y el cigarro cobraron venganza en las fuerzas y el corazón de Jorge. Un cosquilleo subió por su brazo izquierdo paralizándolo. De inmediato sintió cómo su corazón lo traicionaba ahogándolo en un grito de desesperación y sin poder hacer nada más, rodó por el suelo hasta quedar junto al sillón donde Jéssica tarareaba una canción infantil. Sus invitados tardaron algunos segundos en reaccionar. La ambulancia tardó un poco más. Tito miró todo agazapado en la ventana. Por fuera todo se vio tan diferente. Le dio risa cuando vio a su madrastra bailándole así al otro gobernador, pero la risa se convirtió en eco cuando Jorge se desmayó. La ventana se empañó. Tito se fijó más en eso. Con uno de sus dedos pintó una carita feliz que se evaporó al instante. Pegó su pequeño rostro al cristal hasta llenarla de mocos. Le dio frío en la nariz y en las pupilas de los ojos cuando Laura lo vio, lo señaló y pronto, todos se olvidaron del bulto junto al sillón. Tito se asustó ante tantas miradas endemoniadas y salió corriendo hacia la cabaña de José. En el camino se tropezó con una silla, dio una marometa que se le figuró eterna y cayó de espaldas sobre el pasto mojado. Le punzó la cabeza de nuevo, miró cómo las gotas jugaban con su piel y le gustó la sensación. Parecía que el cielo cayó sobre él con todo y nubes. En seguida, vio los ojos de José sobre él, moviéndolo para que caminara. Cuando lo vio, pensó en la única vez que vio nevar, cuando tenía 3 años. Los ojos de José parecían dos copos de nieve recién separados del iceberg.

Jéssica despertó en su suave cama. Sintió cómo se hundió entre los pliegues del edredón blanco. Lo acarició, trató de levantarse y se cayó de espaldas. Acercó el bote de basura a su boca y devolvió todo el alcohol que ingirió la tarde de ayer... el bote no fue suficiente. Chole le llevó el periódico con unos apetitosos chilaquiles con crema y un frío jugo de naranja recién hecho. —No seas estúpida. ¿Jugo frío? ¿Quieres que me de una pulmonía? —No señora, es que pensé que tenía sed después de todo lo que tomó... —Criada imbécil. ¡Qué asco! ¡Llévate esto de aquí! Chole no levantó nada y salió de la habitación dejando un olor a mueble viejo a su paso. Ese mismo olor se coló por las fosas nasales de Jéssica, quien lo pasó por su delicada piel, lo saboreó, y luego hizo el amor con él... ¿Cómo es posible que nunca me hubiera dado cuenta de la esencia de Chole? ¿Cómo serían sus manos? —¡Chole! ¡Sube! ¡Te necesito!

Un estornudo provocó que Tito regresara a su mundo obligado. José se limpió la prominente nariz con un papel sucio. La lluvia se filtró a sus huesos, la edad lo castigó. Algún día debía pasar. Tito le tocó la frente como tantas veces había visto a su papá hacerlo con su mamá. —Estás caliente. Tienes calentura —no sabía qué era eso, pero debía decirlo. —Sí, niño Tito. Hágame un favor. Vaya a la casa, sáquele dinero a la cartera de su mami, llámele al doctor y dígale que venga. Tito comenzó a reír. Se sobó la panza como el señor gordo de las caricaturas y arqueó las cejas al decir: —Uyyyyy, José. La señora Jéssica no es mi mamá. ¿Que no sabías? Mi mamá me está esperando en la casa con el papá. Y cómo le voy a llamar al doctor ¿así? Doctoooooor, doctoooooor. Jaja. —¡Cállese! ¡Lo van a escuchar! —Pues tampoco porque no hay nadie en la casa. Don Jorge se cayó hace como tres días y vinieron por él los doctores. La señora Jéssica está como muerta en su cama, yo la vi. Hasta tiene los ojos así de zombie —Tito volteó las pupilas hacía arriba hasta que sus ojos quedaran en blanco y comenzó a caminar con los brazos hacia el frente mientras trató de hacer voz sepulcral—. Creo que se murió y es un zombie que te va a comer, José... —No lo dudo, niño. Que me quiera comer...

—Chole, siéntate aquí, junto a mí, y cierra los ojos. —¿Los ojos? —Sí, mujer. No te voy a hacer nada. Préstame tu mano. Jéssica acarició la mano de Chole. Percibió una sensibilidad como nunca antes. Sintió las uñas largas y mal cuidadas, los nudillos rasposos, el camino de las venas... la acercó a su nariz y la olió... olor a bosque enmohecido. Chole le arrebató su mano asustada por los ojos desorbitados de la señora. —Qué hermosas manos tienes. Nunca las había observado bien. —Lo que debería observar bien es el periódico, ¿ya vio que su marido está en el hospital? —Ya. Se lo merece por tomar tanto. Tus manos son únicas. Préstamelas un día de estos. —¿Cómo? No señora, creo que sigue ebria, voy a bajar a preparar la comida. —No te vayas. ¡No te vayas! ¿Cuánto te paga mi marido semanal? ¡Yo te pago lo doble! Pero déjame... Hasta aquel momento, Chole se dio cuenta de que sus patrones no eran sólo ricos, sino enfermos también, enfermos de hipocresía, lujuria, vanidad y todos los pecados capitales que el señor cura le explicó a detenimiento el otro día. Se mareó al bajar las escaleras con Jéssica tambaleándose detrás de ella. Chole necesitó aferrarse a los barrotes del barandal para no resbalar. Le pareció un mal sueño que su patrona la persiguiera como si quisiera violarla, arrebatarle su orgullo. No podía permitirlo. Al momento de que Jéssica la alcanzó y la jaló de la mano, Chole volteó y le dio un puñetazo en la cara. La esposa de Jorge salió volando hacia atrás y su cabeza fue a dar contra en filo de uno de los escalones de mármol. El blanco material se volvió rojo cuando la sangre escarlata salió en un fino hilo de entre la rubia y pintada cabellera de su dueña.

No se volvió a saber de Chole ni de sus maletas, utensilios de cocina, la cartera de Jéssica o la televisión.

—Oye, José, ¿le llamo a tu mamá para que venga por ti? ¡Contéstame! —la nariz de Tito comenzó a resoplar como queriendo llorar—. ¡José! ¡Vamos a jugar! Levántate...

—Jorgito, pobre de ti, mira nomás cómo te dejaron. —Las mujeres, cabrón, ellas me dejaron así, pero ya mañana salgo. Me urge, tengo mil asuntos pendientes. —Pues dijo el doctor que no te debes de esforzar más de la cuenta. Por cierto, ¿quieres una sorpresita? Adivina quién está en el cuarto de al lado con una contusión en la cabeza... ni te lo imaginas...

—José, ya levántate, que tengo hambre. Vamos a robarnos unos panes de la cocina, ¿sí? Si quieres yo voy y te los traigo —Tito se enjugó las lágrimas con la manga de su sudadera mugrosa, embarrándose más la suciedad. Con los ojos temblando más de lo normal, abrió la puerta de la cabaña y al no ver a nadie, corrió a la casa. Todo cerrado, pero eso no importa, es tan pequeño que bien pasó por la puerta del perro. La cocina reluciente como siempre, en la mesa metálica se reflejó la silueta del desnutrido niño que abrió las alacenas vacías de par en par, parece que a ellas las abandonaron también... pan... pan... ¡Pan!... está muy duro... no me gustó... aquí hay... latas de... (Frunce el ceño en un gesto de persona grande, como si leyera) frijoles (en realidad era sopa enlatada), más frijoles (chícharos), ¡puros frijoles! Esto no me gusta... Tito subió entonces a la habitación de Jéssica. Con mucho cuidado, abrió la puerta e inspeccionó todo el piso, al darse cuenta de que está al fin solo, brincó sobre la cama hasta convertirse en un astronauta y alcanzar Plutón, tomó un extraño cepillo para alaciar el cabello: una nueva arma. ¡Extraterrestres! ¡Pum! ¡Pum! ¡Morirán! Porque mi espada de súper ultra laser los matará ¡Pum! ¡Toma, mamá Jéssica! ¡Morirás! ¡Ja, ja! ¡Soy malo como Don Jorge el monstro! ¡Y te comeré como al papá!

