MEMORIAL DEL Ejército de Chile - Ejercito de Chile [PDF]

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MEMORIAL DEL

Ejército de Chile PUBLICACION MENSUAL

Año XV—2. ° Semestre

SANTIAGO DE CHILE TALLERES DEL ESTADO MAYOR JENERAL

1920

El Jeneral de Division don Sinforoso Ledesma

el 5 de Junio

El Ejército ha tenido que lamentar una vez mas, la desaparicion de otro de sus viejos i meritorios soldados, que hasta hace mui poco tiempo, consagraba todavía todas sus jenerosas actividades al servicio de la patria. El jeneral Ledesma inició su carrera como subteniente de Tejimiento movilizado Coquimbo, e¡ 17 de Octubre de 1880. Perteneció al ejército constitucional del año 1891 con el grado de sarjento mayor. Ese mismo año fué nombrado, primero gobernador de la Ligua i edecan del Congreso i luego despues comandante del rejimiento N º 8 de infantería.

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MEMORIAL

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EJÉRCITO DE CHILE

El año 1898, desempeñó importantes servicios como delegado del ejército ante la direccion jeneral de la armada, siendo nombrado comandante de las reservas navales. Durante su larga i fructífera carrera, ocupó puestos de especial importancia, como director de nuestra Academia de Guerra i subdirector de Fábricas i Maestranzas. El año 1912 fué comisionado por el Gobierno para trasladarse a Europa a las órdenes del ministro de Chile en Italia, a fin de que siguiera el curso de las operaciones de la guerra ítalo-turca. En los últimos años de su carrera, fué varias veces comandante en jefe de division, Inspector de Infantería e Inspector Jeneral de tiro. El jeneral Ledesma, fué uno de esos hombres ecuánimes e íntegros que consagró honradamente todas sus facultades al servicio de la nacion, amando intensamente a la institucion armada i sirviendo con celo i con honradez profesional los altos intereses del Ejército. Hombre de carácter sólido i de ideas arraigadas, tuvo siempre la valentía de mantener sus convicciones i de no rehuir las responsabilidades de sus actos. Afable i cortes con sus subordinados, supo captarse el respeto i el cariño de la oficialidad, que siempre encontró en él no sólo al jefe íntegro, sino tambien al camarada afectuoso que estaba siempre dispuesto a sacrificarse por una idea noble o por un acto de justicia. Aunque habia abandonado las filas activas del ejército, en busca del descanso a que tenia derecho despues de una pesada labor de muchos años, siempre vivió con su espíritu abierto a las actividades militares o interesándose cariñosamente por todo lo relacionado con ese ambiente de soldado que modeló la nobleza do su carácter i las enerjías de su alma. El recuerdo de su vida será siempre un cariñoso estímulo para los oficiales jóvenes que empiezan ahora esta pesada ruta de trabajo que importa tantos sacrificios, i su memoria perdurará afectuosa en este Ejército al que sirvió tanto i que tanto lo ha querido. LA DIRECCION

Monografías de los jenerales chilenos que actuaron como comandantes superiores del ejército i como jefes de estado mayor durante la campaña de 1879-1883 (Continuacion)

LOS J E F E S DE ESTADO MAYOR Para justipreciar el desempeño de los diversos jefes de estado mayor que se sucedieron durante la guerra del Pacífico, es necesario dar a conocer lo que se entendía en esa época por servicio de estado mayor i la lejislacion que habia al respecto. Nuestro diminuto ejército contaba, en conformidad con el art. 31, tít IX de la ordenanza jeneral del ejército, con un «reglamento para el estado mayor de un ejército de operaciones» dictado el 1.° IX-1869. Aunque nuestra añeja cuanto sabia ordenanza i aquel reglamento prescribían algunas disposiciones que tienen mucha analojía con el moderno papel de un estado mayor en campaña, hasta la fecha de declararse la guerra no se habia organizado en nuestro ejército tal servicio i su improvisacion durante las operaciones mismas VII—1920

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debió ser una novedad tan complicada hasta el punto de que para encauzarla se necesitó la intervencion directa de los elementos civiles del gobierno. Jamas habíamos tenido estado mayor de ejército sino estado mayor de plaza que era como la negacion de aquel i comprendía a los edecanes del presidente, a los gobernadores, sarjentos mayores i ayudantes de las plazas fuertes, i a los ayudantes de las comandancias de armas, puestos que se consideraban los mas meritorios del ejército. El reglamento de 1869 prescribía que el estado mayor era una reunion de jefes i oficiales, auxiliares del jeneral en jefe i órgano por donde se debian trasmitir sus órdenes superiores. Su labor debia tender a hacer mas espedita la accion superior, inspeccionando e interviniendo en todos los ramos del ejército para poder suministrar en cualquier momento la orientacion que necesitase el comando superior. El personal consultado, que debia seleccionarse entre los mas. competentes, constaba de un jefe de estado mayor (jeneral o coronel) un ayudante jeneral, 3 primeros ayudantes i 6 segundos ayudantes. Por su parte, la ordenanza jeneral del ejército encauzaba la labor del jefe de estado mayor con sábias instrucciones, mui análogas a las modernas, disponiendo en el art. 5. ° (título LX): «El jefe de estado mayor jeneral, tan luego como reciba el nombramiento del gobierno para este importante cargo, se dedicará a prevenir i arreglar los mapas, planos i noticias instructivas de las circunstancias, calidades i situaciones del pais en que se haya de hacer la guerra, para dar en las ocasiones que el jeneral se lo pida, el puntual i exacto, informe que para la determinacion de sus operaciones necesita». I para aunar los servicios auxiliares del ejército bajo la direccion del comando en jefe disponía en otra parte que eran subordinados directos del jefe de estado mayor el conductor jeneral de equipaje i los empleados de subsistencia i sanidad. El reglamento existente, inspirado en la ordenanza, ampliaba las instrucciones para el jefe de estado mayor, delimitando su labor i la de los colaboradores, sus ayudantes, pero daba mas importancia, a las funciones inspectivas i fiscalizadoras para la buena marcha del ejército i que a las labores inherentes a la empresa de la guerra misma.

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Aquel reglamento prescribía al jefe de estado mayor una serie de obligaciones ajenas a su papel de cooperador del jeneral en jefe en la Concepcion i ejecucion de las operaciones, ordenándole en cambio pasar un sinnúmero de estados mensuales sobre fuerza, distribucion, armamento, municion, subsistencias, arreglos de cuarteles, etc., del ejército. Pura la distribucion del trabajo interno el estado mayor. se dividia en 3 secciones: I) artillería e injenieros; II) infantería i caballería; III) hacienda i servicios anexos, cuyas labores tendían a facilitar las del jefe de estado mayor en la respectiva arma o reparticion. Sin embargo, como ya lo lucimos ver, nada se habia organizado respecto a los servicios de estado mayor al estallar la guerra, a pesar de contarse con un reglamento de estado mayor, aunque inperfecto, desde hacia 10 años, i con prescripciones claras i terminantes de la antigua ordenanza jeneral del ejército i enseñanzas frescas deducidas de la guerra franco-prusiana. I esta desidia gubernativa para no hacer del ejército en la paz un órgano eficiente para la guerra se comprende menos si pensamos que nuestro probable enemigo desde algunos años, el Perú, contaba con su servicio de estado mayor organizado sobre a base de un reglamento mui superior al nuestro, dictado en 1856. Sin el jefe de estado mayor peruano durante la I campaña, coronel Suárez, tal vez su ejército no se habría salvado de Tarapacá ni retirado a Arica. La prueba de tal aserto se deduce del enorme archivo tomado al enemigo en Peña Grande i que refleja el trabajo i la organizacion de una sola mente, de una sola actividad directiva. Miéntras tanto, ¿qué aconteció en nuestro campamento de Antofagasta antes de iniciarse las operaciones? Se había suprimido casi por inútil el estado mayor i los jefes rehuían el puesto de jefe de este servicio por no tener una actividad delimitada i conocida, llegando mas de un jeneral en jefe a considerar tal nombramiento como inútil. De ahí resultó que en los primeros 4 meses de guerra no hubo en realidad estado mayor i que existió en apariencia cuando fué necesario darle un puesto cualquiera al coronel don Emilio Sotomayor. En cambio, nuestro gobierno había nombrado, conforme a los tiempos de la guerra de la independencia, jefes de armas a los jene-

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rales Escala i Baquedano: al primero, comandante jeneral de infantería i al segundo, comandante jeneral de caballería, cuando con mayor esperiencia i conocimientos profesionales de un alto comando pudieron esos jefes comandar una division de las 3 armas. Don Benjamín Vicuña Mackenna, con su ironía habitual para fustigar durante la guerra toda inercia o desorganizacion, decia en uno de sus artículos, refiriéndose al servicio de estado mayor anterior a Setiembre del 80, en que se reorganizaron las divisiones: «I ese sistema mas o ménos hase seguido sin variacion hasta ayer, dia 29 de Setiembre, en que se ha decretado la agrupacion del ejército en divisiones i brigadas i se ha nombrado, si no definido científicamente un estado mayor jeneral con un personal permanente de 20 oficiales i varios estados mayores divisionarios con 1 jefe i 7 ayudantes; total, 55 individuos de estado mayor de jeneral a subteniente. ¡Loado sea Dios! Tenemos al fin un ejército, tenemos un estado mayor i no un juego de pelotas, con el cual iban pasándose la bola o el pañuelo hecho nudo como la guerra en el juego del gran boneton, los que la casualidad iba designando. El coronel Sotomayor no llevó jefe de estado mayor. ¿Ni para qué? El jeneral Arteaga tampoco lo llevó. ¿Para qué? Quedó entónces de jefe de estado mayor, por no tener otra cosa que hacer, el coronel Sotomayor. Pero fué de jefe de estado mayor el jeneral Villagran i le dieron luego a entender que tal destino era allí un lujo del desierto en el desierto. Entónces quedó de jefe de estado mayor nominal, para dar la órden del dia i santo i seña, el jeneral Escala, i en seguida comenzó el juego del gran boneton que en el ejército de Chile ha reemplazado al estado mayor. El jeneral Escala pasó el gran boneton al coronel Sontomayor. El coronel Sotomayor lo pasó al coronel Arteaga. El coronel Arteaga lo pasó al coronel Lagos. El coronel Lagos lo pasó al comandante Velásquez. Pues, ¿quién lo tiene? ¡Ah! el coronel Velásquez, despues de haber organizado con su escasísimo personal las batallas de Tacna i Arica, acaba de pasar el gorro al excelente, bravo i bondadoso jeneral Maturana, que por

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la primera vez, despues de 25 años i en quebrantada salud sale a campaña». A la verdad, despues del pálido e indeciso bosquejo de reglamento dictado por el estado mayor en 1869, nada se habia hecho ni organizado i de ahí la oscuridad i desconocimiento de sus importantes servicios durante la guerra, haciéndose necesaria la intervencion de variados elementos civiles en las distintas esferas de actividad de nuestro ejército con los inconvenientes que liemos señalado. Durante, la guerra misma tampoco se reglamentó mida a este respecto, pero los sucesivos jefes de estado mayor demostraron actividad en sus labores i decision para hacer algunas necesarias innovaciones en ese desconocido servicio de estado mayor. A este respecto, un oficial del ejército publicó en Antofagasta,. a principios de la guerra, un diminuto folleto como ensayo, titulado «Deberes de los oficiales de estado mayor i ayudantes jenerales», en el que señalaba a nuestras autoridades el importante papel de un estado mayor con las siguientes apropiadas palabras: «El estado mayor es para un ejército lo que el vapor para una locomotora. La máquina (el ejército) en si misma podrá ser de la mejor clase, el injeniero que la dirije (el jeneral en jefe) un hombre de mucho talento, pero sin el poder del vapor aquella será solamente una gran reunion de material bien acabado». De esta necesaria orientacion sobre el funcionamiento del servicio de estado mayor en la guerra del Pacífico podemos deducir que el desempeño de los jefes que lo atendieron no se presta para un severo análisis ya que sus funciones no estuvieron nunca delimitadas. En todo caso hai rasgos i hechos, en el seno del comando superior de aquel ejército, ya lamentables, ya brillantes, que nos darán a conocer a sus jefes de estado mayor i nos proporcionarán evidentes lecciones sobre la necesidad de tener organizado convenientemente durante la paz el alto comando en campaña. El jeneral don José Antonio Villagran El primer jefe de estado mayor del ejército de operaciones, jeneral de brigada don José A. Villagran, gozaba de un merecido cuanto bien ganado prestijio, resultante de una sólida preparacion profesional i jeneral.

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Las muchas comisiones que el gobierno le había conferido en su carrera patentizan el digno concepto en que siempre se le había tenido. Habia sido diputado por Cauquenes desde 1873 en dos lejislaturas i al estallar la guerra volvia a ser designado por el departamento de Cañete para representarlo en la cámara jóven. Inició su carrera como cadete de la escuela militar, en Febrero de 1836, recibiendo su título de subteniente dos años mas tarde para pasar a prestar sus servicios al batallon Valdivia, donde ascendió a teniente en 1844. Su talento i su preparacion fueron necesarios en la escuela militar para la enseñanza de la juventud, por lo cual, en 1845, el gobierno lo llamó a este establecimiento como ayudante i como profesor, obteniendo ahí el grado de capitan en 1847. A la verdad, su sólida base intelectual le habia permitido dedicarse con infatigable empeño a los estudios de matemática, topografía i jeodesia, aprovechando las horas que le dejaba libre el servicio diario, i gracias a esta contraccion recibió su título de agrimensor en 1847, habiendo sido distinguido en varios de sus exámenes. En Abril de 1851 concurrió a la defensa del órden trastornado en Santiago por el batallon Valdivia, recibiendo por su actuacion una medalla de oro, i pocos meses mas tarde defendía nuevamente los fueros del gobierno en Valparaíso, bajo las órdenes del teniente jeneral don Manuel Blanco Encalada, saliendo herido i obteniendo una recomendacion especial que lo hizo acreedor en Febrero de 1852 al grado de sarjento mayor. Jefe interino del batallon 2.° de línea en 1853, ayudante jeneral de la inspeccion de la guardia nacional hasta Agosto de 1854 i mas tarde ayudante de la comandancia de aunas de Santiago, vuelve a comandar, ahora en propiedad, el batallon 2.° de línea desde 1858. Se encontró en las campañas del S. i N. de la república durante la revolucion del 59, obteniendo despues del combate de Cerro Grande su grado de coronel. Mas tarde era nombrado intendente interino de la provincia de Atacama, pasando en seguida a desempeñar la comandancia de armas

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de Arauco hasta 1861, donde hizo una campaña al interior del territorio indíjena. Comandante de la guarnicion de Caldera cuando en 1865 66 la escuadra española bloqueaba a ese puerto, mandó en jefe el 4.° i 2.° de línea en el ataque de Calderilla, en 1865. Desde 1869 hasta la fecha de declararse la guerra desempeñaba el importante puesto de inspector jeneral del ejército, en cuyo cargo ascendió a jeneral do brigada en 1871. Basta esta última destinacion para saber que Villagran poseía serios conocimientos militares i las reformas que introdujo en el réjimen i administracion de los cuerpos de línea pusieron en visible relieve su capacidad. Ademas, el gobierno le habia dado otras honrosas comisiones tales como la de miembro de la comision revisora del código militar i de la táctica de infantería adoptada en el ejército, i en su papel de inspector jeneral del ejército recibió por decreto especial del gobierno varias otras misiones de inspeccion i revistas a determinados cuerpos. La personalidad del jeneral Villagran tenia el lustre de la nobleza i contaba con las consideraciones jenerales resultante de su recta caballerosidad i de sus acciones intachables. Su actuacion como jefe de estado mayor del jeneral Arteaga fué breve i no revistió el brillo de la de otros jefes por cuanto, al iniciarse la guerra, ese importante servicio de estado mayor era desconocido para nuestros profesionales i debió irse improvisando en la campaña misma: fué así que Villagran, deseoso de manifestar sus aptitudes en otra actividad mas intensa, se demostró descontento de tal nombramiento i con este prejuicio partió al N. Felizmente, supo rodearse de un selecto grupo de ayudantes como cooperadores, entre los que iban el coronel Arteaga, comandante José M. Soto, Emilio Gana, Marcial Pinto Agüero i otros. Con buena voluntad i entusiasmo este estado mayor se repartió el trabajo de la organizacion del ejército en Antofagasta, ciñéndose a rumbos que le imprimió el jeneral Villagran, señalando el trabajo a cada una de sus dependencias. El aprovisionamiento, la instruccion, la movilizacion, los proyectos de operaciones futuras fueron atendidos en todo momento.

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Fué aquel trabajo del novel estado mayor un constante esfuerzo de perseverante actividad, de celoso entusiasmo, que por encontrarse ajeno a toda reglamentacion i práctica desde la paz, comenzó sus funciones con grandes tropiezos, inevitables dentro de un ejército que se improvisaba en la guerra misma. Tenia Villagran, entre el núcleo de jefes que comandaban en el ejército de Antofagasta, simpatías mui considerables i bien justificadas, pues muchos de ellos habian sido sus alumnos en la escuela militar o fueron formados bajo su direccion. La situacion prestigiosa del jeneral Villagran i sus evidentes aptitudes para poder desempeñarse en cualquier puesto de alta responsabilidad le crearon recelos, que desgraciadamente viven en las colectividades, i el propio jeneral en jefe, Arteaga, de renombrada memoria, pero cuya actuacion en el N. fué unipersonal sin aceptar cooperadores ni intromisiones, alejó el concurso desinteresado de su jefe de estado mayor. Villagran, con altura de miras i lealtad que lo honran, apreció que aquel estado de cosas no podia seguir i cuando creyó que el ejército estaba listo para entrar en campaña, se retiró del estado mayor jeneral, contento de los resultados de la obra a que habia dedicado sus nobles esfuerzos i sonriendo por las nerviosidades de los que divisaban en él a un futuro rival. Casi todos los jefes de las distintas unidades existentes en Antofagasta lo despidieron en medio de alentadoras pruebas de cariño i respeto i ellas fueron el mejor reconocimiento de los servicios prestados en bien de la institucion. Este prestijio de Villagran habia sido apreciado tambien por los hombres de gobierno que tenian intervencion directa en la guerra, i fué así cómo don Rafael Sotomayor lo consideró un colaborador útil en sus tareas. A pesar de que el ministro era sobrio i cauteloso en sus relaciones con los jefes, hizo una escepcion con Villagran a quien consultaba i esponia sus proyectos i de quien apreciaba en lo que valian sus opiniones: la abundante correspondencia privada mantenida entre ámbos personajes así lo deja en evidencia.