—José, ¿estás muerto? ¿Te mató Don Jorge? —lo mueve con la punta del cepillo—. ¡José! Mira, traje frijoles y pan. Si lo mojas con saliva sabe más rico, ¿ves? ¡José! ¡Mira tu mano! ¡Está morada! ¿Te la mordió el perro? Porque mira —se alzó los pantalones—, a mí me mordió el otro día, pero lo maté con mi súper espada que me quitó el monstro, pero ya conseguí otra...

—¡Me lleva...! ¿Cómo es posible que Chole te hiciera esto? Pues, ¿qué le hiciste? —No seas idiota. Aparte te vas a poner de parte de ella, ¿no? Nada, se volvió loca, me empezó a pegar en las escaleras. Yo creo que nos quería robar. —¿Sabes en cuánto va a salir la cuenta del hospital? No te mides, Jéssica... —Es lo que te preocupa, ¿verdad? La cuenta, la cuenta... mejor regrésate a tu cuarto. No me fastidies. ¿Que no ves que estoy delicada? ¿Que me puedo morir? —Ja, ja. Dímelo a mí. Ni una llamada mientras estuve casi al borde de... —¿Y tú qué? ¡Vete! Nada más vienes a hacerme sufrir...

El tapiz que la luz dibujaba en diferentes formas se caía con una lentitud morbosa, como costra mala. El sol no quería entrar por las persianas sucias, mejor jugó con las partículas de polvo, el viento las hizo bailar, y la luz se reflejó en ellas como espejo, espejito, ¿quién es la más hermosa de todas?

Un grito provino de una de las habitaciones superiores. Un lamento que expulsó al sol, al viento y marchitó las débiles flores que trataron de sobrevivir solas. A Jéssica le dolía la cabeza de nuevo. Jorge la escuchó, pero hizo como que no. Prefirió quedarse en la cocina con un café desabrido, un periódico atrasado y una mirada curiosa desde el filo de la puerta. —¿Y tú qué haces ahí? Ve a ver a tu mamá, a ver qué quiere. —La señora Jéssica no es mi mamá. Mi mamá está con el papá en... —¿Otra vez con tus chingaderas? ¡Qué vayas a ver qué quiere! ¡Ya!

La nariz del niño se asomó con timidez al ver a la momia enlutada en las sábanas negras sobre el confortable y moderno ataúd. —Dice don Jorge que qué quiere. —Dile que venga él. Bueno, mejor no. Súbeme un jugo de naranja, que muero de sed. —Pero si yo no sé... —Si sabes, ándale ve... —¿Y mi regalo? —¿Tu regalo? Ni que fuera tu cumpleaños, ándale ve. Pues sí es mi cumple... cumplo 7 años. El año pasado el papá me regaló un cochecito que se llevó el agua mala y mi mamá me hizo un pastel de chocolate. Hasta los tíos me llevaron al cine... ¿Dónde está mi papá?

—¿Y ahora tú? ¿Qué tienes? ¿Por qué chillas? —Es mi cumpleaños y extraño a mi papá. —Tu cumpleaños, sí, cómo no. Lo que pasa es que eres un berrinchudo. ¿Qué te dijo Jéssica? —Que... que... que.... Ya se me olvidó... —Urge contratar a personal... ve por el periódico de hoy. Ten 20 pesos, y me traes el cambio ¡Eh! Córrele El aire le pegó en la cara como cuchillos sin filo sobre una naranja recién madura. Tito se cubrió lo mejor que pudo con su suéter verde bandera que le quedaba grande, hasta las rodillas. Vio el billete. Luego vio pasar un autobús. Vio el billete. Otro autobús. Billete. Autobús. Libertad. Billete. Taxi. Billete insuficiente. Periódico. Los recuerdos se volvieron agua en sus ojos. Corrió de regreso como si algo lo persiguiera, como si aquellas memorias y su horrible presente se colgaran de sus hombros como capa de Superman. Devolvió los diez pesos de cambio y a cambio ni un gracias. A la siguiente semana ya había personal nuevo, que por supuesto, también odiaron a Tito porque sus patrones lo odiaban. La vida del don y su esposa siguió normal. Nada había pasado. Nuevas elecciones. Nuevos discursos. Nuevos engaños. Antes de que Jorge saliera al estrado, paseó su lengua cobre la sensación pastosa que dan las mentiras acumuladas. Sintió la boca seca de valor, le dio un trago al whisky. El licor quemó su garganta, no su pasado que aquel día quería salir a flote de entre las entradas de poco cabello en su sudorosa frente. La gente le aplaudió como nunca. Valió la pena los acarreados. Todo valió la pena. Las encuestas subían como espuma en el chocolate caliente que Tito se robó de la cocina aquel día. Tito subió corriendo las escaleras con cuidado de no derramar el delicioso contenido. Jorge y Jéssica detrás de él gritándole. Eras un ratero, siempre lo supe, pero ahora sí vas a ver, escuincle del demonio, lo que te va a pasar. Era mi chocolate. Ahora tú vas a ir a comprármelo de nuevo... pinche raterito de mierda. ¡Ah! Con que escondido en el armario... ahora sí vas a ver lo que es bueno.

Jéssica miraba detrás de la espalda de su marido con una copa en la mano. Tito quiso salir del clóset. Mala hora. Jorge cerró la puerta de un azotón sin fijarse que los deditos de Tito se aferraban a la puerta. Los deditos volaron. El cielo calló. Tito no pudo gritar. Simplemente se desmayó. Jorge dio un salto hacia atrás... sangre... ¿Qué hice?... ¡Jéssica, llámale a un doctor!

Jéssica no respondió... estaba muy entretenida recogiendo los dedos del suelo y guardándolos en la bolsa de su saco, llenos de sangre, tibios, tiesos, deliciosos... ** Sandra Becerril [email protected] Escritora mexicana. Egresada del Centro de Excelencia Educacional, cursó también los siguientes talleres: Fotoperiodismo (Escuela Activa de Fotografía), Módulos Literarios I y II, Teoría y práctica del cuento I y II, en la Sociedad General de Escritores de México (Sogem, http://www.sogem.org.mx). Estudió un diplomado en literatura fantástica y ciencia ficción en la Universidad del Claustro de Sor Juana (http://www.ucsj.edu.mx), fue becada por el escritor Marcial Fernández; estudió creación literaria en la Sogem y actualmente estudia Novela en la Universidad Iberoamericana (http://www.uia.mx). Ha recibido menciones honoríficas en el concurso “La Identidad de mi barrio”, organizado por la delegación Tlalpan; en el primer Encuentro Estudiantil Fotozoom; Concurso “Nuevos Talentos”, organizado por Foto Regis (2002); concurso “Juana de América” por el texto “Érase una vez...”, y concurso “Espejo Roto” de relatos de terror. Además fue seleccionada por Fujifilm México (http://www.fujifilm.com.mx) para publicación como profesional de esa casa. Textos suyos han aparecido en las revistas Luz Directa, Fotozoom, Expansión, Expresión Autónoma, Época, Líneas, Crítica, Voces de la Primera Imprenta y Universo del Búho, y en las antologías Escritores hispanoamericanos en el mundo, de editorial Bellvigraff; Antes de que las letras se conviertan en arañas, Palabras sin piel y en la colección especial para el Festival de Cine Macabro 2007, próximo a editarse. Fue corresponsal y redactora de artículos especiales para deportistas para el Diario Nacional Deportivo. Ha publicado la novela La calle de las brujas (Editorial Justine) y el libro El legado de las abejas (Colección Especial de Nutrición Deportiva). Imparte diversos cursos de redacción y creación literaria desde 2004. De estos talleres ha surgido la antología Sueños de tinta, editado por Ediciones Shamra, colección de textos de diversos alumnos. Mantiene una página personal en http://www.shamra.com.mx y una bitácora en http://sandra-becerril.blogspot.com.

=== Poemas Rocío Soria R. ============================================ Este bocado de oxígeno es el primero: lo respiro con cuidado y me oprime, me oprime como si fuera naciendo íntimamente hacia dentro como un embrión que lo hubiera formado a solas. Hay un demonio negro circulándome y deteniéndose, circulándome y deteniéndose, CIRCULÁNDOME Y DETENIÉNDOSE, puedo sentir cuando se detiene a hurgar atajos entre los troncos [sanguíneos, es como una aguja caminándome por el cuerpo. La cabeza se entibia por segmentos de atrás hacia delante y de abajo hacia arriba. Queda una idea convulsa dentro, solamente, una idea que no alcanzo a pronunciar, una idea de miedo destornillándoseme de entre los párpados. No hay palabra que la nombre. El techo: carúncula silenciosa sigue una senda indefinida el aire pita en mi pecho, puedo sentir cómo se infla mi abdomen, araño pero no puedo deshacerme de esta convulsión, las piernas se tensan con piquetes que suben hasta amortiguarse, las manos se encarrujan entre las sábanas y tiemblan espasmódicamente. Quiero un bocado de aire pero la garganta ha estrechado el paso —hay ruidos de gente llegando. Una sola imagen final, una sílaba atascada que se repite y va acelerándose, acelerándose, ACELERÁNDOSE hasta la desesperación. No sale. Se acabó, todo terminó por apagarse, la vaga imagen cuelga de la pecera. Punto final

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Ya nadie quiere cuidar de esta mano cuyos movimientos involuntarios han pretendido, dicen, ahorcarme. La envuelvo la cubro le doy un beso en la cabecita le arrullo me amanezco meciéndola pero ella nunca duerme está vigilante pendiente se sobresalta al menor ruido y me araña de desesperación el pecho. Quiere llamar mi atención porque sabe que ya está cerca. Le digo que sea cautelosa pero ella es muy impulsiva. Es peor cuando la máquina de los latidos empieza a bombear toda la noche, sin descanso y no termina de morirse ese pitido en mis ojos o se vuelve a una sola hebra y el hombre de blanco viene con su abulia masculla algún silencio que he olvidado dice algo que no entiendo. Se acerca se la lleva le muele a sondas el cuello. Él no entiende que ella sólo pretendía advertirme. Se la lleva. Estoy sola. Miro por el estrecho agujero del parapeto común. El hombre de la pieza seis se ha levantado y camina descalzo hacia el fondo agitando la pierna como si quisiera lanzarla. El hombre de las flores amarillas se golpea la cabeza contra la pared repitiendo la misma frase. El martes arañaba con la cuchara el plato vacío en un ritual interminable de invocación. Ya nadie quiere atar estos cordones blancos que me crecen cuando llueve, nadie quiere cuidar de esta mano cuyos movimientos involuntarios han pretendido, dicen, ahorcarme. La envuelvo la cubro. Espero.

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Las antiguas de mí misma deben haber muerto en fibras blancuzcas, en aserrines tropezándose en sus mismos pies, ahorcándose en sus propios brazos. Las otras de mí deben haberse contenido el peso de las pupilas en los pañuelos de sangre, deben haberse colgado en los muros a desgajarse el pellejo a piedras. Encuentro que estoy hecha de fríos como las otras lo sé porque el dolor de vivir se me ajusta a la espalda y me circula como un hematoma negro. Voy oscura, descalza como si ya me hubiera unido a las sombras para siempre como si ya hubiera vivido siempre trago cuchillos, me deleito sorbiendo agua sal por las ternillas hasta llenarme el estómago, hasta volverme cianótica. El dolor es una especie de éxtasis: lloro detrás de la cortina y me gusta cómo mis lágrimas se van espesando. Es como haber ingerido solvente. ¿Hasta cuándo podré reír? no puede existir un placer tan gratificante como el dolor que me abunda. ¿Hasta cuánto fuego podré tolerar? Estoy hecha de eritemas como quien guarda alacranes en el cajón y se los traga y deja que lo piquen hasta hacerse inmune. No hay poción, ni raticida para el dolor sólo me queda apretarlo hasta que de tanto apretarlo me vuelva insaciable. Sin embargo hoy no estás y eso sí es insalvable es una nueva mutación del dolor. Las otras de mí deben haberse colgado en los muros y despellejado a piedras. ** Rocío Soria R. [email protected] Poeta y diseñadora gráfica ecuatoriana (Quito, 1979). Realizó estudios en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador (UCE, http://www.uce.edu.ec). Ha publicado el poemario Huella conceptual, con el que obtuvo el segundo premio en el Concurso de Poesía organizado por el Departamento de Cultura de la UCE (2003); obtuvo también el primer premio en el Concurso Interuniversitario de Relato Corto organizado por la Universidad San Francisco de Quito (http://www.usfq.edu.ec, 2005), el Premio Nacional de Poesía Fanny León Cordero organizado por la Asociación Ecuatoriana de Escritoras Contemporáneas (2005), medalla de bronce en el género cuento en el Concurso de Poesía, Cuento y Ensayo organizado por la Facultad de Filosofía, Escuela de Lenguaje y Literatura de la UCE (2006), y el primer premio en el Concurso del Libro y de la Rosa organizado por la Unesco (http://www.unesco.org) y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (http://www.puce.edu.ec, 2006). Publicó también el poemario El cuerpo del hijo (2008).