Corren los sucesos militares i las necesidades de la guerra exijen nuevamente el valioso concurso del jeneral Villagran.

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En vísperas de que el ejército chileno partiese a. iniciar su gloriosa campaña con el asalto de Pisagua, se organiza en Antofagasta el ejército de reserva para servir como tal al de Tarapacá, quedando listo en Antofagasta para trasladarse al teatro de operaciones cuando se le llamara. El 18 X se designa como comandante de ese ejército al jeneral Villagran, quien vuelve al N. i de nuevo impone a sus unidades el entusiasmo i la severidad de la disciplina mi lilar. Habiendo el ministro Sotomayor manifestado desde un principio la intencion de trasladar este ejército de reserva a Pisagua para responder a las necesidades i asegurar la retaguardia al ejército de operaciones, miéntras se internaba en busca del enemigo, Villagran asentía complacido esta lójica medida, diciéndole al ministro (17-XI): «Me has dado una verdadera alegría con la noticia de que luego seremos llamados. Los cuerpos que han venido, aunque son algo reclutas, todo lo que desean es marchar i yo tomo mis medidas para estar listo para marchar al primer llamado». Estos deseos no pudieron realizarse porque los acontecimientos se precipitaron i aquel ejército de reserva pasó a ocupar las plazas de Iquique i Pisagua, miéntras el de operaciones prepara i realiza la campaña de Tacna. El gobierno, por medio del jeneral Villagran, creó en el territorio de Tarapacá un servicio judicial provisorio con sus anexos, secretario, notario, etc., servicio que mediante buenas medidas encauzó severamente a la administracion de justicia. El salitre habia comenzado a ser, como era lójico i natural, el gran objetivo de los financista de Chile que movian sus influencias para obtener nuevas estacas con garantías que pudieron ser ilusorias. Se produce una correspondencia que enaltece al jeneral Villagran, pues se niega a dar fuerza legal a esos pedidos, demostrando que el gobierno chileno no debia desprenderse de tal riqueza. Consiguió así dislocar una resolucion que él estimaba contraria a la moralidad oficial, mas escabrosa todavía para el funcionario que debia sancionarla. Los acontecimientos posteriores dieron ampliamente la razon al jeneral Villagran, pues el estado conservó intacto sus derechos, haciendo poderosa la fortuna pública.

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Cuando, a raíz de la iniciacion de la II campaña, graves incidencias comprometían la estabilidad del comando en jefe del ejército del N., el nombre del jeneral Villagran figura en lugar preferente para ocupar los puestos directivos que necesitaban llenarse. Fué el candidato preferido del presidente i del ministro en campaña para la jefatura del estado mayor de Escala, en reemplazo del coronel Sotomayor, pero, desgraciadamente, no contaba con las simpatías del jeneral en jefe. Por esta razon, Villagran no aceptó el puesto que le ofreció el gobierno i aunque esto pueda ser censurable porque en campaña no se debe rechazar nada que vaya en bien del triunfo, estimamos que Villagran se ajusto a su recto proceder ya que venia palpando dificultades en el alto comando, precisamente por falta de armonía entre los altos jefes directores, i tenia el convencimiento de que sin esa necesaria union no habria eficiencia i encausamiento del trabajo directivo. Foco tiempo mas tarde el nombre de Villagran vuelve a figurar para suceder ahora al jeneral Escala en el comando en jefe del ejército de operaciones i su personalidad era la que contaba entónces con mayor prestijio, hasta el punto de que el presidente Pinto i el ministro Sotomayor consideraban que no había entre nuestros jefes otro sucesor posible de Escala. Desgraciadamente, la política de partidos, que jiraba alrededor de la próxima candidatura presidencial, metió su mano en el asunto i el nombre de Villagran fué resistido por algunos miembros del gabinete que calificaron al jeneral de «redentor del militarismo», achacándole ambiciones peligrosas al sillon presidencial, fáciles de alcanzar si el triunfo coronaba su actuacion al frente del ejército. I ese temor infundado al militarismo, enfermedad social que necesita medio favorable para desarrollarse i que jamas ha existido en Chile, sirvió de escudo para contrarrestar el ascendiente brillante que podían adquirir nuestros jenerales con sus triunfos i fué Uno de los factores mas importantes de la inestabilidad de nuestro alto comando durante aquella guerra.

Despues del glorioso combate de Arica, cuando el patriotismo i las necesidades de la guerra señalaron el camino de Lima i

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cuando el ejército de operaciones reorganizó sus divisiones a las órdenes de nuestros altos jefes mas prestijiosos, el jeneral Villagran fué designado para tomar el mando de la I division, la mas numerosa. En cumplimiento del plan de operaciones de la campaña a Lima se resolvió que la division Villagran partiese como vanguardia para que desembarcase en la bahía de Paracas i ocupase a Pisco e Ica miéntras el resto del ejército era trasportado al nuevo teatro de operaciones. Poco mas tarde se ordena a Villagran marchar por tierra de Pisco a Chilca, dentro de un plazo fijo, operacion a que el jeneral en jefe daba gran importancia. El jeneral Villagran dió pruebas en esa ocasion de sus esfuerzos para iniciar la marcha ordenada, pero la administracion militar no tuvo los elementos necesarios e indispensables para ejecutar con acierto esa operacion do guerra. Sin embargo, aquellos esfuerzos no fueron completos i parece que Villagran demostró su desagrado por la órden recibida hasta el punto de esponer lo siguiente en una nota al jeneral Baquedano: «Procuraré salvar estas dificultades como me sea posible, quedando mi responsabilidad a salvo de los desastres de mi division por falta de elementos». Debemos hacer presente que Villagran era mas antiguo que Baquedano en graduacion, pero éste ejercía el comando en jefe i era ahora su superior. Dado el prestijio del jeneral Villagran i la circunstancia anotada estimamos como una medida indiscreta ponerlo a las órdenes directas de Baquedano, quien no ignoraba que aquel habia sido uno de los candidatos mas señalados pata ocupar su puesto de jeneral en jefe. A pesar de que la nota de Villagran con los reparos a la órden recibida era casi una protesta, el jeneral puso en. cumplimiento su mision, pero ésta no iba a resultar dentro del estrecho plazo señalado, por ios numerosos inconvenientes que presentaría la marcha. La advertencia de Villagran tenia las demostraciones de una evidencia, bastaba enunciarla i analizada a la vista del terreno i de los elementos para que fuera atendida, pero desgraciadamente aquella advertencia fué dirijida al comando superior en forma dura i el cumplimiento de la órden superior no se encuadró con los deseos del jeneral en jefe.

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Baquedano, dentro de. su rectitud, de su concepto de la disciplina i del fiel cumplimiento de sus órdenes, censuró la actitud de Villagran i dió cuenta al ministro Vergara de los sucesos, quien tomó la determinacion de separar a Villagran del mando de su division. Baquedano acató la disposicion suprema i dió cumplimiento a esta dolorosa medida. No podemos desconocer que hubo falta de decision enérjica de parte del jeneral Villagran para cumplir con la órden recibida, pero estimamos que la medida de separarlo bruscamente del ejército fué mui dura, talvez no estraña a los recelos por el prestijio de este jefe que así salia por la ventana cuando estaba seguramente llamado a desempeñar un papel brillante en el curso de las operaciones. El jeneral Villagran fué un hombre de bien i de alma bien puesta i es merecedor del respeto de sus conciudadano?. Falleció en Valparaíso en 1895. El coronel don Emilio Sotomayor

Nacido en Setiembre de 1826, Sotomayor manifestó desde, su niñez, deseos por servir a su patria en el ejército, haciéndose oficial de la guardia nacional a los 20 años de edad. El amor a las armas lo hizo ingresar en 1840 al ejército de línea como subteniente del rejimiento de artillería, recibiendo en 1850 su título de teniente. Hizo una campaña a la provincia de Coquimbo, desde Setiembre de 1851 basta Febrero de 1852, habiéndose encontrado en el combate de Petorca i mas tarde en el sitio de Serena, donde salió herido. Su comportamiento en estas acciones lo hizo acreedor al grado de capitan de plana mayor de artillería. En Abril de 1857 Sotomayor se retiró temporalmente del ejército i en este carácter fué nombrado a principios de 1858 comandante de la guardia municipal de Valparaíso. Durante la revolucion de 1859 hizo la campaña de la provincia de Coquimbo a las órdenes del jeneral Vidaurre, mandando la artillería en el combate de Cerro Grande. En Junio de 1859, con el grado de teniente coronel, recibe el nombramiento de comandante de la artillería de Valparaiso, sofo-

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cando meses mas tarde un motin que estalló en aquel puerto, para lo que se puso al frente de sólo 25 hombres que él mismo fué a buscar al cuartel. En 1861 pasó a comandar la artillería del ejército de la alta frontera araucana; donde recibió ademas honrosas comisiones, como fueron: organizar escuadrones de caballería en ultra Bio-Bio i reconocer un lugar conveniente para establecer un fuerte, operacion que dió lugar a la construccion del fuerte Mulchen. A mediados de 1862 se le nombra inspector de artillería de la guarnicion de Valdivia en cuyo empleo reconoció prolijamente los fuertes de Corral. Siendo teniente coronel es nombrado, en 1864, comandante interino de la brigada cívica de artillería de Valparaíso i pasa en seguida a pertenecer al estado mayor de plaza. En 1865 empieza, junto a una mayor actividad militar, la vida pública del coronel Sotomayor. La guerra con España se acercaba i había temores bien fundados de que el enemigo utilizase el archipiélago de Chiloé como base de operaciones. Para contrarrestar este peligro se nombra intendente i comandante jeneral de armas de Chiloé a Sotomayor, quien pone rápidamente en estado de defensa el puerto de Ancud, dirijiendo la construccion de 4 fuertes, cuyos vestijios aun existen. . A la par que atendía al mando militar no descuidó entónces las necesidades administrativas, promoviendo mejoras locales que empeñaron la gratitud de sus gobernados. La municipalidad de Ancud le daba en 1866 un voto de gracia. En 1868 regresaba a la capital a dirijir nuestra escuela militar i sin perjuicio de este puesto, siendo ya coronel graduado, es designado en 1869 jefe de la maestranza de Limache. En 1870, el departamento de Castro, como muestra de reconocimiento, lo elejía diputado al Congreso. El gobierno lo distinguió en 1872 con el nombramiento de jefe de la comision militar encargada de ir a Europa para comprar armamento i hacer estudios profesionales en los ejércitos del viejo mundo. Esta comision fué desempeñada con brillo, actividad i rectitud, ejerciendo Sotomayor un severo control en la confeccion i prueba de los armamentos adquiridos a la par que asistiendo a maniobras i

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remitiendo obras militares que interesasen al progreso de nuestro ejército. De regreso al pais es nombrado, a principios de 1875, intendente i comandante jeneral de armas de Valdivia, donde recibe su efectividad de coronel en 1876. En 1877 fué nombrado miembro de la comision calificadora de servicios i mas tarde de la comision revisora del código militar. Apreciando sus condiciones inspectivas i fiscalizadoras, en 1878 se le designó para revisar el departamento de artillería de Valparaíso i los cuerpos cívicos del arma existentes en el pais i poco mas tarde para informar acerca de las cualidades como armas de las carabinas Winchester i Spencer. Convencido de que la espada no estaba reñida con la pluma escribió en 1866 una memoria sobre la situacion i necesidades militares de Chiloé i colaboró en la revista del pacífico i en otras publicaciones. Fué distinguido en 1867 con el nombramiento de presidente honorario del «Instituto de Africa» que funcionaba en Paris. Nuevamente nombrado director de la escuela militar a fines de 1878, en dicho puesto lo encontró el estallido de la guerra. El coronel don Emilio Sotomayor, ántes de ejercer su puesto de jefe de estado mayor del ejército del N., habia tenido una activa figuracion en el teatro de guerra. En efecto le cupo el alto honor a la vez que señalada distincion del gobierno, de ser designado como comandante en jefe de las tropas de mar i tierra que ocuparon a Antofagasta a mediados de Febrero de 1879, operacion precursora de la declaracion de guerra, por cuya razon necesitaba un jefe de especial tino i circunspeccion para no lesionar intereses ajenos. En realidad, con atinadas a la vez que enérjicas medidas, efectuó Sotomayor la ocupacion de Antofagasta sin necesidad de constituir dicha accion un hecho de armas. En. cuanto a la accion administrativa, ésta fué dispuesta i ejercitada sin dificultades bajo el severo control de autoridades chilenas nombradas ad-hoc i supervijiladas en todo momento por el comandante en jefe. Respecto a la capacidad militar de Sotomayor durante su comando, diremos que sus concepciones estratéjicas i tácticas fueron

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acertadas cuando resolvió ocupar la línea del Loa con un destacamento conveniente de 544 hombres. Los dispositivos tácticos preliminares para i durante la marcha a Calama, como así mismo el desarrollo que dió Sotomayor a aquel pequeño hecho de armas fueron mui lójicos i convenientes, ya que no conocía ni las fuerzas enemigas ni su composicion. Guando a principios de Abril nombró el gobierno el comando en jefe del ejército del N., se dió al coronel Sotomayor el título de comandante jeneral de la reserva, siendo que lójicamente estaba indicado para el de jefe de estado mayor de Arteaga, ya que mejor orientado que nadie sobre la situacion i las necesidades del N., por su comando desde Febrero, podia ser un colaborador indispensable del nuevo jeneral en jefe. En realidad, se había decidido primero este nombramiento, pero luego se anuló para no agraviar a un. jefe superior, al jeneral Villagran, que recibió dicho título. De toda suerte, aunque sin puesto definido, el coronel dedicóse a cumplir su deber en el canton de Antofagasta, cooperando con entusiasmo a la organizacion i disciplina de las tropas i siendo un ausiliar poderoso de su hermano, el señor Rafael Sotomayor, principal representante del gobierno en el N. En aquella misma época se trató de empañar el prestijio del coronel Sotomayor: habia sido dura e injustamente criticado por su actuacion durante el mando de las tropas de ocupacion i ello no era de estrañar en vista de que los estrategas llovían en Santiago i las controversias de opiniones trascendían al público en los corrillos i en la prensa. Ademas, su estrecho parentezco con el delegado de gobierno lo ligó en todo momento a la corriente adversa con que contaba don Rafael Sotomayor por pequeñeces políticas que ya hemos señalado. A este respecto escribia el ministro de guerra, jeneral Saavedra, al coronel Sotomayor (Mayo 9) «Por Rafael sé que estás decidido a continuar en tu puesto, ésta es la mejor manera de confundir a tus émulos».

Cuando el jeneral don Erasmo Escala, que ejercía interina i nominalmente el puesto de jefe de estado mayor en reemplazo de Villa-

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gran, recibió el comando en jefe del ejército, fué nombrado como su jefe de estado mayor el coronel Emilio Sotomayor (23 VII-79), quien a la sazon era comandante jeneral de infantería. Desde esta época se nota una marcada reaccion favorable en el deficiente servicio del estado mayor en el N. Sotomayor, que ya ántes de ejercer este puesto habia, con claridad de criterio, propuesto organizar el ejército en divisiones de las 3 armas, inició sus nuevas funciones acentuando su proposición al respecto; pero el jeneral Escala no aceptó esta organizacion en el concepto erróneo de que un jeneral en jefe necesitaba tener directamente en sus manos todas sus tropas i servicios ausiliares. El jefe de estado mayor, apreciando como indispensable aquella organizacion, insistió oficialmente sobre ella el 2-VIII, pero recibió sólo promesas vagas de aceptacion de parte de Escala, i esta falta de unidad de doctrinas creó cierta distancia entre tales organismos superiores destinados a marchar perfectamente de acuerdo en una guerra. El coronel Sotomayor, especialmente interesado por el progreso en la organizacion del ejército i apreciando correctamente su papel de jefe de estado mayor, se dirijió entónces a su hermano Rafael i ambos aunaron sus ideas i labores con evidente progreso en la mas rápida preparacion en la institucion armada. Dado el estrecho lazo de parentezco que los unia no es estraño deducir que las atinadas cuanto difíciles labores del ministro tuvieron una valiosa cooperacion en el criterio i aptitudes organizadoras del coronel. El glorioso asalto de Pisagua, llevado a feliz término gracias a las atinadas órdenes superiores para su ejecucion i que ya analizamos al hablar del jeneral Escala, debe parte de esos éxitos al coronel Sotomayor que como jefe de estado mayor tuvo actuacion mui principal en la confeccion i redaccion de dichas órdenes. Debemos reconocer que los trabajos del estado mayor referentes a capacidad de desembarco de las embarcaciones menores, las órdenes detalladas para efectuar la operacion i para su consecucion en tierra fueron enteramente claras, precisas i ajustadas a la situacion. Dice el propio coronel Sotomayor en una carta particular, refiriéndose al procedimiento que implantó para la comunicacion de sus órdenes

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como jefe de estado mayor: «entre nosotros toda órden que corriera peligro de caer en poder del enemigo se daba en clave que cada jefe de tropas conocía i si era escrita se usaba por el estado mayor un papel especial con la misma cautela. Todas las órdenes del jefe de estado mayor en esa fecha, que yo lo era, se daban en tarjetas especiales para que el jefe que recibía la órden pudiera poner al pié: «recibí el mandato». De este modo no podrá alegarse que no recibieron la órden i el estado mayor, con la constancia de la notificacion, podrá formar cargo legal contra el infractor». Mas tarde, miéntras se preparaba la campaña al interior de Tarapacá, se había adelantado una division a Dolores, la que recibió como jefe de estado mayor a don José Francisco Vergara, designacion inconveniente hecha por el jeneral Escala en la persona de su secretario cuando se encontraba en el ejército el jefe de estado mayor titular. El coronel Sotomayor, jefe recto i de ruda franqueza, no aceptó esta irregular sustitucion i trasladandose a Dolores, asumió por disposicion superior el puesto de comandante de aquella division i quitó a Vergara de jefe de estado mayor. Tal actitud, resuelta i enérjica, en defensa de los fueros de los comandos militares, fué el jérmen de discordias posteriores i precipitó el rompimiento del coronel Sotomayor con Escala i especialmente c de Madrid de Febrero 1920) Los americanos compran el mayor dirijible ingles La Gran Bretaña ha decidido ceder o el más moderno i mayor de sus dirigibles tipo rígido de la Marina de los Estados Unidos, en cuanto la gran aeronave halla sido terminada por la casa Vickers, que será en plazo no lejano. Sin embargo, el vuelo tras-océanico no se emprenderá hasta que se le haya construido alojamiento adecuado a tamaño huésped al otro lado del Atlántico. El R 38 será entregado a su dotación americana en Inglaterra i las Reales Fuerzas de Aviacion se han encargado de la instrucción gratuita—excepto pagas i raciones—, de los aeronautas que han de llevar a su país a este coloso de los aires. La aeronave se venderá al precio de coste—medio millón de libras esterlinas—. Inútil decir que los ingleses ven con pena el paso de este dirijible, orgullo de su aviación, al servicio de la bandera de las barrite i las estrellas. ¡Los tiempos son de economías!. (De la revista «Aire, mar i tierra» de Madrid de Enero de 1920)

Alemania MODO DE DISIMULAR LAS OFENSIVAS. —En The Field Artillery Journal, leemos las interesantes instrucciones que se dictaron al ejército aloman, durante la pasada guerra, para disimular las ofensivas. La direccion del servicio radicaba, en cada cuartel jeneral, en un oficial a cuyas órdenes funcionaban varias secciones, encargadas unas de lo relativo al conjunto, i otras de lo referente a los tejimientos, existiendo tambien otros oficiales que inspeccionaban la ejecucion de las medidas decretadas. Previamente a la construccion de una obra, se efectuaba el enmascarado mediante telones pintados. So simulaban falsas i bien visibles posiciones de artillería, i en cambio las verdaderas se ocultaban con todo cuidado. Los caminos se cubrían con pantallas, colocándose algunas de éstas falsas, para engañar al enemigo. El material se situaba bajo cobertizos, i los carruajes que habian de moverse iban tapados con telas pintadas que los confundiesen con el terreno. Las marchas de las tropas, se limitaban todo lo posible, realizándose casi siempre por la noche; estaba prohibido todo ruido, i el encender luces i fuegos, teniendo órden de pararse i quedar inmóviles al lanzar los aviones lo paracaidas luminosos. Las señales, llamadas signos i claves de la telegrafía, eran variados muí a menudo, i confrontados con frecuencia, a fin de lograr

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no pudieran dar la menor indicacion del movimiento de las tropas, tomándose toda clase de precauciones para que los partes i noticias no fuesen interceptados. Los reconocimientos aéreos se hacian con una anticipacion de dos a tres semanas a todo ataque, empleándose en jeneral aparatos individuales. Se suprimió la preparacion de los ataques por el incremento del fuego artillero, sustituyéndole con sólo el fuego de las baterías del sector, haciendo en cambio un gran empleo de los gases i de los morteros de trinchera para cubrir el avance de la infantería. El terreno avanzado so hallaba dividido en dos sectores: uno el que únicamente se divisaba desde los globos, i el otro el que se podia ver directamente desde las posiciones del enemigo. En ámbas se estableció de un modo minucioso i detallado el emplazamiento de cada servicio, reglamentándose de igual modo los movimientos que se podían efectuar.

Francia Durante varias noches se han realizado pruebas de radioteléfonos aplicados a los automóviles habiéndose llegado a comunicar con estaciones situadas a diez kilómetros. El perfeccionamiento de esta nueva aplicacion de la telefonía sin hilas es de trascendental importancia. Los armadores i consignatarios de buques han reclamado contra la disposicion ministerial que prohibe a la estacion radiotelegráfica de Les Terresrouges (Cherbourg) recibir despachos comerciales, medida que causa verdaderos trastornos, sobre todo en el servicio trasatlántico. La estacion francesa de Kukaza (Shanghai) ha sido dotada de nuevos i poderosos aparatos receptores que ya han recojido señales de Ñauen, situado a 15, 500 km, de distancia. Tambien la torre Eiffel ha conseguido comunicar con las estaciones de Yunnanfoo i Bach Mi, en la Indo China, tratándose de mensajes sencillos, pero se espera que con la nueva estacion de Saigon se podrán enviar mensajes comerciales al estremo oriente por ota vía.

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Italia EL ESFUERZO MILITAR EN LA PASADA GUERRA. Segun la estadística oficial, fueron movilizados 5.655,000 hombres. El total de las bajas sufridas es el siguiente:: 496,921 hombres muertos (de ellos, 15,500 oficiales): 946,640 heridos; 465,488 prisioneros; 570,000 quedaron inútiles; 2.550,000 estuvieron enfermos; 219,145 resultaron mutilados. Los navios hundidos representan un tonelaje de 90,593. La deuda italiana es de 70,599 millones de liras.

Suiza LAS TROPAS DE MONTAÑA. ORGANIZACION JENERAL. —Cuatro de las 18 brigadas de infantería, que componen el ejército do primera línea (élite) de Suiza, están organizadas i especialmente instruidas para actuar como tropas de montaña. Estas tropas son reclutadas en las rejiones mismas donde se presume pueden ser empleadas, o sea en el Bajo Valais, en el Alto Valais, en el macizo del San Gotardo i en la rejion del Rhin. Cada una de las cuatro brigadas de montaña, tiene la siguiente composicion: una brigada de infantería de montaña, a dos rejimientos de dos batallones; un grupo de artillería de montaña de dos baterías: dos columnas de municiones, dos columnas de víveres; una compañía de zapadores; otra de telégrafos; otra de señaleros; dos compañías sanitarias; un parque. Equipo. —Las tropas de mantaña están provistas de bastones de 1.55 m. de largo, i con uno de sus estremos provisto de una punta aguda de hierro. El calzado es fuerte, con clavos destinados a asegurar el paso i evitar los resvalonas. Usan, ademas, guantes de lana, gorro que cubre toda la cabeza, dejando libré sólo la cara, cuerdas, grapon de ventisquero, raquetas de nieve, skis, gafas oscuras i saco mochila. Infantería: —El efectivo de una compañía de infantería de montaña, es de 220 hombres (incluidos siete oficiales), i el del batallon, de 982. Cada compañía tiene afecto un médico i seis sanitarios. Respecto al tren rejimental, ha de decirse que las municiones i

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el material se trasporta a lomo, para lo que cada compañía de infantería dispone de tres mulas de municiones, que cargan cada una 2,880 cartuchos o 108 granadas de mano; por tanto, con esto se tiene un suplemento de 43 tiros por fusil, que sumados a los 162 que el infante lleva sobre sí, arroja un total de 205 cartuchos por hombre. La compañía cuenta ademas: con una mula de material sanitario; con cuatro ínulas de auto-cocinas: componiéndose estas últimas de una caldera de metal de 20 litros, del hogar i de la caja aisladora, con cuatro mulas de víveres (con provision diaria cada una para 25 hombres); una mula de equipajes; otra de herramientas i otra de forraje. La plana mayor del batallon dispone (independientemente de las anteriores), de 20 mulas: una para material sanitario; otra con material telefónico; tres' con herramientas; con auto-cocinas; dos de víveres, cinco de forraje; dos de equipaje, i cuatro de reserva. En total: cada batallon cuenta con 72 mulas. El fusil es el mismo del resto de la infantería. Pertenece al modelo 1911, i presenta las siguientes características: lonjitud 1.310 mm. sin bayoneta, 1.620 con ella; pesa (con bayoneta) 4,500 kilógramos; calibre 0.5 mm.; velocidad inicial, 805 m.; ordenada máxima a 300 i 600, 20 i 93 cm, respectivamente. El alza está graduada hasta 2,000 metros. Afecta a cada batallon va una compañía de ametralladoras, compuesta de seis máquinas, las cuales, así como las municiones, son conducidas a lomo, sí bien, el personal va provisto de lo necesario para llevar las ametralladoras i los cartuchos a sus espaldas cuando el terreno lo exija. Las máquinas son del tipo Máxim, modelo 1911. El agua que se emplea en la refrijeracion del cañon, ha de estar mezclada con espíritu de vino o alcohol, a fin de que pueda soportar temperaturas bajo cero. Cada compañía do ametralladoras consta de cinco oficiales i 139 clases e individuos de tropa, de los que 77 van armados con mosqueton; tiene 34 mulas de carga, a saber: seis para las máquinas; 12 para municiones (a 2,250 cartuchos); tres para los escudos; una para material sanitario; tres con útiles; tres con forraje; dos de equipajes, i tres con auto-cocinas. Artillería. —El cañon de montaña es análogo, si bien mas corto

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i ménos pesado que el de campaña. Es del sistema Krupp, modelo 1906, de 7.5 cm. de calibre, de retroceso automático, i de un alcance medio de 3,500 m. La batería consta de cuatro piezas, que se trasportan en 20 mulas; las municiones se llevan en 24 mulas; los teléfonos en dos i en otras tantas las herramientas. En el primer escalon se conducen 144 disparos por pieza, i en el segundo 294. Injenieros. — La compañía de zapadores consta de siete oficiales (incluido un médico), 225 individuos de tropa i 36 mulas para el trasporte del material. Ha do advertirse que tanto estas tropas como las de infantería, i en jeneral todas las de montaña del ejército suizo, se hallan dotadas de carruajes especiales que trasportan el material i las municiones, siempre que el terreno les permita marchar, aliviando así al ganado de carga, que en tal caso, se convierte en ganado de tiro, volviendo a ser de carga en cuanto los carros quedan detenidos por el terreno. La compañía de señaladores se compone de tres oficiales, 78 clases e individuos de tropa i 10 mulas. Como material disponen de 16 estaciones grandes (aparatos Mangin), i otras tantas pequeñas. La compañía de telégrafos se compone de seis oficiales i 123 clases e individuos de tropa, disponiendo de cuatro teléfonos i dos aparatos telegráficos. Sanidad. —Las dos compañías sanitarias de cada brigada de montaña forman un grupo. La compañía consta de cinco oficiales médicos, dos sub-oficiales médicos, 135 clases e individuos de tropa de sanidad, un ranchero, dos tambores, i ademas tres perros sanitarios i 23 mulas. Convoyes de montaña. —Las columnas de municiones i las de vivere, con cada brigada de montaña forman un convoi. Este consta de 40 mulas a 100 en cada columna. De las 100 mulas de una columna de municiones, 42 llevan cartuchos de infantería i 38 proyectiles de artillería, destinándose las restantes a las auto-cocinas, equipajes, víveres i forraje. En total, las dos columnas de municiones trasportan 483.840 (1) cartuchos de fu-

(1) Parte de estos cartuchos se sustituirán por granadas de mano, teniendo en cuenta que 216 de éstas corresponden a 5,760 de aquéllos.

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sil i 912 de artillería, lo que viene a equivaler a 70 tiros por fusil, 4,000 por ametralladora i 114 por pieza de artillería. Las columnas de víveres, conducen las subsistencias necesarias a la brigada para un dia. Parque. —La compañía parque de montaña tiene por objeto trasportar las municiones desde donde termine el ferrocarril hasta donde comienzan a funcionar las columnas de los convoyes de montaña; es decir, a los puntos en que concluyen los caminos i principian los senderos. Se emplean, al efecto, carros especiales, así para los cartuchos de infantería, como para los de artillería, en número de uno por cada compañía de fusilería, i de dos por compañía de ametralladoras, i por pieza de artillería. Municionamiento. — La compañía parque conduce 86 cartuchos por fusil, 5,500 por ametralladora i 180 por pieza de artillería. Las columnas de municiones de convoi, llevan 70 tiros por fusil, 4,000 por ametralladora i 114 por pieza de artillería. En total, pues, el segundo escalon de municionamiento dispone de 156 tiros de fusil (86 mas 70); 9,500 de ametralladora (5,500 mas 4,000), i 294 de artillería por pieza (180 mas 114). Para el caso de que deban trasportarse granadas de mano, cada carro de municion de infantería puede llevar 648 de ellas. Trineos. —La brigada de montaña dispone de mas de 400 trineos, distribuidos entre las planas mayores i las diversas unidades (compañías, baterías, columnas, parques etc. ).

Jeneral de Division don Roberto Silva Renard

el 7 de Julio

El Ejército ha debido lamentar una vez mas, la sensible pérdida de uno de sus lujos mas esforzados, de una de esas pocas reliquias que todavía se conservan, para hablarnos al recuerdo, de esa grandiosa época de nuestras conquistas i de nuestras glorias. El Jeneral Silva Renard, ingresó a las filas del Ejército el 11 de Noviembre de 1879, apénas iniciada la campaña contra Perú i Bolivia. Se encontró en la batalla de Tacna, el 26 de Mayo de 1880; bisco la campaña de Lima, desde el 15 de Noviembre de 1880, hasta

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el 26 de Diciembre de 1884. encontrándose en las batallas de Chorrillos i Miraflores, el 13 i 15 de Enero de 1881, bajo las órdenes del Jeneral don Manuel Baquedano. Terminada la guerra, continuó desempeñando puestos de actividad i de trabajo, como miembro de la Comision Topográfica para el levantamiento de la carta de Santiago i Valparaíso i oficial de Estado Mayor de Plaza. Terminada la revolucion, del año 91, fué nombrado Comandante del Rejimiento de Artillería N. ° 2 i el año 1894 fué comisionado por el Supremo Gobierno para desempeñar el puesto de Adicto Milinar de Chile en Francia. Fue despues miembro de importantes comisiones técnicas de artillería recepcion de material en Europa i finalmente, como Jeneral de la República, varias veces Comandante en Jefe de Division i Jefe del Departamento de Justicia i Recompensa i Director del Material de Guerra. La lei de 1. ° de Setiembre de 1880 le dió derecho a una medalla de oro por la campaña contra Perú i Bolivia i la de 14 de Enero de 1882 le concedió otra medalla por la campaña a Lima, con dos barras por las batallas de Chorrillos i Miraflores. El 2 de Setiembre de 1909 se le concedió la estrella de oro por 30 años de servicios efectivos del E j é r c i t o . El 28 de Febrero de 1911 se le concedió permiso para usar la medalla de oro acordada por el Presidente de la República Arjentina, el 24 de Enero de 1912 para usar las condecoraciones de la órden de la corona de Prusia de 1.a clase, conferida por S. M. el Em perador de Alemania i la de Gran Oficial de la Orden de S. Mauricio i Lázaro, conferida por S. M. el Rei de Italia. El Jeneral Silva Renard, fué ante todo, un soldado de alma viril i jenerosa, uno de esos bellos ejemplos que nacen al calor de las virtudes cívicas de un pueblo, dotado de escepcionales enerjías de carácter i de admirables dotes de disciplina i de mando. Habiéndole tocado ser el árbitro obligado en una difícil situacion interna, con motivo de la peligrosa huelga de Iquique, supo revelar la entereza de su alma, sacrificando la jenerosidad de su espíritu en bien de los intereses de la Nacion. Desde los puestos inferiores del Ejército, hasta las delicadas misiones del Alto Comando, se manifestó c«mo un elemento de ór-

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den i de trabajo que ofrecía plena garantía a sus jefes i que conquistaba el respetuoso afecto de sus subalternos. Herido alevosamente en los últimos dias de su carrera por una mano criminal, armada por la venenosa propaganda anarquista, sufrió altivamente las injusticias de la suerte i no repuesto todavía de las heridas que recibiera, se le vió de nuevo en la brecha del trabajo diario, dedicando las últimas enerjías de su vida en provecho de la Nacion i del Ejército Su muerte umversalmente sentida, enluta dolorosamente a la institucion armada, que conservará el jeneroso recuerdo de su vida de soldado para legarla como herencia dé honradez profesional i ciudadana a las nuevas jeneraciones de la Patria. LA