=== Hijo de los sueños Julio Carreras (h) ============================ Jesús Benítez era un hombre normal. Martillero, trabajaba en una oficinita de Rentas durante la semana, desde que cumpliera 22 años. Cada tanto surgía la ejecución de un juicio, un remate. Para él era, también, una operación casi oficinesca. Los juzgados coordinaban sus convocatorias para juntar varios lotes de objetos secuestrados. De ese modo aumentaban los montos que ingresaban a las arcas estatales, en concepto del magro porcentaje que correspondía deducir por uso de local, costas judiciales, papelerío. Etcétera. Se remataban, pues, heladeras, sillas, camas, motocicletas, sillones, cajas de herramientas, en fin, todo lo que tuviese algún valor de mercado y estuviera en condiciones de interesarle a alguien. A veces, se remataban casas. Grandes, pequeñas, viviendas populares que sus adjudicatarios no habían podido pagar y volvían al banco, o al Estado, que los vendía a un precio muy inferior al de la hipoteca para cubrir los saldos. O grandes propiedades, que sus dueños habían heredado y no podían mantener, o bien otros habían perdido jugando a la ruleta... millones de casos, que Jesús no se detenía a imaginar. Para él eran simples papeles, que pasaban de una mano a otra, su función era estimular a los concurrentes para levantar los precios hasta donde fuera posible. Después, cobraba su comisión, y listo. Su vida seguía con la mayor normalidad posible. Se había acostumbrado a eso. Lunes a viernes oficina, alguna tarde en medio de las semanas remates, fin de semana cine, cena con su esposa en un lugar distinto cada vez, domingo dormir hasta tarde, regar las plantitas de los balcones, un poco de televisión, radio en la cama al acostarse temprano, pues el lunes debía viajar cerca de una hora para llegar a la oficina, otra vez. Desde las siete de la mañana. En el verano, quince días de vacaciones junto al mar. En el invierno, quince días a México. Iban conociendo el país azteca pueblo a pueblo, comenzando por el Norte. Dos meses antes planeaban el próximo lugar de visitas y lo marcaban en el mapa. Con su esposa, Imelda, habían construido un mundo previsible, relativamente modesto, pero lo suficientemente confortable como para sentirse satisfechos. Vivían en un departamento, en un quinto piso, adquirido en cuotas y del que les faltaba pagar aún 15. Pero jamás hubo ni habría sobresaltos por ello: pequeñas, representaban apenas un 5% de lo que Jesús obtenía, entre su salario regular y comisiones. Imelda, por su parte, hacía dulces que envasaba primorosamente en frascos de diferentes tamaños. Con ello, obtenía también un ingreso relativo, pues se había hecho una clientela extendida al barrio y hasta a lugares distantes de la ciudad, con el paso de los años. Incluso algunos negocios de comestibles le encargaban partidas de 10 o 20 frascos, cada tanto. Pero ella no aceptaba demasiados, pues lo hacía principalmente porque le gustaba y no quería quedar pendiente de ello. Todo bien. Pero no habían podido tener hijos. Al principio, por previsión. Quisieron adquirir el departamento, antes de “encargar” el bebé. Y amoblarlo. Para ello debieron esperar unos años. Con la misma prolijidad con que Jesús redactaba los informes para sus remates e Imelda confeccionaba a mano las etiquetitas para los frascos de dulce, respetaron los días de prescripción. Y lo lograron. Llegaron a tener el departamento, bien amueblado, con todo lo que se necesitaba para vivir bien: heladera, freezer, lavarropas, cocina, televisor, un pequeño automóvil para transportarse con comodidad, accesorios... Ahora estaban listos para recibir al hijo. La sorpresa desagradable fue que no podían. Durante dos años estuvieron intentándolo, sin obtener resultado. No había embarazo, a pesar de que, con la mencionada prolijidad de antes en sentido inverso, se ocupaban meticulosamente de calcular cuáles serían los días precisos de máxima ovulación. Nada. Desalentados luego de esos veinticuatro meses, no quisieron consultar a un médico por temor a descubrir que uno de ellos era impotente. Se querían, se respetaban, hubiese sido humillante para quien le tocara. Prefirieron dejarlo así: resignarse a vivir sin hijos, pero ignorando cuál de los dos era “el culpable”. Ambos eran personas sensatas, regulares en hábitos y expectativas. Su vida no cambió demasiado por esta restricción. Incluso se volvió, compensatoriamente, posiblemente más cómoda y ordenada. No necesitaban de nadie para estar bien. Ella llegó a saber cada uno de sus pequeños gustos; él no se olvidaba jamás de sus cumpleaños o el aniversario de casamiento. No tenían amigos. Por una especie de singular designio, sus vidas parecían haber sido dibujadas para una autosuficiente soledad de a dos. Ambos provenían del interior —aunque de provincias diferentes—, eran hijos únicos, sus padres ya no existían. La lejana comarca donde hicieran sus estudios primarios y secundarios, había dejado en ellos sólo maquinales referencias a un tiempo desganado. Después de los 58 Jesús comenzó a tener sueños. Mejor dicho, siempre los había tenido, sólo que estos eran muy distintos a los vagos remedos, vuelos o sobresaltos que enseguida olvidaba —o a veces ni esforzándose lograba recordar bien—, del pasado. Los sueños de ahora consistían en vivencias singularmente nítidas, mucho más emotivas e intensas que la propia existencia de vigilia, dotadas además de un ritmo tan vital, que le costaba creer en la existencia exterior como verdadera, cuando despertaba. En ellos siempre aparecía un hijo. Se llamaba Rodrigo, como había pensado ponerle él si era varón. Y le decía papá. Los domingos los visitaban, con Imelda, en su pequeña y florida casa de las afueras, para intercambiar ideas o simplemente contarse los asuntos de la semana. Rodrigo estaba casado con Lourdes, una muchacha guapita y feliz. La mujer ideal para él, que era un joven emprendedor. Pues Rodrigo tenía todo lo que él en su vida se había encargado muy bien de reprimir: era audaz, no había querido estudiar porque “nada le gustaba”, y a una edad muy joven, había decidido ser comerciante, largándose por su cuenta con un pequeño negocio de fruta envasada y artesanías en la costa. Le había ido bien. Por eso había podido comprarse, pronto, aquel bonito chalet. Y tener un hijo, a los 22 años. Si había algo que le cambiaba la vida a Jesús era la sonrisa de ese niño. Verle extender sus brazos hacia él, y venir corriendo, con sus piernecitas vacilantes, por el medio de la placita florida, cuando bajaban del auto, solía llevarlo al colmo de una ternura extática, jamás sentida antes, los domingos —y luego al recordarlo. Sólo que era un sueño. Cierta mañana, en que se había quedado en el lecho unos minutos más e Imelda se acercara suavemente para despabilarlo, se encontró con la sorpresa de su cara. —Estás sonriendo... —dijo ella—. ¿Fue un sueño lindo? —¡Qué sueño!... ¡Hermoso! —contestó él—. Estábamos en la casa de nuestro hijo... —¿Nuestro hijo? —se sorprendió aun más ella. —Bueno —aceptó él, un tanto a desgano—... sólo un sueño; un sueño lindo, pero un sueño... Y durante el desayuno prefirió olvidarlo. Pero comenzó a existir en vidas paralelas. La común, que había llevado hasta ahora, y la de los sueños. No todas las noches soñaba, pero cuando sucedía... eran tan intensos, que sus recuerdos le alegraban por largo tiempo e iban convirtiéndose —cosa curiosa—, también, en una memoria paralela. Ahora conocía detalles de cómo había conocido Rodrigo a Lourdes —durante unas vacaciones en Córdoba—, que habían decidido irse a vivir juntos luego de que ella estuviese embarazada, que él había estado en la droga, por un tiempo, pero en gran parte gracias a ella y por amor a su hijo, la había derrotado... Ahora sólo vivía para su trabajo y su familia. ¿El nieto? Se llamaba Jesús Sidharta... Igual que él, pero el segundo nombre porque al conocerse, ambos se habían hecho budistas... ¡Qué chicos estos!, pensaba, sonriendo, mientras desayunaba... —Otra vez has soñado —oyó entonces a Imelda, que le preguntaba. —Sí —contestó él—. No te preocupes, vamos —agregó, al ver una sombra en su cara—... Es algo inofensivo... sólo sueños... pero si sirven para estar mejor, ¿qué problema con ellos? —Es cierto —contestó ella, al parecer convencida. Pero una noche soñó que Rodrigo había estado todo el tiempo preocupado, cuando le visitaran, ese domingo, y no le había querido decir la causa. Sólo por la tarde, ya cuando se aprestaban a subir al auto, para regresar, llevándolo un momentito aparte, le cuchicheó: “Me van a rematar la casa”. Él no supo que contestarle, y cuando iba atinar a decir algo, comprendió que estaba despierto. Anduvo malhumorado todos los días que restaban de esa semana. El viernes, 27 de agosto, le alcanzaron una notificación a su oficina: martes, 31 de agosto, 10 hs., Sala de Remates Judiciales. Propiedad ubicada en Barrio... Manzana... Helmann & Domínguez, abogados, contra Rodrigo Benítez, por cobro de pesos... ¡Rodrigo Benítez! ¡Su hijo!... Se paró tan violentamente que todos sus compañeros le miraron: ¡el impasible Jesús!... ¡Nunca, en 35 años de compartir la oficina, le habían conocido esos movimientos! Decidió averiguar de inmediato mayores precisiones, consultando el expediente. Inusitadamente, también —solía cumplir rigurosamente sus horarios— pidió permiso al Jefe para salir antes. Cuando llegó a Tribunales, sin embargo, no pudieron proveérselo. La oficina que lo guardaba se había cerrado, ya. Durante ese fin de semana dejó de soñar en absoluto, pues casi no pudo dormir. Su angustia se multiplicaba porque había decidido no contarle nada de nada a Imelda. Lo tomaría por loco. Decidido a cargar solo con su cruz, pues, esperó estoicamente que llegara el lunes para correr a los Tribunales, con el propósito de constatar si verdaderamente se trataba de su hijo o era otra persona. Esto último era casi seguro: no tenía hijos. Esa era la realidad. Lo demás, sueño. Más intenso o no, pero sueño al fin. A pesar de ello, le costó tanto fingir displicencia y serenidad durante la tediosa película y la cena del sábado, ¡a lo largo del interminable domingo!, como si llevase un cilicio con puntas de acero apretado a su cintura, mordiéndole furiosamente a cada instante. El lunes llegó, por fin, y no fue a trabajar. Imelda se dio cuenta de que algo gigantesco, extraordinariamente anormal, pasaba, cuando él le dijo: —Telefonea a la oficina, diles que no voy a trabajar, pues estoy algo resfriado. ¡En 35 años no había faltado jamás a la oficina! Aun con resfríos, o algo más fuerte, iba igual. No le explicó nada, sin embargo, y salió apresurado luego de tomar rápidamente el desayuno. Por suerte la chica que atendía la oficina estaba, no había mucha gente, así que pudo atenderlo rápido y con amabilidad le permitió ver el expediente del juicio, luego de que se identificara. “Rodrigo Benítez Gondra y Lourdes Sanginés Alcántara”... leyó apenas poco después del encabezamiento... ¡eran ellos! ¡Gondra era el apellido de Imelda y Sanginés el de Lourdes, Alcántara debía de ser el de su madre!... ¡Oh no! ¿Cómo podía ser esto? ¿Y podía Dios ser tan cruel, haber determinado que fuese él, su propio padre, el verdugo, el encargado de rematar los bienes de su hijo?... “Pero a ver, a ver...”, se dijo para sus adentros: “¡...mi hijo no existe! ¡no tengo hijo!...”. Esta constatación detuvo un poco el torbellino de sus pulsaciones, se quedó inmóvil, pensativo, con el carpetón en las piernas, unos instantes, algo tranquilizado, pero con un sudor frío que recién ahora percibió le caía sobre toda la espalda. Al volver a mirar el expediente, sin embargo, el corazón volvió a golpear rápidamente, y la sangre le puso encendida la cara: “Calle Magdalena Ruiz 721, Barrio Miraflores...”. ¡Era la casa de ellos! ¡No podía haber tantas coincidencias! Por alguna razón, que él no entendía, el tenía un hijo, y tenía un nieto, que se llamaba Jesús (Sidharta), a ambos los quería más que a su vida... ¡y no podría rematarles la casa!... ¡Antes prefería morir, sí, se iba a suicidar, pero quitarle la casa a su hijo, no, eso hubiera sido lo último que haría en su vida!... “A ver, a ver”, se volvió a decir, para tranquilizarse... “¿Cuánto habrá que pagar? ¡Tal vez no sea mucho! Tal vez yo puedo obtener el dinero, llegar a un arreglo... Aunque después de emitida la sentencia, es difícil...”, se rectificó. El único camino que le quedaba era adquirir la casa él, y devolvérsela... pero esto tampoco era fácil... Generalmente los que adquirían las propiedades, cuando les convenía, eran los propios abogados. Con frecuencia los mismos abogados que decían “defender” al rematado. Las cosas se ponían difíciles para cualquier “extraño” que intentara participar de la puja, en esos casos, pues solía haber “pactos preexistentes” que determinaban una suerte de prioridad para los letrados. Aunque todo era posible, “tal vez hablando con ellos”, se dijo, podríamos arreglar. Miró otra vez el expediente. Esta vez su cara no se encendió, sino por el contrario, debe de haberse puesto pálido. La base que se imponía era demasiado alta para sus posibilidades. No tenía ese dinero. Aun vendiendo algo no llegaría a la cantidad necesaria. Tampoco tenía amigos, como para pedirlo prestado. Sus ahorros apenas podrían cubrir un 20% del depósito exigido. Y el remate era mañana. Demudado, frío, tembloroso, se levantó con las manos extendidas para devolver la carpeta. La jovencita que atendía el mostrador lo miró por encima de sus anteojitos, extrañada: —¿Le pasa algo, señor? ¿Quiere que le alcance un vaso de agua? —No, no, está bien —contestó Jesús—, estoy bien, muchas gracias. Y se fue.