REDACCION

Monografías de los jenerales chilenos que actuaron como Comandantes Superiores del Ejército i como jefes de Estado Mayor durante la campaña de 1879-1883 (Conclusion) El Coronel don Pedro Lagos Fué el Coronel Lagos la encarnacion mas viva i mas popular del verdadero hombre de guerra i su brillante actuacion durante las campañas del Pacífico lo consagró como un héroe popular. Nacido en Chillan en 1832 tuvo 15 hermanos 4 de los cuales abrazaron la carrera de las armas. Aunque ambicionó desde su niñez vestir el uniforme militar, los escasos recursos de su familia impidieron su ingreso a la escuela militar, pero esta continjencia no lo desanimó i Lagos comenzó humildemente su primer aprendizaje militar, ingresando a la escuela de cabos en 1846, a los 14 años de edad. Su contraccion al estudio i conducta intachable lo hicieron acreedor al grado de cabo 1.°, 11 meses mas tarde, i en Marzo de 1847, despues de obtener las mejores distinciones, salió Lagos de la escuela como sarjento 2.° para ingresar al batallon Chacabuco. VIII—1920

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Rápidamente se conquistó el aprecio de sus jefes, siendo propuesto a los 4 meses de servicios, por su aptitud sobresaliente e intachable conducta, como sarjento 1.°. Miéntras cargó jinetas jamas dejó los libros de su mano: ya estudiaba los ramos militares, ya historia, matemáticas ó bellas artes. El Comandante de su cuerpo, impuesto del aprovechamiento de Lagos, lo propuso al Gobierno para Subteniente, nombramiento que obtuvo a fines de 1850. Los combates de la revolucion de 1851 lo hicieron acreedor al grado de teniente, despues de mandar con valor sereno una mitad del batallon 5.° de línea, batiéndose en Petorca i en el sitio de Serena, a las órdenes del coronel Vidaurre. Siendo agraciado con el título de Ayudante mayor, asciende Lagos a Capitan a principios de 1854 en el batallon 4.º de línea, cuerpo que hizo su predilecto, i por esto prefiriólo en el asalto de Arica, un cuarto de siglo mas tarde. Durante los luctuosos sucesos de 1859, el Capitan Lagos defendió los fueros del Gobierno, tomando parte en el sitio de Talca i mas tarde en la batalla de Los Loros, en que las fuerzas gobiernistas fue ron derrotadas, pero donde el buen comportamiento de Lagos lo hizo acreedor al grado de Sarjento mayor, que recibió en Setiembre de ese año. Pasa en seguida al Ejército de la frontera, donde figura hasta 1856 en varias acciones contra los indios, siempre en el 1. º de línea. En 1863 habia recibido el grado de Teniente-coronel i en 1866 se lo dió la efectividad de tal puesto, comandando el 4. ° de línea. Se le nombró jefe de una parte de las fuerzas; fronterizas en 1867, haciéndose cargo en seguida nuevamente de su querido batallon predilecto con el que emprendió trabajos de fortificacion en la línea del Malleco i combatió frecuentemente contra los indomables araucanos. A fines de 1868, cuando mandaba brillantemente en la frontera su 4. ° de línea, un razgo de altivez de carácter contra las sospechas de la recelosa política de la capital que desconfió de su fidelidad al Gobierno, hizo que Lagos fuese llamado a calificar servicios i se retirase absolutamente del Ejército poco mas tarde, en Abril de 1869, para dedicarse a la vida del campo. Los azares de la política hicieron que volviera al servicio del

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Ejército, pasando al cuerpo de Asamblea en Noviembre de 1875, para mandar el batallon cívico de Chillan. En esta época fue por tros veces intendente accidental de la provincia de Ñuble, de cuyo adelanto se preocupó con interes. En los dos años anteriores a la declaracion de guerra fué sucesivamente Comandante del escuadron N.° 2 de Mulchen, gobernador del mismo departamento e intendente interino de Bio-Bio. En esta situacion un tanto pasiva lo encontró la guerra i sus vehementes deseos de servir a su Patria se colmaron cuando fué nombrado Comandante del rejimiento Santiago, en Abril de 1879, cuerpo que él mismo debió reclutar entre la jente de los arrabales de la capital. Recien llegado el rejimiento a Antofagasta, surjieron antiguos recelos de algunos jefes contra el comandante Lagos porque no habian sabido apreciar las cualidades de este jefe, i como tal estado de cosas hubiese trascendido hasta la misma (ropa, produciéndose frecuentes reyertas entre los soldados del Santiago i los de otros cuerpos, se cortó la cuerda por lo mas delgado, enviándose a Tocopilla al rejimiento de Lagos i dirijiéndolo luego a Quillahua, a orillas del Loa, donde Lagos dedicó intensa actividad a la esploracion del enemigo, a la par que su tropa sufría toda clase de privaciones. Desde entónces comenzó Lagos a dar a conocer sus relevantes aptitudes militares a los que aun tenian prejuicios en su contra. Jefe malicioso, de valor audaz i de intelijencia nativa, no descansaba en su mision de reconocimiento, recorriendo los distintos servicios de su cuerpo para cerciorarse que todas las precauciones se cumpliesen estrictamente. En vísperas del combate de Dolores su rejimiento Santiago fué trasportado a Pisagua donde desembarcó el 18-XI, marchando al día siguiente a San Francisco, pero na alcanzó a figurar en Dolores ni en Tarapacá. Despues de estas acciones de guerra, el Comando Superior dispuso varias espediciones a diversos puntos del territorio de Tarapacá para impedir la formacion de guerrillas enemigas, i uno de estos destacamentos, compuesto de 400 hombres del Santiago i de algunos granaderos, salió de Jazpampa a Camiña a las órdenes de Lagos, a fines del año 1879.

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El Jeneral Escala, jefe tan afecto a los hombres de su círculo, cometió el traspié de enviar a su ayudante predilecto Zubiría para que se hiciese cargo de esta espedicion, cuando Lagos comandaba el rejimiento que debia efectuarla i era mas antiguo. Lagos, que con su capacidad i su carácter tenia sujestionado a sus oficiales i soldados, conservando sobre ellos en todo momento su superioridad i confianza ciega, no aceptó aquél proceder que tendia a desprestijiarlo a los ojos de sus subalternos. Tomó personalmente el mando de la espedicion i el ayudante enviado por Escala para dirijirla hubo de contentarse, con evidente disgusto, con formar sólo parte de ella como acompañante. Esta incidencia dió oríjen a varios sucesos posteriores por cuanto el Jeneral Escala se hizo solidario de su ayudante, cuya eliminacion por parte de Lagos la estimó igualmente ofensiva. En vísperas de iniciarse la II campaña, una preocupacion jeneral dominaba en los círculos directivos de la guerra: la designacion del jefe de E. M. Entre otros prestijiosos candidatos, figuró desde un principio el nombre de Lagos, que acababa de ser ascendido a Coronel, i aunque su personalidad militar no se habia destacado aun en todo su relieve, se conocían circunstancias de su actuacion que atrajeron la atencion de los jefes superiores: se alababa la disciplina férrea que desde el primer dia tenia implantada en el cuerpo de su mando i el poderoso ascendiente con que contaba sobre sus subordinados. Desgraciadamente, tanto Lagos como otros candidatos no estaban en buenas relaciones con el Jeneral Escala. Pero el prestijio de Lagos se habia impuesto firmemente al Ministro Sotomayor i éste, autorizado por el gobierno para designar al Jefe de E. M., no vaciló en nombrarlo para tal puesto. Como existían ya prejuicios del Jeneral Escala para con este Jefe de E. M., la labor de Lagos pudo ser todo lo eficiente posible i el necesario intercambio de ideas i medidas en bien de la mejor organizacion del Ejército se resintió desde el primer momento, produciéndose entre ámbos jefes un cambio de comunicaciones escritas que llegaron a salirse de las formas comedidas. El Coronel Lagos, fiel intérprete de los deseos del Gobierno para encausar las labores del E. M., principió por proponer la organizacion racional de tan importante servicio, pero Escala lo desairó, no

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dando curso a sus propuestos. Lagos decia al respecto al Ministro Sotomayor (25-II): «Como Ud ve, esta situacion es insostenible i le pido la solucion que demandan las circunstancias». El Jeneral no aceptaba que hubiera secciones militares, tales como el E. M., con funciones propias, e hizo a un lado toda intervencion de Lagos en lo que estimaba era sólo de la incumbencia del Comandante en Jefe. Pero el Coronel desde un principio no cejó en ponerse en su papel i con motivo de la espedicion a Moliendo, operacion que no se le comunicó, protestó ante el Comandante en Jefe por tal precedente, diciéndole que no le era posible aceptar un órden de cosas «que desprestijia i anula al E. M. ante el Ejército. Fué así como iban surjiendo los incidentes: cuando una parte del Ejército marchaba a Moquegua al mando del Jeneral Baquedano, Lagos, en su carácter de Jefe do E. M., tomó atinadas medidas para el éxito de la operacion, pero tropezó con disposiciones superiores que vinieron a desbaratar sus previsiones, tales como la orden de tirar el agua que habia hecho colocar en el camino para la bebida de la tropa. Poco despues Escala llegó hasta privar a Lagos del uso del telégrafo para sus comunicaciones. Siguió un cambio de notas i de recriminaciones entre el Jeneral Escala i su Jefe de E. M. que hacia inaceptable tal estado de cosas, pues ya las dificultades habían trascendido hasta el Ejército, donde las opiniones sé dividieron en dos bandos antagónicos, favorables a cada uno de estos personajes. Con ello las operaciones estaban amenazadas de verse relegadas a segundo término i las rencillas comenzaban a quebrantar la disciplina i subordinacion en el Ejército. Tul situacion habia exasperado a Lagos hasta el punto de obligarlo a veces a salirse de las formas comedidas que debía a Escala, terminando por presentar su renuncia con conceptos demasiado duros, contrarios a la disciplina. «Los sentimientos, decia, que dominan al Ejército debido al órden i procedimientos establecidos que pugnan con mis principios de soldado i del alto puesto que ocupo me obligan a recurrir a US. haciendo formal renuncia del cargo de Jefe de E. M. que desempeño, salvando así la responsabilidad que pudiera afectar al distinguido personal de esta seccion, que ton útiles servicios ha prestado al pais». Al analizar al Jeneral Escala se señaló la apreciacion de este

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grave incidente en el seno del Comando Superior del Ejército, pero ahora es preciso dejar constancia de la responsabilidad que le cupo a Lagos en el asunto. El Coronel hizo poco de su parte por borrar la falta de armonía i confianza mútua entre él i el Jeneral en Jefe; por el contrario, sin el conocimiento de éste, se mantuvo en relaciones directas con el Ministro Sotomayor sobre asuntos que iban en contra de la autoridad del Comando Supremo, sabiendo que tal sistema iba a ahondar cada* vez mas profundamente el divorcio entre las autoridades superiores. Lo mas acertado en tal situacion, que desde un principio vislumbró Lagos debió ser la presentacion de la renuncia de su puesto de Jefe de E M. cuando apreció que no podía mantener buena armonía con el Comando en Jefe por incompatibilidad de caracteres. El Gobierno, aunque mui bien impresionado con las aptitudes de Lagos, que habia sido un poderoso auxiliar del Ministro Sotomayor, aceptó su renuncia, apreciando cuerdamente que esta medida era indispensable para el necesario prestijio del Comando en Jefe del Norte. El Coronel volvió a Santiago, lamentando talvez mas que nadie las incidencias que lo privaban de continuar prestando sus patrióticos servicios, pero, felizmente para la patria, ese retiro fué breve i tanto el Gobierno como el Jeneral Baquedano, nuevo Comandante en Jefe en reemplazo de Escala i amigo sincero de Lagos, sintieron necesidad de sus servicios en el Ejército por lo que vuelve al N. como primer ayudante del nuevo Comando (25-IV-80). Porque, en justicia de aquel benemérito i heroico Jefe, podemos decir que si hubiese tenido amplio i despejado campo para sus labores de Jefe de E. M., este desconocido servicio habría sido encausado conforme a los principios mas modernos en aquella épocaBástenos espresar que a pesar de las dificultades con el Jeneral en Jefe, Lagos alcanzó a dictar un reglamento para el servicio de E. M. de las divisiones organizadas en Enero. Aquel reglamento, aprobado por Escala, decia en su artículo primero: «El E. M. de cada Division es una seccion compuesta de cierto número de jefes i oficiales formada con el objeto de facilitar las funciones del E. M. J. i hacer mas espedito i ordenado el servicio de cada una de ellas».

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Mas adelante, en otros sabios artículos, prescribía las obligaciones de dichos estados mayores divisionarios, disponiendo que debían hacer estudios tendientes a la mejor reglamentacion i órden en su Division, tratando en cada lugar de tomar datos i hacer reconocimientos topográficos o relativos de cualquier modo al bien del Ejército en jeneral, encargándolos de atender la mejor espedicion i forma de las marchas, embarques i desembarques, campamentos, etc., «debiendo anunciar o pedir oportunamente al E. M. J. cuanto necesitaren pura el buen desempeño de las operaciones que so puedan emprender». Ademas, el Coronel Lagos escribió durante la guerra unos «Apuntes sobre el Estado Mayor de un Ejército» con prescripciones tan lójicas i ajustadas al papel de un moderno Jefe de E. M. i con ideas tan brillantes sobre las operaciones mismas que talvez no andemos errados si decimos que su criterio militar, siempre apreciado por el Jeneral Baquedano en lo que merecía, tuvo valiosa influencia en las resoluciones estratéjicas i tácticas de este Comandante en Jefe. Podemos agregar a la personalidad de Lagos una brillante i necesaria cualidad de todo jefe superior: el ojo militar sobresaliente de que estaba dotado i que le permitía comprender de un solo golpe cuales eran los puntos débiles de una defensa, los caminos apropiados a un avance, las partes vulnerables de una trinchera, los sectores adecuados a un ataque, etc., enderezando hacia ellos con terrible decision el peso de sus invariables concepciones tácticas. A fines de Abril llegó el Coronel Lagos a ponerse a las órdenes de Baquedano como su primer Ayudante i desde ese momento reanuda su incansable actividad, efectuando reconocimientos del enemigo. A este respecto relataba Vicuña Mackenna, en uno de sus amenos artículos, los siguientes hechos que pintan a Lagos como un hombre de acero i voluntad de granito, ájil e incansable a pesar de su musculatura hercúlea: «El día en que desdichadamente sucumbió el Ministro Sotomayor en el campamento de Las Yaras, el Coronel Lagos practicaba un reconocimiento sobre las líneas enemigas, en el Campo de la Alianza, i sólo cuando escuchó las nocturnas dianas de los aliados dió sin dormir la vuelta. Hallóse entónces con la

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triste nueva del fallecimiento del Ministro i sin descender del caballo escoltaba su cadáver ese misino dia hasta la caleta de Ite, distante 20 leguas; regresaba inmediatamente llevando consigo los Cazadores del Desierto i entraba el 26 en batalla con tanta frescura de fuerzas que llegó hasta enlazar cañones i ayudar a arrastrarlos en el campo de la accion para la mas rápida cuanto necesaria cooperacion de la artillería. El Coronel Lagos habia cabalgado 100 leguas por la inerte arena del desierto en los últimos tres dias». Agréguese a lo anterior que ni la noche ni la camanchaca aminoraban la actividad en sus empresas: estando o no de servicio el Coronel se levantaba en la noche a rondar los campamentos i dice la historia que a veces se dormía tranquilamente en el suelo por momentos, en pleno campo, para volver a repetir sus rondas no dos, sino varias veces. En la batalla de Tacna, Lagos desarrolló intensa actividad, pues, como primer ayudante de Baquedano, estuvo en todas partesrecorriendo la estensa línea de ataque con ojo escudriñador para controlar el cumplimiento de las órdenes superiores a la vez que orientar en todo momento a su Jeneral de las incidencias en el desarrollo de la batalla. I cuando el centro del Ejército chileno estaba algo vacilante, abrumado por el cansancio i la superioridad enemiga, fué Lagos quien de propia iniciativa dió la salvadora orden de avanzar para la III Division i tal medida coronó el éxito del ataque. Pero es en el asalto de Arica donde culmina las personalidad del Coronel Lagos, quien, mandando aquella audaz i temeraria empresa, asombra no sólo a su pais sino al estranjero. Allí se vió a la par que el valor exajerado del militar el talento profesional del Jefe. Lagos, al mando de la reserva de la batalla de Tacna, recibió la órden terminante del Jeneral en Jefe de tomarse la plaza, dejando a su entera iniciativa los procedimientos, i recibiendo así una prueba mas de la estimacion i confianza superior. La Division estaba provista sólo de 150 tiros por fusil; refuerzos de municiones i de hombres no debia esperarse, pues el grueso del Ejército i los pertrechos estaban en Tacna, pero Lagos, conocedor profundo de lo que era capaz de dar el soldado bien mandado i

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pensando en la inflexibilidad de Baquedano, en el cumplimiento de sus órdenes, encontró la solucion mas brillante para salir airoso de aquel verdadero pié forzado; apreciando con todo acierto que un ataque regular no era posible en las condiciones deficientes de elementos con que contaba, resolvió el ataque sorpresivo hasta llegar al rápido asalto al arma blanca. El mismo lo dijo: «Preciso era arriesgado todo a un golpe audaz. La bayoneta, al amanecer». En realidad, como ya ha podido traslucirse, tenia Lagos un gran criterio para la conduccion de la guerra, percibiendo ántes que nadie la mejor solucion de toda operacion, que miéntras mas arraigada se ofrecía a su vista mas clara, en el convencimiento de que el valor impulsivo i la astucia podían salvar los momentos mas difíciles. La esperiencia de tales acertos la deducia de las campañas de Arauco, donde siempre la sorpresa era el principal medio de combate para tender el lazo al astuto indio, i Lagos, formado en tal escuela, la puso en práctica en Arica. Fué así como envió una compañía en guerrilla hácia los fuertes del Bajo para llamar la atencion al enemigo i hacerlo destacar tropas ante la creencia que por ese lado iría el ataque principal, mientras él tenia resuelto el asalto de los fuertes del Alto. Al mismo tiempo, su misma sagacidad i astucia lo indujeron a mover silenciosamente sus tropas en la noche, miéntras dejaba encendidos los fuegos del campamento abandonado por ellas. Las disposiciones para el ataque mismo, fueron brillantes, encuadradas en objetivos claros i precisos i revestidas de la necesaria enerjía para la coordinacion de aquel movimiento difícil i peligrosísimo, que exijia unidad de accion i decision absoluta por alcanzar el éxito. Dispuso el ataque al amanecer sobre los dos fuertes principales del alto, asignándolos respectivamente a dos de sus rejimientos, miéntras un tercero serviría de reserva detras del centro de los que atacaban. I en esta órden, el Coronel Lagos no pudo dejar de esteriorizar el cariño profundo que sentía por el rejimiento que había sido su hogar mas preciado, el 4.° de línea, i por eso, estimando que la mejor prueba de afecto era hacerlo acometer situaciones difíciles i de mayor peligro, le designó sin vacilar el ataque del fuerte Este para que así recayera sobre la frente de sus jefes, oficiales i soldados, mas pura i resplandeciente la aureola de glorias rudamente conquistadas.