Jesús Benítez jamás volvió a su casa. No se supo desde entonces ningún dato sobre él. Su esposa, pasadas 48 horas, registró la denuncia ante el comando policial. Cinco años después lo dieron por desaparecido, y la Secretaría de Previsión Social le transfirió el salario que por ley le correspondía. Después de esto, vivió sola. Una noche, cuando apenas recordaba ya a su marido, lo soñó. Al despertar sintió la extraordinaria sensación de no estar despierta, sino de ser, lo que acababa de abandonar, la verdadera realidad. En ella, había visto a un hombre de barba —su marido—, más canoso y anciano, a un joven que se le parecía, y más allá, en la playa, una muchacha con pollera de hippie, transparente, que jugaba pelota con un niño. De repente el niño dejó de jugar y pareció descubrir al viejo, que le miraba sentado desde la banqueta junto a una palmera. Fue un solo movimiento cósmico, el verse y correr uno hacia el otro... ¡Abuelito!, gritó el niño y al encontrarse, se unieron en un abrazo. En el sueño, Imelda pudo ver el rostro del anciano. En toda su vida no había tenido ante sí, antes, una expresión más perfecta de la felicidad. ** Julio Carreras (h) [email protected] Escritor, músico y pintor argentino (Santiago del Estero, 1949). Estudió pintura y música desde pequeño y en su juventud tocó la guitarra eléctrica en conjuntos de rock. Escribió en el diario El Liberal y trabajó como periodista en las revistas Posición (Córdoba) y Nuevo Hombre (Buenos Aires), además de trabajar como corresponsal en Córdoba del diario El Mundo (Buenos Aires). Militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, en 1976 fue hecho prisionero por la dictadura, junto con su esposa, en San Francisco de Córdoba. Tras siete años de prisión, desempeñó diversas actividades culturales. Editó la revista Quipu de Cultura y fue director del suplemento "Cultura y Educación", y más tarde jefe de editoriales, de El Liberal. Tras una experiencia fallida como impresor dirigió el diario en línea Pantalla de Noticias y fue coordinador general de la Asociación de Periodistas de Internet. Escribe para varias revistas y medios, en papel e Internet. Terminó de escribir 5 novelas, 2 libros de cuentos, uno de poesía y otros textos. Una de sus novelas fue traducida y editada en Italia. Mantiene su blog en http://tinkunaku.blogspot.com y una página personal en http://juliocarreras.galeon.com.

=== Llantos David Romero Raposo ====================================== *** Llanto por Federico García Lorca En un paredón de olivos mataron a Federico, cien gitanos, sombras negras, acompañan su martirio. Corren diez balas de nácar por su cuerpo inmaculado, su cuerpo inmarcesible de algodón destrozado. Que no quiero verlo, que no. La luna baja al barranco dejando enlutado el cielo, fugaces estrellas lloran de la tierra al firmamento. Que no quiero verlo, que no. En la noche rota vuelan pájaros ciegos de luto, alforjas de barro esparcen el dolor por el aire sucio. Lágrimas suaves de jazmín tejen un manto en la arena, con las sierpes y las raíces, para recoger su pena. Que no quiero verlo, que no.

*** Llanto por Miguel Hernández Colmenar de barro inerte, habitáculos henchidos de seres enfermos de muerte, trajes de huesos vencidos. En el silencio del alba, sola la enfermería, se está rompiendo la calma, Miguel se moría. Que no quiero verlo, que no. Acostado, su pecho abierto, por donde marcha lentamente la suciedad que en su cuerpo rompe su vida y su simiente. Que no quiero verlo, que no. Su cuerpo de mármol blanco da un último suspiro se asoma ante el barranco entre él, su mujer y su hijo. Dos cebollas son sus ojos que miran hacia el vacío escribiendo el último verso con lágrimas de rocío. Que no quiero verlo, que no.

*** Llanto por Antonio Machado Rosario de sombras blancas caminan bajo la nieve, los pies cubiertos de escarcha sin calor que los arrope. Ni el corazón mantiene el fuego que lo bombea, ya nada se siente cuando el frío te rodea. Que no quiero verlo, que no. Así caminaba Antonio, lleva a su madre del brazo y la sola muerte detrás, la frontera estaba cerca. Que no quiero verlo, que no. Siempre llevaba su gabán lleno de aromas de un patio, de un huerto, de un limonero de Sevilla, tierra natal. Juntos pasaban las noches, era su estufa vacía, guarda en él su último verso, ya nunca se lo quitaría. Que no quiero verlo, que no. ** David Romero Raposo [email protected] Poeta español (Sanlúcar de Barrameda, Andalucía, 1982). Su obra, con influencias principalmente de la Generación del 27, permanece mayormente inédita.