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Este heróico hecho de armas, fruto de las brillantes medidas del Coronel Lagos i del irresistible empuje del soldado chileno, puede figurar entre las epopeyas universales i colma de orgullo a nuestra raza. Despues de aquella homérica accion, Lagos vuelve temporalmente a su hogar, espresando de viva voz que la culminacion de la guerra debia alcanzarse en Lima, miéntras que nuestro Gobierno vacilaba entre la diplomacia i la fuerza del cañon. A fines de Setiembre del 80, colmados sus anhelos vuelve al N. para figurar como protagonista destacable en las acciones que aseguraron el triunfo final de nuestras armas, nombrándosele Comandante de la III Division de nuestro reorganizado Ejército. En los reconocimientos preparatorios de la batalla de Chorrillos, Lagos desempeñaba activa labor, pues, siendo hombre de confianza de Baquedano i de conocido ojo militar, lójicamente se le señaló como elemento mui útil al objeto. El dia 4 hizo un reconocimiento por mar, aproximándose hasta 2,500 metros de Chorrillos i continuando por la costa hasta Calido. Acompañó despues a Baquedano en los reconocimientos por tierra pata resolver el plan de la batalla. Resuelto el ataque, la III Division Lagos recibió la mision de apoyar el de la II por su derecha, dirijiéndose contra el ala izquierda enemiga. A su tropa le cupo una brillante intervencion en auxilio de la I Division Lynch que, en crítica situacion, avanzaba difícilmente contra Morro Solar. Para sostenerla envia Lagos a su 2.ª Brigada Barceló i sin tan oportuno refuerzo talvez se habría producido en el ala izquierda chilena un sensible descalabro. Momentos mas tarde, en el ataque al pueblo de Chorrillos, tropas de Lagos tuvieron un desempeño activísimo i cruento ya que el combate revistió entonces los terribles caractéres de una ciudad tomada por asalto. Despues del triunfo de San Juan i Chorrillos, el Coronel reunió su Division, manteniéndola en un punto dado para estar listo a cualquiera continjencia de la situacion i evitar todo desbande hácia Chorrillos, pueblo que en esos momentos era teatro de escenas violentas por parte de los vencedores.

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Si en la batalla del 13, Lagos fué una de las figuras destacables; en la de Miraflores su personalidad de militar descuella sobre todo el conjunto i alcanza nuevo renombre. El 14, víspera de esa accion, la Division Lagos que estaba en mejor pié que las demas, fué destacada a vanguardia hasta Barranco, pueblo que el Coronel ordenó incendiar, deduciendo esperiencias de lo pasado el dia anterior en Chorrillos, porque así como era humano en su relacion con las personas era inflexible tratándose de sus deberes militares. El dia de la batalla, cuando el enemigo, faltando al pacto acordado, rompió traidoramente su fuego, sólo las tropas de Lagos se encontraban en condiciones do hacer frente al peligro; el resto de nuestro Ejército estaba lejos, disponiéndose a ocupar nuevas ubicaciones. I sin embargo, la diminuta Division Lagos pudo resistir a la avalancha enemiga, que sorpresivamente se le venia encima, i ganar tiempo para que el resto del Ejército acudiese a cooperar en la lucha. Las disposiciones del Coronel, en aquellos momentos tan críticos como solemnes, son sucesivamente mas brillantes i dignos de un Capitan de alta escuela: viendo que el enemigo intenta envolverlo por sus flancos, contrarresta inmediatamente tal peligro enviando dos Tejimientos de la reserva al flanco mas espuesto i el éxito corona su iniciativa. No sólo se contenta con esta medida sino que se aprovecha un momento favorable a la par que levanta al máximum la moral de sus tropas, lanzándose a su vez al contra-ataque ántes que el enemigo se repusiera. Lagos no era hombre que se detuviese a medio camino. Su brillante actitud permitió que el resto del Ejército concurriese a tiempo para decidir la victoria, cuyos lauros corresponden especialmente a la III Division Lagos. Entrado nuestro Ejército a Lima, el Coronel Lagos tomó pocos dias despues nuevamente el puesto de Jefe de E. M. i a fines de Marzo fué nombrado Comandante en Jefe del Ejército de ocupacion, en reemplazo de Baquedano. La opinion del Coronel, para continuar las operaciones fué la misma que habia sustentado Baquedano: tomada Lima debia mar-

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charse a Arequipa. Su ojo militar volvia a revelarse, pero el Gobierno no pensó de igual manera. Lagos permaneció en Lima al frente del Ejército de ocupacion sólo durante dos meses incompletos, siendo reemplazado en forma intempestiva i sin aviso previo alguno por el Almirante Lynch. Ascendió a Jeneral>de Brigada cuando regresó al pais, en Mayo de 1881, fue mas tarde diputado i Comandante Jeneral de Armas de Santiago. Desgraciadamente para el Ejército i para la Patria la guerra resintió la salud de fierro de este bravo Jeneral. Las frecuentes noches que pasó a !a intemperie, sufriendo la camanchaca i la humedad, su actividad incansable en el caballo, etc., fueron factores poderosos que minaron su salud hasta terminar con su existencia el 18-I-84, cuando el pais podia esperar mucho de su capacidad. A su muerte uno de sus biógrafos decia: «¡Qué hermosa figura militar la de aquel hombre! Bajo los entorchados de Jeneral se ve siempre soldado, con su brusca marcialidad, con su mirada de fuego indómito. Como Comandante de cuerpo no transija con los que faltan a la disciplina, es inexorable con el soldado rebelde a la Ordenanza. Como Jefe quiere que le obedezcan pronto i sin replicar. Ante el peligro se desnuda de su aspecto severo, se hace soldado, conforta a sus colegas habiéndoles el idioma breve pero irresistible del valiente, i cuando la victoria se decide i cuenta las pérdidas de sus hijos, las lágrimas asoman a sus párpados i un rujido de dolor se exhala de su pecho». Un Jefe de tantas i tan sobresalientes condiciones fué lójicamente para un hombre de la penetracion del Jeneral Baquedano el mas eficaz i talvez el primero de sus consejeros en la parte profesional. Junto con el Coronel Velásquez, Lagos fué para aquel Jeneral el Jefe de toda su confianza i estos tres hombres merecen en primer término la mayor aureola de las glorias que han perpetuado a nuestra patria como viril i altiva. El Coronel don José Velásquez

El Coronel Velásquez, organizador de la artillería durante la Guerra del Pacífico, brillante Jefe de Estado Mayor i uno de los coo-

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peradores mas valiosos del Jeneral Baquedano, tenia una hoja de servicios nutrida i destacable, como lo evidencian sus rápidos i merecidos ascensos. Nacido en 1833, ingresó a la Escuela Militar en 1850, donde, gracias a su contraccion al estudio i conducta intachable, obtuvo situacion preponderante, saliendo de alférez al rejimiento de artillería, en 1854, para hacer casi toda su carrera militar en dicho cuerpo. Ascendido a Teniente en 1857, pasó dos años mas tarde a hacer la campana al N. de la República i se encontró como Ayudante Mayor a las órdenes del Teniente coronel Silva Chávez en el desgraciado combate de Los Loros. Poco tiempo despues regresó nuevamente al N. para tomar parte en otra campaña en la provincia de Coquimbo, a las órdenes del Jeneral Vidaurre, encontrándose en Cerro Grande. Por esta accion se le confirió el grado de Capitan, en 1859. Estuvo de guarnicion con su compañía de artillería en la Alta Frontera durante un año, desde fines de 1861 concurriendo a la campaña en que se fundaron los fuertes de Negrete, Mulchen, Angol i Lebu. En 1865 permaneció al mando de su compartía defendiendo a Talcahuano mientras duró el bloqueo de la escuadra española. Hace una nueva campaña de casi un año en la Araucanía, en 1867, asistiendo a las acciones que restablecieron la línea del Malleco, i en 1870 emprende una espedicion al interior, hasta las márjenes del Cautín. Graduado Mayor en 1863, recibe el título efectivo en 1869 i al año siguiente es graduado Teniente-coronel. En 1875, por causas políticas que espondremos mas adelante, pasó el Teniente-coronel Velásquez a pertenecer al Cuerpo de Asamblea, en cuyo carácter es nombrado, en 1877, Comandante del batallon cívico de los Anjeles, donde servia al estallar la guerra. Desde 1863 hasta esta última fecha habia recibido numerosas i honrosas comisiones, tales como la de inspeccionar los departamentos de artillería i los fuertes de la frontera i practicar frecuentes revistas de los distintos cuerpos cívicos repartidos en el pais. Hombre ilustrado a la par que estudioso, su fácil pluma se destacó en brillantes informes de las comisiones recibidas, trabajos dignos de consulta por lo claro i luminosos.

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El arma de artillería le contó entre sus oficiales mas esperimentados i aptos i fué con tal prestijio que partió al N. entre los primeros a comandar la Brigada de artillería que se organizó en Antofagasta. El Comandante Velásquez dedicó sus mejores esfuerzos a la preparacion i organizacion de su arma, que hasta entónces era superficialmente conocida, no contando con muchos oficiales especialistas: poco antes de la guerra, el Tejimiento de artillería habia pasado por una verdadera crisis, siendo disuelto i reorganizado por cuestiones políticas, repartiendo en otras armas o induciendo a abandonar las filas a sus pocos oficiales, i por esta razon la guerra sorprendió a Chile con su personal de artillería en completa desorganizacion. Gracias a sus esfuerzos i pedidos insistentes, el Comandante Velásquez principió por organizar en Antofagasta tres baterías Krupp (una de campaña i dos de montaña) mas otra batería de cañones francesas anticuados i ametralladoras, en total 24 piezas, seleccionando al mismo tiempo con habilidad, de entre los artilleros mas competentes, a quien él bien conocía, el personal que debia servirlas. Manifestaba Velásquez sus deseos por ver a su arma en el pié que correspondía, diciendo (3-V-79): «Deseo, como es natural, i creo que ya lo he conseguido en su mayor parte, organizar un cuerpo de artillería que esté a la altura de las exijencias de Chile, de los adelantos modernos de esta arma i del importante papel que tiene que representar ante el Ejército en esta guerra. » En Julio de 1879 so encargaba ademas al Comandante Velásquez la construccion de los fuertes que habian de defender el puerto de Antofagasta, comision laboriosa que desempeñó a satisfaccion jeneral. En el bombardeo de dicho puerto, en Agosto de 1879, habia ya tres fuertes, aunque aceleradamente terminados, que pudieron emplearse por buenas manos. Velásquez se hizo cargo entónces del mejor armado i vijiló el servicio de las distintas baterías, tanto pesadas como de campaña, logrando mantener en zaga al monitor «Huáscar», que sin el contrarresto de esa artillería habría podido ocasionar una seria situacion para el Ejército chileno. En vísperas del combate de San Francisco, Velásquez apreció con claro ojo militar la situacion peligrosa del Ejército de Dolores

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por su falta de artillería, que a la fecha permanecía aun en Hospicio por órden del Jeneral Escala, cuando el plan de operaciones exijia primordialmente la presencia de dicha arma en aquel campamento. Velásquez, que por desgracia estaba en malas relaciones con el Jeneral Escala, insistió enérjicamente para que se enviara la artillería a Dolores i como el Jeneral nada ordenaba fué preciso que el Ministro Sotomayor lo dispusiese perentoriamente. El acertado criterio profesional de Velásquez tuvo plena confirmacion en los hechos, pues este Jefe llegó al campo de batalla en la mañana del dia 19-X, cuando el enemigo empezaba a enfrentar las posiciones chilenas, i se apreciará mejor tan previsora medida si pensamos que en ese combate la artillería de Velásquez desempeñó el principal papel. Cabe preguntar ¿Qué continjencias desgraciadas nos habria podido presentar aquella accion, sin tan útil cooperacion de esa arma? Cuando las delicadas preocupaciones por la organizacion racional de nuestro Ejército i por la constitucion de su Alto Comando pesaban gravemente en el Gobierno, despues de la primera campaña, el nombre de Velásquez tiene destacable figuracion. El Jeneral Escala no tenia Jefe de Estado Mayor i uno de los candidatos mas señalados por su competencia fué Velásquez, pero ya hemos dicho que desgraciadamente tampoco estaba en buenas relaciones con el Jeneral en Jefe. A este respecto, decia el Ministro Sotomayor al Presidente despues do espresarle que el Jeneral Villagran no aceptaba tal puesto por razones análogas (24-XII): «No hai otro que Velásquez, bien que el Jeneral Escala es probable que tambien renuncie a su cargo. Yo seria siempre de opinion buscar para ese empleo lo mejor, venga lo que viniere, porque sin Estado Mayor no es posible aventurar el Ejército a nuevas empresas». Miéntras se reorganizaba el Ejército, el arma de artillería sufría una evolucion paralela, aumentando su escaso material con nuevas baterías modernas recien llegadas de Europa. Ello exijió mucho mayor personal que el existente, que por su parte desconocía el manejo de tal material, pero Velásquez suplió las deficiencias dedicando toda su contraccion i entusiasmo a tal preparacion. VIII—1920

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De la mútua cooperacion entre Velásquez i el Ministro Sotomayor, resultó la reorganizacion de la artillería en un rejimiento compuesto de 5 brigadas (grupos) con 1,268 plazas, teniendo como Jefe al Comandante Velásquez. Ademas, este Jefe habia sitio encargado en esa fecha del alistamiento de las fortificaciones provisorias i de costa en el departamento de Tarapacá para su utilizacion por el Ejército de reserva en caso necesario. Emprendida la II Campaña con el estacionamiento de nuestro Ejército en Pacocha para cumplir el errado plan defensivo gubernativo de ocupar a Conde en espera del ataque enemigo, tal resolucion inconducente fué desechada pronto, debido mui especialmente al Comandante Velásquez quien, despues de hacer un reconocimiento al interior, dió sus razones de peso en contra de aquel plan, señalando claramente los grandes inconvenientes del punto de concentracion elejido desde el punto de vista de su insalubridad i falta absoluta de condiciones para albergar a un Ejército, insinuando en cambio el verdadero camino que mas tarde se seguía. Velásquez era parco i circunspecto en sus juicios; si llegaba a esponerlos lo hacia despues de ser suficientemente madurados, resultando siempre lójicos i reveladores de un excelente criterio militar de su autor. Decia al Presidente a tal respecto (Marzo 7): «Hace tres dias llegué de un viaje de reconocimiento que hicimos con el señor José Francisco Vergara sobre Moquegua, etc. Creo que ya deberiamos haber ocupado a Locumba i tomado a Moquegua. Sólo a Ud. le puedo hablar con esta franqueza, pues soi enemigo de dar opiniones sobre las operaciones de la guerra. Cuando mas tarde se pro lucen las graves incidencias del Cuartel Jeneral que acarrearon el retiro de Escala del Comando en Jefe de nuestro Ejército, el nombre de Velásquez, suficientemente prestijiado, tambien figuró para ocupar este alto puesto, pero tal designacion no se efectuó debido a recelos porque se temió que su grado de Coronel ocasionase mayores disgustos i dificultades entre los varios Jenerales i otros Coroneles mas antiguos que él. Pero, en cambio, fué casi unánime la aceptacion de su persona para Jefe de Estado Mayor del Jeneral Baquedano i en tal puesto lo veremos descollar. Baquedano, amigo sincero de Velásquez, aceptó complacido ese nombramiento i como se sabe, las brillantes condiciones de estos dos

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Jefes, mas la cooperacion de Lagos, formaron en el curso posterior de la guerra una hermosa trilojía militar que encausó las operaciones por la senda recta i severa del triunfo, sin vacilaciones ni intromisiones ajenas. Velásquez, ahora Coronel, ejercía una influencia poderosa cerca de Baquedano i este Jeneral en Jefe, que tenia por principio considerar infalible al superior, suprimiendo la iniciativa personal, hizo desde un principio una escepcion de su rigorismo en su Jefe de Estado Mayor a quien confió la actividad de tal servicio, dejándole en sus manos todas sus tramitaciones: «Ya no se ven papeles i espedientes en manos del Jeneral. Todo lo que es de tramitacion se ha pasado al Estado Mayor», escribía el Ministro Sotomayor (13IV). •Mientras nuestro Ejército efectuaba sus penosas marchas al interior del departamento de Moquegua para dirijirse hacia Tacna, don José Francisco Vergara, al mando de la caballería, habia solicitado operar con toda esta arma mas la artillería de montaña, contra la línea de Tacna, para hostilizar al enemigo, pero Velásquez con acertado criterio, se opuso a dicha operacion que iba a privar al Ejército de un elemento esencial de seguridad i que no era tan fácil de realizar como a la lijera lo pensaba Vergara, por cuanto tal empresa exijia en su Comando, un conocimiento previo desde la paz de la esploracion estratéjica, columnas a lomo para el trasporte del forraje i demas elementos, que no permitiria la rapidez i sorpresa de esas incursiones. Ademas, con la actividad ya desarrollada, i por las tercianas, esa tropa i su ganado se encontraban en tristes condiciones i era indispensable conservar estos elementos lo mejor posible para la accion decisiva. Velásquez recomendaba, en cambio, a Vergara, el lójico papel que correspondía a esa caballería durante aquellas operaciones en que nuestro Ejército avanzaba a ciegas: la exploracion i principalmente el reconocimiento del terreno en que se operaría. «Deseo no poner el pié sino en terreno conocido, le decia. Nada al acaso. Completa seguridad en todo». I a la par que cooperaba al Comando en Jefe en las operaciones militares, el Jefe de Estado Mayor, en perfecta armonía con el Ministro de Guerra en Campaña, habia dedicado sus esfuerzos tesone-

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ros e intelijentes a preparar todas las impedimentas i servicios auxiliares para facilitar las dificultosas marchas de su Ejército. A pesar de que el inflexible Baquedano ordenó la marcha de la artillería desde Ilo a Sama por el departamento de Moquegua, sin apreciar debidamente los inconvenientes casi insubsanables del terreno, Velásquez, con gran cordura i dentro de su discrecional iniciativa como Jefe de Estado Mayor, ordenó los reconocimientos del desembarcadero en la caleta de Ite i del camino al interior, i valorizan do sus ventajas i dificultades, de acuerdo con el Ministro Sotomayor dispuso el trasporte por mar de esa arma, que debió desembarcarse en Ite, en medio de un mar embravecido, para ser ascendida penosamente, con ayudas de cables i del esfuerzo de cientos de hombres, a la meseta de la costa que esta de 200 a 300 metros sobre el nivel del mar. Velásquez tuvo importante participacion en todas esas labores i su incansable actividad permitió que su arma predilecta llegase sin novedad a reunirse al Ejército en el campamento de Las Yaras. I cuando despues de la deplorable desaparicion del Ministro Sotomayor la autoridad militar se afianza en el Ejército del N., son sólo Baquedano i Velásquez los que siguen con la direccion de la gran campana cuya gloriosa culminacion se acercaba: el Jefe de Estado Mayor tiene importante intervencion en la concepcion i ejecucion de esas operaciones i Baquedano aprecia en lo que debe el claro criterio militar del Coronel. Ultimados los preparativos para la batalla de Tacna con el reconocimiento previo de las posiciones enemigas, insinuado por Velásquez, se acordó el plan de ataque llevado a efecto mas tarde en contraposicion al propuesto por Vergara i que le fué acertadamente refutado en el mismo terreno por el Jefe de Estado Mayor. Al estudiar la personalidad de Baquedano ya nos ocupamos de este punto i sólo resta dejar ahora constancia que la cooperacion intelijente de Velásquez tuvo decisiva influencia en aquella resolucion de su Jeneral en Jefe i en las posteriores disposiciones durante la batalla misma. En la concepcion del plan de ataque a Arica tuvo tambien Velásquez intelijente intervencion, pues acompañó a Baquedano en el reconocimiento de aquella fortaleza, haciendo oír su opinion para la mejor forma de practicar ese heroico i atrevido hecho de armas. Cuando el Ministro Vergara llegó al N. en reemplazo del señor

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Sotomayor, el Coronel Velasquez fué exhonerado de su puesto de Jefe de Estado Mayor i reemplazado por el Jeneral Maturana, con evidente disgusto de Baquedano que se habia identificado con aquel Jefe, de quien oia i apreciaba sus opiniones en lo que mere" cían, i fué así como el Jeneral en Jefe prescindió de las personalidades que le mandó el Gobierno ¡continuó inspirando sus resoluciones sólo en cooperacion de Velásquez i Lagos. El Coronel volvió a su puesto de Comandante Jeneral de Artillería, arma que por otra parte necesitaba de la intelijente direccion de su organizador i principal defensor, que la habia formado cañon por cañon, hombre por hombre. Así debe haberlo apreciado mas tarde Baquedano, porque en vísperas de la batalla de Chorrillos ordenó que la Artillería de Campaña repartida en las divisiones, volviese a las manos del Comandante Jeneral del arma, Coronel Velásquez, dejando sólo la de montaña dividida. Esta atinada medida permitiría que su Jefe no desempeñase un papel meramente decorativo a la vez que entregaba en sus manos aquella arma poderosa para que pudiese emplearla, dentro de su habitual buen tino, contra los puntos mas resistentes i hacia los amagados por el rompimiento en el ataque que iba a librarse de frente contra las fuertes posiciones enemigas. En la concepcion del plan de ataque de Baquedano contra la línea Villa-San Juan, debemos reconocer nuevamente la valiosa cooperacion de Velásquez, quien volvió a refutar con lójicos i contundentes argumentos el plan de envolvimiento, una vez mas presentado por el señor Vergara en contraposicion al del Comando en Jefe, con tanta mayor razon cuanto Velásquez, en su condicion de Jefe de la Artillería de Campaña, apreciaba no ser aceptables los movimientos de esta arma en un terreno desconocido que iba a embarazar i talvez a eliminar, en la combinacion por Ate, el empleo de sus cañones i el de los de la Escuadra. Durante el desarrollo de las batallas de Chorrillos i Miraflores, Velásquez tuvo brillante actuacion, empleando su artillería de Campaña contra los objetivos mus importantes para cooperar así al ataque contra los puntos mas difíciles para el asalto. En los reconocimientos anteriores a la batalla, el Jefe de la Artillería había tenido la acertada preocupacion de reconocer caminos

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de aproximacion i posiciones para su arma en forma que le permitiesen el tiro mas eficaz. Fué así como apoyó con acierto a la Division Lynch en sus momentos de angustia, manteniéndola i alentándola al avance miéntras esperaba a la Division Sotomayor. Dice al respecto un intelijente Jefe que actuaba en esa parte: «Debo decir que los fuegos de la artillería, cuando el Atacama i el Talca ascendían los cerros en las primeras horas del combate, nos ayudaron i secundaron de un modo espléndido. Confieso que tuve temores que a la larga distancia a que estaba colocada pudieran sus fuegos causarnos algun daño, pero observé que a medida que subíamos, las punterías de nuestros artilleros se elevaban. Durante dos horas hemos marchado i combatido bajo las trayectorias de los proyectiles de la artillería chilena. » Mas tarde, a medio dia, Velásquez ordenaba oportunos cambios de posicion hácia el llano, i dirijiendo sus certeros fuegos contra las baterías destacadas en Morro Solar, protejia el avance tan oportuno de la brigada Barceló. I durante el dia 14, Velásquez no descansó sino que, avanzándose basta estar a la vista de las posiciones enemigas de Miraflores, reconocía el terreno para los nuevos emplazamientos de su arma si la batalla sobrevenía el 15, como sucedió. Luego adelantaba sus cañones a traves del terreno difícil, derribando tapias en los potreros e improvisando puentes en las acequias de riego i llegaba a ubicarse a la altura de las tropas mas avanzadas de la III Division Lagos, a quien Velásquez le dijo a medio dia: «Tengo colocada la artillería en una posicion que serán barridos los enemigos; los voi a arrollar. Ayúdeme Ud. para que dejen obrarla artillería si nos volvemos a batir». Cuando se inició el sorpresivo i traicionero fuego enemigo en Miradores, talvez uno de los pocos Jefes a quien no lo cojia de sorpresa fué a Velásquez, de suerte que pudo responder con rapidez i enerjía al enemigo, apoyando con su artillería a la espuesta Division Lagos, miéntras le llegaba la ayuda del resto de nuestro Ejército. Consumados los brillantes triunfos chilenos con la ocupacion de Lima, no termina para Velásquez su actuacion en el N. Siendo Comandante en Jefe del Ejército de Tacna i Arica, espedicionó en

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1883 sobre la ciudad de Arequipa, obligando al ejército peruano a abandonarla i rendirla sin combatir. De regreso al pais, desempeñó diversas comisiones militares i honrosos cargos civiles. Fué intendente de la provincia de Coquimbo i diputado al Congreso en 1886. Ascendido a Jeneral de Brigada en 1887, se le distingue con el nombramiento de Ministro de Guerra en 1890. Poco despues era nombrado Inspector Jeneral del Ejército. Durante la Revolucion de 1891 el Jeneral Velásquez tuvo importante aunque penosas fulguraciones. Al estallar aquella contienda intestina, se lo designó Jefe de Estado Mayor de Ejército constitucional en campaña i poco despues Consejero de Estado i senador por Valparaíso. Fiel al Gobierno, Balmaceda lo siguió distinguiendo con importantes cargos i honores, nombrándolo nuevamente Ministro de Guerra en Mayo de ese año i ascendiéndolo mas tarde a Jeneral de Division. Triunfante la Revolucion, el ilustre Jeneral Velásquez estuvo en inminente peligro de ser asesinado por la turba inconsciente, luego se lo arrestó i condujo a bordo de un buque de Valparaíso donde sufrió los mayores vejámenes. Calmadas las pasiones políticas, vuelve el Jeneral a ser elejtdo diputado en 1896, pero los pesares i las injusticias acabaron pronto con su existencia, brillantemente servida a la Patria i plena de nobles sentimientos. Falleció en Julio de 1897 El Jeneral don Marcos Maturana Nació en Santiago en 1830, siendo hijo de un ilustre Jeneral de la Independencia. Ingresó en 1848 a la Escuela Militar, seducido por la noble carrera de las armas, i en verdad que su contraccion al estudio i su intelijencia lo hicieron destacarse en aquel plantel profesional. Despues de dos años recibió su título de Alférez e inició su actividad guerrera en las acciones de la Revolucion do 1851, defendiendo el Cuartel de Artillería contra el sublevado Rejimiento Valdivia.

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Su heroico comportamiento le aportó una herida en un hombro, que le fué atravesado de parte a parte, haciéndose acreedor por esta accion al ascenso a Capitan i a una medalla de oro. Fiel defensor del orden público i de la autoridad del Gobierno, sofocó en 1852 una sublevacion en el cuartel de artillería, cargando contra los amotinados, sable en mano, hasta intimarles rendicion. Hizo las campañas de la Araucanía, contribuyendo a la fundacion de varios pueblos que son hoi centros de riqueza nacional. En 1865-66 toma parte en la guerra contra España, siendo nombrado un año mas tarde Edecan del Presidente Pérez. Sus conocimientos profesionales i científicos lo llevaron siempre a puestos destacables, sirviendo en la Escuela Militar, Rejimiento de Artillería, Inspeccion Jeneral de la Guardia Nacional, Batallon 2. ° de Línea i Estado Mayor de Plaza. Ascendido a Jeneral de Brigada en Agosto de 1880, su figuracion durante la Guerra del Pacífico, como Jefe de Estado Mayor, fué breve pero intensa i fructífera. A la par que militar preparado e intelijente, el Jeneral Maturana fué un amante de las ciencias i de las artes. En 1881 fundó la Galería Nacional de Pintura para fomentar el gusto por esa rama de las Bellas Artes, cooperando a la organizacion de un museo al respecto. El Consejo de Instruccion Pública le señaló el honor de establecer un certámen que perpetuase su nombre i sus esfuerzos por la cultura artística del pais i que lleva el título de «Certámen Jeneral Maturana», vijente hasta hoi dia. Era Jeneral de Division al estallar la Revolucion de 1891, pero su fidelidad a la autoridad suprema del Estado, lo hizo, permanecer retirado, absteniéndose de toda intervencion. Falleció en Mayo de 1892

Nombrado por el Ministro don José Francisco Vergara como Jefe de Estado Mayor del Jeneral Baquedano, Maturana llegó a Tacna en Octubre de 1880, pero aunque sus propósitos i su actividad en el puesto señalado fueron destacables, debieron resentirse de opacidad por cuanto su nombramiento fué impuesto a Baquedano, Jeneral inflexible en lo referente a sus prerrogativas, que tenia depositada su

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confianza sólo en los Coroneles Lagos i Velásquez, sus principales colaboradores. A pesar de tal ambiente difícil, el Jeneral Maturana tuvo la entereza necesaria para demostrar sus patrióticos propósitos de trabajo en su puesto de Jefe de Estado Mayor por medio de una intensa i honrada labor en bien de la mejor preparacion i organizacion del Ejército para la Campaña de Lima. Como lo dijimos al hablar del Jeneral Baquedano, a la llegada del Ministro Vergara al N., el Ejército estaba listo en su parte militar, pero carecía de sus elementos auxiliares para agruparse segun la nueva reorganizacion de las Divisiones recientemente acordada. El novel Jefe de Estado Mayor se dedicó entónces a la realizacion de esta obra: había necesidad de reparar el equipo i armamento, subsanando las pérdidas i las faltas en las nuevas unidades creadas, como tambien apremiaba la organizacion de las columnas i trenes divisionarios i demas servicios militares i administrativos del Ejército, ahora considerablemente aumentado. El 14 X comenzó sus labores el Jeneral Maturana i para la mejor espedicion de su trabajo dividió los servicios del Estado Mayor en 6 secciones: Injenieros, Artillería i Caballería, Infantería, Hacienda i Justicia, Auxiliar, Asuntos Jenerales. Al mismo tiempo organizaba los Estados Mayores divisionarios. Para las necesidades auxiliares del Ejército, Maturana reoganizó el servicio de parques i conduccion jeneral de equipajes. En materia de municiones, era necesario poder disponer en la próxima campaña de las suficientes para varios combates, antes de apelarse a los depósitos jenerales que quedarían en Arica, i en tal virtud Maturana hizo un cálculo consciente de las necesidades de municiones para 1¡is distintas armas i de su distribucion en las tropas, en los Parques divisionarios, en el Parque Jeneral i en un Depósito de reserva que se mantendría a bordo. Al mismo tiempo, se propuso por el Estado Mayor el número de animales de carguío i de carros de arrastre para llevar el amunicionamiento i subsistencias, llegando a formularse por el Jefe de Estado Mayor un reglamento de organizacion del personal de conduccion para el Parque Jeneral, que se compondría de dos compañías. Desgraciadamente, todos estos proyectos de Maturana no pudieron llevarse fielmente a la práctica por la premura del tiempo dispo-

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nible, cuando el pais pedia a gritos actividad i rapidez en las operaciones, i porque los elementos necesarios eran difíciles de improvisar dentro del corto plazo en que aquel Jefe creia poder contar con ellos. Pero, en todo caso, en la Campaña de Lima se notó un evidente progreso en la complementacion del Ejército, cuyas Divisiones pudieron disponer de sus Columnas i Trenes en sus proximidades. El Jeneral Maturana dedicó tambien las labores de su Estado Mayor en Tacna al estudio del futuro teatro de operaciones, pora lo cual se analizaron sus condiciones topográficas i la estadística de los recursos, confeccionándose cartas i relaciones descriptivas de aquel territorio i dándose a conocer datos sobre el Ejército enemigo, su armamento, sus fortificaciones etc. Antes de que nuestro Ejército desembarcase en la costa vecina a Callao, el Jefe de Estado Mayor formuló instrucciones detalladas para el servicio de campaña por ejecutar en el teatro de operaciones, dió atinadas> prescripciones para el desembarco i designó una comision de oficiales de Estado Mayor para que desde los primeros momentos de estar en tierra fuese a reconocer el valle de Lurin. El Jeneral Maturana había presentado en Tacna, a Baquedano un estenso Plan de Operaciones contra Lima, apreciable desde varios puntos de vista, pero que no descansaba en un reconocimiento exacto de la situacion i del teatro de operaciones. Principiaba por apreciar mui exajeradamente el valor i fuerza del enemigo i, en tal virtud, pedia un aumento demasiado grande de nuestras fuerzas de ataque que debian operar persiguiendo el objetivo de envolver al enemigo por su flanco izquierdo, para lo que recomendaba marchar a establecerse sobre la línea del ferrocarril a la Oroya, impidiendo toda retirada enemiga. Pero decia a este respecto: «Es esta una operacion notablemente difícil, acaso no tanto por los combates que habrán de darse para realizarla, cuanto por la perpicacia i habilidad que debemos suponer en el enemigo, quién ántes de dejarse cortar estas dos líneas, etc. Se deduce de aquí que el Ejército chileno habrá de desplegar suma habilidad, pericia, rapidez, enerjía i precision en sus movimientos para alcanzar el resultado que se propone». En seguida entraba al análisis del plan i de las operaciones por realizar, señalando todas las medidas que podia tomar el enemigo i las inmediatas contramedidas que adoptaría el Ejército chileno, pero

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la complicacion de tales operaciones tácticas, estaba léjos de acreditar aquel proyecto como sencillo, hacedero i eficaz. Este plan sufrió, mas tarde modificaciones, cuando se conoció el terreno i la situacion enemiga, resultando el nuevo plan de ataque por Ate que propuso el Ministro Vergara i que no se efectuó ni aceptamos por las consideraciones espuestas al analizar el desempeño del Jeneral Baquedano.