=== Del diario íntimo de sir Paul McGear (fragmento) ====================== === Miguel Antonio Chávez ================================================= Sucede, querido Langsworth, que en uno de mis viajes a Zamudia descubrí una rara enfermedad venérea de la que muy poco se conoce allá en Europa: el síndrome de Phimeas Nym. ¿Que por qué se llama así? Tu mente culta podría asociarlo con nombres científicos como: Phimeasothea Nymphorium o Phimeasorus Nymaris. Pero la verdad nunca he escuchado esos nombres en mi vida y no tengo la más bloody idea. A lo mejor pudiera pensarse que se debió a algún pobre diablo que tuvo la desdicha de ser el primero en morirse de esa causa y que por “piedad científica” (oh, Langsworth, mira qué hermosa frase acabo de acuñar) lo bautizaron con su nombre. Cualquiera se creería más la segunda opción porque ¿para qué cuerno sirven los nombres científicos? ¡Nadie los puede pronunciar! Conocí el caso de un “científico” —entre comillas porque así lo merece ese bastardo (1)— que le puso a su hija Cocus Nucifera Smith, para insuflar su pedantería. “Cocus Nucifera, cariño, baja para presentarte unos colegas”... My God! El caso es, querido y fiel Langsworth, que el síndrome de Phimeas Nym consiste en una terrible proliferación de pústulas en el órgano viril, que se extiende por el abdomen hacia las extremidades inferiores. Puedo agregar que provoca sudoración excesiva y flatulencias inesperadas (de hecho son los mismos síntomas que estoy sufriendo aquí en Zamudia, y que ahora me ha inhibido de cualquier curiosidad anatómica hacia esos nativos de los que tanto te he contado). En un caso extremo, si se dejara avanzar, presumo que el miembro podría afectarse de un modo que no quisiera imaginar. Ya que soy el primer europeo contagiado del que se tiene conocimiento, suplico que tomes las medidas necesarias, porque el segundo quizá seas tú: quedas eximido de tus labores domésticas y te declaro en cuarentena hasta mi retorno. No me escribas, repito, no me escribas. Y quema esta carta lo más pronto. Por el bien de ambos, prefiero despojarle a la ciencia este descubrimiento que los nobles nos descubran y nos despojen nuestro honor. Dios salve a la Reina (y a nosotros también) Tuyo, Paulie 1. El manuscrito original dice “cabrón hijo de puta”, que se modificó para no escandalizar a las mujeres de edad. ** Miguel Antonio Chávez [email protected] Narrador ecuatoriano (Guayaquil, 1979). Licenciado en comunicación social. Ha publicado el libro de cuentos Círculo vicioso para principiantes. Sus microcuentos constan en la antología internacional Microrrelatos en el mundo hispanoparlante (Universidad de Tucumán, Argentina). Ha colaborado con diversas revistas literarias, HermanoCerdo (http://hermanocerdo.anarchyweb.org), Letras en Rebeldía (http://www.letrasenrebeldia.galeon.com) (México) y Letras.s5 (Chile, http://www.letras.s5.com), entre otras. Miembro fundador del grupo cultural Buseta de Papel (http://grupobusetadepapel.blogspot.com). En 2007 fue escogido finalista en el Concurso Internacional Juan Rulfo, de Radio Francia Internacional (http://www.rfi.fr), por su cuento “La puta madre patria”.

=== El alcohol de los estados intermedios Gladys Mendía ============== se puede decir que una sustancia se quema en una llama gris no conozco los colores de las llamas de todas las sustancias Alejandro Tarrab el tiempo está en guerra por violencia pura por saberse infinito y libre transmitiendo en todos los canales simultáneamente el tiempo es dios es el asma que arde sí hay parpadeos en los estados intermedios el asma es parpadeo como eslabones líquidos llovemos a veces se encuentra miel en algunos ojos pero la miel es el alcohol del incendio en la caverna llueve hacia adentro las gotas se esfuerzan en ser gotas pero son lluvia la lluvia es el alcohol de los estados intermedios aunque las gotas se evaporan no hay movimiento la caverna es el espacio sin forma sin forma ni claridad no hay reflejo pero todo arde viéndose el incendio es el parpadeo que se ve en el espejo el instante en que la noche se convierte en día es parpadeo en los estados intermedios no hay movimiento el barco tras la bruma es parpadeo en los estados intermedios no hay movimiento los ojos que abrazan son parpadeo en los estados intermedios no hay movimiento el viaje que aún no llega a destino es parpadeo en los estados intermedios no hay movimiento los tartamudeos las compulsiones los excesos se fermenta la mezcla sin sabor aún no hay voz en este sistema pero vibra se expande suspendida en ondas de letras viaja por el túnel el alcohol produce chispas entre la pureza y los matices la pureza límite dolor los matices abiertos se construyen permanentemente los matices son el alcohol de los estados intermedios en el código original los difuminados son los que se adaptan los que se asoman quedando en líneas borrosas al pasar saben que del metabolismo de todos los discursos se producirá la voz con mi nuestro alcohol con mi nuestra alteridad me pierdo en los tanteos de la caverna desgarrando intimidades siempre hay testigos informantes jueces silbidos entre ventana y ventana por la ausencia de la voz es que movemos las intenciones no llegamos a sabernos lengua no sabernos lengua es el alcohol de los estados intermedios la voz nos esquiva el mosaico que nos pasaron hace siglos se resiste generaciones ahora lo expulsan los desplazamientos se construyen por la ventana escucho la cadencia todos saben que el alcohol es la voz la voz es el alcohol del incendio veo la espuma del incendio bajando por ti la pesadez de la espuma chocar con las piedras que flotan voy tan lento que no puedo leer los matices del túnel será que sientes mi dedo ahí desde la ventana estiro mi mano pero voy tan lento la pureza me rasguña con su límite le incomoda el asma que arde el asma que arde es el alcohol de los estados intermedios y si doy un salto por la ventana y si dejo mi dedo ahí y si somos los desenfocados la voz arde sin saber las manos arden sin saber pero sienten el alcohol evaporarse iluminarlo todo en la densidad con nombres en el tránsito casi voraz donde el tránsito casi voraz es el alcohol del incendio dentro de la caverna hay un barco se balancea de miedo las cuchilladas del mar desafinan el equilibrio el barco quiere ser mar pero es caverna segrega una hormona llamada irse cuando uno se va lo esconde el tiempo cuando uno no está es que saltó por la ventana lentamente como matices desenfocados el barco se deforma oscila entre ventana y caverna parpadea se fragmenta difuminado sin cenizas del incendio desaparece por siglos y ahora es lluvia lluvia como fotografía de la espuma que baja de ti será que también sientes la voz lentamente como gotas entrando por la caverna seguimos a la espera del temporal para que al fin nos empuje por la ventana del barco entonces la nieve nos clave sus colmillos goteando la nieve negra que arde sin cenizas nosotros los desenfocados los nombrados los borrosos se escucha el incendio gritar en las hojas de los árboles el balanceo del incendio en las hojas de los árboles el viento sopla para calmar su dolor y sólo hace que se crezca se brille el viento no lo sabe el viento es el alcohol del incendio a veces me olvido que estoy en el túnel cuando veo tu dedo ahí separo los labios para no herirme pero ya es tarde demás ardes en la lengua sin cenizas la lengua es dolor cuando la pureza la rodea el dolor no es el alcohol de los estados intermedios será que el dolor de los desenfocados es ilusión será que el dolor de los borrosos es pura ilusión el viaje es la destrucción lenta es el relámpago de la nieve que castiga con ceguera estrellada nada comienza sin que algo termine pero siempre algo comienza en los estados intermedios algo que se va sin moverse burlando el rito todo arde lógicamente es el incendio agridulce nosotros los mangos derretidos caídos como estrellas fugaces en el túnel no hay almohada que sostenga la cabeza no hay ropa que cubra el cuerpo no hay golpe que duela no hay tirano que no reviente viajar es enterrarse dar la espalda al cielo el anhídrido carbónico en los espacios angostos asfixia a los mangos caídos en el suelo a los mangos luminosos aplastados el suelo brilla las señales de reduzca velocidad son en vano las señales de evite quedar en panne son en vano las señales de evite incendios son en vano estoy frente al incendio de espaldas a la voz la nieve es el mar es el aullido qué es uno sino un aullido que no se escucha todo arde calculadamente qué es la voz sino un efecto corrosivo las semillas van en clanes con vendas en los ojos la voz se está construyendo lentamente es la brasa bajo la ceniza la voz es lo encendido oculto lo encendido oculto es el alcohol de los estados intermedios no llamo y te digo que soy mío un extranjero viudo huérfano desfigurado mango caído como una estrella fugaz somos devorados por la voz la voz aún no existe nos sobrevive nosotros los mangos dislocados sin arquetipo la fiebre no es fiebre se llama incendio fértil incendio viudo la tierra no tiembla el pulso de los estados intermedios mueve todo el túnel nosotros los temperamentales los desafinados esperando las vueltas de la voz vimos un caballo blanco con alas sobre la cordillera subimos por él y no lo encontramos no encontramos las palabras del incendio todo arde y se ve tan verde qué es el incendio sino un efecto exponencial los murciélagos van de árbol en árbol vuelan como si no estuvieran ardiendo parecen vivos pero no saben que son llamas lo peor está pasando y no lo sabemos todo arde matemáticamente se deja ver un segundo vibrando en alcohol se viene encima tan desenfocado tan nombrado tan borroso son las rocas ardiendo junto a la cascada ardiendo me hace llover me duele en los ojos será que quieres compartir mi lluvia como mangos cayendo lentamente como mangos desesperados lentamente ** Gladys Mendía [email protected] Poeta venezolana residente en Chile. Ha publicado en revistas literarias de Venezuela, España, Colombia, Perú, Estados Unidos y Chile. Actualmente prepara la edición de su primer libro El alcohol de los estados intermedios. Es directora de la revista literaria latinoamericana Los Poetas del 5 (http://www.lospoetasdelcinco.cl), en sus dos versiones web e impresa, desde el año 2004.