El Jeneral Maturana empleó incansable actividad durante el periodo anterior a las batallas de Chorrillos i Miraflores i durante estas operaciones mismas. Como ya lo dijimos, a pesar de sus buenos deseos, esteriorizados por interesantes proyectos para completar los servicios auxiliares del Ejército, éste llegó a Lurin sin contar con todos sus elementos complementarios i fué necesario que Maturana dedicase sus mayores esfuerzos para organizar el trasporte al valle de Lurin de las municiones, pertrechos i víveres, en cuyo servicio apénas pudo disponer en los primeros momentos de 80 a 100 mulas. Dispuesto al avance contra el enemigo, en la tarde del 12 de Enero, el Estado Mayor se preocupó de completar las municiones, hasta 150 tiros por hombre, i las que debian llevar los parques divisionarios alistándose el Parque Jeneral, ambulancias i conduccion de equipajes. A fin de atender mejor el servicio de las divisiones i de estar en inmediato contacto con ellas durante la accion, se mandó a cada una, tres Ayudantes de Estado Mayor con la mision de mantener la necesaria union entre los Estados Mayores divisionarios i el E. M. J. Fué así como durante las memorables batallas del 13 i 15, el E. M. supo colocarse a la altura de su deber, atendiendo las necesidades de la tropa en todos sus detalles. I cuando llegó el momento de supremo peligro con el ataque imprevisto del enemigo en Miraflores, el E. M. J. se mantuvo firmo, desempeñándose con la serenidad necesaria para tomar por sí las medidas oportunas que la difícil situacion exijia. Terminadas aquellas batallas, el Jeneral Maturana dispuso la actividad de E. M. en el sentido de atender no sólo a las necesidades de organizacion i subsistencias de los Cuerpos del Ejército, sino

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que tambien, de acuerdo con el Servicio Sanitario, a la atencion del inmenso número de heridos, diseminados en una vasta estension del campo de batalla. Con la ocupacion de Lima i el regreso de una parte de nuestro Ejército, termina la breve pero intelijente e intensa actividad del E. M. J. a las órdenes del Jeneral Maturana. Santiago, 31 de Octubre de 1918. RAFAEL POBLETE M. Capitan

1. —COMPOSICION I FUERZA DEL EJÉRCITO REALISTA

Mayor don Luis Merino. Cuartel Jeneral Jeneral en Jefe, Brigadier de artillería don Mariano Osorio. Segundo Jefe, Brigadier don José Ordóñez. Ayudante, Teniente-coronel don José María de Arriagada. Ayudantes, Capitan don Isidro Alaix i don José Valdes. Alférez de navio, don Cárlos García del Postigo. Estado Mayor Jefe, Coronel don Joaquín Primo de Rivera. Ayudantes, Capitanes don Felipe la Madrid i don Francisco Carabantes. Jefes de Brigada a

1. , Brigadier Ordóñez. 2.a, Coronel don José Mariano Beza. 3. , Teniente-coronel don Bernardo de la Torre. Comandante Jeneral de Caballería, Coronel don Francisco J. Olarría. a

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Infantería 2.° Batallon del Infante don Cárlos, Comandante don Bernardo de la Torre. Oficiales i tropa.... 951 Batallon fijo Concepcion, Comandante don Juan José Campillo. Oficiales i tropa 550 l. er Batallon del Rejimiento Búrgos, Comandante don José María Beza. Oficiales i tropa 956 2.° Batallon de Arequipa, Comandante don José Ramon Rodil. Oficiales i tropa . 1,034 Compañía del Real Cuerpo de Zapadores, Capitan don José Cáscara. Oficiales i tropa 85 Caballería Lanceros del Rei, Comandante don José Rodríguez. Oficiales i tropa Dragones de Arequipa, Comandante don Antonio Rodríguez. Oficiales i tropa Dragones de la Frontera (2 esc), Comandante don Antonio Morgado. Oficiales i tropa Dragones de Chillan, Comandante don Cipriano Palma. Oficiales i tropa Escolta del Jeneral en Jefe, Teniente de fragata don Antonio María Villavicencio.

144 160 360 180 42

Artillería Compañía de a caballo, 8 caballos. Oficiales i tropa Compañía de a pié, 6 cañones. Oficiales i tropa Comandante de ámbas compañías, don Manuel Bayona. Resúmen Infantería Caballería Artillería Total

886

3,576 hombres » 150 » 4,612 hombres

80 70

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Segun lo espuesto por don Diego Barros, las fuerzas de algunas unidades varían un poco, arrojando en el total una pequeña diferencia de 20 hombres menos, lo que no tiene gran importancia para el presente trabajo. Este ejército estaba bien equipado i mejor armado, pues de Lima solamente traia Osorio 10 cañones, 4, (554 fusiles, G3 tercerolas, 283 lanzas, 347 sables, una cantidad considerable de cartuchos i 500 quintales a lo que habria que agregar el material que tenia Ordóñez. En cuanto a caballos para la caballería i demas elementos de trasporte, no cabe duda de que los tenia en cantidad suficiente al iniciar la campaña, pues, durante el tiempo que permaneció en Concepcion, Osorio se preocupó de conseguirlos i esto queda plenamente demostrado con el parte de Freire que dice: «El Coronel Morgado, al pasar el Maule i llegar a Talca, traia de tiro o. de repuesto, un número de caballos igual al de sus jinetes». 2. —COMPOSICION I FUERZAS DEL EJÉRCITO PATRIOTA

Esta se formó con el Ejército del N. que estaba acantonado en Las Tablas i el Ejército del S. que mandaba O'Higgins, que una vez unidos, fué dividido en la siguiente forma: Cuartel Jeneral Comandante en Jefe, Capitan Jeneral don José de San Martin. Secretario del Capitan Jeneral, Jeneral i Ministro de Guerra, don José Ignacio Zenteno. Secretario del Director Supremo, para los asuntos administrativos, don Santiago Fernández. Jefe de Estado Mayor, Brigadier don Antonio González Balcarce. Comandante Jeneral de la Caballería, Teniente Jeneral don Miguel Brayer. l. er Injeniero, Mayor Barcler de Albe. 2.° Injeniero, Mayor Antonio Arcos. Cirujano Jefe, don Diego Paroissien. Cirujanos l.os, Capitanes Ignacio Green, Manuel Grajales i José Delgado. Auditor de Guerra interino, don Bernardo Monteagudo.

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I Division (de la derecha) Jefe, Coronel don Hilarion de la Quintana. Batallon N.° 11 de los Andes, Comandante Coronel Las lleras. Batallon Cazadores de Coquimbo, Comandante Mayor Thompson. Batallon N.° 7 de los Andes, Comandante, Teniente-Coronel Conde. Batallon N.° 1 de Chile, Comandante Teniente-Coronel Rivera Artillería de Chile (10 cañones), Comandante Coronel Blanco. II Division (de la izquierda) Jefe, Brigadier don Bernardo O'Higgins. Batallon N. ° 1 de Cazadores de los Andes, Comandante Teniente-Coronel Alvarado. Batallon N.° 3 de Chile, Comandante Teniente-Coronel López. Batallon N.° 2 de Chile, Comandante Teniente-Coronel Cáceres. Artillería de los Andes (11 cañones), Comandante TenienteCoronel Plaza. III Division (Reserva) Jefe, el Comandante en Jefe del Ejército. Batallon N.° 8 de los Andes, Comandante don E. Martínez. Artillería de Chile (12 cañones), Comandante Mayor Borgoño. Milicianos de Colchagua, Comandante Teniente Coronel de Milicias don José M. Palacios. Parque, Hospital Militar, Comisario de Guerra, Bagajes. Caballería Dos cuerpos que debían marchar a los flancos: Derecha: 4 escuadrones de Granaderos, Jefe Comandante Zapiola. Izquierda: 2 escuadrones de Cazadores, Jefe Comandante Ramírez de Arellano.

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2 escuadrones de Cazadores de la Escolta, Jefe Comandante Freire, quien era ademas jefe de toda la caballería de esta ala. Segun don Diego Barros, contaba con una fuerza de 6,600 soldados de línea, bien equipados, de los cuales 1,700 eran de caballería. Disponía de abundante municion i su espíritu i disciplina eran excelentes i sus jefes mui buenos. 3. —FUERZAS REALISTAS QUE EFECTUARON EL ATAQUE EN LA NOCHE

DEL 19-III Se organizaron tres columnas, a saber: Derecha. —Compañía de Granaderos i Cazadores de todos los cuerpos, con Primo de Rivera. Centro. —Búrgos, Arequipa i compañía de Zapadores, con Ordóñez. Izquierda. —Infantes don Carlos i Concepcion, con Latorre. Don Diego Barros dice que la columna de la derecha la mandaba Latorre, i la de la izquierda, Primo de Rivera i resolver cual está en lo cierto es difícil; pero esto tampoco tiene importancia para nuestro tema. Para apoyar estas fuerzas del ataque, se emplazó en los suburbios una batería de 12 cañones, a fin de contener al enemigo en caso de fallar el golpe. Ademas las tres columnas iban reforzadas por los 5 escuadrones de caballería, que debían ser destinados a la persecucion en caso que el enemigo fuera dispersado. Don Diego Barros dice que las tres columnas hacían un total de cerca de 4,000 hombres; pero el Comandante Latorre, en sus apuntes, dice: «marchábamos al ataque sólo 2,000 infantes, 6 piezas de artillería i 500 jinetes, pues hubo muchos soldados que desertaron, quedándose escondidos en el pueblo. En esto parece que hai algo de exajeracion i si consideramos los efectivos de las tropas, i que Osorio quedó en Talca con una reducida guardia, podemos deducir que la fuerza del ataque ha tenido que ser la siguiente: Infantería Caballería Total

3,575 844 4,419

(Sin tomar en cuenta la escolta).

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Suponiendo un 10% de desertores, lo que es mucho, resulta una fuerza mui aproximada a los 4,000 hombres que da don Diego Barros. 4. — 1.A SITUACION DESPUES DE LA SORPRESA

(12. 45 A. M. del 20)

a) Patriotas La II Division i la Division de reserva, completamente desorganizadas sus unidades i perdido el mando, i en medio del mayor pánico, huían hácia el norte sin pensar en resistir, salvo pequeñas fracciones que hicieron frente hasta el momento de pasar el Lircai, hasta donde duró la persecucion. La I Division, que por efectos del cambio de colocacion durante la noche no recibió el ataque, i dos batallones de la I Division que lograron salvarse i juntarse con élla, empezaban a retirarse al N. en perfecto órden, no llevando un tiro para sus cañones, ni un jinete de su caballería, pues ésta se habia dispersado. Los jefes, Jenerales San Martin i O'Higgins, creyendo la derrota completa, huían tambien hácia el N., acompañados de algunos oficiales. Aparentemente i en el ánimo de los jefes i de todo el Ejército, la derrota era completa i definitiva; pero en realidad en la parte material no era tanta, pues en el campo no habían quedado mas de 300 hombres entre muertos i prisioneros, eso si que se habia perdido mas de la mitad de la artillería, casi todos los bagajes que quedaron botados i un número considerable de bestias de carga que se habían disparado. En la parte moral si que se habia perdido mucho, como lo dijimos, pues en la conviccion de una derrota completa, la tropa, presa del pánico, habia perdido su espíritu. b) Realistas Despues de haber perseguido tenazmente hasta orillas del Lircai, en donde se reorganizaron las unidades de infantería, que debido a la oscuridad se habían revuelto, a escepcion del batallon Arequipa que llegó hasta la orilla del rio en perfecta formacion, regresaban a Talca ufanos con la victoria alcanzada.

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En la misma forma regresaba la caballería, de la que no se tiene noticias que haya tomado parte en el combate, salvo un escuadron que sirvió de cerca a la columna de Las Heras hasta el rio, regresando despues de ésto. La artillería continuaba en sus posiciones. En el campo quedaron sólo pequeños destacamentos al cuidado del botin que se pensaba recojer a la mañana siguiente. Esta victoria había costado a los realistas, un jefe, varios oficiales i 300 individuos de tropa, muertos; pero en cambio los hizo dueños de la situacion. e) Análisis de la situacion Las circunstancias de ser éstos los únicos de que ámbos bandos disponían, i de ir aparejada a la suerte de ellos, por un lado, la exitacion del gobierno realista i por el otro, la independencia de Chile, hacia de este momento una situacion única, especialmente para loa realistas. Destruido el ejército patriota, los realistas estarían en condiciones de marchar a la capital, i con ello habrían obtenido la reconquista del pais. Pero para eso era necesario completarla derrota por medio de una persecucion enérjica, que no se debió detener hasta destruir completamente el Ejército enemigo i entrar en Santiago pisándole los talones a los fujitivos. Sabemos que esto no se hizo, pues la persecucion llegó solo hasta el Lircai i aun mas, se permitió la retirada ordenada de una Division patriota (de lo que tenian conocimiento) sin tratar de impedirlo en ninguna forma, contentándose solamente con observarla con un escuadron de caballería. La apreciacion errónea por parte del Comando realista, no dándole importancia a la persecucion inmediata, talvez por creer completamente deshecho al enemigo e incapaz de rehacerse, salvó a la Division Las Heras, la que desmoralizada, sin caballería i sin municion de artillería, se mantenía en órden gracias a la enerjía de su Jefe; pero que atacada en ese momento no habría podido resistir sin desbandarse. Demas está decir que la salvacion de esta Division, bastante numerosa, significaba la salvacion del Ejército de Chile. Respecto a la forma prudente, enérjica i decidida en que proce-

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dió Las Heras en su retirada, nos están demostrando que este Jefe se dió cuenta cabal de su difícil situacion, i la importancia que para el Ejército i la Patria, tenia, la salvacion de su tropa. Respecto a si se podría o nó hacer la persecucion en este momento, creemos que no exajeramos absolutamente al decir que sí, pues si la tropa estaba cansada, tambien lo estaban los patriotas i sin embargo pudieron retirarse mui rápidamente. Se ha dicho tambien que debido al gran desórden en las unidades por efecto del combate nocturno, no pudo hacerse; pero esto queda descartado sabiendo que sólo tomó parte la infantería, i si bien es cierto que durante él hubo mucha confusion i las tropas se revolvieron, luego se rehicieron i el Comandante Latorre, Jefe del Infante don Cárlos, se encarga de aclararnos esta situacion cuando dice: «Nosotros nos situamos sobre el Lircai, donde sucesivamente se reunieron i formaron nuestros rejimientos, con la particularidad que es justo notar aquí, de haber llegado íntegro únicamente, i formado, el que mandaba Rodil, que era un cuerpo de mui mala calidad, que acababa de formarse en Arica». Por lo que hace a la caballería, sabemos que no habia tomado parte en el combate, por lo que es de presumir que estuviese intacta, i estraña que no se hubiere empleado, pues al comienzo de la operacion fué destinada a efectuar la persecucion. 5. —2.a SITUACION AL AMANECER DEL 20-III Amaneció el dia 20-III encontrando a los ejércitos en la siguiente situacion: a) Patriotas Continuaban en su retirada, llegando la I Division, con Las Heras a Pelarco. San Martin i O'Higgins en camino a Quechereguas a donde llegaban a la 6 A.M. i podian recojer las primeras noticias sobre el estado del Ejército, esto es: que habían pasado hácia el N. numerosas partidas, especialmente de caballería i con poca certidumbre, la de la retirada de la I Division i los dos batallones de la II Division. Tambien se les reunieron en ese punto unos 300 hombres de todos los cuerpos.

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b) Realistas Las tres columnas de ataque, permanecían en las inmediaciones de Talca, reunidas i sin que hubiera pasado al N. del Lircai la mas mínima fraccion. En este momento se presentó Osorio, los felicitó por el triunfo i ordenó la persecucion inmediata. Segun el Comandante Latorre, esta órden se puso rápidamente en ejecucion pasando luego el Lircai, en donde encontraron 800 mulas cargadas de todo jénero de pertrechos i provisiones. c) Análisis de la situacion por ámbos lados En este momento habia cambiado mui poco la situacion para ámbos ejércitos. Para los realistas aun estaba en sus manos el coronar la victoria con el fruto que su audacia merecía, i para los patriotas continuaba tan oscura i difícil como en la noche. Veamos ahora como cada uno lo resolvió. Las Heras, resuelto a salvar sus tropas, continúa su rápida retirada, tomando las mas enérjicas medidas disciplinarias para evitar las deserciones i a las 9 A.M. llega a Camarico. Aquí dió a sus tropas un descanso de una hora, despues de 8 horas de marcha forzada i de haber recorrido mas o ménos 54 km. Desde allí continuó su retirada, habiendo ántes enviado noticias al Jeneral en Jefe, i a las 5 P.M. llegaba a Quechereguas, despues de recorrer en total mas o menos 54 km., lo que hace un término medio de marcha de unos tres kilómetros i medio por hora durante 15 horas con sólo una de descanso. A pesar de esta larga i forzada marcha, i de que en los dos dias anteriores habia hecho otras tan forzadas como éstas, mas la falta de alimentos, descansan sólo 6 a 7 horas en Quechereguas i a las 12 de la noche continúa su retirada. Esta actitud, digna de todo elojio, está perfectamente de acuerdo con la situacion i fuera de la forma correcta en que la retirada fué ejecutada, podemos decir que, la salvacion da la Patria, se debió a Las Heras. San Martin i O'Higgins, que a las 6 A. M. llegaban a Quechereguas, tuvieron las primeras noticias ciertas respecto a su Ejercito

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O'Higgins, en vista de estas noticias, consideró que la derrota no era tan grande i propuso establecer en ese punto el Cuartel Jeneral i enviar oficiales en todas direcciones, para recojer los dispersos, i con éstos i la Division Las Heras, hacerse fuerte i resistir al enemigo. San Martin, «mas prudente, no aceptó, en vista de que el Ejército estaba disminuido por la dispersion, escaso de municiones i dominado por el pánico consiguiente de la derrota, lo que le impediría entrar en combate ántes de algunos dias, hasta que se hubieren recibido los socorros que necesitaba i retemplado el espíritu. En vista de estas razones se resolvió continuar la retirada, dando órdenes al Corone! Zapiola, de marchar sin demora a Chimbarongo, para reunir los dispersos que iban adelante i se avisó a Las Heras que apresurara cuanto le fuera posible la marcha de sus tropas, evitando a todo trance el empeñar combate con el enemigo. Dadas estas órdenes, ámbos Jenerales continuaron su marcha i a las 3 1/2 P. M, llegaban a Chimbarongo; en donde descansaron 3 horas, tiempo que emplearon en dictar las órdenes mas indispensables! como la de reunir caballos i víveres para el Ejército, al mismo tiempo que para curarse el Jeneral O'Higgins, su herida. A las 9 P. M. llegaban a San Fernando, en donde los esperaban Balcarce i Freire, con mas de 1,000 hombres reunidos. El Coronel Zapiola, en su mision de reunir dispersos, habia llegado a este pueblo, designándolo como punto de reunion, siguiendo inmediatamente mas al N. para detener los fujitivos. San Martin aceptó esta medida i el 21 pasaba allí revista a sus tropas. Respecto a la actuacion de estos jefes, consideramos perfectamente de acuerdo con la situacion, las razones dadas por San Martin al no aceptar las medidas propuestas por O'Higgins, quien debido a su carácter impetuoso i gran valor, no habria trepidado en desarrollar su plan, consiguiendo, sin lugar a dudas, escribir una nueva pájina de heroísmo para la historia, pero que de seguro habria comprometido la suerte de la Patria. Aprobamos pues la resolucion de San Martin, resolucion que fué coronada mas tarde con la espléndida victoria de Maipo, eso sí que, sin pretender hacer una crítica a tan ilustres padres de la Patria, estimo que era el momento de esperar a la Division Las lleras i continuar a su frente la retirada.