=== La ciudad del tac... tac... tac... Ana María Manceda ============= Comenzó a escucharse el ruido una noche de primavera. ¡Bah!, es una manera de decir, en realidad era una noche helada. Se percibía que esa temporada había llegado por los cantos de algunos pájaros audaces y los brotes de las plantas, un hecho casi milagroso esto de los vegetales, de alguna manera mostraban la fortaleza de su reino. Hasta hace muy poco habían soportado grandes nevadas y ahora las heladas, pero ellos estaban ahí, triunfantes, mostrando sus retoños. El viejo Ariel vive en las márgenes de la ciudad, su cabaña está situada en una zona más alta que el centro, justo donde comienza la formación boscosa. Debido al intenso frío, ese atardecer entró temprano a su casa, al calor de la cocina a leña tomaba mate y leía novelas de aventuras, al lado su perro Don Quijote, pero su gran pasión era la pintura, pasaba meses hasta terminar un cuadro, siempre eran paisajes que él observaba en sus paseos y los retenía en su memoria. La radio era otra compañera, escuchaba todo tipo de música. Cada tanto se paraba, estiraba su cuerpo, el perro lo imitaba, los dos, flacos y altos se acercaban a la ventana. Don Ariel observaba el cielo con el ardiente deseo de descubrir algún suceso extraordinario en el cosmos. Durante el día paseaba con su bastón y su perro por el centro y los alrededores de la ciudad. Hablaba poco con los vecinos, tenía una intuición fuera de lo común, no se le escapaba nada de lo que éstos hacían o pensaban, pero su boca estaba sellada. Todo quedaba en su cerebro y en algunos casos en su corazón. Esa noche, cerca del amanecer, sintió un ruido chispeante, corto y repetitivo; tac... tac... tac. Se levantó a espiar, los vidrios de la ventana estaban opacados por la helada, la abrió, una brisa fría chocó con el calor de la cabaña. No vio nada. Don Quijote tenía las orejas paradas y movía la cola. El tac... tac siguió escuchándose cada vez más alejado, como si bajara hacia el centro del pueblo. Al otro día, en conversaciones familiares, en el club, en los cafés, comentaban el persistente ruido que los despertó. En su diaria caminata, el viejo Ariel charló con los vecinos, debió admitir qué él también lo había escuchado. El ruido nunca más paró. Lo que al principio fue un raro acontecimiento comenzó a preocupar a los vecinos. Se especulaba que quizás se estuvieran produciendo temblores de tierra, cosa normal en esa geografía, que provocaran desprendimientos de rocas y éstas se deslizaran desde los cerros circundantes hacia el valle donde se encuentra la ciudad. ¡Pero entonces debería escucharse una lluvia de tac... tac! Y no era así, el ruido provenía de un solo objeto que recorría a su antojo la ciudad y todos sus recovecos. Algunos grupos de pobladores se organizaron para recorrer la ciudad a la hora en que se producía el molesto sonido. Nada vieron pero comenzaron a percibir olores en los alrededores de donde provenía el ruido. La ciudad se convirtió en una Torre de Babel, su estructura no era de diferentes lenguas sino de distintos olores. Los sentían agradables o nauseabundos con todas sus variedades. A don Ariel se le ocurrió hacer una estadística y como si tal cosa, indagaba a los vecinos qué tipo de olor había percibido, luego se iba a la cabaña y anotaba los datos que recordaba. Así todos los días. Con el tiempo acumuló gran cantidad de opiniones, las cuales analizaba y clasificaba. Le llamó la atención la variedad de olores. El pánico se fue apoderando de la ciudad. En la intimidad de sus hogares, los habitantes sentían como si el ruido recorriera sus conciencias. La primavera pasó y el verano se enseñoreó glamoroso entre los turistas y los aterrorizados pobladores. Lo extraordinario era que los visitantes no oían el tac... tac... tac, ni olían más que las hermosas flores de los jardines y las plazas. Recién entrado el otoño, cuando el bosque explotaba de colorido, el clima equilibrado en días más soleados, como cediendo una pequeña tregua antes que avasallara con sus lluvias y nevadas, el viejo Ariel tomó una decisión, acompañado de Don Quijote se levantaría a la hora del ruido y se juró no descansar hasta descubrir qué o quién lo producía. Ayudado por las deducciones obtenidas con su estadística casera, arribó a características personales de grupos que sintieron olores similares. Como toda población humana, la ciudad del ruido tenía sus bondades y pecados; amores secretos, crímenes misteriosos, crueldades, envidias, algún alarido de solidaridad, odios, rencores, heroísmo. El viejo y el perro volvían al amanecer, agotados, sin descubrir nada. En ese tiempo no salía por las mañanas en su cotidiano paseo. Los vecinos le preguntaban por su ausencia, pero nada dijo de lo que hacía por la noche. A fines de otoño, en la rutina de su búsqueda, se sentó en una inmensa piedra cercana a su casa, ésta estaba partida por un añoso árbol que surgía entre las mitades. Se recostó cansado, don Quijote apoyó su cabeza en las rodillas del viejo. El frío de la noche no le permitía dormirse, su cuerpo estaba aletargado, sentía una profunda paz. De pronto lo vio, la luz de la luna iluminaba una pequeña cosa que de manera suave y saltarina bajaba hacia el centro del pueblo. ¡Tac... tac... tac! Se quedó quieto, la mano sobre la cabeza de Don Quijote, como suplicándole que no se moviera. Hombre y perro eran estatuas bajo el árbol de la piedra partida. Sólo los ojos seguían alucinados al extraño objeto, hasta que lo enfocó. Era un nudo, opaco, apretado. Desprendía un olor intenso, a vida, a mucha vida. Intuyó que el material del que estaba hecho era una trama de disímiles sentimientos y acontecimientos que se enredaban de tal manera que sería imposible deshacerlo. Todo el nudo era un símbolo, una síntesis, era la suma entretejida del “Todo” lo que allí habitaba. Regresó a la casa junto a Don Quijote, en un silencio abismal, sólo se escuchaba en la lejanía el tac... tac... tac.. Nunca más salió a caminar. Los vecinos decían que se había vuelto loco. Ocurrieron eclipses, el paso de cometas, lluvias de estrellas, como provocando la mirada del viejo, pero éste había perdido el interés de mirar el universo por la ventana. Ahora indagaba con su mirada ese enigmático nudo y trataba de plasmarlo en la tela, pintaba y pintaba. Con los meses terminó el cuadro, estaba contento pero no dejaba de correrle un escalofrío cuando lo observaba, era tan cerrado, inexpugnable. Una noche, mientras realizaba quehaceres atrasados debido a su obsesión por la pintura, sintió sirenas. Salió de la casa, se sorprendió al ver el bosque incendiado, los árboles de los cerros parecían envueltos en llamaradas rojas, como si provinieran del centro de la tierra. Un olor a incienso impregnaba el aire, se asustó, por el camino iban veloces los coches de los vecinos para ayudar a combatir el fuego. Luego de unas horas de espera se acercó al camino, los vecinos regresaban. —No sabemos qué sucede, don Ariel, no fue un incendio, es un reflejo rojo que sale de la tierra. No pudo dormir, miró el cuadro y sintió la necesidad de pintar de fondo el bosque en llamas, luego se le ocurrió que el nudo no podía quedar tan cerrado en ese paisaje dantesco, como si emanara un calor que provocara la apertura del tejido apretado, y lo abrió. Quedó como una inerte y opaca flor semiabierta. No lo pudo colgar como sus otras obras, lo envolvió con mucho papel y por último en una bolsa de tela oscura. Lo guardó en el sótano, entre las cosas menos deseables. Su rostro expresaba cierta irónica perversidad, era una ceremonia secreta, sólo Don Quijote era testigo. Misteriosamente, luego de esa noche, nunca más se escuchó por la ciudad y sus alrededores el escalofriante tac... tac... tac. (Segundo premio en narrativa en certamen internacional y editado en antología Pinturas literarias, de Editorial Novelarte; Córdoba, Argentina, 2006). ** Ana María Manceda [email protected] Escritora argentina (Tucumán, 1943). Estudió ecología en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata (http://www.unlp.edu.ar). Ejerció hasta su retiro la docencia a nivel secundario en geografía y biología en Neuquén, Patagonia Argentina, donde reside desde 1975. Es socia fundadora de la Fundación San Martín de los Andes. Coautora de El libro de los cien años (Fundación San Martín de los Andes, 1999) y de las obras teatrales Corramos, el escrache está a la vuelta (2004), Adelina prende un sahumerio y Los llamadores del viento (2005). Fue seleccionada para antologías de poesía y narrativa por la Editorial Minerva (Córdoba). Textos suyos han sido recogidos en diversas antologías como Analogías (Subsecretaría de Cultura de San Martín de los Andes, 2005), El río demorado (Editorial Dunken, 2006), Poetas y narradores contemporáneos (Editorial de los Cuatro Vientos, 2007) y Mensajeros literarios (Centro de Escritoras Nacionales; Córdoba, 2007). Recibió el 2º premio en Narrativa del Concurso Internacional de Editorial Novelarte (Córdoba, 2006). Ha publicado en revistas digitales como Isla Negra (http://isla_negra.zoomblog.com), Artesanías Literarias (http://www.artesanias.argentina.co.il), Con Voz Propia (http://convozpropiaenlared.blogspot.com), El Cuento Nuestro (http://www.elcuentonuestro.com) y Azul Arte (Uruguay; http://revistaliterariaazularte.blogspot.com), entre otras.

=== Cinco poemas Goyette Dos Gallos ================================== *** Desprecio los besos Un beso blasfemo que no se escucha, no se encuentra, ni canta al alba. Si me quito los ojos, me quedo sin habla, sin uñas qué encajar, sin mueca para posar. Un canto es depresivo cuando no hay luz con la cual derrumbar la sonoridad del mar. Escúpeme suave si me quieres besar, miénteme de espaldas, si me quieres dejar.

*** Sangrar con mil suspiros o lamer un verso sumergido Extraño los sombreros y a las mujeres con medias. Me lío un cigarrillo a pesar de mi torpeza. No deseo un zapato lustrado, ni mucho menos un sol apagado, pido el aliento cansado, de un futuro apartado. Blasfemo es el compartir la tristeza, o sentarme junto a ti sin nobleza. Robarte un beso a nadie lesa, si con gentileza aparto la mesa. Pudiera sangrar con mil suspiros, llorar de entretenido, desearte en un quejido, y lamer un verso sumergido. Si me duele esa estrella de un deseo fugaz en medio del frío, heme aquí tendido.

*** La hija de Sión Me atrevo a recitar en hebreo, mordiendo las palabras, sostenidas por ropajes y piedras cinceladas. Es el placer de verte correr, tras el beso con sabor a hilos envinados de leche, en sogas atadas a los muelles. Muertos abriéndoles canales a las entrañas de prófugas perversiones, ancladas a la virgen de los marineros, sucios, amantes y carroñeros.

*** El legado de Éfeso La luz no es sol, ni el agua manantial, buscando la trama de un deseo gutural, cayéndole el granulado hilo menstrual, lo recuerda encima como un animal. Filosóficamente permanece en el lecho, ahogando la atmósfera de fluido y ardiente deseo, pesándole los pechos y cigarrillo entre los dedos, acaneladas piernas talladas, al jónico legado de Éfeso. De sus frutos se come sin mesura, pero junto a ella una serpiente, que la acecha y le muerde su blancura, le ha prometido hacerla suya.

*** La trampa de Minos Hoy tiene que nacer un canto que sea poesía, ya no más, mis venas secas de tal agonía. Se desmoronan sangre y barro en pleitesía, hacia los ojos impíos de mi guardada alegría. Me gusta cuando llueve con olor a Montreal, porque entonces el amor es cosa de lo paranormal. Aunque fallaste, lo sabes, a tu promesa, te lo juro es algo que ya no me lesa. Ni el tiempo ni tú remediaron los errores, el humo me regala saliva con horrores. Me quedan muchos besos pingüinos, para no perderme en la trampa de Minos. ** Goyette Dos Gallos [email protected] Escritor mexicano (Celaya, Guanajuato, 1984). Estudia derecho y es activista político. Mantiene una bitácora de poesía en http://plateaumontroyal.blogspot.com, y una personal en http://goyettedosgallos.blogspot.com.

||||||||||||||||||||||| EL REGRESO DEL CARACOL |||||||||||||||||||||| === El pescador de cangrejos Susana Negro ============================ Novela Ediciones El Andén Barcelona (España), 2008 ISBN: 978-84-96929-20-3 264 páginas Situada en la ciudad de Da Nang, Vietnam del Sur, en la década del cincuenta, El pescador de cangrejos relata la vida de Duong Thai Loan, desde su infancia hasta su madurez. Su familia ha sufrido el despojo colonial pero, al tiempo de la narración, se encuentra nuevamente en posesión de sus propiedades. Intentando una revancha, Loan contrata una gobernanta francesa para educar a sus hijos. Él forma parte de una hermandad nacionalista y este capricho lo pondrá en una situación difícil ante sus cofrades quienes buscarán de sacar partido. Loan es un hombre sin pertenencia cierta, sin una ideología que lo sustente. El único apoyo que tiene son sus principios y éstos se hallan ligados a una tradición atávica tanto como a la sombra de madame Aimée Malard, la mujer francesa que supiera ocupar la mansión perteneciente a la familia Duong. La narradora, en primera, es la joven francesa contratada por Loan para cumplir funciones de institutriz de sus hijos. Adèle Dinant, al igual que Loan, carece de certezas. Se encontrarán ambos jugando un peligroso juego donde la sensualidad y las máscaras cobran protagonismo. La novela se apoya en triángulos que se alternan. Hay una fuerte impronta de voyeurismo tiñendo las vidas de los dos personajes principales; aunque queda flotando la pregunta de cuáles son los verdaderos personajes. La estructura alterna los hechos acaecidos en Vietnam del Sur con los acaecidos en Francia de la Segunda Guerra. Loan es actor de los primeros, Adèle de los otros. Loan mira, espía, desea; crea un universo que no le es propio. Adèle es testigo: mira, escucha, comprende lo que no desea comprender. Si bien el planteo inicial es contar la historia de Duong Thai Loan, ya en los tramos finales el lector comienza a cuestionarse a quién pertenece esta historia. Escritora y docente, Susana Negro ha trabajado como profesora de historia en la Universidad de Belgrano (UB, http://www.ub.edu.ar), así como en diversos colegios de Buenos Aires. Dirigió el Instituto de Cultura Integral de Buenos Aires y actualmente está al frente de la web de recursos literarios La Barca de la Cultura (http://www.labarcadelacultura.com).

||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “La literatura es un uso del lenguaje muy complejo, quizás el más complejo posible, y me parece que la experiencia de la literatura ayuda a descifrar y a entender mejor los otros usos del lenguaje que circulan en la sociedad”. Ricardo Piglia, en entrevista con Patricia Somoza (La Nación, http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1004588, 19 de abril de 2008).

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