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En cuanto a los demas jefes que no omitieron sacrificios para reunir dispersos, es digna de elojios su actitud. Por el lado de los realistas, se habia perdido un tiempo precioso mas o ménos de 5 a 6 horas, dejando al enemigo, en completa libertad para efectuar su retirada. Con esta falta de iniciativa, se perdía el fruto de una victoria tan bien ganada, pues como lo hemos visto, el Ejército patriota no habia sido aniquilado, sus pérdidas no eran tan grandes, cuando, sólo se habia conseguido dispersarlo i si se le permitía organizarse, la victoria anterior seria nula. Parece que el Comando realista se dió cuenta en este momento, de la verdadera situacion i así vemos, como inmediatamente que se puso frente a sus tropas dió la orden de persecucion. Esta resolucion estaba enteramente de acuerdo con la situacion; pero desgraciadamente, la órden misma i su ejecucion no lo estaban, pues es inesplicable que se hubiera pretendido dar alcance a un enemigo que habia conseguido alejarse tanto, sin emplear las tropas mas movibles. Fuera de esto, causa estrañeza que en nueve horas de marcha sólo haya recorrido 10 km., pues el Comandante Latorre en sus apuntes dice que a las 3 de la tarde llegaba el Ejército a acampar en unas casas cuyo nombre no recuerdo. Por nuestra parte creemos que no deben haber estado mas al N. de Panguilemu, pues el mismo Osorio, en su parte al virrei, despues de Maipo dice que en su persecucion llegó a Pangue. En este momento decidió la vuelta a Talca, con la mayor parte de su Ejército, entregando a Ordóñez el mando de un destacamento, pretestando el cansancio de la tropa, la falta de elementos de movilidad, la necesidad de correjir los desperfectos del correaje, recojer los dispersos i el botin dejado por el enemigo i atender a la reorganizacion de las tropas. Esta resolucion está en completo desacuerdo con la anterior i si la quisiéramos esplicar suponiendo que Osorio i la mayor parte de sus jefes consideraron inútil la persecucion por estimar destruido el Ejército patriota, tal como parece desprenderse del hecho de haber éste ordenado oficiar en Talca el dia 21, una misa en accion de gracia por el triunfo obtenido, nos encontramos sin embargo con la absurda medida del envio del destacamento Ordóñez, que en tal caso no tendría objeto. Mucho ménos lo tendría, por su escaso número i lo tardío de su envio, en caso de creerse aun necesario la perse-

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cucion, por lo que creemos que todas esta medidas están retratando el carácter de Osorio, vacilante e indeciso. Sus descargos no pueden ni deben aceptarse en semejante momento, sobre todo cuando no tienen fundamento, segun creemos demostrarlo a continuacion: El primero, el cansancio i la necesidad absoluta de dar descanso a la tropa, si bien efectivo que las marchas i contramarchas, como la falta de sueño i de alimento, necesariamente debieron producirlo, no ménos debieron sentirlo al emprender el ataque i sin embargo fué ejecutado con todo vigor i entusiasmo a pesar de las muchas probabilidades que habia de un fracaso, pues en la conciencia de todos estaba que el enemigo era mui superior. Si en esta ocasion se pudo exijir semejante esfuerzo ¿qué no podria pedírsele despues del triunfo, a esa misma tropa, ahora que sólo se trataba de correr tras el enemigo que huia lleno de pánico? Por otra parte, ¿no estaban los patriotas tan cansados como éllos? El segundo punto, falta de elementos de movilidad, tampoco es aceptable, pues sabido es que al iniciar las operaciones los tenian completos, como lo vemos al tratar de la composicion del Ejército, i en dos o tres dias de marcha i en un combate victorioso, en que sólo tomó parte la infantería, no se habia de perder todo. Lo mismo puede decirse respecto al equipo i la necesidad que habia de quedarse para proceder a su reparacion, pues no es posible creer en tanto deterioro, i aunque así hubiera sido, no era razon para detener la persecucion. En cuanto a la necesidad de atender a la reorganizacion, es aun mas absurdo, ahora, que lo fué inmediatamente despues del combate, pues liemos visto como las unidades se reunieron i unos cuantos desertores no implicarían. La razon de tener que recojer dispersos i el botin dejado por el enemigo, no es digno de considerar, pues para eso habría bastado dejar pequeñísimas fracciones. A nuestro juicio, i dando por sentado lo absurdo de dichos descargos, creemos que las medidas que Osorio debió tomar al ordenar la persecucion debieron ser las siguientes: La caballería Lanceros del Rei, Dragones de Arequipa, Dragones de la Frontera, (2 esc.) i Dragones de Chillan, es decir, 5 escuadrones con un total de 844 jinetes, con el batallon lijero «Concepcion» o parte de él a la grupa, i la com-

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pañía de artillería a caballo (8 cañones), persiguieran al enemigo que se retira hácia el N., impidiendo a toda costa su reorganizacion. El resto del Ejército continuará en la misma direccion a mis órdenes. En esta forma, suponiendo la partida a las 5 A.M. i recorriendo 9 1/2 km. por hora, es decir, andando mas al paso que al trote, sabiendo que con estos dos aires alternados se recorre el kilómetro entre 7 i 8 minutos, habría alcanzado a la columna Las Heras a las 10 A.M., es decir, ántes que saliera de Camarico. Ahora, si aun se queria hacer mas lenta, a fin de maltratar lo ménos posible tanto a los caballos como a los infantes, lo que consideramos mui razonable, recorriendo a razon de 5 km. por hora, al aire de una infantería en pequeñas fracciones, habría alcanzado a la misma columna enemiga al llegar a Quechereguas a las 5 P. M., despues de recorrer 54 km., pudiendo haber tenido una hora de descanso en el camino. Dado el decaimiento moral del vencido qne se retira, sobre todo despues de semejante fracaso, creemos que habría bastado la sola presencia de estas fuerzas, para completar la dispersion, en caso de no ser así, sin necesidad de aventurarse en un combate a fondo, se podría haber hecho poco menos que imposible la retirada, molestándolo a cada momento o retardándosela tanto, que fácilmente podría ser alcanzado por el resto del Ejército, que marchaba sólo a menos de una jornada a retaguardia. Estimamos que, si el Comando realista toma estas medidas, fácilmente habría podido destruir al Ejército patriota i entrar en Santiago pisándole los talones a los fujitivos. No lo hizo i gracias a ello, i a las buenas disposiciones del Comando patriota, se aseguró, el 5 de Abril, la independencia de nuestra Patria. A. GODOI C. Capitan

Sabemos que no basta el haber conseguirlo introducir en el Ejército un método racional i científico de educacion física, poseer buenos profesores preparados en el Instituto correspondiente i tener una escuela de educacion física o de jimnasia, como quiera llamársele, en nuestro Ejército, si es que este último se llega a sentir como necesario i se acuerda su creacion. Lo anterior es una espléndida base para comenzar, pero simplemente una base en que para edificar i afirmar sólidamente el nuevo sistema, se requiere cuidado, celo i actividad de parte de las autoridades inspectoras i comandos superiores del Ejército, entusiasmo i trabajo de parte de los profesores e instructores del nuevo sistema i medios i recursos apropiados. Desde luego perece conveniente dar fondos suficientes a los cuerpos de tropa, para material de jimnasia, separándolos estos fondos de los de material de blancos, a fin de que se inviertan siempre en el fin a que están destinados. El ideal seria llegar a tener un jimnasio en cada unidad. Para dar una educacion física completa i apropiada a las necedades militares, el departamento del Ministerio de Guerra a quien corresponda este servicio, o por lo ménos la reglamentacion i fomento de él, debería, desde luego, aparte de dotar a las tropas con el

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material i elementos de cuartel indispensables con los fondos consignados a cada unidad, obtener fondos especiales, con el objeto de dotar a cada guarnicion por lo ménos de un estadio militar, o bien, para subvencionar los estadios de otras reparticiones públicas municipales, o simplemente de instituciones deportivas que se están construyendo o puedan construirse. A título de ejemplo i sin responder que esto sea el ideal, acompaño el plano de un estadio militar de guarnicion que se ha cons-

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truido en Valladolid (España), que está a la escala de 1: 1000 pero que puede modificarse con arreglo a las dimensiones del terreno de que se disponga. A juicio de la persona que me lo proporcionó, este plano, no tiene otro defecto, sino de que los virajes son mui pronunciados. Complemento de este estudio debe ser un campo para ejercitar a las tropas en los ejercicios de asalto, ejercicios que son hoi dia indispensables, principalmente para las tropas de infantería, ametralladoras i zapadores. De una revista militar alemana traducimos lo siguiente, que muestra como son estos campos i la forma de llevar la instruccion. EJERCICIOS DE AJILIDAD A QUE SE SOMETEN TODAS LAS TROPAS DE ASALTO

Al pié de un monte, a cuya ladera están las trincheras, hoyos de granada i fortificaciones para ejercicios i ensayos, hai una hermosa i larga pista de obstáculos. Es, en efecto, indispensable acostumbrar a las tropas de asalto a este jénero de ejercicios, pues de seguro no han de encontrar terreno liso i llano hasta llegar a las trincheras enemigas. El largo de la pista es de unos 400 m.; el ancho de unos 6 m. El paso de obstáculos se enseña gradualmente en número, en velocidad i con equipaje; es decir, que primero pasa uno a uno toda la jente por instruir, el primer obstáculo, desde pié firme, sin armas i con gorra, El instructor llama la atencion sobre la mejor manera de pasar, inconvenientes que puede haber en pasarlos de otro modo i variantes del misino obstáculo que pudieran presentarse. No todos los obstáculos son de los que han de encontrarse en las defensas enemigas; algunos son puramente para fomentarla lijereza i el espíritu de iniciativa. Por el ejercicio dicho, se trata de conseguir que se suelte la jente en poco tiempo. Despues de haber enseñado a pasar desde pié firme o con poca carrera los obstáculos uno a uno, se toman, dos, tres, etc., hasta hacer pasar todos de una vez. Despues de pasar todo con velocidad, primero hombre por hombre, i por fin, para excitar el amor propio, en séries de a cuatro. El fin de la preparacion es pasarlo todo con velocidad i con todo el equipo que llevan las tropas

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de asalto. Este equipo consiste en carabina con cartuchos, saco con granadas de mano i casco de acero. Los obstáculos se pueden variar. Los mas corrientes son los siguientes: (todos los datos numéricos están tomados sobre el terreno). 1.º Un muro de madera de 1.80 metros de alto i 0.80 de ancho. 2.° Un gran muro de madera, hueco, de 2.80 m. de alto, ancho en la base, estrecho por arriba. 3.° Zanja ancha i profunda, no para asaltarla de una vez, sino para el salto de adentro a afuera; anchura de 3 m.; profundidad de 1.50 m., los bordes bien marcados i las paredes casi verticales. 4.º Ramaje con las puntas vueltas hácia la direccion de los que tratan de pasar a 2.20 m, de alto. 5.° Zanja de 2 m. de ancho, para saltarla de una vez; profundidad, 1 m. 6.° Alambrada baja. Sirvo de ejercicio para aprender i aprovechar los huecos que quedan entre alambre i alambre i apoyarse sobre las estacas que sostienen las alambradas. No hai que exajerar es te obstáculo por los peligros del vestuario; alto 0.50 m. 7.° Gran barrera de madera; alto 1.70 m. (vigas algo fuer tes). 8.° Tronco de árbol que hai que pasar a lo largo en equilibrio; para facilitar la subida hai dos troncos pequeños por lo que se puede subir; hai cuatro troncos, uno al lado de otro para los cuatro hombres de cada grupo de ejercicio; alto del tronco 1.50 m. 9.° Zanja de tiradores reforzada para saltar de afuera a dentro i de dentro a afuera i seguir a continuacion en carrera hasta llegar al final de la cancha. Se pueden colocar zanjas de diferentes perfiles i profundidades una en pos de otras i equidistantes, a fin de acostumbrar a la tropa a salvar diferentes obstáculos de esta naturaleza. Estos ejercicios en la cancha deben comentarse en la instruccion individual i seguirse constantemente, hasta llegar a conseguir rapidez, órden, uniformidad. Al fin de la instruccion deben llevarse a cabo de noche, o mejor al amanecer, con mui poca luz. Todos los oficiales subalternos deben dar el ejemplo a su tropa i en consecuencia, en las revistas de inspeccion se exije a los coman-

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dantos de peloton que crucen la cancha de obstáculos junto con la unidad que comandan. Muchos de estos obstáculos i los ejercicios que pueden llevarse a cabo en ellos son ya conocidos de nuestros oficiales desde la Escuela Militar, pero no he querido omitirlos aquí, ya que ahora se pide que estas canchas de obstáculos sirvan mejor que las que conocemos en el pais, para la jimnasia aplicada, es decir, los obstáculos deben ser en su mayoría, conforme a los que van a encontrar en la realidad, deben estar mas espaciados, i deben dar lugar en una revista, con tropa con instruccion completa, a un ejercicio violento i rápido, tal como lo baria una tropa que va al asalto, que recibe un fuego intenso i bien apuntado i que al final la espera una lucha cuerpo a cuerpo, que en la revista puede resolverse en un asalto de esgrima a la bayoneta, con tropa bien apostada para el objeto, o en simular una lucha con granadas de mano. El paso de obstáculos con calma i método, sin tomar en cuenta el tiempo, debe quedar para la revista de los reclutas, pura cerciorarse si conocen la manera mas práctica de salvar cada obstáculo i si ya tienen una base uniforme i metódica para seguir con esta instruccion, en los períodos siguientes. Instalaciones como las que he dejado anotadas requieren el desembolso de algunas sumas de dinero, que si el Estado no las proproporciona a las unidades, o, sociedades sportivas,, no se harán nunca. Para terminar con la educacion física en el ejército, me propongo llamar la atencion a la conveniencia de que la Superioridad dé a esta rama del servicio la importancia que se le ha dado al tiro, i al efecto seria útil, siguiendo el mismo camino, consultar fondos para premios a las unidades e individuos tanto oficiales, como suboficiales i tropa, que se los disputarían anualmente en concursos i fiestas deportivas, tales como en el dia del Ejército i Armada que está establecido por un decreto supremo. Con este fin cada unidad podría enviar uno o mas equipos para competir en los diversos números de un programa previamente establecido. Por último, me parece oportuno dar a conocer, que en el ejército español los médicos militares, que son médicos militares de verdad, como que están todos formados en la academia médico-militar, tienen

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intervencion efectiva i directa en la educacion física de la tropa, por aquello de que es mas fácil prever que curar. La sanidad militar debe ser oida i atendida siempre que se trate de reglamentar la educacion física i ésta tiene el deber de llamar la atencion cuando note que los métodos implantados i la manera de aplicarlos dañan la salud de la tropa, o son contraproducentes. Recientemente ha funcionado un curso de educacion física en España, para médicos militares i el Ministerio ha dispuesto que los médicos en las tropas deben afirmar los conceptos i aclarar las dudas que tengan los instructores respecto a la base científica del método, asistiendo con frecuencia a los ejercicios de jimnasia. En Chile, sin que el curso de educacion física para cirujanos militares esté de más, lo que necesitamos es incorporar al ejército a un núcleo de estudiantes de medicina, o médicos recien recibidos para que en la Escuela Militar o en otro Instituto, sepan durante un año, a lo ménos, lo que es la vida i educacion militar del soldado en todos sus aspectos, para que practiquen la jimnasia i los deportes i puedan hacer en seguida labor militar i médica, a conciencia, en las tropas. Respecto a la educacion física en el pais, principalmente en la juventud escolar, el Ministerio de Guerra, en casi todos los paises bien organizados, están tomando el interes que merece esta cuestion, como que de la educacion física de la juventud, depende en gran parte el valor i potencia militar de la nacion. Varios son los puntos que tiene que resolver el Ministerio de Guerra i tratar de hacerse oir ante las demas autoridades nacionales. Los mencionaré solamente, agregando mui pocos comentarios. Lo primero que debe procurarse es que

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